Encuentros HUSH.
Este es un sitio musical, no nos engañemos, pero en el que nos vamos a acercar a la música que nos gusta desde distintos ángulos, cual prisma. Como ya dijo el añorado Jon Lord: la música es la forma de arte más elevada que existe; afirmación que, pese a disfrutar de otras manifestaciones artísticas, sostengo plenamente.
Clube de Adictos a Deep Purple
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Púrpura Chess
This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.
Justo en estos días el grupo alemán Scorpions se encuentra ofreciendo una serie de conciertos en nuestro país dentro de la gira del que han llamado cuarenta aniversario de la publicación de su emblemático disco titulado "Love At First Sting". Mientras esto se publica los germanos se encontrarán descansando en la capital española, o haciendo entrevistas y demás historias promocionales de esas que tanto suele cansar a cualquier músico de esos reconocidos, mientras esperan a la actuación programada para esta misma noche en el recinto WiZink madrileño.
Lo cierto es que ya el pasado verano también pisaron suelo español dentro de la gira de presentación del que hasta ahora es su último disco en estudio y que lleva por título "Rock Believer", una obra que vuelve a retornar a sus raíces más rockanroleras y que además presenta todas las señas de identidad de su particular ADN musical; la única pega es que se eche en falta al tristemente fallecido James Kottak y su virtuosa batería. Todo el mundo parece que está encantado con la llegada tras los tambores de Mikkey Dee. El ex Motorhead tiene mucha pegada, pero está lejos del ritmo, virtuosismo y contundencia del bueno de Kottak. Pero esto es marginal.
El grupo que formó un entonces jovencísimo Rudolph Schenker en aquel lejano 1965 y que apenas cuatro años después encontró un compañero inseparable en la figura del carismático y personalísimo vocalista Klaus Meine, cumplirá el próximo 2025 sesenta años. Sesenta años recorriendo los escenarios del mundo entero, demostrando día a día, disco a disco y concierto a concierto la calidad y coherencia que atesora su propuesta musical y callando todas y cada una de las bocas de los diferentes estreñidos agoreros que se fueron encontrando en su camino.
Scorpions'84: Herman Rarebell, Matthias Jabs, Klaus Meine, Francis Buchholz y Rudolf Schenker.
Scorpions'24: Mikkey Dee, Matthias Jabs, Klaus Meine, Pawel Maziwoda y Rudolf Schenker.
Ahora le toca el turno de homenaje al "Love At First Sting", o "Amor Al Primer Picotazo", como rezaban las atómicas traducciones de la lengua de Shakespeare de aquellos añorados años ochenta. Uno de los disco más importantes y emblemáticos, no solo de su producción discográfica, sino del Hard Rock en particular y de la Música en general. Tengo que tener cuidado, ya que esto es un blog anexo al HUSH, Clube de Fans Oficial Español de Deep Purple -es broma, poca gente hay tan respetuosa en este mundillo musical como los miembros y seguidores de este club español-, pero no lo puedo remediar: Scorpions es el grupo preferido de este humilde escriba y "Love At First Sting" es el mejor disco de todos los tiempos para el que esto firma. Esta obra de arte llegó por primera vez a mis vírgenes oídos a la tierna edad de doce añitos, momento perfecto para que el veneno del Rock'n'Roll penetre por tus venas y por todo tu ser. Recuerdo aquel mágico verano de 1985. Siendo todavía un mocoso, mi hermana mayor decidió comprar en el Rastro el cassette -pirata, por supuesto- del "Love At First Sting" de unos alemanes que se llamaban Scorpions y que lo estaban petando por las radios hispanas del momento. Mi querida hermana, a la que no le decía nada en absoluto el Rock, compró la cinta por error, ya que ese año salió un recopilatorio de baladas de los germanos que presentaba una portada muy similar a la del "Amor Al Primer Picotazo"; ya se sabe, las estrategias publicitarias de los mercaderes musicales para tongarnos y sacarnos las perras son tan antiguas como la propia música. El caso es que en cuanto sonaron en nuestra humilde morada carabanchelera de mediados de los ochenta las primeras notas del "Bad boys running wild", esa guitarra solista salvaje de Matthias Jabs y la inconfundible voz de Klaus, mi cabeza explotó, mi piel se erizó como nunca antes lo había hecho y mi corazón dio un vuelco. Sin darme cuenta mi bautismo de Rock'n'Roll se había producido... y ya no hubo vuelta atrás.
El disco que hoy presentan en Madrid contiene en su interior obras maestras como "Big
city nights", "Rock you like a hurricane", "I'm leaving you", "Coming
home" o "Still loving you", una de las canciones lentas más famosas y
reconocidas de todos los tiempos, entre otras. No voy a entrar a
comentar el disco, ya que es una obra maestra de composición,
interpretación, producción y sonido a todos los niveles. Quizá lo hagamos en otro momento.
Scorpions siempre han llevado a guitarras solistas de primerísima categoría: Michael Schenker, Uli Jon Roth y Matthias Jabs. En este disco en particular la producción era espectacular, ofreciendo un colorido, una garra y una potencia a la guitarra de Jabs tan desgarradoras como insultantes; y a esto había que añadirle su exquisita y depurada técnica. Aquello sonaba como un cañón cuya crudeza te atravesaba las tripas. Hoy en día Matthias hace tiempo que está acomodado en sus laureles, pero en aquellos años era conocido como el Eddie Van Halen europeo; por algo sería.
Matthias Jabs.
Hoy volverán a reinar en Madrid. El que quiera y haya podido trincar un ticket podrá disfrutar de ellos en directo y el que no quiera o tenga sus mil y un motivos para seguir criticándoles lo tiene fácil: que se quede en su casa. Pocos músicos hay hoy en día que mantengan a la hora de tocar en directo un nivel tan alto -nunca igual, eso es imposible, pero sí muy cercano- con respecto a sus obras originales como Scorpions. Recordemos que Klaus Meine tiene 76 años y Rudi Schenker los mismos menos tres meses. Que me presenten a los músicos, y en especial a los cantantes que no se llamen Glenn Hughes, que puedan seguir manteniendo el nivel interpretativo que presentan nuestros queridos escorpiones a estas edades. Nuff said.
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Seguimos en verano y seguimos recuperando esta sección. Ahora nos vamos a acordar del estupendo disco en directo publicado por Yngwie Malmsteen y que lleva por título "Trial By Fire. Live In Leningrad". Este fue el primer disco en vivo publicado por el díscolo guitarrista y vio la luz del sol allá por el lejano año 1989, una posterior publicación en VHS apareció en el año 1991.
El sueco llevaba una potente banda comandada -si es que en el universo Malmsteen alguien que no sea él mismo pueda comandar algo- a la voz por Joe Lynn Turner, Barry Dunaway al bajo y los hermanos Johansson al teclado y a la batería.
Después de este directo han ido llegando muchos más, pero este tiene un no sé qué que qué sé yo que me subyuga. Llegó a mis vírgenes oídos el veranito de 1990 y desde entonces me ha ido acompañando religiosamente todos los Julios posteriores. Todo en él es aprovechable. El grupo suena como un cañón y la guitarra neoclásica y exageradamente recargada de Yngwie hace las delicias de todos sus seguidores. Además, presentaban en esa gira el estupendo disco titulado "Odyssey", por lo que tocaron bastantes temas de este disco tan interesante para el que esto escribe.
La edición del directo estaba presentada en un disco sencillo, por lo que se omitieron algunos de los temas interpretados durante esa gira. Más tarde salió la edición del show completo en vídeo, por lo que aconsejo al oyente sacarse una copia de audio para así poder disfrutarlo en su totalidad.
Set list disco sencillo:
Liar
Queen in love
Deja vu
Far beyond the sun
Heaven tonight
Dreaming (Tell me)
You don't remember I'll never forget
Guitar solo (Trilogy suite)
Crystal ball
Black Star
Spanish castle magic
Set listvídeo:
Intro
Rising force
Liar
Queen in love
Deja vu
You don't remember I'll never forget
Crystall ball
Far Beyond the sun
Dreaming (Temm me)
Fury
Guitar solo (Trilogy suite)
Heaven tonight
Riot in the dungeons
Black star
Spanish castle magic
Nada tiene desperdicio. En lo que a mí respecta, me he pasado toda la vida escuchando con los cascos a tope en mi cerebro "You don't remember" con el guiño al "Strange kind of woman" del "Made In Japan" de Purple, el logradísimo "Queen in love" al que Turner le daba una nueva sensación, el final con la versión de Hendrix que te dejaba con la miel en los labios tras ese ridículo final en fade out y, sobre todo, "Far beyond the sun" unido con "Heaven tonight". En fin, una delicia y algo que todavía quedaba muy lejos del Yngwie actual, que tiene todo el escenario para él mientras que arrincona en un lateral a sus músicos a sueldo.
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Instalados ya en el verano, recuperamos otra especie de sección que hace tiempo publicamos en este humilde blog que agradecemos estés leyendo en estos mismos instantes. Que la música provoca emociones y sensaciones es tan cierto que no ofrece discusión, por lo que estarás de acuerdo con nosotros, estimado lector, que cada época del año permite evocar determinadas melodías que están presentes en nuestras cabezas y vísceras saturadas de esa música que tanto disfrutamos.
Dentro de la etapa veraniega hay un buen puñado de canciones, discos y hasta grupos que personalizan claramente este momento tan especial del año, seguro que cada uno tenemos los nuestros. Por lo que a este plumilla respecta, Billy Gibbons es uno de esos artistas sin los que es imposible entender y disfrutar la estación estival. Justo ahora que su grupo, los ZZ Top, se encuentra inmerso en su primera gira europea post Covid -España excluida del itinerario, por supuesto-, es un momento perfecto para recordar este tema tan adecuado para este momento del año.
"My lucky card" apareció en el que hasta el momento es su tercer y último disco en solitario titulado "Hardware". Todos los elementos característico del buen Hard Rock con toques sureños y cañeros de ZZ Top están presentes en este trozo de música. Además se condimentan con esos toques mexicanos de los que tanto gusta picar este guitarrista y cantante tan especial. Gibbons se deja acompañar a la batería por Matt Sorum, que a su vez colaboró en la creación y producción del disco. Incluso el vídeo clip de presentación se ambienta en ese rollo de la arena, el calor, un coche clásico en una carretera comarcal llena de tierra y polvo y, por supuesto, un garito en medio de la nada en el que entrar a tomarte algo con alcohol mientras suena en un lateral un grupo tocando Blues Rock con actitud, talento y pelotas.
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Una vez más, regresamos; para regocijo de unos y desesperación de
otros, supongo. En cuanto llaman a nuestra puerta los primeros rayos de sol de
la esperada época estival, regresando como cada año para alegrarnos con sus
variopintas posibilidades y agobiarnos con su calor asfixiante, no nos podemos
resistir a abordar de nuevo otra de esas ridículas e imposibles clasificaciones
musicales que constituyen un delicioso sinsentido en sí mismas y que
entretienen nuestras inquietas mentes, infectadas hasta las trancas del
asunto musical y sin redención posible.
Retornan una vez más las jornadas de sol, la playa, el calor, el
sudor, los chiringuitos, la poca ropa, los días asfixiantes y las noches
nebulosas. El atardecer frente a las olas del mar, con tus pies descalzos sobre
la arena húmeda, degustando esa bebida fría que tanto te gusta y charlando de
cualquier interesante banalidad con esa persona con la que te sientes tan a
gusto y feliz.
Este año volvemos a acercarnos a la música y nos preguntamos una nueva
cuestión tangencial, perpendicular a las antes abordadas en lo que ya debemos
empezar a considerar como la sección veraniega de nuestro pequeño rincón
virtual; puedes revisar las de años anteriores pinchando aquí. Este verano le
toca el turno a los distintos perfiles de personas a las que les gusta/disgusta
leer sobre música. Para todo el que disfrute leyendo letras juntas, tenga
tiempo que perder y no se tome demasiado en serio lo que viene a continuación…
o sí.
- Para estar informado.
Este es uno de los usos primordiales por excelencia de la lengua
escrita, no solo para la cuestión musical, sino para cualquier ámbito de la
vida. La información transmitida de manera escrita tiene la virtud de
permanecer intacta, completa y a nuestra disposición cuando lo estimemos
oportuno. En el terreno musical nos permite conocer todos los datos, noticias y
detalles de nuestros grupos preferidos; es por esto que todo aquel seguidor de
la música de los grupos por los que profesa amor incondicional gusta de repasar
todos esos datos y detalles, por insustanciales e incluso ridículos que le
puedan parecer al resto de sus semejantes, que le permiten estar a la última.
Antes esta noble labor la sostenía la prensa musical especializada, aunque
a veces de especializada tenía bien poquito, y las incipientes biografías sobre
los artistas y grupos que aparecían para alegrarnos la vida a los consumidores
compulsivos de datos y anécdotas sobre los mismos. La periodicidad de dicha
información en la mayoría de los casos era mensual y, por increíble que
parezca, nos parecía bien a casi todos. Eran otros tiempos, no éramos
consumidores compulsivos de mierda, no necesitábamos doscientos millones de
estímulos visuales por segundo, no había iluminados grabando estupideces sin
gracia ni gilipolleces para colgarlas de sus redes sociales y, en definitiva,
éramos casi capaces de degustar las cosas con una cierta serenidad, dejándote
empapar por ellas. Con la venida de la realidad virtual global llegaron las prisas,
la sobreestimulación y los palurdos con móvil que se creen ocurrentes y/o
graciosos. En este contexto actual la música tuvo que asumir esas expectativas
y se empezó a generar también la sobreinformación que puebla nuestro planeta y
nos va haciendo cada día un poco más idiotas.
Ahora tenemos muchos más canales de comunicación escrita y muchísima
más variedad, pero con la contrapartida de que la morralla puebla a sus
anchas. Seamos realistas: un artista no puede generar cientos de noticias de
enjundia a cada segundo que pasa, por lo que se ven obligados a llenar esos
nuevos canales con cuestiones banales… o si no que alguien me explique dónde
está el interés informativo cuando el músico te dice que acaba de grabar las
bases de batería de cuatro canciones de su nuevo disco o te cuenta que no le
gustan los cereales… pero hay que dotar de contenido nuestra nueva realidad
virtual diaria. Lo mejor de los casos, como siempre, es tener bien desarrollado
el sentido crítico y de análisis de la realidad para seleccionar lo que resulte
importante y te aporte.
- Les gusta leer.
Pues resulta que es así. Hay gente que pulula por ahí y que de veras
disfruta cuando se le pone a tiro una sucesión de letras escritas… y si tienen
un mínimo sentido ni te cuento… y si están unidas con cierta gracia y talento
aquello ya es el acabose. Estos seres no necesitan impostar ninguna pose
petulante ni cargante, es que simplemente disfrutan leyendo, disfrutan
informándose, les llena la cuestión tanto de fondo como estética, les encanta
dejar que su imaginación y su intelecto vuelen saltándose las tristes reglas
sociales. Son seres de luz que hacen mejor todo lo que tocan y a la gente con
la que se relacionan.
En este contexto, los diversos textos escritos que tienen cualquier
tipo de relación con la cuestión musical siempre vienen a completar y/o enseñar
nuevas perspectivas para todo ávido oyente musical. Siempre es bienvenida
cualquier nueva información, dato o aporte sobre esos grupos y artistas que
tanto nos gustan, incluso si la información que se comparte no es positiva o
agradable. El problema viene aquí cuando se vierten mentiras y bulos para
desacreditar al objeto informativo y llenarlo de mierdas. Suele ser habitual
que los que inician estas tristes informaciones falsas sean los que se dedican
a criticar per se. Para ellos también tenemos un apartado que
desarrollaremos a continuación
Por otro lado, no hay nada mejor que escuchar ese disco que tanto te
gusta mientras lees con detalle y pasión todos los datos que te ofrece el
libreto interior de dicha obra, sobre todo si el artista de turno tiene algo
que decir con letras para complementar su creación. A este respecto me vienen a
la cabeza casi de inmediato los discos de WASP titulados “The Crimson
Idol” o “The Neon God”, obras conceptuales que, además de contener
grandes composiciones y sonar que te cagas, van ligadas a una historia que el
propio Blackie Lawless te narra de su puño y letra.
- Para criticar.
Tan cierto y propio de nuestra condición humana como la vida misma.
Que la persona es un ente que respira y critica es un axioma que no permite
réplica… y si hablamos/leemos sobre música la cosa se acentúa todavía más. En
este contexto el lenguaje escrito ofrece un perfecto soporte para dar rienda
suelta a la necesidad innata que el ser humano tiene de mostrar su
acuerdo/disconformidad con lo que sea que se le pase por su cabeza.
En este espinoso asunto de la crítica podemos observar dos vertientes:
la constructiva y la contraria. Si nos centramos en la primera, puede ser de
gran ayuda para todo aquel que disfrute de la música y tenga interés por
descubrir nuevos grupos, artistas y discos con los que engordar las ya de
seguro grandes estanterías que posea en alguno de los habitáculos de su morada.
Para esto la crítica escrita puede ser uno de los medios más eficaces y desde
luego de los más accesibles. Hoy en día podemos acceder de inmediatoa cualquier tipo de información escrita
gracias a nuestros dispositivos móviles, a los que nos encontramos conectados
día y noche sin descanso. Esa posibilidad inmediata y real de tener acceso a
casi cualquier tipo de información de carácter artístico es una bendición para
algunos de nosotros, melómanos sin remedio de la causa musical, aunque también
puede ser un arma de doble filo si no sabes poner a tu servicio estas nuevas
herramientas virtuales, ya que puedes acabar convertido en su esclavo.
Por otro lado, si nos referimos a la crítica destructiva, la cosa toma
derroteros más peliagudos. Los seres más mediocres y retorcidos que uno pueda
imaginar se sienten en su estado natural cuando poseen una plataforma desde la
que verter toda su bilis y ponzoña corrosiva atacando a cualquiera que sea su
objetivo de turno. Conviene observar, cualquier psicólogo de parvulario se
puede dar cuenta, que por norma general estos irritantes y estreñidos personajillos
actúan así debido a sus propias frustraciones, miedos o demonios.
Permíteme, estimado y sufrido lector, que finalice la explicación de
este apartado deteniéndome un poco más en la anterior consideración. Como en
todos los ámbitos de la vida podemos distinguir dos tipos de personas: las que
se alimentan de sus propias experiencias y las que se nutren de las miserias de
los demás. Dentro del primer grupo se encuentran todas esas personas cuyas
experiencias vitales, tanto positivas como negativas, les llenan y colorean ese
apasionante cuadro incompleto que es la vida. Suelen ser seres curiosos -nunca
cotillas, ya que se encuentran completos con sus propias inquietudes- y se
beben la vida a cada instante. Entienden cada día como un nuevo reto, cada
amanecer como una nueva página en blanco deseosa de ser escrita, cada atardecer
como un nuevo y apasionante estímulo y cada anochecer como el final y/o el
principio de una nueva historia de la que se sienten parte íntegra. Por
desgracia el segundo apartado está poblado por otros seres que, pese a
pertenecer a la misma especie que los del primero, se encuentran en universos
del todo diferentes. Estos personajes grises parecen adolecer de estímulos personales,
no demuestran inquietudes, intereses, deseos de crecer o evolucionar; más bien
lo contrario. Se pasan sus días elucubrando, metiendo sus narices en los
asuntos de los otros, rebuscando en los cubos de basura de las vidas ajenas
para ver qué miserias encuentran. No les suelen interesar las buenas noticias o
las situaciones que a otros nos alegrarían, se nutren de lo negativo, engullen
las desgracias aderezadas con su propia morbosidad para fagocitar una suerte de
apestoso revuelto que por lo visto resulta que les da vida… o algo parecido.
Pocos elogios saldrán de su boca, supongo que su propia mediocridad les impide
alegrarse por la brillantez o genialidad de cualquiera de sus semejantes. Pero
a la hora de comentar cualquier traspiés… ahí estarán los primeros de la fila,
inasequibles al desaliento y ofreciendo todo lujo de detalles -ciertos o no,
poco importa la verdad en estos casos- para emponzoñar la situación hasta el
límite. Casi siempre estos comportamientos resultan ser una especie de válvula
de escape a su triste condición. Seres vacíos de contenido y que probablemente
jamás entenderán lo que se puede llegar a sentir contemplando un atardecer en
ese lugar que tanto significa para ti acompañado de tu melodía favorita y/o de
esa persona que hace que tu vida sea mejor.
- Para cotillear.
Derivado del apartado anterior. Inquina y cutrerío que escupen determinados palurdos a los que el intelecto
difícilmente les da para no cagar en la calle durante las procesiones. Uno de
los males del ser humano como especie más extendido. En serio, el porcentaje de
cotillas que nos rodea y acompaña resulta tan elevado como exasperante e
inquietante. Es que le das una patada a una piedra y te salen veinte tipejos
que, sin que nadie les haya preguntado, valoran los pros y los contras
de la patada que acabas de dar, siempre saben cómo dar esa patada mejor que tú
y le cuentan a sus tristes semejantes todo lo ocurrido con la patada exagerando
e inventando cuantos detalles sean necesarios. Oscuros y lineales seres,
apestados de tósigo gris, tan vacíos de todo que necesitan llenarse con las
miserias de otros. Esto en el mundillo del artisteo, como por desgracia
en otros ámbitos de la vida, está a la orden del día.
- Para aportar.
Hay seguidores del asunto este musical que tan locos nos vuelve a
muchos de nosotros que disfrutan compartiendo y comentando sus gustos e
inquietudes con sus semejantes. Les gusta la música, comprenden y son capaces
de sentir el lenguaje musical en su piel, les hace sentir mejor el hecho de
escuchar tal disco o visionar cual concierto y, en definitiva, esa sucesión de
sonidos forma parte de su día a día. Si eres capaz de entender lo que estás
leyendo en este momento y puedes posicionarte en estas coordenadas tan
subjetivas como enriquecedoras, entonces te saldrá sola la necesidad de
compartirlo con la gente capaz de sumergirse en este mismo estado mental y
vital.
De este presupuesto igualmente se desprende el deseo de conocer más
datos, curiosidades, cotilleos y demás entresijos de esos artistas que consiguen
llegar a acariciar nuestra fibra más delicada. Compartir ideas, inquietudes,
opiniones y todo lo que te sugiere esa creación musical que tanto te llena pasa
a ser un ejercicio del todo reconfortante y saludable. Y qué mejor manera de
hacerlo que en la barra de cualquier garito nocturno, frente a tu bebida
favorita, arropado por la intimidad de la noche y con la compañía adecuada. Si
eso no es la definición de felicidad, seguro que se acerca.
- Para conocer miles de datos.
Derivada de la anterior. Quedamos en que hay personas que disfrutan la
música, la sienten de verdad -no todo el mundo está capacitado para sentir la
música y hacerla parte propia- y se documentan porque les llama la atención,
porque quieren conocer más cosas sobre eso que tanto le aporta. Hasta aquí todo
correcto; como en cualquier ámbito de la vida, si algo atrae poderosamente tu
atención, sientes la necesidad de saber más. Esto es una característica propia
de la condición humana: la curiosidad bien entendida, nada que ver con el
asqueroso y putrefacto cotilleo al que nos hemos referido en otro apartado
anterior. Lo que no está del todo claro que sea saludable y/o normal es el
deseo que determinadas personas sienten de conocer absolutamente todos los
datos posibles sobre cualquier cuestión del ámbito musical. Estos sujetos tan
peculiares como incomprensibles para el resto de sus supuestos semejantes y con
los que este humilde escriba se siente tan identificado, resulta que sienten
una pasión tan irrefrenable por determinadas manifestaciones musicales que no
pueden sustraerse a su poder arrollador y necesitan todas las dosis posibles de
eso que les hace alcanzar un estado de Nirvana espiritual. Es en
ese momento cuando resuelves que ya no tienes solución y estás por completo
enganchado al disco de tal artista, a la interpretación de cual grupo o al
virtuosismo de no sé quién con su instrumento. Sí, ya sé que estas
consideraciones serán consideradas poco menos que marcianadas para todos aquellos supuestos semejantes incapaces de
emocionarse con una pieza musical o de permitir que toque su piel determinada
interpretación de un músico. Pero esto es marginal.
Es en este momento en el que ya está todo perdido y no te queda más
remedio que tomar decisiones drásticas en tu vida encaminadas a alcanzar el
conocimiento más absoluto posible sobre el asunto musical del que se han
quedado prendados tu corazón, cabeza, genitales y alma.
- Para así no tener que escuchar discos.
Afirmación que, por muy impensable que resulte a primera vista, se llega
a producir en determinadas situaciones. Lo normal para poder opinar o charlar
sobre una canción, disco, grupo o concierto es haberlo escuchado y/o visionado
previamente. La lógica del presupuesto es tan sencilla como irrefutable. Sin
embargo, el ser humano muchas veces -demasiadas, tal vez- se rige por
presupuestos ilógicos e incomprensibles para el resto de sus semejantes.
Pululan por los estrechos vericuetos musicales sujetos que opinan sobre asuntos
musicales… sin haber escuchado la música de la que hablan en sí misma!
Delirante, pero cierto. Tengo unos cuantos ejemplos atómicos que sostienen esta
afirmación tan disparatada. Uno lleva media vida charlando de música con las
gentes de Dios, a los que nos gusta hablar y mantener una buena
conversación nos resulta imposible sustraernos a ella si se cruza en nuestro
camino.El caso es que si hablas de música, o de cualquier otra cosa de
la vida, en más de una ocasión te vas a topar con gente que no tiene ni puta
idea de lo que dice; esto es algo que descubre el interlocutor que sí pilota
sobre el tema de turno en cuanto lleva diez minutos de charla con el primero.
En cuestiones musicales esto está más a la orden del día de lo que sería
deseable. Hay bastante gente que habla sobre grupos musicales, artistas o
discos sin siquiera haberlos escuchado o habiéndolo hecho de manera muy somera.
Supongo que en el fondo no sienten demasiada pasión por la música, pero les
mola todo el mundillo que genera a su alrededor. Imagino que se preparan el
discurso previamente en sus guaridas, se fusilan la primera información que
trincan por internet, generalmente incorrecta y sin cotejar, y sueltan su
particular speech al primer pobre inocente que encuentran en su camino.
Otras veces lo que buscan es aparentar o ser el centro de atención del grupo
humano en el que han caído en suerte. Lo ideal en estos casos suele ser no
entrar al trapo y encontrar algo de entretenimiento mientras les pones en
aprietos al seguir su propia conversación sobre algo que en realidad
desconocen. Y un dato inquietante: a veces los protagonistas de este apartado
son los propios músicos.
- Para no enterarse de nada.
No podía ser de otro modo. No sabemos si se debe a tema genético, a la
mierda de educación de nuestras supuestas sociedades avanzadas, al Reggaetón
-o como coño se escriba- y sus ¿letras? imposibles, al uso pasado de vueltas de
los celulares o a que sencillamente el ser humano es de condición estúpida; el
caso es que, sin necesidad de rebuscar mucho, nos vamos a encontrar por estos
mundos de Dios a sujetos que, pese a tener acceso a información escrita,
no son capaces de enterarse de nada de lo que quiera que sea que hayan leído. Y
en el asunto musical la cosa no iba a ser diferente. Confundir a artistas como Uli
Jon Roth con David Lee Roth, por el hecho de que ambos nombres
artísticos acaben igual, es solo la punta de iceberg. Me remito a este ejemplo
rápido porque lo sufrí recientemente.
Tampoco ayuda mucho que los nuevos canales de comunicación escrita,
esos que lo petan y de los que casi todo el mundo tiene dependencia de
esa enfermiza, se caractericen por permitir y hasta alentar el uso
desgarradoramente incorrecto de la noble lengua de Cervantes. En fin.
¿Será que de verdad el hombre es el único animal idiota?
Uli Jon Roth. David Lee Roth.
- No leen.
Pues sí, hay gente que no lee… ni va a leer jamás; y si lo miras con
perspectiva, ni tan mal. Al menos son consecuentes: no me interesa leer y lo
llevo por delante. No van por la vida dándoselas de cosas que no son, ni
frivolizando, ni vacilando, ni dando la brasa sobre lo eruditos que pueden ser
en lo que a la música que les gusta se refiere. Casi siempre lo primero que
suelen decirte en cualquier conversación casual es que no se preocupan
demasiado por seguir la actualidad de sus grupos preferidos. Salvo excepciones,
gente de luz que no se complica demasiado la vida y con la que suele ser un
placer enriquecedor charlar sobre gustos musicales y artistas diversos.
- Para completar la escucha de un disco.
Este apartado seguro que solo lo podrán entender los más viejos del
lugar, esa subespecie rarísima de seguidores musicales que siguen consumiendo
-algunos hasta comprando…con su propio dinero!- discos de música. Cierto,
estimado y puede que imberbe lector. Hubo un tiempo lejano en el que no existía
internet y le gente escuchaba la música que le gustaba adquiriendo, comprando,
grabando o robando los discos de sus artistas preferidos. Tiempos muy lejanos,
sí; pero esto es marginal.
Una canción es algo así como un prisma, algo multicultural que ofrece
muchas lecturas. Un disco era y es una colección de canciones, pero con la
característica de formar una obra artística en su conjunto además de contener
la individualidad de cada tema musical. Esa sucesión de canciones está
elaborada con minucioso y obsesivo cuidado por parte del artista, buscando una
determinada intencionalidad y sentido en su conjunto. Todo habla cuando llega a
tus manos un disco, no solo las canciones, sino también el orden, las
secuencias, los diferentes momentos e intensidades, la portada, contraportada,
libreto y, por supuesto, las letras de las canciones; algunos hasta contienen
en su interior una propia historia o narrativa escrita al margen de las propias
letras de cada uno de sus temas musicales, aspecto al que ya nos hemos referido
en apartados anteriores. De hecho, hay discos que consiguen transmitir tanto
como obras en su totalidad que las propias canciones cobran una vida propia y
distinta a la que tienen por separado; no mejor ni peor necesariamente, solo
distinta. Pocas cosas hay más reconfortantes, bellas y maravillosas que
sentarte en el sofá de tu casa, ponerte un buen Rioja, atenuar la luz lo
suficiente para poder ver, colocarte las gafas si ya peinas algunas canas,
sacar el cassette del “Zenology” de Zeno de su cajetilla,
encender tu reproductor y abandonarte durante la siguiente hora de tu vida en
el insondable universo paralelo que la guitarra de Zeno Roth te ofrece
mientras manoseas y relees una y mil veces el libreto con toda su información,
sus atómicas fotos, dibujos y demás detalles que conforman esta obra de arte.
Un disco es como un cuadro en su totalidad. En cuanto a las nuevas generaciones
-y no tan nuevas- que solo consumen música de manera aleatoria en Spotify,
Youtube o el canal de turno que sea, degustar un disco es como contemplar
un cuadro en un museo: observas el lienzo en su totalidad, no solo un rincón o
una parte del mismo. Con el disco pasa lo mismo, todas las canciones conforman
en conjunto la obra completa, más allá de que cada canción en su singularidad
también tenga vida propia. Aunque imagino que para estas gentes del nuevo mundo
digital esto de leer las letras -en español, inglés o en otro idioma- mientras
escuchas un disco les será del todo incomprensible.
- Para aprender o perfeccionar idiomas.
Variante del apartado anterior. Una de las mejores formas de aprender
o afianzar la adquisición de un idioma es escuchando las letras de canciones en
cualquiera que sea la lengua objeto de nuestro estudio. Si quieres
familiarizarte con un idioma extranjero, no tienes más que leer libros escritos
en esa lengua, escuchar música cantada en esa lengua o visionar pelis
dobladas en esa lengua. Incluso yours truly, pese a haber sufrido la
enseñanza de la lengua de Shakespeare de la manera menos pedagógica y
más chapucera posible, puede moverse por el mundo con su inglés carabanchelero.
Todo gracias a los libros y a la música, of course.
- Para vacilar.
Se ha sugerido en apartados anteriores. Existe un grupo más o menos
nutrido de personas que aprovecha cualquier información musical para desplegar
su particular arsenal dialéctico; ansiados de la necesidad de la palabra, en el
momento en el que la consiguen, pasan a desarrollar su propia performance
verbal con la que seguro acabarán agobiando a los sufridos adláteres que se hayan
visto abocados a asumir ese rol en la conversación musical de turno. La mayoría
de protagonistas de este apartado no suelen tener ni puta idea de lo que
hablan, otros se documentan y empollan los datos con anterioridad para
vomitarlos en cuanto encuentran la más mínima oportunidad. Lo que suele ser
siempre común a todos ellos es que, en cuanto te encuentras metido en la
conversación que casi siempre quieren monopolizar, te das cuenta casi a las
primeras de cambio que lo que buscan es notoriedad; los motivos musicales,
artistas, grupos, discos, canciones o conciertos pasan a un ridículo segundo
plano arrollados por el ego desmedido de nuestro casual conversador. Hasta el
peor psicólogo/sociólogo de la promoción puede ver las carencias afectivas e
inseguridades de estos sujetos a los pocos minutos de empezar a escuchar su speech.
Pero no agobiarse cuando algún individuo de esta categoría se cruce en
nuestro camino. Una vez detectados, puedes encontrar algo de diversión si la
misteriosa causalidad del universo te conduce a compartir espacio vital con
estos peculiares seres tan trístemente pagados de sí mismos. En lugar de pensar
en el posible plomo que te acaba de tocar en la ruleta, uno puede
divertirse en esta atómica situación. No tienes más que seguir su propia
conversación hasta que nuestro querido protagonista la cague… y ten por seguro
que la va a cagar, es cuestión de tiempo. Resulta interesante ser testigo de la
incomodidad de cualquier charlatán cuando no sabe salir de la conversación que
él mismo haya iniciado o intentado monopolizar. Siempre se coge antes a un vacilón
que a un cojo.
- Por obligación.
Aquí nos encontramos con otro extremo. La lectura es un placer en sí
mismo y su uso una experiencia íntima y enriquecedora cuando adquieres la soltura
y criterio adecuados para degustarla, pero desgraciadamente hay personas que no
han pasado por el recorrido vital adecuado para poder disfrutarla. En este
mundo actual que el ser humano se empeña en teñir de gris cada día que pasa,
lamentablemente abundan más de lo deseado este perfil de personas. Sujetos que
te mirarán con cara de incredulidad si te ven agarrando cualquier artilugio
lleno de hojas con letras y que pasarán a un estado de estupefacción si les
animas a que ellos también lo manipulen. Esta gente difícilmente se informará
por medios escritos; bueno, tal vez estarán al tanto de todos los cotilleos y
miserias que se pasen por las aplicaciones de sus celulares.
Por otro lado podemos encontrarnos con gente que no tiene problemas
con interpretar los códigos de la lengua escrita, pero que no siente pasión
ninguna por usarla. Aquí el problema no es el lenguaje en sí mismo, sino más
bien la información que se transmite. Por el motivo que sea, no les interesa lo
más mínimo el asunto sobre el que tienen que leer o escribir, pero se ven
abocados a hacerlo porque es o forma parte de su trabajo. Y en nuestra bendita
prensa musical especializada no se iba a producir la excepción. El mundo al
revés: miles de personas que desearían ganarse la vida escribiendo y leyendo
sobre la música que les apasiona, mientras que dentro del elenco de escogidos
que pueden hacerlo nos encontramos con personas que no sienten la más mínima
pasión por lo que leen/escriben o directamente lo detestan. Por supuesto, si
les preguntas jamás lo van a reconocer.
- Biografías de músicos y/o grupos.
Otro variante del anterior. Pues claro que sí, las biografías sobre
grupos musicales y/o artistas es una bendición para muchos de nosotros.
Entiendo que al oyente común le pueda bastar con tener a su disposición
cualquier cutre canal virtual para poder acceder con la inmediatez que nos ha
implementado nuestro mundo moderno a las canciones que le gusten, o simplemente
para poder tener un hilo musical de fondo en su día a día. Imagino que para
estas gentes inventos peregrinos como el Spotify les vengan al pelo.
Nada que objetar, cuando la necesidad es peregrina suele servir un remedio
peregrino. Sin embargo, para todos aquellos que leemos nuestra vida en términos
musicales, algo tan inocuo, parcial, incompleto e impersonal como este tipo de
plataformas se queda corto, muy corto. Es por esto, estimado lector, que te
recomiendo que, si eres de esos defensores a ultranza del dichoso Spotify,
dejes de perder tu tiempo leyendo este apartado y probablemente la totalidad
del artículo, ya que no vas a entender nada de lo que aquí se cuente.
Pero volvamos al objeto de este apartado. Cuando la música forma parte
íntegra y vital de tu propia vida, resulta casi imprescindible poseer las
biografías de los creadores de eso que hace de tu caminar por este mundo
loco una experiencia más plena y feliz; y si el libro está escrito por alguien
que sepa escribir y no está autorizado por el propio músico, mejor. Muchos de
estos libros te ofrecen una visión más completa de las interioridades y
peculiaridades de esos genios que vinieron a este mundo con el don de crear
buena música. De este modo la lectura de cualquiera de estos artefactos suele
ser el complemento ideal para escuchar una vez más esa discografía de aquel
grupo que te vuelve loco. Solo desde estas coordenadas podemos entender la
necesidad de dedicar una semana de tu vida a sumergirte en el apasionante
universo paralelo de alguien como David Lee Roth con la lectura de su
última biografía publicada hace solo unos meses. Todo ello mientras escuchas de
nuevo la impresionante discografía de Van Halen y su saga esperando la
llegada de cualquier noche de verano sentado en el chiringuito más destartalado
y rebuscado de tu playa favorita.
Ya se me pasaba. Solo un último y pequeño apunte con respecto a
nuestro querido Spotify, la jodida Alexa y demás dispositivos y
aplicaciones que elevan el mercadeo de la industria musical a la categoría de comida
basura. Por lo visto a sus seguidores se les llena la boca diciéndote en
cualquier discusión sobre ellas que dichas plataformas poseen toda la música
que existe publicada y que quieras escuchar. La de cenas que he ganado
apostando justamente lo contrario. Animo a cualquier incrédulo que todavía dude
de lo que afirmo a que me lo plantee si por aquellas deliciosas coincidencias
de la vida cruzamos nuestros caminos y surge esta conversación.
- Porque no pueden sustraerse a ello.
Lo necesitan. Si realmente te apasionan la música y la literatura, si
de veras disfrutas leyendo sucesiones de letras mezcladas con estilo y talento
tanto como escuchando esas notas musicales que solo unos pocos escogidos las
hacen sonar con alma o si eres de esos pocos elegidos a los que se te eriza la
piel, se te acelera el corazón, se te hace un nudo de pasión en el estómago y
te estalla el cerebro al leer ese texto o escuchar esa canción que solo tú
sabes puede abrir la compleja cerradura de tu emoción más escondida, entonces
seguro que entenderás de lo que llevamos un buen rato hablando en este texto.
Entiendo que estas consideraciones no sean para todo el mundo. Tal vez sea
mejor así, tal vez.
Solo se me ocurre algo mejor y más gratificante que un texto sublime o
una composición musical extraordinaria: que ese texto sublime sea la letra de
esa canción extraordinaria. Nada puede superarlo. Magia en estado puro.
Es en este momento en el que quiero recordar y reivindicar la figura
del más grande: Ronnie James Dio. Sí, el tristemente fallecido vocalista
consiguió aunar como nadie estos dos mundos artísticos y vitales, mostrando un
nuevo y apasionante camino de vida para millones de nosotros. Alzo mi copa por
él. Otra vez en mi recuerdo. Una vez más.
It’s only been an hour
Since he locked her in the
tower
The time has come
He must be undone
By the morning
Many times before
The tyrant’s opened up the
door
Then someone cries
Still we close our eyes
Not again
Meet me when the sun is in the
western skies
The fighting must begin before
another someone dies