Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

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lunes, 10 de septiembre de 2018

Heepvention 2008: The HLKN Band (Hensley/Lawton/Kerslake/Newton). Convención de seguidores de Uriah Heep en Granada.


Este mes de Septiembre se cumplen diez años de la celebración de la primera Heepvention en territorio español, la granadina localidad de Huétor-Tájar acogió durante un fin de semana de Septiembre del año 2008 la convención de fans y seguidores de Uriah Heep. Este asunto de las convenciones y los encuentros de seguidores de grupos musicales no es una cuestión baladí, si se dan las circunstancias adecuadas te puedes encontrar en lo más parecido al cielo al asistir a un encuentro temático de estas características sobre tu grupo favorito. En estos días en los que la inmortal banda del guitarrista Mick Box publica su nuevo disco, que atiende al sugerente título de “Living The Dream” y que suena como un cañón desde su inicio con el primer tema “Grazed by heaven”, resulta entretenido recordar esta primera convención de heepsters -sí, nada que ver con la moda de estos tipos que se dejan barba y todo eso- que se celebró en tierras andaluzas. Me resulta curioso que, pese a que Uriah Heep es uno de esos grupos absolutamente especiales y uno de mis favoritos de siempre, apenas haya escrito nada sobre ellos en este foro; asunto que vamos a solucionar de inmediato.


La iniciativa de esta convención corrió a cargo del vocalista John Lawton, músico que formó parte de Uriah Heep y que puso su excepcional voz a los clásicos “Firefly”, “Innocent Victim” y “Fallen Angel”; menuda trilogía, pocos músicos pueden presumir de tener en su haber una triada de discos de esta categoría publicados de manera consecutiva. Lawton abandonó la nave Heep, aunque participó en la mágica reunión del grupo con algunos de sus antiguos componentes en aquel concierto que tuvo lugar en la mítica sala Shepherd’s Bush Empire de Londres a finales del 2001 y que se presentó como el “Magician’s Birthday Party”. Volver a ver juntos sobre un mismo escenario a la formación del grupo compuesta en ese momento por Mick Box a la guitarra, Lee Kerslake a la batería, Trevor Bolder (R.I.P.) al bajo, Phil Lanzon al teclado y Bernie Shaw a la voz, acompañados para ese exclusivo concierto por John Lawton, Thijs Van Leer y Ken Hensley -teclista, guitarrista, cantante y principal compositor de las canciones más emblemáticas del grupo que no había vuelto a tocar con su grupo desde que los dejó en el año 1981- supuso uno de los momentos más mágicos e intensos de mi vida, tanto a nivel musical como vital.

       Uriah Heep Londres 2001: Mick Box, Bernie Shaw, Lee Kerslake, Phil Lanzon, Trevor Bolder y Ken Hensley.

Esto de las convenciones, reuniones y conciertos de caridad -no confundir con el significado estricto del término- es algo muy habitual en Reino Unido y nuestro querido John Lawton decidió organizar un encuentro de estas características para fans del grupo. Realizó unas cuantas llamadas y pudo contar para un fin de semana de finales de Septiembre con la presencia como invitados de algunos ex miembros de Uriah Heep: el batería Lee Kerslake, el bajista Paul Newton y el teclista/guitarra/cantante Ken Hensley. Hace años que Lawton reside en la costa Mediterránea española, al igual que Hensley, y supongo que no debió ser demasiado difícil llegar a acuerdos y cuadrar agendas. El resultado es a todas luces espectacular: nos encontramos con la inédita reunión de cuatro ex componentes de Uriah Heep que, ayudados por el guitarrista Jan Dumée, interpretarían un show único y exclusivo con el repertorio del grupo. Para cualquier lector que no esté familiarizado con el universo Heep esto puede resultar un asunto trivial, pero para los seguidores de esta particular familia -casi, casi tan importante y enjundiosa como la saga Purple- la decisión de que Hensley/Lawton/Kerslake/Newton se suban juntos a un escenario para interpretar en directo material discográfico de su grupo madre es algo que solo pasa una vez en la vida. Y encima en España.

                                               Heepvention Huétor-Tájar 08.

Así pues nos liamos la manta a la cabeza, nos montamos en el coche y pusimos rumbo a Huétor-Tájar aquel final de verano 08 con la idea fija en la cabeza de ver en acción a estos cinco músicos. Una vez más lo que vimos allí fue descolocante, resulta que en un pequeño pueblo de la Andalucía profunda habían decidido reunirse un puñado de músicos acostumbrados a pisar los más importantes escenarios mundiales. Así mismo, hasta allí se habían desplazado seguidores del grupo desde todos los rincones del mundo, aportando un colorido a todas luces diferente de lo que los lugareños tenían acostumbrado a ver. Llegabas al pueblo, te acercabas a la puerta del garito de la convención y en el momento en el que ponías tus pies dentro del edificio era como si atravesases la puerta de otra galaxia. De repente nadie hablaba español, te encontrabas referencias discográficas y fotográficas al universo Heep, alternabas con fans venidos de cualquier parte del globo terráqueo o departías con el propio John Lawton mientras te tomabas una cerveza con una tapa que inmediatamente te volvía a recordar que estabas en suelo hispano; me resultó muy gracioso que en la publicidad del evento -en inglés, por supuesto- se especificara que con cada consumición te obsequiaban con un “snack”, que sería algo así como la traducción a lo cutre del concepto de “tapa”, algo característico de nuestro país y de las poquísimas cosas en las que le llevamos ventaja al resto del mundo. Recuerdo que la convención se extendía a lo largo de todo el fin de semana, aunque nosotros solo habíamos comprado la entrada del día del concierto; el caso es que nos acercamos el primer día a la puerta del recinto, con la mera intención de saber dónde se ubicaba para el día siguiente, y acabamos dentro de las instalaciones charlando con un Lawton y su mujer que parecían encontrarse en su salsa dentro de su papel de organizadores.

                                                                 John Lawton.

El día siguiente era el importante: el de la actuación en directo. Resultaba curioso que durante las horas previas te pudieras dar un paseo por las instalaciones y encontrarte con Lee Kerslake, John Lawton o el propio Ken Hensley charlando amablemente con la gente de su entorno y los fans allí congregados. En el caso de Hensley se encontraba con su gente de confianza en un rinconcito de la planta alta del edificio. Pese a ser muy mitómano en algunos aspectos del asunto musical, nunca he sido de agobiar a los músicos, de pedirles autógrafos ni de solicitarles fotografías conmigo; al artista le pido que me haga feliz compartiendo con nosotros su creación y todo lo demás me resulta superfluo y casi innecesario. Pero lo que está claro es que si había un momento y lugar para hacer ese tipo de cuestiones tan de fans, era ese. Recuerdo que aproveché para charlar con la pareja del propio Hensley, española y también mánager del artista, comentándole que pertenecíamos al Club Oficial Español de Deep Purple y que estaríamos interesados en una entrevista con Ken. Por aquel entonces todavía no me había lanzado al fascinante ruedo de entrevistar a artistas y mis procedimientos fueron tan torpes como patéticos, aunque siempre con el respeto hacia la persona y al músico como bandera. Su encantadora mujer imagino que no nos acabó de tomar en serio y nos dijo aquello de que ya se pondría en contacto con nosotros, lo que en este argot viene a ser lo mismo que decir que no están interesados; si es que ni siquiera llevaba el carnet de socio, una revista o cualquier otra referencia que atestiguase mi afirmación. De cualquier modo este fue el germen de lo que poco más tarde se acabaría convirtiendo en otra de mis pasiones: hacer entrevistas.

                                               Lawton & Kerslake charlando con el personal.

Hace ya diez años de este evento y mi memoria flaquea a la hora de recordar el orden cronológico de las distintas fases o momentos de esta convención. Me resultó muy curiosa una especie de subasta que se encargó de llevar a cabo el propio Lawton, encantado de su papel de anfitrión encargado de subastar los diversos objetos que allí hacían su aparición. Te podías encontrar desde pequeños fetiches relacionados con las grabaciones de esa trilogía mágica de discos de los Heep con su voz hasta artilugios que poco a nada tenían que ver con el universo de Uriah Heep, pero que pertenecían a la colección personal de John Lawton. Reconozco que lo que más me sorprendió fue que… la gente pujase por ellos. Imagino que todo tiene su propia lógica. Si cruzas medio mundo para acercarte hasta el dichoso Huétor-Tájar en búsqueda de una reunión de die hard fans de Uriah Heep, lo mínimo que vas a hacer es comprar algún tipo de souvenir que te sirva como recordatorio del momento, aunque sea una lámpara de la mesita de noche de Lawton.


Finalmente llegó el momento que la mayoría de asistentes esperábamos: el concierto en directo de reunión. Sobre un sobrio escenario aparecieron Paul Newton, Lee Kerslake, John Lawton y Ken Hensley; o sea, cuatro partes sobre cinco de la formación total de Uriah Heep -aunque, como comentamos antes, esta era la primera vez que los cuatro coincidían tocando un repertorio Heep-. Les acompañaba para la ocasión el guitarrista Jan Dumée, un músico que ha tocado con Thijs Van Leer en algunos discos de los recomendables Focus y con el propio Lawton en un proyecto llamado On The Rocks. El show comenzó con “The hanging tree” y aquello fue, no sé cómo explicarlo, inexplicable. Poder contemplar en el año 2008 un show de esos músicos comenzando con la canción que abre el maravilloso disco “Firefly” hacía que te transportases súbitamente a un plano astral distinto. Después sonó “Stealin”, un clásico de Uriah que nunca me dijo demasiado. El grupo sonaba empastado y el sonido era más que correcto. En especial me gustó poder escuchar a Lee Kerslake, que poco tiempo antes había tenido que dejar al grupo por sus problemas de salud; fue un placer volver a verle sentado tras sus tambores. La siguiente en sonar fue “Sympathy” y aquello se vino abajo. Este tema es una de las canciones que más me han llegado desde siempre cuando hablamos de este grupo y el torrente de emociones que provocó su interpretación en vivo con un John Lawton comandando a lo grande es algo que no se presencia todos los días. La voz de Lawton rayó a gran nivel en todo momento, pero es que aquí echó el resto. Caviar del bueno. Tras “The wizard” le tocó el turno a la preciosa y delicada “Come back to me”, todo un regalo para nuestros rendidos oídos.

                                                           Uriah Heep: "Sympathy".

El show estaba siendo espectacular, nada que ver con los repertorios típicos -aunque también excelentes, ojo- que puedan ofrecer los propios Uriah Heep y esto era algo que el público agradecía sobremanera. El asunto continuó con “Free me”, también de la época de Lawton en el grupo. Después interpretaron “Paying my dues to the Blues”, una canción en solitario de John Lawton y que no desmereció en absoluto con lo que todos los asistentes estábamos escuchando. Este tema aparece en el disco en solitario de Lawton titulado “Still Payin’ My Dyes...” y es del todo recomendable.

                                                   Lee Kerslake y John Lawton.

Tras unos momentos de silencio Ken Hensley hace que suenen unas notas de su teclado y todo el público irrumpe con un aplauso: se trata del inicio de “July morning”, supongo que lo más conocido y famoso de Uriah Heep junto a “Easy livin” y “Lady in black”. Estamos ante una de las creaciones más intensas de Hensley, otra muestra más que comprehende todas las explicaciones que le colocan en la categoría de genio. El “Child in time” particular de Uriah Heep, como muchos dijeron en su día. Una canción llena de contrastes, plena de belleza, de quietud, de sensualidad y a la vez portadora de la tormenta, de la furia contenida. Imposible que no venga a la cabeza el tristemente malogrado David Byron, vocalista original e irrepetible de esos primeros y clásicos Uriah Heep, cada vez que suena esta canción. Para esta versión Kerslake se volvió a hacer cargo de los agudos del final del tema, como lo hacía en la época que coincidió en los Heep con el propio Lawton. A partir de ahí a piñón fijo con “Gypsy” y “Easy livin” para llegar al gran final tocando el clásico “Lady in black”. Setenta y cinco minutos irrepetibles de una formación inédita de Uriah Heep. Un único día y un único concierto.

                                                            Paul Newton y Ken Hensley.

Tras acabar la actuación allí nos congregamos unos cuantos de nosotros frente a un chaval que estaba en la mesa de sonido. Todos, cada uno en nuestra lengua de origen, nos apresuramos a solicitar al improvisado jefe de la mesa de mezclas una copia de lo que acababa de suceder en ese lugar. Nuestro improvisado amigo lo debía estar flipando, mientras nosotros le ofrecíamos direcciones de email, teléfonos y demás formas de contacto de manera compulsiva. Llegó un momento en el que el ínclito nos dijo amablemente que en cuanto tuviera una copia del máster nos la enviaría; igual que la mujer de Ken Hensley. Todavía no habíamos llegado al punto de disparate con los dispositivos móviles de hoy en día y el personal no disponía de los útiles necesarios para registrar la actuación y guardarla para la posteridad. Fue en ese mismo instante cuando resolví que necesitaba una buena grabadora de audio casi como el respirar. 
Tengo guardado en un rinconcito de mi memoria este entrañable finde tan atípico como especial. Recuerdo que charlé de manera amena con un seguidor de Uriah Heep que venía desde Finlandia, mayor que yo y con bastantes experiencia musicales que contar, y del que, debido a mi incapacidad y hastío para mantener relaciones humanas exclusivamente por escrito, no volví a saber nada. Lo que no se paga con dinero es la posibilidad de vivir la experiencia de sumergirte durante un fin de semana en un enfermizo mundo paralelo rodeado de seres diferentes y unidos por la desquiciada pasión hacia una familia musical, acompañados por algunos de sus propios músicos.





Fotografías de Esa Ahola y Conny Dittrich donde se indica.



lunes, 3 de septiembre de 2018

REFLEXIONES METÁLICAS.


Una sección de nuestro colaborador “Metálico”.

Distintas localidades en los conciertos de Rock.


Después de la temporada de estío en los que me he encontrado con vosotros en la segunda o tercera  semana de cada mes vuelvo a ‘reflexionar’ durante la primera.

En esta ocasión sobre ubicaciones... Pues de unos  años a esta parte se ha hecho norma que en los conciertos se distingan varios tipos de localidades con distintos precios: se comenzó con la diferenciación de pista o grada, y se continuó con varias zonas de pista o de graderío (algo lógico esto último). Esta circunstancia ya ocurría con anterioridad en otros países y ha terminado por extenderse a España.
A pesar de las ventajas inherentes a tener una localidad reservada, hay veces en las que parece que en lugar de acudir a un concierto de Rock, vamos a presenciar teatro u otro tipo de espectáculo, ¡Hay hasta acomodadores! Y creo que esa es un poco la tendencia: acotar, controlar o, incluso, ‘domesticar’ al Rock. Un amigo me decía que era lógico la edad media de los asistentes ya no es tan joven demandan unos directos de Rock más tranquilos, al menos fuera del escenario.


Ya queda para nostálgicos recordar cuando se empezaban los conciertos sentados en la grada y al aumentar la potencia o el nivel se bajaba  a la pista y, según los casos, se iba acercando al escenario; la música le llevaba hacia dónde necesitaba escucharla. En el fondo, como en otras facetas de la vida el dinero lo va dominando todo. Así, según del dinero de que dispongas o decidas dedicar al concierto puedes adquirir una localidad mejor o peor para ver el espectáculo.  Antes, era el tiempo o la habilidad/experiencia en este tipo de eventos lo que primaba. En fin.

Metálico.




martes, 28 de agosto de 2018

Stephen Pearcy: “I’m a ratt”. Nuevo single y próximo disco en estudio.


El cantante Stephen Pearcy, vocalista de los americanos Ratt, ha lanzado en estos días un nuevo single de lo que tiene previsto ser su próximo disco en estudio con su grupo en solitario. Dicha obra lleva como título “View To A Thrill” y tiene prevista como fecha de publicación el próximo mes de Noviembre. Este nuevo cd va a ser el segundo que publique para la compañía Frontiers Records, que últimamente es la principal referencia discográfica para los grupos de Hard Rock y Heavy Metal. Este nuevo disco de Pearcy viene precedido por el sorprendentemente bueno “Smash”, que salió a la venta el pasado año.
                      
                                                                                                                    
La nueva canción presenta la onda macarra y cruda habitual con la que Pearcy nos tiene acostumbrados en sus discos en solitario. Acompañado por su fiel guitarrista Erik Ferentinos nos introduce en su particular mundo musical; algo así como cualquier canción de los Ratt, pero con una producción más básica y ruda. En la batería está Scot Coogan, que ha tocado recientemente con George Lynch, mientras que al bajo y producción nos encontramos con Matt Thorne, un viejo conocido de los años anteriores a Ratt de Stephen Pearcy. Particularmente prefiero mil veces los temas clásicos de Ratt, pero debo reconocer que los discos en solitario del rebelde vocalista siempre tienen cosas muy aprovechables.


La aparición de la nueva canción de Stephen Pearcy en solitario viene precedida del enésimo embrollo en el que se ven metidos los Ratt; otro más… y van unos cuantos. Después de llevar ante los tribunales a la formación de Ratt compuesta solo por el batería original Bobby Blotzer, que salió a la carretera tras otro embrollo legal con motivo de los derechos legales de la sociedad musical del grupo, y conseguir parar su actividad en directo gracias a otro vericueto legal más propio de una peli barata de ficción que de la propia realidad, nuestro encantador cantante ha puesto en marcha una nueva formación de Ratt acompañado solo por el bajista Juan Croucier como músico de la formación original y contratando a músicos semidesconocidos para completar la formación. Mención aparte merece la situación del guitarrista original Warren DeMartini, que fue de la partida al lado de Pearcy/Croucier en la batalla legal para impedir que Blotzer tocase en directo bajo la denominación Ratt, pero que misteriosamente ya no aparece en la actual formación del grupo. Por lo visto a principios de los noventa estructuraron la propiedad del grupo como una sociedad de propietarios y durante todos estos años se han dedicado a demandarse para quedarse con la propiedad del nombre incluso solo por joder a las otras partes, aportando pruebas y argumentos la mayoría de las veces tan surrealistas como cachondos. Desde luego que ellos solitos son capaces de dar de comer a parte del sistema judicial californiano. Algunas de estas andanzas se detallaron en estas páginas hace algún tiempo, pero es que con Ratt la realidad supera a la ficción y las noticias crecen de manera exponencial a la inverosimilitud de las mismas. Definitivamente este es el grupo más disfuncional que conozco y desde luego que formar parte de este entramado tan desquiciante debe ser de todo menos aburrido. Igual en otro momento ponemos al día todas sus andanzas desde el lugar en el que las dejamos con el anterior artículo, por ahora vamos a disfrutar del nuevo single de Pearcy y a rezar para que se acerque por nuestros escenarios, sea con los músicos que sea.


                                                        Stephen Pearcy: "I'm a ratt".



miércoles, 22 de agosto de 2018

Canciones y discos para el verano. Anthem: “Evil touch”. 8


Anthem es una de las mejores y más importantes formaciones de Rock duro que ha salido de Japón. Tal vez no sean tan reconocidos como Loudness, uno de los grupos bandera del país nipón en lo que a Hard Rock se refiere, pero llevan publicando buenos discos desde los años ochenta y todavía continúan de manera activa en la actualidad.


La banda formada por Naoto Shibata al bajo, Takamasa Ohuchi a la batería y Aiko Shimizu a las guitarras han hecho equipo con el vocalista Eizo Sakamoto durante muchos de esos años. Su línea musical nunca tuvo grandes secretos: música bruta, pero de esa que está bien hecha y con criterio. Japón es cuna de grandes instrumentistas que han escuchado mucha música, por lo que el bagaje que llevan a sus espaldas es lo suficientemente enjundioso para que a la hora de acercarse a un instrumento y crear música tengan bastante claro el camino a seguir; vamos, caña de categoría. Absténganse de acercarse a estos territorios todos los pseudoflamenquitos, cantautores, primaverasounders y otras hierbas similares porque no van a entender nada; no íbamos a sacar nada en claro. Imposible razonar contra paredes de petulancia sujetas por dudosísimo talento.


El asunto con Anthem es que su vocalista siempre ha ido de Graham Bonnet –cosa normal por otro lado, para qué tirar por otro lado si puedes seguir la senda de uno de los mejores–, por lo que a finales del anterior milenio le hicieron una oferta al bueno de Graham para que cantase en una especie de álbum formado por nuevas grabaciones de sus propios éxitos. En el año 1999 salió a la luz el imponente “Heavy Metal Anthem”, en el que el propio título ya dejaba claras las intenciones musicales de estos tipos. Comandados por Graham Bonnet a la voz, nuestros queridos japoneses facturaron uno de los mejores discos de Heavy Metal que un servidor haya escuchado en su vida. Grandes canciones, poderosos arreglos, una base rítmica de otro planeta y unas guitarras asesinas, gordas y potentes aunque nada saturadas; todo ello coronado por la increíble voz de Bonnet, dejándose literalmente la piel y la garganta en cada una de las notas.


Hemos escogido “Evil touch”, aunque bien podíamos haber pensado en “Mr genius”, “Hunting time”, “Gypsy ways”, “Hungry soul”, el pedazo de cierre final con “Blinded pain”… cualquier canción del disco puede servir. Cada vez que llega el sofocante calor del estío necesito recuperar durante una tarde esta bestialidad de álbum, ponerlo en el coche durante esas horas de máximo calor tras la comida, acercarme a la gasolinera y parar en el bar de al lado para tomarme un buen orujo de café helado. Qué bella es la vida.









                                                      Anthem: "Blinded pain".