La verdad es que después de recibir esta triste noticia uno se queda sin palabras. El pasado seis de octubre Edward Van Halen perdía definitivamente la batalla que llevaba librando contra el asqueroso demonio del cáncer. Recordemos que desde el año dos mil se llevaba tratando contra esta enfermedad. Primero se le desarrolló en la lengua, de hecho el médico iraní que le trataba tuvo que cortarle una parte de la misma. Tras un par de años parece que consiguió mantenerlo a raya y continuó con su vida, con su música y con nuestros amados Van Halen. Por desgracia en los primeros meses del pasado dos mil diecinueve saltaron todas las alarmas. Circulaban fuertes rumores sobre una posible gira de reunión de la formación original al completo -esto es: Eddie Van Halen, David Lee Roth, Alex Van Halen y Michael Anthony-, incluso David Lee Roth llegó a afirmarlo con meridiana claridad en algún medio de comunicación americano, pero súbitamente todo se voló en mil pedazos. Como la maquinaria Van Halen siempre llevó a cabo sus pasos con un mutismo casi mayor que unos AC/DC, toda la prensa se tuvo que remitir a las señales que se producían desde sus entornos cercanos. Se sabe que Michael Anthony había reservado unas fechas en blanco de su gira programada con The Circle precisamente coincidiendo con las posibles fechas del tour veraniego que supuestamente Van Halen iba a realizar durante ese verano de 2019, pero incluso el propio bajista no dio explicaciones sobre la situación que en esos momentos se cernía sobre el grupo. Seguro que ni siquiera podían hacer declaraciones en público por obligación contractual, así se las gastaban habitualmente en el universo Van Halen… nada nuevo bajo el sol. Más tarde, cuando se fue descubriendo parte del pastel, el propio Anthony reconoció que había estado en conversaciones con el entorno de Van Halen para esa supuesta gira de reunión.
La realidad es que todo indica que los planes del tour del grupo se pararon en seco debido a esa recaída en la enfermedad de Eddie. En su momento se especuló mucho con el tema y ahora parece que esto era del todo cierto. Los medios de comunicación del mundo entero se hacían eco de los supuestos viajes del guitarrista para tratarse con su equipo de doctores en Alemania, los tabloides se cebaron con toda la carroña que pudieron sacar de la salud del bueno de Eddie mostrando una falta de escrúpulos tan indignante como habitual en este tipo de “medios de información”; incluso una mujer anónima publicó una foto que se hizo al toparse casualmente con el propio Eddie Van Halen. Más del triste y típico vodevil americano, supongo. De todos modos imagino que la asquerosa pandemia que nos lleva azotando durante todo este 2020 tampoco ayudó al tratamiento que debió estar siguiendo Eddie Van Halen a raíz de la recaída en su enfermedad. Poco después su hijo Wolfgang publicó en las redes una foto suya asistiendo con su padre a un evento deportivo. Lo cierto es que Eddie mostraba muy buen aspecto y permitía alejar los miedos y fantasmas a todos sus seguidores… pero la dura realidad era que el problema seguía ahí.
Mucho más preocupantes fueron las declaraciones de David Lee Roth tan solo unos meses después. Al finalizar el verano del tour fallido de Van Halen, Diamond Dave comentó en una entrevista que Van Halen se habían acabado y que era el momento de quedarse con los grandes recuerdos y emprender una nueva etapa. Recuerdo que estas afirmaciones me dejaron por completo noqueado. Nuestro querido Diamond Dave anunciaba que estaba preparando su vuelta en solitario, anunciando que iba a montar un espectáculo más allá de los típicos shows rockeros. Si obviamos la habitual locuacidad de Roth, buscando generar interés cada vez que realiza una declaración pública, lo inquietante del asunto es que parecía que al final se había cansado de esperar a que Eddie pusiera en marcha de nuevo la maquinaria Van Halen; o eso pensamos muchos, en un alarde de incredulidad. La realidad es que seguro que había decidido dar ese paso por los problemas de salud que se cebaban en el guitarrista. De sobra es conocida la rivalidad entre Roth y Eddie, parece ser que viene existiendo incluso desde los primerísimos inicios del grupo; normal por otro lado, dos personalidades tan fuertes e irrepetibles estaban destinadas a chocar si o sí. Y cuando alcanzaron el mega estrellato con mayor motivo. Conviene recordar que se han pasado años y años despotricando el uno del otro, dando a la prensa mundial titulares y carnaza durante bastante tiempo. Finalmente consiguieron contemporizar sus diferencias -estoy seguro de que se seguían detestando como el primer día- y se volvieron a juntar en 2007 para llenarnos de felicidad y buena música a sus millones de seguidores repartidos por el mundo entero.
Conviene comentar que su archiamigo/enemigo David Lee Roth ha demostrado mucha clase en este difícil año para Eddie Van Halen. Imagino que no estaría presente en la habitación del hospital de Santa Mónica en la que falleció el músico, pero ha sido muy elegante al no alimentar conjeturas en ningún momento. Y aunque estoy seguro de que estaría al tanto de la gravedad del estado de salud de Eddie, sus tristes declaraciones sobre el posible final de Van Halen y el retorno a su carrera en solitario estuvieron en todo momento en su sitio, dejando a la familia con su dolor y no alimentando una sola conjetura para que los buitres carroñeros de determinada prensa se lanzasen a por su anhelada carnaza.
Su última gira se llevó a cabo en el año 2015 -solo en Norte América, claro- y, si no tuviste oportunidad de verlos entonces, me temo que ya no podrás hacerlo jamás. Recuerdo con enorme cariño e intensa emoción el concierto que ofrecieron en Nueva York ese verano de 2015 y al que tuve el privilegio de asistir en la primera de sus dos noches; unos Van Halen en estado puro que nos volaron la cabeza a los asistentes desde el sorprendente inicio con “Light up the sky” hasta el cierre con su mítico “Jump”. Podéis leer un artículo sobre este show aquí. Un bonito recuerdo de lo que Eddie y sus chicos eran capaces de hacer sobre un escenario y que a mí personalmente me transportó de manera instantánea al cielo desde el mismo instante en el que se subieron a las tablas.
Me resulta difícil escribir esto, todavía no consigo asimilar el fallecimiento de Eddie Van Halen. No somos familia, ni amigos, ni conocidos, ni nada de nada; nunca llegué a hablar con él ni nada por el estilo… pero toda mi vida le he sentido como alguien cercano, alguien que me ha aportado vitalidad y buen rollo desde el mismo instante en el que escuché por primera vez su música. Recuerdo muy bien ese momento. Era sábado por la tarde noche de un frío otoño y estaba solo en mi casa, apenas tenía catorce años y mis progenitores habían abandonado nuestra residencia supongo que para visitar esa tarde a unos familiares. Me encontraba escuchando la radio; era cuando buscaba en el dial programas musicales, aunque reconozco que perdí rápido el interés por la radio y hace mil años que no la escucho. Ni siquiera recuerdo el nombre del programa en cuestión, solo sé que no era especializado en Hard Rock ni Heavy. El locutor de turno anunció al grupo y de pronto entró el riff de inicio del “You really got me”. Me voló la cabeza, el sonido nítido y áspero a la vez, la personalísima voz de Roth, el dinamismo que desprendía y que hacía que se metiese su ritmo dentro de mí sin remedio… y esa guitarra que cabalgaba sobre los trastes haciendo que lo complicado sonase fácil y fluido. Me enamoré del grupo al instante. Justo cuando acabó de sonar el locutor anunció un concurso y abrió el teléfono, por lo que me decidí a llamar. Imagino la cara que se le pondría al comentarista cuando un mocoso llamó a su programa no para contestar al concurso, sino para pedir de nuevo que pinchase la canción de Van Halen porque era la primera vez que la escuchaba. El locutor tuvo la amabilidad de volverla a radiar casi de inmediato comentando en antena que un chavalín acababa de llamar porque era la primera vez que escuchaba al grupo y que le había encantado. Hay pasiones que están condenadas a encontrarse.
En la segunda mitad de los ochenta en Madrid no era sencillo para un chico de barrio obrero al que le gustase el Rock defender la música de Van Halen. Seamos realistas: fue la época del Heavy Metal y del mal llamado Rock Urbano de letras reivindicativas contra el poder y la opresión. Van Halen no encuadraban en esos esquemas. Ellos eran distintos, Eddie era distinto. Tenía demasiado talento e innovación en su interior como para seguir las modas o los dictados de nadie. Seguro que en los próximos días seremos testigos de muchas reivindicaciones sobre la figura del malogrado guitarrista, subiéndole al pedestal que se merece por derecho. Me gustaría saber dónde estaban esas personas a finales de los ochenta y porqué no se escuchaban entonces esas proclamas, pero esto es marginal.
Esto va a ser duro. Ni me quiero imaginar el dolor y el luto por el que estarán pasando su familia y seres queridos. Todas las condolencias y mejores deseos de mi parte. No consigo asimilarlo. En lo que a mí respecta Eddie Van Halen es una de esas personas más grandes que la vida y que piensas que van a estar ahí siempre. Intenté poner algo de su música para homenajearle en silencio, pero me di cuenta de que era incapaz de escuchar nada de su discografía, sencillamente no estoy preparado. No puedo hacer sonar algo tan positivo y lleno de vida como “Dreams”, “Unchained” o "Once" en estos momentos. Verano tras verano desde que soy un tierno adolescente los discos de Van Halen y su saga han iluminado, acompañado e incluso dirigido mi camino por la vida; no bromeo, algunas de las decisiones más importantes de mi existencia las he tomado aconsejado por Van Halen. Han sido la banda sonora, la fotografía en la sombra de mi discurrir y seguro que del de muchos de sus seguidores a lo largo de este ancho mundo. Ahora el creador de todo esto ya no está y por momentos todo se desmorona, nada tiene sentido. Tan solo me viene a la cabeza su canción “Catherine”, de la banda sonora de una peli para adultos que grabó en 2006, justo cuando estaba atravesando unos duros momentos en el plano personal. Por aquel entonces se acababa de divorciar de su mujer de toda la vida, la actriz Valerie Bertinelli, y había vuelto a abusar del alcohol. “Catherine” es una de las canciones más tristes que este humilde escriba ha escuchado en toda su vida, incluso su vídeo clip con Eddie en el estudio rodeado de cables y sudor representa a la perfección todos los demonios personales de un artista obsesionado con alcanzar la perfección en su instrumento, su música y su sonido.
Afortunadamente Eddie encontró la estabilidad emocional de la mano de su actual pareja, la ahora viuda Jamie Liszewski. Es el guitarrista que cambió el rumbo de la guitarra eléctrica en la Historia al publicar en su primer disco el solo “Eruption”. Curiosamente fue el propio productor Ted Templeman el que escuchó un día en el estudio a Eddie ejecutando ese solo como una especie de calentamiento, de inmediato lo grabó, le comentó al músico que debía ir en el disco y el resto es historia. Su figura está destinada a convertirse en la de uno de esos pocos genios cuya obra perdurará en el tiempo a través de las distintas generaciones venideras. Un tipo con una personalidad tan compleja que buscaba que sus compañeros de grupo fuesen a la vez amigos, pero a los que se veía abocado a imponer su superior visión musical. Alguien con una capacidad tan abrumadora como la suya lo tiene complicado si se quiere mezclar con el resto de los pobres mortales. Es simple: Eddie Van Halen seguro que percibía la realidad de un modo distinto y superior al de sus compañeros de especie. Solo nos queda dar gracias por haber podido compartir espacio vital y temporal con semejante genio. Dios le bendiga.
Edward Lodewijk Van Halen. Descanse en Paz.