Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

Púrpura Chess

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martes, 8 de octubre de 2019

Ñu: “Cuentos De Ayer Y De Hoy” interpretado completo en directo por primera vez. Sala Universo Rock. Pinto. 5.10.19.


El pasado sábado tuvo lugar un acontecimiento excepcional para todos aquellos que amamos el Rock duro español en general y a los Ñu en particular; en la madrileña localidad de Pinto y con motivo de la inauguración de la sala Universo Rock, el grupo de Jose Carlos Molina interpretaba en directo por primera vez en su historia el mítico primer disco de la formación. “Cuentos De Ayer Y De Hoy” se publicó en el lejano 1978 y cuarenta y un años después parece ser que este pasado fin de semana era el momento adecuado para revisarlo en su totalidad sobre un escenario. Como el propio Jose Carlos Molina comentó en cuanto el grupo finalizó las últimas notas del tema “Paraíso de flautas”, parecía que nunca se iba a llevar a cabo, pero al final se hizo. Este primer disco de Ñu representa una de esas joyas de la Música de nuestro país. Puede que no sea el disco más famoso de Ñu, ni el que más copias haya vendido, pero la elaborada propuesta musical que presentaba esta primera obra, más allá de algunas pequeñas limitaciones en cuanto a producción o sonido propias de un presupuesto muy ajustado, supuso una agradable sorpresa dentro de nuestro panorama musical. La versatilidad y variedad estilística de las composiciones, así como la complejidad e inspiración de muchos de sus pasajes han hecho de este disco una referencia imprescindible para muchos de nosotros. Esta obra está escrita en clave de Rock, pero rezuma eclecticismo y escuela musical por sus cuatro costados. En su escucha se pueden apreciar matices y detalles del Progresivo, Blues, Celta o Folk entre otros estilos, pasándolos por el particular tamiz del ingenio de Jose Carlos Molina para ensamblar un álbum original y que para muchos fue precursor del Folk Metal español.


El concierto comenzaba con la actuación del grupo invitado Manhattan Rock Band, un combo de versiones al que tengo muchas ganas de ver y en el que curiosamente toca Cristian Molina, hijo del propio Jose Carlos. El asunto fue que entramos en la sala justo cuando estaba acabando el set de Manhattan Rock Band, por lo que no dispongo de elementos de juicio para comentar su actuación; no obstante debo decir que al entrar creo que estaban acabando de interpretar “Separate ways” de Journey y cualquier grupo de versiones que decida meter en su repertorio algo del grupo de Steve Perry y Neal Schon tiene todos mis respetos. Para la siguiente.
Todo se empezó a ultimar para el inicio de la actuación de Ñu. La sala estaba abarrotada; no es un recinto grande, pero desde luego que tiene su mérito llenarlo de público que paga por asistir a tu concierto. También cuenta con el añadido de que la ubicación no es la mejor, ni mucho menos, si te tienes que desplazar en coche con todo lo que ello conlleva a la hora de decidir si tomarte unas cervezas/copas y tentar a la suerte de los controles de tráfico. De cualquier modo no se me ocurre mejor publicidad que este concierto, por lo que le deseamos a Universo Rock todo lo mejor en su recién iniciada andadura. 

                                           Jose Carlos Molina, Vesko Kountchev y Manolo Arias.

Pasados escasos minutos de las once y media de la noche los músicos que acompañan a Jose Carlos Molina subieron al escenario, se colocaron sus aperos respectivos, unas últimas afinaciones y aquello comenzó. Manolo Arias y Luís Calzada a las guitarras, César Sánchez al bajo, Vesko Kountchev a la viola, Óscar Pérez en la batería y Juan Miguel Rodríguez haciéndose cargo de los teclados. Sonó primero una pequeña intro en plan tenebroso que desembocó en las primeras notas de “Profecía”. El público se volcó desde el primer momento mientras el propio Jose Carlos subía al escenario. Milagrosamente encontramos una ubicación cojonuda que nos permitía observar con total nitidez lo que allí estaba empezando a suceder. Todo el grupo se veía muy entregado al asunto desde el primer momento y, salvo unos primeros acoples con la viola, el sonido acompañó a este inicio tan inquietante a la vez que intenso. Acto seguido comenzó la canción “Preparan”, con el público volcado de pleno ante uno de los temas más significativos del grupo y una de las canciones preferidas de la dicografía de Jose Carlos Molina para este humilde escriba; no bromeo, la gente cantaba literalmente las distintas estrofas de la canción tapando por momentos incluso la voz del líder. Un total subidón que te trasladaba en un instante a aquel mítico inicio del directo “No Hay Ningún Loco”, otro de los discos emblemáticos de nuestra cultura rockera. La canción sonó como un tiro, ganando exponencialmente con la atmósfera que iba recreando el teclista Juan Miguel y sobre todo Vesko con su viola, otorgándole ese aire siniestro y asfixiante que sin duda posee. Cabe comentar que además presenta una de las letras más inspiradas y personales de Molina, una especie de sello para letras posteriores abordando esa temática de los pobres y desheredados que con tanto tino ha sabido presentar durante todos estos años. La parte final de “Preparan” y su jugueteo con guitarra/bajo dio paso  al buen Rock n’ Roll de “Algunos músicos fueron nosotros” junto a su letra no exenta del vacile y el doble sentido del que muchas veces hace gala Jose Carlos Molina. Todo un lujo escuchar este tema en el contexto de este concierto. Cabe reseñar que se reprodujo el disco y sus canciones en orden idéntico al trabajo original, sin apenas comentarios ni parones entre los temas. Esto permitió acentuar la particular atmósfera que se iba creando según el grupo desgranaba las canciones; en definitiva: algo mágico. Los guitarristas Luís Calzada y Manolo Árias se fueron repartiendo las labores rítmicas y solistas durante los distintos temas, aportando su toque personal respectivo, ambos haciendo gala de una fina ejecución en sus partes y con mucho criterio, adornando las canciones y haciendo que sumase enteros el resultado final. El espectáculo continuó con “Cuentos de ayer y de hoy”. El tema título sonó especialmente bien y me llegó de un modo especial. Es una canción que tiene una estructura en la composición repleta de cambios y que nunca había tenido el gusto de escucharla en directo al completo. Esta noche el sonido, que fue impecable durante toda la actuación de Ñu, acompañó y permitió degustar los diferentes matices e instrumentaciones que ofrecen tanto la canción como el resto del disco. El incio sonó poderoso y reivindicativo, mientras que la parte intermedia más suave resultó toda una delicia para los oídos del respetable. Jose Carlos Molina lideró, como durante el resto del concierto, la interpetación. Me gustó mucho a la voz durante toda la actuación, tanto en el delicado lirismo de las partes más lentas como echando el resto en los momentos más altos. Comandaba a la perfección el escenario, se nota que lleva en esto toda la vida y por momentos nos hizo sentir como sus invitados bajo la chimenea de su casa mientras mostraba una total complicidad con el resto del grupo.


Tocaba comenzar la cara b del disco y comenzaron a sonar las primeras notas de “El juglar”. Uno de los dos temas más largos en minutaje del disco y toda una delicatessen que degustar de principio a fin. En la parte final del tema intercalaron unos fragmentos del clásico “House of the rising sun” que no hicieron más que resaltar un tema ya sobresaliente de por sí, se intercambiaban momentos solistas las guitarras, teclados, viola y la flauta de Jose Carlos. Molina se acompañó de un par de flautas para esta primera parte del espectáculo que fue intercambiando según estimaba oportuno en cada canción; la música de Ñu está enraizada en el Rock, pero la flauta juega un papel importante en sus composiciones y eso se notó a lo largo y ancho de la interpretación de este primer disco en estudio del grupo. Esta parte del concierto tocaba a su fin precisamente con el tema “Paraíso de flautas”, que comenzó con una bonita parte solista a cargo del propio Jose Carlos y ese instrumento tan característico en el grupo. Si hasta ahora todo el concierto estaba resultando especial, la interpretación de esta última canción resultó mágica. No sé si alguna vez Ñu ha tocado esta canción en vivo, pero sospecho que esta era una de esas veces casi únicas. El público estaba volcado con Molina y su grupo, disfrutando de la puesta en escena de un tema por momentos sosegado y por momentos furioso. Tras cerca de diez minutos la canción llegó a su final, desapareciendo tan tenuemente como había comenzado. El colofón perfecto a una interpretación me atrevería a decir histórica y que seguro guardaremos en alguna recóndita parte de nuestro ser los afortunados asistentes que allí nos congregamos. Tras finalizar, el propio Jose Carlos nos agradeció a los presentes... por el silencio, silencio ensimismado que le habíamos brindado al grupo para poder interpretar una música, elaborada, compleja y tan llena de matices que en esa necesaria sinergia entre los músicos y el público adquirió sin duda una dimensión superior.

                                   Foto del concierto. Por Juan Amores, del facebook de Universo Rock.

Finalizó la interpretación del primer disco de Ñu y comenzó la segunda parte del concierto. Jose Carlos Molina abandona el escenario durante unos minutos y el grupo se embarca en la interpretación de un instrumental que sirve para enlazar esa segunda parte de la actuación, la de los temas clásicos del grupo. Enlazan con el conocido “No hay ningún loco” y acto seguido suena “La granja del loco”, dos canciones ideales para meterse en el bolsillo a un público que ya llevaba casi una hora en las alforjas de nuestro trovador preferido. Después presentaron “Cruz de hierro” en la que creo que fue una de las mejores versiones que he escuchado de este tema en los últimos años. Debo reconocer que, desde el concierto aniversario del grupo en la conocida Joy Eslava en 2016, he visto unas cuantas veces a Ñu y siempre me han ofrecido algo especial más allá de lo que esperaba –que normalmente suele ser bueno-. Guardo ese aniversario como uno de los mejores conciertos que haya visto nunca de Ñu, esa interpretación de “Hada” con su instrumentación y puesta en escena fue algo sublime. La grabación del último directo también fue algo fuera de lo normal; el directo de las pasadas navidades, con su primera parte acústica y su segunda parte eléctrica, también fue algo a recordar… Pero sigamos, que me pierdo. “Cruz de hierro” pudo ser de lo mejorcito de la segunda parte de la actuación del pasado sábado en Universo Rock, una introducción del tema muy bonita y sugerente, una parte intermedia que me llegó especialmente y un final que sonó con matices distintos a los de otras ocasiones. Bromeó después Molina presentando “Más duro que nunca” como una de esas canciones que tocan muy pocas veces, volvió a escoger esta canción para jugar con el público, haciéndole cantar el estribillo. Siguieron, tras una introducción que recordaba mucho al inicio de “A golpe de látigo”, con “Sé quién” y las guitarras a piñón fijo liderando el tema. Tras esta canción alguien del público pidió que tocasen “Fuego”, con el gesto bromista y cómplice de Molina hacia Manolo Arias. Sonó “Tocaba correr”, tan íntima y entrañable como de costumbre, esta vez con un interesante arreglo que suprimía la flauta solista tras el estribillo. Esa misma flauta comenzó en solitario a simular el sonido de la marcha de un tren y, en efecto, la famosa canción que lleva por título “El tren” fue la siguiente en sonar. Otro tema que retumbó en la sala con una interpretación brillante. Llegaba el concierto a su fin con el clásico “El flautista” y su melodía imbatible, una de las mejores melodías y letra que haya escuchado nunca y que sirvió de cierre perfecto a la actuación. Parecía que aquello ya había acabado, pero no. El grupo volvió a subirse a escena para interpretar dos canciones más. Primero sonó “Manicomio” y acto seguido Jose Carlos Molina dejó el escenario para que tomara las riendas de la actuación un Manolo Arias que parece que se encontró ante la situación de entretener a la gente mientras Molina estaba fuera de escena. No sé si estaba preparado o no, pero Manolo tiene las tablas suficientes para ponerse a tocar aunque no esté en el guion y ofrecer algo de sobrada calidad. Nos sorprendió a los allí presentes recreando un fragmento de “Strange kind of woman” en directo de Deep Purple, precisamente la parte del mítico pique Gillan/Blackmore en la que Arias invitó a cantar al público y que quedó bastante chulo. Enlazaron con un pletórico “Imperio de paletos”, que supuso la finalización del concierto. El fin de una fiesta que duró unos ciento diez minutos, algo menos de dos horas en las que vibramos al son de uno de los genios que ha dado la música Rock en España.





miércoles, 2 de octubre de 2019

EVOCACIONES METÁLICAS: ESTURIÓN.


Una sección de nuestro colaborador “Metálico”.

ESTURIÓN



"Tan solo tengo un himno/Y una única bandera/Mi himno el Rock'nRoll/Mi bandera la libertad..." Así arrancaba la mítica e inconfundible voz de José Antonio Cano, "Chiquitín", en el tema que se convirtió en la referencia del antibelicismo y de la insumisión en España en una época en la que todavía existía el servicio militar obligatorio. Era la canción "La guerra" del grupo Esturión, popular banda vallecana que destacaba por su Rockandroll en tanto vacililla y sugerente con unas letras que manaban directamente de la calle.


Esturión se formó a mediados de los 80, integrado originalmente, además de por Chiquitín a la guitarra y voz, por Julio Jesús Redondo también en guitarra y voces, Javier Osa Ruíz al bajo y voz y Antonio Tena Aranda a la batería. Rápidamente se hicieron un nombre en el panorama rockero, primero de su barrio, participando en el recopilatorio "Vallecas Por La Cara", y después en el de todo Madrid. De hecho, en 1987 lograron con gran mérito llevarse el triunfo en el IX Festival Rock Villa De Madrid (certamen musical que todavía se celebra en la capital y en cuyo palmarés aparecen bandas como Obús, Sangre Azul o Mägo de Oz). Esta sonada victoria tenía como premio grabar un Mini Lp y solía ser garantía de abrir puertas de par en par. Sin embargo, tuvieron que esperar hasta 1989 para grabar su primer Lp "Vicio", producido por Alfredo Piedrafita de Barricada, que tuvo una más que buena acogida, permitiéndoles tocar en directo en importantes carteles (como junto a Status Quo, Barón Rojo y Ángeles del Infierno) y volver a meterse en estudio un año después, en 1990, para editar "No Les Dejes" contando de nuevo con el productor de Barricada tras los controles. Mejor sonido y temas en su línea como "La bailona" o "Apretando los dientes". Continuaron tocando en directo y sacaron un tercer disco en 1991 titulado "Satisfacción", un buen trabajo pero que sin embargo no fue suficiente para que despegaran totalmente, quizás por el bajón que sufrió el Rock en general en aquellos años o quizás porque su potencial audiencia se decantó por sonidos más cañeros, más heavies. De todos modos, tras cuatro años de silencio discográfico, cambiaron de batería. Reclutaron a Antonio Álvarez y volvieron a la carga con su cuarto trabajo llamado "Voy Por Ti", que no tuvo el impacto esperado e hizo que el grupo disminuyese drásticamente su actividad aunque sin desaparecer formalmente.



En 2008, con nuevo batería, Alfonso Trancón, grabaron tres temas nuevos para un recopilatorio que lanzó Hispania Metal de toda su trayectoria; esto lo aprovecharon para un nuevo intento, pero... Pero Esturión no se resignó y cinco años después, en 2013, llegaron a tocar en el festival Leyendas Del Rock, donde Chiquitín volvió a poner los pelos de punta cuando entonó aquello de "(...) No quiero que me roben/ un año de mi vida/ No quiero que me enseñen/ como debo matar/ ¿Por qué enseñarme la guerra?/ si no quiero asesinar (...)" y demostró una vez más que hace tiempo que el Rock se apoderó de él y ya solo puede moverse sobre un escenario como un auténtico Angus Young de Vallecas.


En la actualidad, de los antiguos componentes de Esturión solo puedo deciros que precisamente Jose Antonio Cano "Chiquitín" sigue en activo colaborando en las giras españolas de la banda mexicana Kompadres Muertos.

Metálico.







miércoles, 25 de septiembre de 2019

LA CULTURA EN EL ROCK.


Amigos y amigas de Púrpura Chess.

No hace mucho tiempo me encontré por casualidad con este artículo del siempre controvertido periodista/escritor Arturo Pérez Reverte, al que supongo todos y todas conoceréis de sobra.

Aunque alguno de sus libros sí me agradó en su momento, nunca fue este sujeto santo de mi devoción, ni mucho menos; no coincido con gran parte de sus opiniones y todavía menos lo hago con las maneras que emplea a la hora de expresarlas. Sin embargo, en esta ocasión quedé francamente sorprendido ante sus palabras, palabras dirigidas hacia nosotros, amantes del Heavy Metal, en exclusiva. No sé vosotros, pero si hay algo con lo que jamás habría relacionado a este buen señor es con nuestro amado género.

Dado que el enfoque del artículo se funde directamente con el objeto y fundamento de la presente sección, me pareció muy interesante compartirlo con vosotros. Eso, sí, prefiero no dejaros mi opinión al respecto por adelantado, más que nada por aquello del no influenciar.

Leed y juzgad por vosotros mismos.


 

Corsés góticos y cascos de walkiria.

ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 16/12/2007

No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción -copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz- cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues esta, que fue origen de aquella, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.
  

Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, este suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.


Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos -a la vejez, viruelas- he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. 


Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología -Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano- es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las Galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El señor de los anillos hasta La isla del tesoro o El cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia -que sólo ellos entienden, los jodíos- mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude -La cruz de Santiago- al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata solo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé -lamento no haberlo sabido antes- que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra Santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.





martes, 17 de septiembre de 2019

White Lion: “Pride”, 1987. Gira española grandes éxitos en acústico de Mike Tramp.


En estos días el cantante Mike Tramp vuelve a actuar en nuestros escenarios presentando un concierto  acústico con sus grandes éxitos. Este querido trotamundos fue en su día el vocalista de White Lion, una formación que irrumpió a mediados de los ochenta con un Hard Rock de muchos quilates que nos enamoró a muchos de nosotros. Por desgracia el éxito inicial se fue difuminando con la llegada de otras nuevas corrientes musicales y el binomio Bratta/Tramp se separó. El guitarrista Vito Bratta acabó dejando la música por motivos personales, familiares y supongo que por el propio hastío de darse de bruces contra el negocio musical; actualmente está retirado del ojo público y no tiene pinta de cambiar esta situación. Por su parte Tramp ha seguido en activo, intentó reunificar al grupo, pero Bratta -que parece ser que aún conserva algunos de los derechos legales- se ha negado una y otra vez. Veremos.
Hace la friolera de treinta y dos años que se publicó el que fuera el segundo disco en estudio de este interesante grupo. White Lion nacieron de la unión del vocalista danés afincado en NYC llamado Mike Tramp y el excelente guitarrista Vito Bratta. Tramp, cuyo nombre real es Michael Trampenau, tuvo unos primeros años de cierto éxito en España con el grupo Mabel, realizando una especie de pseudo Pop para adolescentes muy adolescentes a principios de los ochenta. En 1983 Tramp y Bratta se conocieron y montaron White Lion. Firmaron con la todopoderosa compañía de discos Elektra, pero cuando le presentaron su primer disco dicha compañía no quedó nada contenta con el resultado final de las grabaciones y declinó su lanzamiento. Finalmente “Fight To Survive” se publicó en Japón con la compañía Victor y en EEUU con la independiente Grand Slamm Records. Para ese entonces la formación, que había tenido en sus filas a otros músicos en la base rítmica como Dave Spitz -sí, el de Anthrax-, ya estaba completa con Greg D’Angelo y James LoMenzo a la batería y bajo respectivamente; vamos una pedazo de formación con músicos como la copa de un pino.


A principios de 1987 el grupo firmó con la compañía Atlantic Records y en Junio publicaron este segundo álbum, titulado “Pride”. El disco vino precedido del single “Wait” que, curiosamente, no entró en listas hasta unos meses después; extraño asunto, puesto que el single tenía y tiene un potencial y una calidad acorde con la música Hard Rock que triunfaba en las listas en esos años. Sin problemas. El grupo se embarcó en una gira como teloneros de Ace Frehley y sus Comet. Durante ese año y los inicios del 88 compartieron escenario con otras bandas del calibre de Stryper, Ozzy, Kiss, Aerosmith o AC/DC. Todo ese rodaje teloneando a estos grupos y exponiendo su música al gran público obtuvo sus frutos a la hora de promocionar el álbum; además la todopoderosa MTV emitió de manera regular el vídeo clip de “Wait” y todo ello fue haciendo posible su escalada en las listas de ventas. El single alcanzó el número ocho en las listas, el disco el número once y llegó a permanecer en la prestigiosa lista Billboard durante un año entero. Todo ello se tradujo en unas ventas que hicieron que “Pride” solo en América alcanzase el doble platino. No está mal para un segundo disco.


Y es que los buenos resultados eran del todo merecidos. “Pride” es un discazo desde el inicio hasta el final, grandes composiciones pletóricas de ese buen Hard Rock Clásico que tanto se llevaba en Norteamérica y en el resto del mundo por esos años, nada de relleno, melodías e instrumentación directas y que te calaban en cuanto les dieses un par de escuchas y un elenco de músicos solventes que sabían a la perfección lo que se traían entre manos. Era solo cuestión de tiempo y promoción que aquello explotase. Vito Bratta se descolgó como un finísimo guitarrista que aportaba empaque a un sonido bien engrasado por una sección rítmica que con posterioridad se ha ganado la vida como músicos de sesión solicitados por artistas de renombre debido a su calidad intrínseca. El vocalista Mike Tramp, además de una voz al estilo Bon Jovi que tanto funcionaba entonces, encajaba en cuanto a imagen en el arquetipo de frontman típico de aquellos años. La verdad es que siempre fue el más criticado del grupo, no sabemos si el hecho de ir de guaperas le perjudicó dentro de un mundillo que rezuma tanta inquina y envidias entre sus propios integrantes. Debo reconocer que solo lo he visto una vez en directo, fue unos cuantos años después al frente de su proyecto posterior llamado Freak Of Nature y, aunque musicalmente no me dijo mucho, el tipo cantó bien; si eres cantante lo que debes hacer es cantar bien, lo demás resulta accesorio.


Esta joya de disco comienza a piñón fijo con “Hungry”, toda una declaración de intenciones de la música que te vas a encontrar entre sus surcos. Todo ahí es perfecto: la composición, sonido y producción resultan impecables. Es una canción melódica y poderosa a la vez, directa y agresiva, con unas guitarras que dominan el tema en todo momento y que suenan crudas pero trabajadas; vamos un cañón que te explota en la cara en cuanto lo escuchas. Una gran parte de este sonido hay que agradecérselo al productor Michael Wagener. Este auténtico mago de los controles es uno de los principales responsables de muchas de las obras maestras que pueblan nuestras estanterías. Suyas son las producciones de clásicos como “Under Lock And Key” de Dokken, “Fireworks” de Bonfire, “Dog Eat Dog” de Warrant, “Soldiers Under Command” de Stryper o el primer disco y el “Slave To The Grind” de Skid Row, por citar algunos ejemplos. Una cosa está clara: este tipo puede reconocer una buena demo en cuanto la escucha y sabe pulirla en el estudio hasta sacar su máximo potencial.

                                                           White Lion: "Hungry".

“Pride” continúa con “Lonely nights”, otro perfecto single a ritmo de medio tiempo que presenta una emotiva composición que va creciendo en intensidad hasta la parte final con un acertado solo de guitarra de Bratta. Siguen “Don’t give up” y “Sweet little loving” sin bajar en absoluto el nivel y aportando un poco más de aceleración al disco. En ambos temas, pero tal vez un poco más en “Don’t give up” es visible el dinamismo que tiene toda la canción, con estribillos directos y una gran labor a la guitarra por parte de Vito Bratta. El guitarrista se luce en todos los cortes del álbum, pero “Sweet Little loving” puede que lleve uno de los punteos que más me llaman la atención; perfectamente estructurado, todo muy en su sitio y ejecutado con finura. Tras el solo realizan un típico arreglo que consiste en subir de tonalidad el estribillo, realzando más si cabe una muy buena canción. Musicalmente se comparó mucho en su día a los Van Halen con Sammy Hagar, imagino que por la técnica y destreza demostrada por Vito Bratta; no en vano algunos le empezaron a denominar como otra especie de Eddie Van Halen. No cabe duda de que el guitarrista brilla a lo largo y ancho de todo el disco, demostrando el recorrido que atesora a nivel técnico a la hora de desarrollar los solos del disco. Todo muy directo y flashy, con un sonido muy logrado y tan afilado como limpio, cortesía de Wagener. De hecho estos cuatro primeros temas ganan mucho gracias al jugueteo constante que realiza en la guitarra solista, sobre todo en la parte final de las canciones.  Además se colocaron hábilmente en este orden de tal manera que vas escuchando el disco y, casi sin darte cuenta, te encuentras alucinando mientras llegas al último tema de la primera mitad del álbum. El disco cierra su cara A con la sentida “Lady of the valley”, un medio tiempo de inicio fuerte y que va subiendo en intensidad hasta su final desgarrado. Esta pieza de corte épico pasa por ser la más densa del disco alcanzando una duración de algo más de seis minutos. Pese a ser un disco ideal para poner de fiesta, al más puro estilo del Rock duro con tintes comerciales de esos años, también desprende un cierto halo de emoción y tristeza que saben conjugar sabiamente para lograr un resultado final que le otorga tanto personalidad como calidad. Recuerdo que en su día estuve muy obsesionado con  este disco, incluso hubo una temporada que me resultaba complicado escucharlo por las sensaciones y que me trasladaba. En particular “Lonely nights” me transportaba a ese lugar del que habla la letra, evocando a la perfección esa sensación de tristeza y vacío. Vamos, una primera cara de disco perfecta.

                                                       White Lion: "Wait". Vídeo oficial.

                                             White Lion: "Lady of the valley". "Live At The Ritz".

La cara B se abría con el primer single “Wait”, la canción que les puso en el mapa. Este tema, sin ser de los mejores del disco, cumplía a la perfección presentando una composición que desprende un sentimiento positivo y de buen rollo que impregna todo el trabajo. Sigue el asunto con “All you need is Rock and Roll”, toda una declaración de principios y otra de las mejores canciones de un disco plagado de grandes temas. Comienza con una pequeña broma en la que el grupo interpreta de manera acústica y desenfadada aquellos acordes del Be bop a lula, she’s my baby para arrancar acto seguido con contundencia una canción que respira Rock and Roll por sus cuatro costados. Aquí, como en el resto del disco, la labor del dúo LoMenzo/D’Angelo no permite objeción alguna y sirve de base perfecta para el lucimiento del guitarrista. La siguiente canción es otro de esos singles potenciales, se titula “Tell me” y sigue una línea similar a “Wait”. Esta canción supuso el segundo lanzamiento en single del disco, que salió un año después de la publicación del mismo y entró en listas aunque de manera modesta. Bastante más dura es “All join our hands”, otra muestra de la capacidad de este grupo para tocar Hard Rock aunque fuese una de las tapadas del disco. Ahí se nota la calidad de un álbum, cuando fuera de los temas más conocidos y radiados encontramos otros tan buenos o más que los que se usan para publicitar el lanzamiento y darlo a conocer.  Esta obra finaliza con el cálido “When the children cry”, la balada por excelencia del disco y uno de los temas más famosos de toda la carrera de White Lion. Es un acústico con una letra muy acertada y que supuso el éxito definitivo del grupo. Fue el tercer single publicado y llegó a alcanzar el número tres de las listas de éxitos, catapultando al grupo al mayor nivel de popularidad que alcanzó durante toda su existencia. El vídeo clip fue emitido por la MTV hasta la saciedad y resultó el acicate definitivo para alcanzar las ventas de platino, llegando a los dos millones de copias despachadas solo en EEUU. A partir de aquí todo fueron reconocimientos para el grupo y sus componentes, a Vito Bratta se le rifaban las principales revistas musicales y la fama del grupo fue subiendo como la espuma. En este contexto sacaron el cuarto y último single de este disco, la rockera “All you need is Rock and Roll”.

                                                    White Lion: "Tell me". Vídeo oficial.

                                            White Lion: "When the children cry". Vídeo oficial.

La gira duró hasta la primavera de 1989, casi dos años en la carretera acompañando a otros grandes artistas y grupos antes señalados. De esta gira se registraron en vídeo dos actuaciones en directo. En New York la MTV grabó su concierto en el emblemático Ritz y se publicó poco después en VHS bajo el título de “Live At The Ritz” junto al show de Tokyo titulado “One Night In Tokyo”. Unos años más tarde, concretamente en 2015, la compañía Rock Candy publicó una nueva edición en cd de este disco con el añadido de la versión extendida de “Wait” junto a unos temas en directo de estas grabaciones. “Wait (Extended remix)” tiene un interés fundamentalmente coleccionista, puesto que se trata del mismo tema al que se le añadió una pequeña parte intermedia en acústico para volver a enlazar con fragmentos de pista de la canción original. Las tomas de directo que aparecen en esta reedición son “All you need is Rock and Roll”, “Lonely nights”, “Lady of the valley” y “Tell me”. En general con buen sonido y demostrando que White Lion era un grupo de verdad y que eran capaces de llevar al terreno del directo su música sin fisuras. Especialmente buena resulta la interpretación de “Lady of the valley”, un tema que en vivo adquiere una nueva dimensión. Si es que hasta la portada del disco se acoplaba a la perfección con el espíritu de la obra en sí y con el título: “Orgullo”, algo representativo de un león blanco y de la propuesta musical tan personal que estos músicos fueron capaces de presentar al mundo entero. Ahora que vuelve a visitar nuestro país Mike Tramp, con una propuesta acústica que seguro contará con algunas de estas canciones, puede ser el momento perfecto para darle un repaso a nuestro querido León Blanco y pasar un buen rato recordando aquella época.