Acaba de salir a la venta el pasado mes la biografía del afamado
productor Ted Templeman. Escrita por
Greg Benoff y supervisada por el
mismísimo Ted, repasa en profundidad
la vida y el recorrido musical de uno de los productores más conocidos y
famosos de los años setenta, ochenta y noventa. En estos benditos tiempos en
los que todo Cristo se lanza a redactar sus memorias, la inesperada noticia
del libro de Templeman ha supuesto
una de las sorpresas del verano para algunos de nosotros. Ted Templeman ha producido durante su dilatada carrera a un buen
número de grupos, muchos de ellos superventas de platino como Aerosmith, Van Morrison, David Lee Roth, Montrose
o Sammy Hagar por citar algunos
ejemplos rápidos, pero sin duda pasará a la Historia como el descubridor de los
Doobie Brothers… y de Van Halen; por supuesto.
Doobie Brothers.
El libro es una bendición para los que disfrutamos con todos los datos
e informaciones relativas a los protagonistas, desde las cuestiones más
importantes y representativas hasta los detalles más insignificantes pero que
aportan datos en muchos casos desconocidos sobre los entresijos de nuestros
grupos preferidos. A pesar de su abultada información y número de letras
–imagino que nuestras nuevas generaciones palurdoguasaperas
no serían capaces ni de pasar del índice- está escrito de tal manera que
resulta de lectura amena y muy entretenida. El lenguaje está muy cuidado y
nuestro encantador Ted relata sus
avatares de una manera entretenida y respetuosa. Habla de los músicos a los que
ayudó a plasmar en disco algunas de sus mejores obras y para nada busca
carroña, trapos sucios ni cotilleos de segundas personas. Templeman asegura que lo que se narra en el libro lo presenció él
en primera persona. El tipo que ha estado tras los controles de los discos de Doobie Brothers, Van Morrison, Aerosmith
o Van Halen seguro que tiene unas
cuantas historias de primera mano que contar para hacer las delicias de los
seguidores de estos grupos. Y se agradece que las detalle y explique convenientemente.
Aerosmith.
Otra cosa que me ha gustado mucho es que en su biografía Templeman habla claro y sin falsas
modestias sobre las habilidades musicales de los músicos que han estado bajo su
supervisión. Es muy de agradecer que alguien con el oído y el talento innato
para diferenciar la música y las habilidades técnicas de los músicos que
escucha te hable de modo sencillo y con claridad de estos talentos y no de si
tal o cuál artista es lo más solo porque sea famoso; hablemos claro: hay mucha
gente que se queda en la parafernalia y lo superficial, desmereciendo a grandes
músicos porque no han alcanzado el éxito o lamiendo el culo de gente que
triunfa en las listas sin ni siquiera saber entonar o afinar una guitarra. Lo
normal es que cuando te cruzas con algún iluminado de estos en cualquier
conversación de bar te suelte su perolata
de necedades sacada de cualquier sitio menos de la escucha de los discos o los
directos de los grupos de los que habla escondiendo que la realidad es que no
suele tener ni puta idea sobre lo que afirma. Ted Templeman no tiene problemas en reconocer que se enamoró del
talento, la música y la cabeza de Eddie
Van Halen en cuanto lo vio en el Starwood
de Hollywood en 1977. También comenta al lector con total naturalidad que David Lee Roth tenía una voz tan
“difícil” que era casi imposible grabarle en condiciones. Nuestro inigualable Roth nunca se caracterizó por poseer un
vozarrón, eso desde luego, pero tiene una voz muy personal que encaja a la
perfección en cualquier Blues
elegante, sucio y sexy; de hecho creo que es de los pocos cantantes que canta
mejor ahora que cuando tenía veinte años. Y, aunque Templeman no tiene reparos en decir que en un principio pensó que
era necesario sustituir a David Lee
por Sammy Hagar… ¡antes incluso de
grabar el primer disco del grupo!, enseguida se dio cuenta de que nuestro
irrepetible Diamond Dave era
indispensable y tan artífice o más que el propio Eddie para que Van Halen
alcanzasen el mega estrellato.
Van Halen.
Así que cabe imaginarse que un libro en el que el productor de los
discos clásicos de Van Halen nos
cuenta todos los entresijos del proceso de creación y grabación de los mismos
pasa de inmediato a convertirse en lectura obligada del verano. No bromeo, me
he pasado mi semana enfermiza veraniega de cada año con la discografía Van
Halen & related mientras
degustaba la lectura de esta obra tomando un café helado en cualquier terraza
cutre, desierta y deliciosa frente al mar. Leer de las opiniones del propio Ted Templeman el relato sobre cómo Eddie Van Halen casi se volvió loco al
construir su propio estudio de grabación 5150
y su obsesión por encontrar el perfecto sonido para el afamado “1984” o enterarse de cómo David Lee Roth le dejó tirado a la hora
de producir su disco “Skyscraper”,
pese a que el propio Ted tuvo que
renunciar a producir el que sería el “Permanent
Vacation” de Aerosmith puesto
que en un principio Diamond Dave
requirió sus servicios para producir su “Rascacielos”, son solo un par de ejemplos
que hacen de su lectura algo imprescindible para todo aquel que sienta algo por
el universo Van Halen en particular
y por el Hard Rock americano en
general. Para todo el que quiera leerla está disponible la historia de Ted Templeman, un tipo con un oído e
intuición fuera de toda duda. El productor que consiguió que el mismísimo Steve Vai metiese en el disco la
primera toma que grabó de la guitarra solista del “Ladies’ nite in Buffalo” del explosivo “Eat’Em And Smile” de David
Lee Roth. Alguien tan perfeccionista como Vai quiso darle mil vueltas al solo de esa canción añadiendo un
buen número de efectos, pero Ted
grabó su primera toma en el estudio y se dio cuenta de que estaba ante la
buena, ¿Acaso se equivocaba?, desde luego que no.