En estos tiempos inciertos y grises que estamos viviendo, en mitad de
la pandemia mundial más asoladora, desconcertante y cruel que nos ha tocado
vivir en los últimos cien años, en estos momentos en los que la naturaleza
humana se nos descubre una vez más como algo frágil, soberbio e indefenso,
también la música nos acompaña con inusitado protagonismo en nuestro viaje. Vuelve
a demostrar su papel terapéutico ante el camino de incertidumbre, muerte y dolor
que nos ha tocado recorrer, bajándole los humos a nuestra condición como
especie y permitiendo que nos demos de frente con la realidad de nuestro
limitado y egoísta sentido en el devenir de la vida.
Si lo consideramos desde una perspectiva histórica, seguro que nunca
fue tan fácil luchar contra una pandemia como lo que le ha tocado hacer a nuestra
generación. Ante una amenaza vírica global en una gran parte de nuestro “mundo
civilizado” lo que habíamos de hacer era sencillo: quedarnos en nuestra casa, saliendo
solo a adquirir la necesaria comida que estaba a nuestra total disposición en
cualquier supermercado/tienda... y aun así hemos demostrado que somos muy
capaces de cagarla. Aunque también es de justicia decir que igualmente hemos
sido capaces de arbitrar canales extraoficiales para llevarle un bocado a casi
todo aquel que estaba pasando necesidad. Pequeño rayo de esperanza que hace
intuir que no está todo perdido. Hoy más que nunca sigue siendo imprescindible
la capacidad de sentir y esbozar una sonrisa.
En toda esta travesía nuestra querida música ha jugado un papel que se
me antoja importante; nos ha ido acompañando en las alegrías, penas, aciertos,
penurias, agobios, dudas, indecisiones, seguridades, incredulidades y toda la
gama de estados anímicos. Su función rehabilitadora y vital se ha puesto de
manifiesto más que nunca durante esta pandemia, circulando desde lo trivial y
lo anecdótico hasta lo esencial. No hay más que echar un vistazo a sus
manifestaciones en forma de cantos de ánimo y superación para darse cuenta de
su importancia inherente al hecho humano, tanto individual como social.
Supongo que la vida es la capacidad para adquirir conocimiento a lo
largo de un camino lleno de situaciones y circunstancias que nos causan desde
la felicidad hasta el dolor. Resulta esencial ser capaz de asumir con
tranquilidad todo lo que te viene, poniéndolo en perspectiva, asumiendo
nuestras limitaciones y siendo capaces de hacer de todo una lectura positiva para
sacar conclusiones que nos permitan seguir nuestro camino.
En todo este camino la sonrisa es un acompañante ideal y desde esa
perspectiva nace este texto que, además de reconocer el dolor, solo busca
oxigenar un poquito y detenerse en esa trivialidad que a veces es básica para
escalar cualquier montaña de plata que se nos ponga por delante. Volvemos a
fijarnos en la música para desmenuzar una serie de patrones que nos han
acompañado durante estos meses de reclusión voluntaria para unos y forzada para
otros. Son deliciosamente subjetivos e irreverentes, cualquiera puede discrepar
y seguro considerar otros distintos; por supuesto. Os dejamos con esta
imposible selección con el simple deseo de pasar un pequeño rato entretenido.
-Para escucharla a todas horas.
A la gente que nos gusta la música, los que no podemos vivir sin ella
y más que probablemente ya seamos enfermos de este asunto, la situación de
confinamiento ha sido como la espoleta que nos ha dado la señal para escuchar
música sin parar. Mucha gente entendemos la vida con música y el hecho de no
tener que interrumpir su escucha –o limitar al mínimo las situaciones en las
que no puedes hacerla sonar– ha abierto un abanico de posibilidades y
situaciones. La posibilidad de pulsar el botón de On de tu equipo sin tener que preocuparte del momento en el que
presionar el temido Off que significa
el final presenta sin duda un nuevo paisaje en la realidad diaria de muchos de
nosotros, algo cercano al paraíso me atrevería a subrayar.
Un oasis de júbilo, un estado de nirvana
total que seguro no será compartido en el caso de que compartas tu existencia
diaria con alguien que no sienta esa, digamos, pasión irrefrenable que llevas dentro
de tu ser hacia esa sucesión de sonidos. En ese caso no habrá más remedio que
negociar con duras cumbres y asambleas en las que se llevará el gato al agua el
negociador más contumaz.
Y no quiero ni pensar en lo que pueda ser la convivencia con alguien
hacia el que no sientas nada o directamente detestes, pero con el que la vida
te haya llevado a la difícil situación de compartir casa. En ese caso seguro
que debe ser entretenido contemplar el campo de batalla en el que se pueden
convertir las estancias del otrora cálido hogar.
-Para salir al balcón a dar palmas.
Pues sí. Si alguna canción ha alcanzado el reconocimiento masivo
durante estos meses de confinamiento, esa ha sido sin duda el “Resistiré”. No, el de Barón Rojo no; sino el del infame Dúo Dinámico. Les presupongo en dura
pugna con la “Macarena” de Los Del Río en cuanto llegue la nueva normalidad para ver qué canción de
las dos es capaz de llevarnos al sufrimiento más exasperante en base al
presupuesto de su sobreexposición absoluta como si de una tortura china se
tratase. En fin, que, aunque a algunos no nos guste demasiado –por decirlo
suave–, hay que reconocer que ha sido uno de los emblemas definitivos de estos
duros meses.
Otra cosa es lo que ha llegado a degenerar el género humano a la hora
de hacer partícipes al resto de sus semejantes de las ideas más atómicas para
hacerla sonar desde sus respectivas viviendas. Era llegar las ocho de la tarde
y aquellas mentes privilegiadas que seguro desconocen el significado de lo
absurdo nos ofrecían sus particulares redefiniciones del concepto de arte; debo
reconocer que con alguna de ellas me he tronchado hasta decir basta, por lo que
su función de alegrarnos un poquito el día se cumplió con creces.
Tampoco es justo olvidarse de que el clásico inmortal de Barón Rojo que recibe el mismo título
que la ya archiconocida melodía de nuestra entrañable pareja dinámica también
tuvo su protagonismo, aunque en un terreno más cercano al Hard Rock. Se llevaron a cabo algunas versiones… incluso una de
ellas promovida por el nuevo grupo que han montado Sherpa y Hermes Calabria.
Se descolgaron con una versión acústica con un cuidado toque Country y una letra adaptada que tiene
su aquel. También resultó curioso el abierto posicionamiento político que hizo
público José Luís Campuzano. El
siempre amigable Sherpa se desmarcó
con unas declaraciones a un periódico cuya línea editorial también tiene su
aquel en las que se despachó a gusto. Nada que objetar, cada cual puede tener y
defender las ideas políticas que estime oportuno. Aunque supongo que su sentida
y abrupta defensa de algunos de sus presupuestos se encuentre en las antípodas
de muchos de sus seguidores y del que esto suscribe. Sus propios compañeros del
grupo Los Barones hicieron público
otro comunicado en el que se desmarcaron de dichas declaraciones, recordando la
importancia de la libertad de expresión, pero manifestando claramente que no compartían
las opiniones del bajista.
Por otro lado los hermanos De
Castro quisieron dejar claro que no estaban de acuerdo con ninguna
utilización de uno de sus temas estrella en medio de esta pandemia y mucho
menos para favorecer promociones o intereses particulares o ideológicos. Postura
que puedes compartir más o menos, pero que en mi opinión es más que coherente y
les honra.
-Para otras performances.
Al hilo del apartado anterior. Lo de las mil y una maneras de hacer
sonar “Resistiré” solo es la punta
del iceberg de ese deseo parece ser innato que deben de tener algunos seres
humanos de exhibirse dejando aparcado el sentido del ridículo. Nos ha permitido
dar rienda suelta a las más variopintas locuras que alberga la mente de la
evolución del primate. No me voy a detener en ninguna de ellas, puesto que
todos tenemos en nuestra retina algunos de esos disfraces, actuaciones, representaciones
y demás parafernalia tan estrambótica como impredecible que ha corrido como la
pólvora por las redes sociales de un sinfín
de personajes que podrían encajar sin problemas en cualquier Comedia de Figurón; bueno, igual
adolecen en su mayoría de la calidad necesaria para aparecer dentro de uno de
los subgéneros del teatro del Siglo de
Oro. De cualquier modo uno no puede por menos que alucinar al comprobar en
lo que puede degenerar el verte obligado a no salir de tu domicilio.
Pese a que en determinados momentos no he podido evitar haber pasado
un rato entretenido con el casual visionado de los imposibles e hilarantes
momentos de gloria de algunos de estos sujetos y sus necedades varias,
reconozco que lo más incómodo del asunto ha sido cuando estos visionarios han
hecho partícipes a sus hijos de semejante dislate. Una cosa es que tus
progenitores saquen de los infiernos de su ser una reprimida vena artística y
otra bien distinta es que los pobres infantes se vean abocados a convertirse en
cómplices de su supuesto minuto de gloria. Por favor, que las heridas de la
niñez se convierten en cicatrices que nos acompañan de por vida. Me imagino la
cara que pondrán esos tiernos efebos cuando alcancen la madurez y chequeen el
vídeo de las performances que realizaron sus padres… porque apuesto a que
dichos progenitores se grabaron orgullosos en vídeo con la intención de
conservarlo como prueba del crimen.
-Para grabar vídeos y colgarlos de internet.
Aunque parezca que puede tener relación con lo anterior, abordamos un
concepto distinto. Durante estos meses que hemos permanecido encerrados en
nuestras respectivas residencias han proliferado las grabaciones realizadas por
todo tipo de músicos, de variadísimo pelaje y similar enjundia. Todos estos
artistas han compartido con el resto de la humanidad distintas canciones que
han puesto en circulación registradas desde sus propias casas; en muchos casos
el artista de turno ha usado su propio estudio de grabación. Puntualicemos que
todo el que se lo puede permitir invierte su pasta en cuanto puede en
construirse un estudio de grabación en sus propios dominios, cosa que por otro
lado me parece una de las consecuencias lógicas del hecho de ser músico: qué
mejor que disponer de la logística necesaria en tu propio hábitat para
registrar la música que se te ocurra en el momento que te parezca más adecuado.
Bueno, aunque para llegar a ese estatus debes disponer de unas finanzas
boyantes; el resto del personal se debe conformar con grabar en su habitación
con la puerta cerrada… y, oye, muchas veces sacando un sonido de excelente
calidad.
La oferta ha sido tan abultada que casi acabamos antes enumerando a
los artistas/grupos que no han colgado ninguna canción en internet bajo estas
características. El nivel y calidades varían desde lo impresionante hasta lo
mediocre, como en cada casa. Debo reconocer que uno de los que más gratamente me
ha sorprendido ha sido The Circle.
El grupo de Sammy Hagar, Michael
Anthony, Jason Bonham y Vic Johnson
se ha desmarcado con una serie de grabaciones bajo el adecuado título de The Lockdown Sessions. Bajo esta marca
han compartido con todos los que les han querido escuchar un puñado de
versiones de clásicos que te quitan el hipo; si es que donde hay clase se nota
aunque no puedas ni salir de tu casa.
The Circle: "Good enough". "The Lockdown Sessions".
The Circle: "Right now". "The Lockdown Sessions".
Especial relevancia han tenido en estos días las composiciones con
marchamo de himnos/clásicos que llevaban la lucha contra el COVID 19 (me resisto a considerar este
sustantivo como género femenino) como bandera. Dentro del Hard Rock se han lanzado distintas grabaciones plagadas de
colaboraciones. Se han sacado versiones del “Resistiré” de Barón Rojo,
como antes hemos señalado, e incluso Ronnie
James Dio ha tenido su merecido momento de gloria cuando varias
agrupaciones de músicos han versionado la canción emblema de su clásico
proyecto benéfico, conocida como “Stars”;
incluso desde Córdoba varios músicos del panorama rockero nacional con el
vocalista Manuel Escudero a la
cabeza han llevado a cabo su personal rendición a dicho tema.
Córdoba por el Heavy: "Grita". Versión del tema Stars".
Por supuesto las grabaciones de otros géneros musicales también han
poblado las redes con composiciones, versiones y acústicos de lo más
variopinto… hasta los insufribles cantautores se han metido su petulante e
impostado pedigrí por donde les ha entrado y se han lanzado al barro con
tonadillas grabadas desde el sillón de su casa destinadas a arruinarle el día
al más pintado. También para el recuerdo quedará la sentida reflexión/canción
que entonó Madonna desde su bañera
de rosas en plena pandemia (sic). Y,
por supuesto, mención aparte merece nuestra imprescindible Paulina Rubio. La querida Paulina
no ha necesitado cantar nada frente a la webcam
de su ordenador. Ella está por encima de todo eso. Un buen día que se levantó flex decidió compartir con el resto del
mundo unas inconexas palabras mientras parecía hacer uso de algún tipo de
sustancia sospechosa cuánto menos. Impagable y surrealista momento que una vez
visualizas va a resultar difícil que salga de tu cabeza.
-Para usar en redes sociales.
Aquí no hablamos de artistas que se graban, sino del uso por parte de
la gente de la música que le gusta para compartir, adornar o encabezar el
ingente número de diferentes mensajes que seguro habrán surcado las redes a
millones durante estos meses de encierro. Gracias a Dios todavía usamos el lenguaje verbal por teléfono cuando tenemos
que transmitir alguna información relevante. Por eso mismo presuponemos que el
contenido de la mayoría abrumadora de dichos mensajes habrá versado entre lo
banal y lo estúpido, pero solo lo presuponemos.
-Para que suene de fondo.
Pero no solo la música ha sido protagonista en determinados momentos y
situaciones de nuestro día a día en estos últimos meses, también ha habido
mucha gente que la ha usado como hilo de fondo en sus distintos quehaceres
diarios. Habida cuenta de todo el tiempo que nos hemos visto obligados a pasar
confinados en nuestras casas a buen seguro que el reproductor del cd, mp3 o diversas emisiones radiofónicas
han hecho sonar una y otra vez de manera aleatoria –Dios, jamás entenderé que
alguien decida escuchar canciones al azar como si de una suerte de lotería
musical se tratase- los distintos cortes musicales que nos han servido de
acompañantes sonoros. Cuanto menos curioso resulta imaginar al personal
cocinando platos, todo tipo de panes o repostería variada a la par que el
artista o grupo más insospechado dejaba en el aire la impronta de su sonido. Y todavía
resultará más curioso el hecho de presenciar los avatares de algunos de esos
improvisados cocineros que a buen seguro nunca antes habían pisado o se habían
detenido en esa parte de la casa en la que se encuentran algunos electrodomésticos
que probablemente ni siquiera saben poner en marcha.
-Para descubrir nueva música.
Estar obligado a permanecer en tu hogar, sin salir… y al lado de un
ordenador con conexión a internet. Las posibilidades de acceder al mundo
virtual exterior se multiplican exponencialmente y la música no iba a
permanecer ajena a este hecho. Es el momento ideal para adquirir y/o descargar
nueva música. La mayoría de las veces el factor tiempo es la dura barrera de
realidad que nos impide escuchar al grupo tal o cual que acaba de salir o a
otros que llevan años en esto, pero de los que todavía no se habían dado las
circunstancias para degustar nada de su producción discográfica. Así que
encontrarse de pronto ante esta nueva realidad del confinamiento ha proporcionado
una plataforma perfecta para pegarle unas cuantas escuchar a nuevos discos y
grupos que en otras condiciones tal vez habrían tardado más tiempo en llegar a
nuestros oídos o directamente nunca hubiésemos escuchado. Y eso siempre es una
deliciosa sorpresa.
Tal vez nuestras queridas nuevas generaciones de consumo musical
basura que invierten su tiempo en descargar montañas de archivos musicales en mp3 que seguro no escucharán jamás y a
las que intentar convencer de que el entretenimiento musical no debe ser
gratuito resulta un esfuerzo estéril, no entiendan nada de lo que aquí se
escribe. No importa. Apartémonos a un lado y dejémosles con su pobre ilusión de
colorines mientras nos dejamos seducir por el secreto placer de llevarte a la
boca un nuevo disco de esos que te sorprenden y convierten de inmediato tu día
en algo mucho más bonito y vital.
-Para ampliar nuestra discografía.
En este apartado queremos referirnos a todos esos oyentes que
realmente disfrutan de la música, sienten pasión por ella y tienen el
comprensible deseo de expandir sus conocimientos al respecto. Rogamos se
abstengan de seguir leyendo todos los acumuladores de discografías comprimidas
en datos de ordenador y ejemplares similares, porque no entenderán nada de lo
que aquí se relate y corren el riesgo de que les explote la cabeza ante una
sucesión de letras sin comprimir. Hablamos de los que escuchan música de
verdad, los que necesitan que suenen en toda su integridad las diversas
canciones y discos por los que tienen curiosidad o que les han despertado algún
indicio de que aquello pueda ser algo que merezca la pena pasar por la oreja.
Para todas estas personas que necesitan degustar el arte en su
totalidad y con una necesaria tranquilidad, que presupongo cada vez se encuentran
en un mayor peligro de extinción ante el empuje de la estupidez humana, estos
meses de aislamiento han debido ser el caldo de cultivo ideal para detenerse un
poco más en profundidad en aquellos grupos y artistas que significan algo para
ellos, pero de los que todavía no conocen al completo su producción
discográfica. Pocas cosas hay en la vida tan apasionantes como zambullirte sin
protección en una vieja obra que desconocías de tal o cual músico y que resulta
que te vuela la cabeza. Y aunque no todo lo nuevo que escuches te tiene que
gustar, de hecho mucho no te dice gran cosa, por el placer de encontrar algo
bueno y sumar un título más a tu colección merece la pena todo el proceso. Ya
ves, tonterías que degustamos los lunáticos que disfrutamos dándole a cada
creación artística el tiempo que se merece.
-Para darle otra oportunidad a grupos que no conocíamos.
Subapartado del anterior. No solo se trata de bucear en los artistas
que más nos gustan; cuanto más te guste una determinada manifestación artística,
más la disfrutarás si consigues eliminar los estúpidos prejuicios que puedas
tener o te hayan introducido sobre la misma. De este modo es un ejercicio
saludable el de acercarse a algunos de esos grupos que no conocemos. Muchas
veces el procedimiento es arduo y lento, porque también se puede dar la
situación de que te encuentres con morralla de dudosa enjundia, lo que pasa es
que cuando descubres algo que te resulta realmente bueno aparece esa sonrisa en
tu rostro que no hay manera de borrar. Para estos menesteres, como para otros
muchos ámbitos de la vida, lo ideal es dejarte aconsejar por los amigos que
compartan tus mismas pasiones musicales –que no necesariamente tus mismos
gustos, aunque también valen estos últimos–. Impagables han sido los ratos de
cuarentena que seguro algunos hemos pasado charlando por teléfono –o por las
dichosas redes- aconsejando este grupo o el otro y, a su vez, dejándonos
aconsejar de cosas a las que casi con seguridad no nos hubiéramos ni acercado.
-Porque te obligan.
No solo de fanáticos musicales sin remedio se puebla este bendito
mundo. También nos encontramos con gente que no siente una pasión especial por
el hecho musical, pero que disfruta de la escucha eventual de su hilo sónico.
Hasta aquí todo correcto, te pones la radio mientras realizas cualquiera de los
quehaceres de tu rutina diaria y listo. El problema puede venir cuando te toca
convivir con alguien que siente una irrefrenable pasión musical... que no tiene
que coincidir necesariamente con el hilo radiofónico de los sujetos a los que
nos referimos. Entonces se puede generar un cúmulo de situaciones tan
disparatadas como peligrosas. Imagina que no te gusta un determinado estilo
musical, pero a tu compañero/a le encanta. Supongo que te ves abocado a
degustar, quieras o no, las bondades del género musical de turno.
Aquí hay que ponerse en el pellejo de las partes implicadas. Está
claro que si no te gusta un determinado tipo de música y te ves abocado a oírla
de fondo no debe de ser un plato de gusto. Aunque no es menos cierto que
tampoco es de recibo que el que sienta una pasión vital por dicha música se vea
lastrado de su escucha ya que al primero no le asiente bien.
Imagino que, como en todas las parejas, se tratará de un toma y daca en el que uno valore todos los
aspectos positivos y negativos del otro, pudiendo compensar entre las virtudes
y los defectos de ambos hasta llegar a conclusiones. Algo así como que
determinadas virtudes pueden hacer más llevaderos los posibles defectos o
diferencias. Desde aquí agradezco públicamente a todas las parejas que puede
que no disfruten los gustos musicales de sus cónyuges, pero que de alguna
manera entienden o empatizan con la pasión que les puede conducir a escuchar
música sin parar.
Lo que desde luego no alcanzo a imaginar es la convivencia con alguien
fanático del temible, insondable y desconocido submundo gris de los
cantautores. Eso sí que es la prueba definitiva del amor verdadero.
-Los que no escuchan música ni confinados.
Ejemplares poco frecuentes, pero existentes a fin de cuentas. Da igual
que te tengas que confinar en tu domicilio sin salir durante tres meses o que
de repente amanezcas confinado en una isla desierta solo con un cepillo de dientes,
un reproductor y una maleta de cds, que
ni en esas circunstancias te dignarás a hacer sonar música; puede que tal vez
uses los cds para hacer fuego enfocando al sol y así poder asar los peces que
caces en la orilla. Eso sí, seguro que con tu reproductor intentarás de todas
las maneras imaginables sintonizar alguna emisora… para escuchar la radio; no
música, solo a tipos hablando.
Esto de solo la radio es algo inquietante. Puede que hace veinte años
los canales para informarte fuesen más escasos –que para acceder a la
información seguimos teniendo los mismos tristes filtros a día de hoy–, pero es
que en la actualidad, con todas las diferentes posibilidades que tenemos para
acceder a la información, ahí siguen los defensores de la radio, cuál secreta
agrupación masónica que se siente en la posesión de la verdad mientras nos mira
a los pobres plebeyos revolcándonos en la ignorancia.
Reconozco sin pudor alguno que perdí mi interés por completo hacia las
ondas a una edad muy temprana. Esos supuestos gurús del micrófono, la inmensa mayoría tan esbirros de la voz de su amo como los que salen por
las TVs o en muchos sitios de la red, no hacen más que vender el mismo papel
mojado de siempre solo que con diferentes envoltorios. En fin.
-Para no volvernos locos.
Si algo han puesto a prueba estos meses de reclusión ha sido nuestra
capacidad para no volvernos locos. Que nuestra vida, hábitos y costumbres han
dado un vuelco radical es un hecho. La obligación de permanecer recluidos en
nuestros lechos con la única licencia de abandonarlos solo por motivos de
salud, para comprar comida o para deberes de obligado cumplimiento –incluido lo
de sacar a pasear al perro, claro- seguro que ha llevado a muchos hasta el
límite de sus cabales. Una cosa es que decidas o te apetezca quedarte en tu
casa y otra muy distinta es que la ley te obligue a hacerlo… y con fecha límite
indeterminada.
Frente al estrés, al aburrimiento, al agobio, a la desidia o al
monocolor en el que en muchos momentos seguro nos hemos instalado durante estos
meses cada uno habrá buscado las válvulas de escape a su alcance para sobrellevar
el asunto con la mayor dignidad posible. Por supuesto la música ha sido un
recurso muy a mano dentro de esta peculiar situación de paréntesis y ni que
decir tiene que todos los que nos hemos abrazado a ella una vez más frente a la
adversidad nos hemos sentido reconfortados de algún modo en medio de tanta
incertidumbre. Ya se puede torcer todo en tu día a día, que no hay nada como
volver a amanecer y hacer sonar en tu equipo nada más levantarte el estupendo “Pictured Within” de Jon Lord. Su inigualable sensación de
tranquilidad te inunda casi de inmediato y te permite volver a echar un vistazo
a tu mochila con una nueva perspectiva.
Jon Lord: "Pictured Within" y detalle del libreto interior.
-Para ponerla a todo trapo.
Claro que sí, no solo de tranquilidad vive el hombre. A veces resulta
necesario dar rienda suelta a toda la adrenalina que llevamos dentro y no se me
ocurre mejor manera que escogiendo algunas de esas canciones y discos que sin
concesiones te vuelan la cabeza. Aquí no hay sitio para las medias tintas, las
ambigüedades o los quiero y no puedo
que pueblan nuestro singular universo musical. Te puede gustar o no, lo puedes
tolerar o detestar, pero en momentos así nada se acerca a la fuerza que
desprende una batería salvaje, un bajo contundente y hambriento, una guitarra
amplificada retumbando orgullosa y una voz entregada en cuerpo y alma a una
misión. Son las herramientas perfectas para que sobre ellas cabalgue una
composición musical de esas que sacan tu instinto a flor de piel. Cada estilo y
forma musical tiene sus peculiaridades, sus virtudes y defectos, pero si
quieres sacar toda la rabia acumulada de lo más profundo de tu ser difícilmente
lo conseguirás rebuscando en la discografía de Art Garfunkel. Seguro que cada uno tiene sus propios discos de
cabecera para esta empresa de hacer sonar el volumen al once.
-Para crear ambiente de garito mientras
charlamos por redes sociales.
Cierto es que si alguien nos habla a finales de 2019 sobre la pandemia
que nos está tocando vivir muy pocos lo habríamos creído. Y tampoco es menos
cierto que si con anterioridad al confinamiento nos cuentan algunos de los
comportamientos que algunos de nuestros queridos semejantes iban a legarnos
para la posteridad, puede que todavía menos de nosotros hubiésemos dado
crédito.
Si nos movemos dentro de esa clave de ocurrencias atómicas en las que
se ha contado en todo o en parte con la música, en uno de los primeros lugares
de este singular ranking solo apto para unas pocas mentes privilegiadas
tendríamos que colocar sin remedio a la idea sobre la que versa este apartado y
que eleva a la potencia la sensación de desconcierto que representa.
Resulta que ante la imposibilidad de socializar en cualquier
bar/pub/antro que nuestros intrépidos lectores podrán denominar como gusten, un
singular grupo de sujetos tuvo la imposible idea de crear un propio espacio
festivo de reunión con los colegas en su propio domicilio. Que no puedes salir
de casa, es finde por la noche y tu
cuerpo te pide acción… no hay problema: te montas tu propio garito virtual en
tu propio domicilio. No está del todo claro, pero la idea parece sigue unas
determinadas pautas. Enciendes el ordenador, te conectas por videoconferencia o
similares –con la vertiginosa velocidad con la que las nuevas tecnologías nos
engullen ya no sé ni siquiera qué nuevos sistemas están a nuestro alcance para
hablar con el prójimo-, pones tu música, acomodas las luces y… ya está, ya
estas con los parroquianos como si la estuvieses tomándola en cualquier garito
que suelas frecuentar. Por supuesto, también hay alcohol; como no. No hay
reunión social que se precie sin alguna que otra copa, aunque la realidad sea
que te la estés tomando solo en tu casa. Poco importa eso una vez que vendes tu
alma al diablo de la ventana virtual.
Me imagino la escena en tu habitáculo. Te preparas con tus mejores
galas… para no salir de casa; pero es que, claro, te ven y tú ves por la gran
pantalla virtual, así que hay que estar aparente. Sacas la cerveza fría o los
hielos para mezclar cualquier cosa, que tal y como está el patio será alguna de
esas ginebras súper exclusivas que necesitan de una licenciatura cum laude para saber servirla como
supuestamente se debe servir. Los más convencidos por la noble causa que nos
ocupa hasta habrán montado un pseudo sistema de luces que haga las veces de
cutre-discoteca en la misma habitación, salón o cualquier otra zona recóndita que
se encuentre en tus dominios. Te pondrás estupendo e interesante y al lío con
el garito virtual. Y quién sabe, igual se da bien la noche y hasta acabas conectando
con otro alma gemela, practicando sexo virtual –si es que eso es posible- o
simplemente encontrando lo que buscabas cuando decidiste embarcarte en esta
peculiar empresa. O tal vez acabes tumbado en tu cama, con una castaña considerable mientras llenas de
arrugas esa camisa que reservas para salir y que tanto te gusta.
Visto de este modo, si la velada no está siendo de tu agrado, no hay
que esperar a nadie para irte a casa. No tienes más que desconectar la
corriente y al sobre. Igual es que estos individuos son unos visionarios que
acaban de sentar las bases de la nueva socialización. Quién sabe.
Si vives solo o con algún iluminado más como tú, nadie más podrá
presenciar en vivo y en directo tus evoluciones sobre lo que antes era el
simple y sencillo hogar dulce hogar.
El asunto sin embargo se pondrá interesante si resulta que convives con tus
padres o con cualquier otro sujeto que, digamos, no conecta como tú con todo
este rollo de la nueva realidad virtual. Debe ser entretenido que en un
renuncio en el que vayas a la nevera a por más hielo o a por cualquier estúpido
artefacto con el que creas que se mezclará mejor tu jodida ginebra te tropieces
con tu progenitor en gayumbos que va
a por esa lata de cerveza que te pide el cuerpo cuando te mueres de calor. Dos
personas compartiendo los mismos escasos metros cuadrados, coincidiendo ambas
en el noble oficio de prestarse a ingerir una bebida, pero que difícilmente
pueden estar en universos más separados. Impagable escena e igual de
inquietante lo que se pasará por las respectivas cabezas de ambos seres. Imagino
que esa debe de ser la nueva normalidad.
-Porque no podemos vivir sin ella.
Nada cambia. Ya puede salir mal todo lo que pueda salir mal, ya pueden
cercarte de manera asfixiante los peores augurios y presagios o confluir los
astros para generar la carambola vital perfecta que te llene de felicidad, que,
para todos aquellos que amamos la música y no podemos sustraernos a su poder
tan delicado como aplastante, esa estremecedora sucesión de sonidos va a seguir
caminando a nuestro lado y coloreando nuestra existencia con su desbordante
gama de tonalidades. Como de manera muy acertada ya proclamó en su día Alfalto: es algo más que una intención.