La Música es necesaria
–imprescindible diría yo- para entender la vida. Tiene un poder ambivalente,
como las personas, puede ser la cosa más seria del mundo y a la vez te la
puedes tomar a broma con una sonrisa de oreja a oreja. En medio de estos
primeros calores veraniegos, con la pluma en una mano y una cerveza casi helada
en la otra, nos vamos a adentrar en otra de esas imposibles y ridículas
clasificaciones que tanto nos entretienen mientras penetran dentro de nuestro ser las
músicas que nos fascinan en nuestro día a día. Esta vez nos hemos querido
detener en el insondable océano de motivaciones que llevan a un músico a formar
un grupo -para otro momento dejaremos el todavía más inabordable mar que le lleva
a cualquiera a intentar tocar un instrumento musical-. Cualquier progenitor se
echa a temblar cuando suenan las terribles palabras: “papa, mama, que quiero
aprender a tocar la guitarra”, solo superadas por la afirmación “mama,
papa, que quiero aprender a tocar la batería”. La azarosa e irresistible
manera de entender la vida desde el enfoque de pertenecer a un grupo de Rock
nos ha permitido pergeñar una serie de perfiles que tenemos el placer de
compartir en estas páginas. Como de costumbre, cada uno tendrá su particular
visión del asunto y podrá coincidir o divergir en lo que viene a continuación.
De cualquier modo, a lo que estamos invitados todos es a pasar un rato
divertido sin tomarnos más en serio de lo estrictamente imprescindible mientras
le hacemos un merecido homenaje a todos esos grupos musicales que tanto
entretenimiento han venido a traer a nuestras cotidianas vidas.
1.-Para gastarnos una broma.
No se me ocurre mejor manera de comenzar esta imprudencia. En nuestro
país no estamos muy familiarizados, pero causaron un auténtico furor en
Norteamérica; hablamos de Spinal Tap.
Este grupo a caballo entre lo real y lo ficticio nació a raíz de una película
de mediados de los ochenta que constituía una sátira de todo el entramado del
mundo del Hard Rock, con todos sus
estereotipos y excesos. Se trataba de una especie de documental ficticio que
describía los avatares de un grupo de Heavy
Metal creado por el propio autor y los protagonistas. La ácida y sagaz
caricatura de los entresijos de este particular mundillo, elevada a la potencia
por el director Rob Reiner hizo del
film un rotundo éxito… menos en España, que no se llegó ni a proyectar en los
cines; claro. De hecho los actores montaron el grupo de manera real y llevan
publicados hasta ahora tres discos; bueno, si atiendes a su discografía oficial
llevan varias decenas de ellos –ficticios, por supuesto– con títulos tan
punteros como “Brainhammer”, “Intravenus
de Milo”, “Bent for the Rent” o mi favorito “No Place Like Nowhere”. Imposible no caer desarmado a sus pies.
Por supuesto, todo forma parte de la broma. Cada uno tendrá que decidir si se
están riendo con el Heavy, por el Heavy o del Heavy Metal. La salud mental de una persona suele estar determinada
por la capacidad que tenga de reírse de sí misma. Lo cierto es que lo clavan,
no se dejan ni el más mínimo detalle en el tintero para ser frivolizado y todo
con un gusto exquisito en su banalidad. Todos los clichés habidos y por haber
dentro del Rock duro aparecen por aquí: Spinal Tap son el único
grupo que tiene en la rosca de su equipo de sonido el número 11 para poder
subirse el volumen hasta arriba; han despedido y reclutado a cientos de
baterías a los que les han ocurrido las situaciones más ridículas
imaginables, incluso la mayoría han fallecido sin motivos aparentes; se separaron y se
volvieron a juntar tras montar un proyecto de música Folk y un sinfín
de situaciones tan esperpénticas como cachondas tomadas del muestrario de la mitología rockera. El fenómeno se ha convertido
en algo tan grande que incluso en la actualidad cada vez que a algún músico o
grupo le pasa algo extravagante se dice que ha vivido una situación Spinal
Tap. Ni que decir tiene que músicos de primera categoría como Joe Satriani no dudaron en colaborar en
sus discos –los tres de verdad– cuando se lo ofrecieron. La consagración definitiva
se produjo cuando quedaron inmortalizados en algunos episodios de Los
Simpsons, ya sabemos que solo alcanzas el auténtico estrellato si sales en
esta serie. Ahora a ver si tocan en España… o pasan la peli… aunque sea con
subtítulos.
Spinal Tap / Los Simpsons.
Spinal Tap volumen al 11.
2.-Para ligar.
La referencia inevitable, el clásico recurrente. Supongo que dentro de
la idiosincrasia actual el asunto circula en otra dirección, pero resulta
complicado negar esta afirmación dentro del devenir musical de los últimos
años. La poderosa atracción que el músico ejerce sobre las personas del sexo
contrario -o del mismo- es algo a tener en cuenta, estéril resulta negarlo. Ya
lo decía el icónico Lemmy (DEP) hace un montón de años, uno de los
motivos para decidirse a tocar una guitarra era que las chicas te empezaban a
mirar de forma distinta; según la filosofía del mítico cantante de Motorhead
una mujer se sentía atraída por ti si empuñabas una guitarra y se desvestía más
rápido si sabías tocarla. En fin, no seré yo quien contradiga al señor Kilmister.
En estos tiempos inciertos todo este discurso ha cambiado diametralmente -por
fortuna- y quiero pensar que las nuevas generaciones hemos superado todo este
asunto. Por otro lado resultaría ridículo intentar negar que todo este fenómeno
fan enloquecido dispuesto a cualquier cosa por intimar con sus ídolos no
ha sido una realidad íntimamente ligada al complejo negocio musical. La figura
de las groupies –fans, en su mayoría femeninas, que se
caracterizaban por mantener relaciones sexuales con los músicos- está documentada
con bastante fidelidad a lo largo de todos estos años, para bien o para mal.
No es menos verdad que acercarse a estas disquisiciones en la
actualidad puede plantear situaciones incómodas según los enfoques empleados.
Es cierto que el predominante papel masculino en la Historia de la Humanidad
está necesitado de una revisión y que la visión de lo femenino va más allá
del discurso ese tan irritante del “como tengo madre, esposa e hijas nadie
me tiene que enseñar nada sobre esto”; mucho más allá. Por otro lado no veo
ningún problema con las relaciones sexuales, con las diferentes situaciones de
atracción que se producen entre las personas, con todo el juego de gestos y
comportamientos que conllevan las mismas o con el papel que juegan dentro de
toda la mitología del Rock n’ Roll… siempre que sean aceptadas,
consentidas y disfrutadas por todas las partes implicadas; ahí reside la
esencia del asunto.
En fin, por quitarle algo de hierro a un asunto que tiene mucho,
finalizamos este apartado con la famosa Cynthia Plaster Caster. Esta groupie
se caracterizó en aquellos tiernos años setenta por hacer réplicas de yeso de
los miembros viriles de los músicos famosos a los que tenía acceso. Se labró
una reputación trabajando los pechos y penes de aquellos músicos que se
ofrecieron como modelos. En su haber se encuentran “esculturas” de las partes
íntimas de gente tan especial como Jimi Hendrix, Wayne Kramer, Aynsley
Dunbar o Eric Burdon entre otros.
Cynthia Plaster Caster.
3.-Como una experiencia en la vida.
Aquí no tiene que haber necesariamente un anhelo, una pasión o deseo
expreso por la música en sí -que también-. El motor principal es el deseo de
experimentar; bueno, unido a la capacidad de entender música y dominar algún
instrumento. Pueden ser músicos en potencia que acaben dentro de una banda de
música de manera coyuntural y para los que ese sentimiento vital adherido al
ser de algunos de nosotros no sea la motivación principal. Lo que nos lleva a
otro interesante debate: ¿puede uno ser capaz de interpretar música y no sentir
una pasión desbordante por la misma? Ahora mismo pienso en muchos de esos
músicos de Clásica que invierten todas sus energías en alcanzar la
perfecta interpretación de una determinada pieza musical. ¿Dónde reside esa
pasión?, ¿en la pieza musical en sí, en su adecuada interpretación o en ambas?
Volviendo al motivo al motivo del apartado. Seguro que todos conocemos
a alguien que sabe tocar un instrumento musical y en algún momento de su vida
se ha lanzado a rentar un local de ensayo para practicar con una formación
musical, aunque al final no haya salido nada de aquello y en la actualidad esa
historia no sea más que una grata batallita a contar en las reuniones de amigos
mientras su instrumento duerme plácidamente en cualquier rincón de su morada.
4.-Para cumplir un sueño de juventud.
Relacionado con el apartado anterior, aunque con diferencias
sustanciales. Aquí podemos encontrar dos tipos de vertientes: por un lado los
que desde una tierna edad sintieron la llamada y han acabado haciendo de la
música su estilo de vida y medio de sustento; por otro lado se encuentran todos
aquellos que se quedaron en el camino. La amalgama de historias, situaciones y
vivencias que adornan el objeto de este apartado resulta tan entrañable como
conmovedor; solo de pensar en la cantidad de grandes músicos que, por un millón
de motivos distintos, se han quedado en el camino un escalofrío recorre mi
piel. En el otro extremo nos encontramos con esos grupos y músicos más o menos
consagrados y las peripecias que han recorrido a lo largo de todos sus años de
formación hasta alcanzar su estatus actual; en este sentido leer las distintas
biografías que de unos años a esta parte se han puesto tan de moda resulta una
bendición para todos los que sentimos curiosidad por los avatares de nuestros
grupos favoritos. De las últimas que han pasado por mis manos recomiendo
encarecidamente la biografía de Bernie Marsden, un tipo que consigue
trasladar al lector una pasión por la guitarra y el Blues que siente con una sencillez y cercanía que te desbordan.
Bernie Marsden: "Where's my guitar".
5.-Para fardar.
Esto de dedicarse al mundo de la música se puede tomar de un modo muy
serio o muy trivial, según se mire; incluso hay ocasiones en las que estas dos
posiciones se suceden. Cuando uno es joven, alocado y se deja llevar por la
tensión del momento, puede aparecer la tentación de usar la música como medio
en lugar de como fin. En este caso lo más importante puede no ser el deseo de
formar un equipo de camaradas con los que adentrarse en los absorbentes
senderos de interpretar e incluso crear Música,
tal vez su lugar lo ocupe un cierto deseo de hacerse notar, llamar la atención
y todas esas cosas tan propias del ser humano cuando todavía no ha alcanzado su
madurez o su cabeza aún no está lo suficientemente amueblada. Nostálgicos
recuerdos de añorada adolescencia en los que te encontrabas con gente que
quería estar en un grupo de música sobre todo para poder decírselo a los demás
mortales, la mayoría de las veces sin que ni siquiera se lo preguntases. Si
después pasabas a la fase de escucharlos con su instrumento la cosa ya pintaba
peor. En fin, muchas veces las personas nos afanamos en explicar, redundar o
justificar determinadas cuestiones sin darnos apenas cuenta de que lo que más
habla de nosotros siempre suele ser lo que no decimos.
Más curioso resulta el hecho de encontrarte con tipos adultos -al
menos en apariencia exterior- que siguen hablando de su pertenencia a un grupo
musical como un trofeo en sí mismo. ¿No debería ser una realización más que un
trofeo?, ¿un camino más que una meta?… Cuanto más enjundioso me parece un
músico menos se preocupa de agobiarte con perolatas y más se dedica a
crear algo artístico destinado a llenar almas
6.-Para intentar dedicarse profesionalmente al mundo de la Música.
El que lo tiene claro; todos mis elogios para él, porque demuestra
arrestos y determinación sin ni siquiera proponérselo. Uno puede haber
descubierto el hechizo de la Música,
haberse quedado prendado de ella, haber sentido la necesidad de interiorizarla
de la mano de cualquier instrumento musical, haber pasado por todas las
tonterías y dichos que inundan este peculiar mundillo y haber decidido invertir
sus ilusiones y dineros en un local de ensayo junto a otros como él, pero dar
el salto cualitativo de pretender hacer de este tinglado su opción de vida le
pone en un estrato superior. Gracias a Dios he tenido la suerte de
conocer a un buen puñado de músicos -y los que me quedan-, incluso de poder
llamarme amigo de algunos de ellos, y ya desde ese humilde e incompleto posicionamiento
te puedes dar cuenta de lo duro, sacrificado, difícil y puñetero que puede ser
el negocio de la Música. Un mundo
injusto en el que no prospera necesariamente el que tiene más capacidades y
arte en su interior, un mundo en el que otros factores que poco a nada tienen
que ver con tu destreza e inspiración ejercen su peso sobre esa lotería en la
que cada vez más se ha convertido el mundo del arte. Por eso aquí quiero
acordarme y reivindicar la figura del músico: esa persona cuyo talento especial
consigue hacer tu vida un poco más feliz.
7.-Para vivir de la música.
El paso más allá del anterior apartado, el que tiene claro que quiere
hacer de la música su trabajo. Uno de los románticos ideales de todo aquel que
decide agarrar un instrumento y sacar música de él. Hay una mezcla de ilusión y
pragmatismo en estas consideraciones, desde la idílica idea de ser capaz de
interpretar y/o crear música hasta hacer de ese propósito un estilo y modo de
vida solvente hay un recorrido lleno de obstáculos. Es del todo plausible que
cualquier persona tenga ese deseo, pero llegar a la determinación y al
convencimiento de recorrer ese camino merece todos mis respetos y
reconocimiento. Pero, por si estos interrogantes no fuesen suficientes, en
nuestro camino se pueden cruzar otros más cotidianos: ¿qué pasa cuando te
sientes realizado con un determinado estilo musical o forma de entender tu arte
y solo te surgen posibilidades con otros tipos de música que no solo no te
interesan sino que directamente detestas?, ¿hasta dónde es lícito hablar de la
integridad musical del músico?, ¿separar música por trabajo que te permita
financiar el camino para que tu propia música sea rentable y solvente como modo
de ganarte la vida? Interrogantes demasiado peliagudos para que nadie se atreva
a tirar la primera piedra.
En estos tiempos inciertos que nos han tocado vivir una cosa está
clara: no resulta nada fácil buscarse la vida -como muy bien apunta en su letra
la canción de Bella Bestia titulada “Un puntapié en el trasero”- y encontrar una fuente adecuada de ingresos; y ganarse la vida con un oficio que
te guste y te realice ya casi es Ciencia Ficción. Ahora bien, no se me
ocurre nada más justo en este mundo que un artista con capacidad y talento
pueda vivir de su arte y de hacernos felices a todos los que disfrutamos de sus
creaciones.
Bella Bestia: "Un puntapié en el trasero".
8.-Por los amigos.
- “Oye, que nos falta otro guitarra. Estamos en el local trabajando en
un tema de la Grand Funk. Pásate si
quieres esta tarde y ves cómo sonamos”. En pocos mundos como en
este salen a relucir tanto las condiciones humanas, para lo bueno y para lo
malo. Por los amigos lo que sea; si se necesita un músico para tocar y tu lo
eres, lo más normal es que en caso de que las logísticas personales lo permitan
te metas de cabeza a la aventura de tocar música en común. La principal virtud,
como en el resto de ámbitos de la vida, es la sinceridad y la capacidad de
decir las cosas claras, a la cara y desde el respeto. Cuando la amistad es
fuerte, puede hasta con las tensiones internas en un grupo de música.
Grand Funk Railroad.
9.-Para tocar en directo.
Muchos músicos descubrieron la pasión por la música escuchando unas
determinadas canciones, se sintieron hechizados desde ese momento y pasó a ser
algo esencial en sus vidas -como se ha comentado en el anterior apartado-.
Debido a esa necesidad interior su siguiente pasó fue juntarse con otros
músicos para interpretar música y, tras alcanzar un determinado nivel de
ejecución en conjunto, finalmente quisieron exponerlo todo para que el resto de
la gente lo escuchase. Esta lógica tan básica como intrínseca justifica sin
dificultad la existencia de los conciertos, una especie de sucesión de
escalones que conducen a una determinada desembocadura. Debemos estar
agradecidos.
Aunque no es menos cierto que también puede producirse otro recorrido.
Seguro que todos los que nos hemos sentido tocados por la varita mágica de la Música
conocemos a gente de nuestro entorno más o menos cercano que ha subido otro
tipo de escalones o, al menos, los ha recorrido en un orden alterno. De esta manera
nos podemos encontrar con gente que por lo que ha sido tocada es por el
irrefrenable deseo de tocar en directo, exponerse a los focos, sentirse centro
de atención y todas esas características que suelen aparecer impreso en el ADN
de muchos de los músicos en algún lugar de la lista. El problema viene cuando
ese deseo de exposición ocupa los primeros lugares de la personal escala de
principios y el talento se queda al final… si es que siquiera aparece.
10.-Para no tocar en directo.
El extremo contrario del apartado anterior. Poco importa que seas uno
de esos pocos afortunados agraciados con
la extrema habilidad de tocar un instrumento de manera única o con un
visionario don creador; si alguna de tus conexiones neuronales llegan a la
conclusión de que no te sientes cómodo interpretando música en directo,
entonces nos dejarás al resto de pobres mortales sin la insondable satisfacción
de disfrutarte encima de un escenario.
11.-Por la pasión que sienten por la música.
Directamente conectada con otros apartados y auténtica fuerza vital,
inasequible al desaliento, que hace que movamos todas las montañas que hagan
falta hasta alcanzar el objetivo deseado. Una especie de fuego interior tan
difícil de verbalizar, pero tan fácilmente reconocible para todo aquel que lo
experimenta y que justifica cualquier acción realizada por rocambolesca y
suicida que pueda parecer a ojos extraños. Algo tan deliciosamente subjetivo
como la Música no podía sustraerse a esta mágica sensación.
12.-Los que se lo tienen creído.
Una mezcla de narcisismo y estupidez es lo que suelen ir rezumando
algunos de los individuos que se pueden enmarcar por aquí. Ya de por sí resulta
agobiante el hecho de toparte con gente pagada de sí misma a la que se le llena
la boca para vanagloriarse sin que ni siquiera se lo hayas preguntado. Pueblan
cualquier ámbito de la vida y el musical no iba a ser una excepción.
Curiosamente suele ocurrir -salvo en contadas excepciones- que cuanto mejor y
más agraciado es un artista, menos importancia le da a todas estas banalidades
y más se preocupa de lo importante: su arte. Conviene separar al músico de la
persona, siempre conviene hacerlo. Puedes ser un genio y, a la vez, alguien
insoportable; no hay duda sobre ello. Incluso puede que parte de tu talento se haya
desarrollado en aras de esa dificultad para socializar como igual, la mitología
relacionada con encumbrar en altares que tanto nos gusta seguro que no ayuda.
De todos modos hay gente con unas capacidades tan superiores que se le puede
perdonar todo en cuanto escuchar las primeras notas de cualquiera de sus
canciones. El problema viene cuando te toca lidiar con individuos de talento
musical sub-cero que, para más inri, piensan que son los mejores en lo
suyo. Las situaciones que salen de ahí pueden resultar de lo más amorfas. Lo
ideal es tomarse estas encerronas con humor porque, no cabe duda alguna, suelen
ser cachondas a más no poder.
13.-Los que no tienen ni idea de tocar.
Derivado del apartado anterior. Por más que te intenten convencer de
sus habilidades no puedes dejar de pensar que lo único que pasa es que han
equivocado su profesión; aunque para gustos los colores, ya se sabe. Lo más
curioso es que algunos consiguen salirse con la suya en cuanto al éxito y
reconocimiento. Seguro que todos tenemos en mente a sujetos con fama mundial
que no han sido capaces de sacar una sola interesante de su instrumento en toda
su carrera musical y ahí los tienes, copando listas de éxitos y llenando
arenas.
14.-Porque saben tocar un instrumento.
Una afirmación que, por muy de Perogrullo que parezca,
resulta que no es para nada gratuita. Se supone que alguien que se mete en un
grupo y se sube a un escenario para tocar música debe, como mínimo, saber tocar
el instrumento que empuñe entre sus manos. Nada más lejos de la realidad, a
poco que escarbes en la superficie te encontrarás desde sujetos que se
defienden pobremente en cuanto intentan sacar algún sonido hasta individuos que
no son ni tan siquiera capaces hacer que su propio instrumento suene afinado.
Las justificaciones para semejante dislate suelen ser de lo más entretenidas:
desde gente que considera que para tocar en un grupo lo más importante son
otras cosas como la presencia, la actitud, la química, la publicidad y un no
sé qué más de banalidades a cuál más irritante, hasta los que van por la
vida sin ni siquiera parecer darse cuenta de sus carencias más básicas. En fin.
Uno no tiene más que llevar a sus oídos algo como “Lotus feet” de Steve
Vai para salir de esa maraña de frivolidad hipócrita y reposar plácidamente
en el universo paralelo de todo aquel que disfruta de una manifestación
artística de elevada calidad compositiva interpretada con exquisita técnica y
pasión desbordante.
Steve Vai: "Lotus feet".
15.-Porque son genios.
Está escrito en piedra, hay unos cuantos afortunados que tienen un
talento tan personal y desbordante que se tienen que dedicar a esto de la
música; no hay otra opción posible. Estos tipos tocados con la caprichosa
varita divina, los que pertenecen a la especie de uno entre un millón, los que necesitan pocos dedos de manos para
ser contados, se encuentran en un nivel distinto que les permite sustraerse de
elucubraciones peregrinas, declaraciones públicas innecesarias y demás avatares
para juntarse con otros como ellos –o que les puedan seguir– y sumergirse por
completo en su música. Supongo que cada uno tendremos nuestra propia – y seguro
que en la mayoría de los casos corta– lista; en mi caso ahora mismo tengo muy
presente a Jeff Beck, uno de los de
esta categoría por derecho propio. Visita estos días los escenarios españoles y
como curiosidad conviene caer en la cuenta del pequeño detalle de que nadie
habla mal de Jeff Beck; todos, desde
músicos consagrados hasta los fans más despistados y pasando por toda la prensa
y medios de comunicación, solo tienen palabras de reconocimiento hacia este
músico y su trayectoria artística. Por algo será.
Jeff Beck.
16.-Para mandar.
Hace mucho tiempo un buen amigo me dijo que solo había dos tipos de
personas en el mundo: las que mandan y las que obedecen. Pese a no estar del
todo de acuerdo con esta afirmación, debo reconocer que entre los distintos
perfiles de la personalidad de la gente podemos tener en consideración estas
premisas.
Cierto es que en nuestros trabajos, con nuestros seres queridos o en
las diferentes relaciones sociales hay personas que tienen una predisposición
para mostrar el camino a seguir, para llevar la voz cantante o para tomar
decisiones cuando es necesario hacerlo; por otro lado están aquellos que
prefieren dejarse llevar y seguir por el camino que antes trazaron los
primeros. El inquietante mundo de los grupos de música no iba a ser menos. El
artista no deja de ser alguien con personalidad marcada y que, puede que por su
capacidad para percibir el mundo de modo transversal, gusta de tomar sus
propias decisiones. Legendarias han sido y son las luchas de poder dentro del
seno de los grupos musicales, otro modo de agrupación social con unas
jerarquías intrínsecas que hacen seguro las delicias de cualquier aficionado a
la sociología. Los binomios Page/Plant, Jagger/Richrads, Blackmore/Gillan,
Tyler/Perry, Bach/Bolan y podríamos seguir así todo el día no son más que
ejemplos palpables de la lucha por el control de decisiones dentro de la
música.
Una cosa está clara: no todo el mundo vale para mandar. Es necesario tener
seguridad y confianza en tus decisiones y presupuestos para que no te caigas
con toda la maquinaria encima; si aciertas el mérito será tuyo, pero si algo
falla pasarás a ser el máximo responsable. Además es muy importante contar con
el peso moral y/o el talento para que el resto del personal te siga. Muchas de
las grandes decisiones de la historia musical hay que agradecérselas a estos
tipos que tuvieron clara su visión y fueron capaces de imponerla. Sin la famosa
terquedad de Ritchie Blackmore puede que nunca hubiésemos disfrutado del
clásico “In Rock” y de lo que vino después. No olvidemos que por
entonces Deep Purple era un interesante grupo que todavía estaba
buscando la definición de su complejo sonido y venía del terreno al que le
había llevado Jon Lord al grabar el también clásico “Concerto for
Group & Orquestra” en el que fusionaron Rock y Clásico;
por usarlo como botón de muestra.
Steven Tyler/Joe Perry.
Ian Gillan/Ritchie Blackmore.
Combinar la habilidad de liderar un grupo sin caer en el despotismo
absoluto no es tarea fácil. Una vez más, aparece por aquí la figura del
guitarrista Yngwie Malmsteen. Nuestro entrañable músico se caracteriza
por despertar grandes pasiones y grandes rechazos casi por igual, imposible un
término medio con este hombre. Se ha caracterizado a lo largo de toda su
carrera musical por dirigir sus designios con mano de hierro y voluntad
inquebrantable, acertase o no lo que está claro es que nadie le puede achacar
que se haya arrugado a la hora de decidir. Esta imposible carrera hacia sí
mismo queda retratada con la imagen del directo de su último dvd publicado hace
unos años: más de la mitad del escenario destinado a ser ocupado solo por él
mientras que el resto del grupo aparece arrinconado en el lateral izquierdo de
la imagen. Una imagen vale más que mil palabras.
Yngwie Malmsteen contra el mundo.
17.-Para obedecer.
El extremo contrario. Lo más natural es pensar que el mundo artístico
sea terreno poblado por personalidades individuales que esculpen su propio
camino, saliendo de la pauta marcada en busca de esa necesaria originalidad que
los signifique; no parece un lugar proclive a gente que se deje llevar sin
cuestionarse los porqués. Pero no, por curioso que resulte también en el
panorama musical nos podemos encontrar a esos yes men o tiernos
corderitos que avanzan por las sendas que previamente les marcan y diseñan.
Comandando los puestos de cabeza de este singular apartado nos encontramos a Vanilla
Ice. Este elemento, que pasará a la Historia de la Música -si es que
lo hace- por haber plagiado el famoso tema de Queen “Under pressure”,
representa a la perfección estas cosas de las que hablamos. Nuestro irritante Helado
de Vainilla pasó del Hip Hop
al Rap, al Pop o al Grunge sin apenas ruborizarse,
haciendo lo que quiera que fuese que sus asesores le aconsejasen para vender un
puñado más de discos y salir en las teles; ¿coherencia, tesón, fe en uno
mismo?… conceptos vacíos de significado para este encantador elemento, más
interesado en cambiar sin pudor hasta de ropa interior en caso de que fuese
necesario para obtener éxito. Gracias a Dios, Brian May y compañía
pusieron las cosas en su sitio y llevaron ante los tribunales al pseudo
rapero por los derechos de composición; ante la citación judicial nuestro
hombretón rapero apretó el culo y se apresuró a llegar a un acuerdo con el
campamento Queen, sabedor de lo
obvio del plagio. De este modo el dichoso tema “Ice ice baby”
desapareció de nuestra vista y de nuestros oídos.
18.-Porque están metidos en la música desde niños.
Pese a que la Música
constituye un idioma universal y social, no deja de ser además una cuestión
íntima y personal. Puede que no tengas casi ningún tipo de estímulo en tu
entorno familiar, pero te acabe picando su gusanillo; sus caminos son
inescrutables. A veces se da la paradoja de que le gente con innegables dotes
musicales no han tenido apenas estímulos durante su infancia y otros que se han
criado en el seno de familias que se han preocupado hasta el vómito porque
labrasen una carrera musical no poseen ni un gramo de talento. El destino es
caprichoso y el mundo del arte y del talento aún más.
Nos vamos a detener aquí para darles su merecido protagonismo a todos
aquellos músicos que han nacido y crecido en entornos familiares en los que se
ha tenido en cuenta esta sensibilidad artística y se ha trabajado desde el
principio. Los oídos de estos afortunados artistas han escuchado música casi
desde el minuto uno, para todos aquellos que consideramos la música como una
necesaria bendición que te acompaña en todos y cada uno de los momentos de tu
vida y de tu día a día no nos puede parecer más lógico y obvio que desde la
tierna infancia la educación tenga en cuenta la exposición a estos estímulos
tan necesarios para formarnos como personas bien amuebladas y de provecho. Alguien como David Lee Roth tuvo sus primeros encuentros con el mundo del espectáculo
cuando gracias a su tío Manny Roth,
propietario del icónico local neoyorquino Café
Wha? En el que actuaron artistas como Bob
Dylan o Jimi Hendrix, empezó a
merodear por el local a la tierna edad de siete años; no se me ocurre mejor
bautismo rockero y seguro que Diamond
Dave tomó buena nota de lo que experimentó durante esos años formativos.
Imagino que hay gente que ya desde una sus primeros tiernos momentos deja ver
claramente que se va a dedicar a esta pequeña y loca cosa llamada música.
Cafe Wha? 2015.
David Lee Roth.
19.-Para componer y tocar sus propias composiciones.
Ligado al anterior. Todo aquel artista que tenga la capacidad de
componer e interpretar música, debe hacerlo por el bien de la humanidad. Los
caminos para alcanzar tal fin son variados y sinuosos, qué duda cabe, pero
cuando se tiene la determinación de luchar por algo al final acaba dándose por
añadidura. La decisión de reunirse con otros tipos capaces de tocar es un
escalón necesario para alcanzar este fin. La mayoría de las veces, si tienen la
enorme suerte de acabar en un grupo con gente que genere la química compositiva
necesaria, serás capaz de dar forma a algo único y que refleje la personalidad
del propio grupo. Una dirección imposible de esquivar para todos aquellos que
han sido prendados por esta pequeña y loca cosa llamada música.
20.-Porque son músicos.
Se puede resumir todo este gran tinglado, que algo único y adictivo
debe de tener que al que le engancha lo hace sin solución, bajo el
convencimiento de que la Música es algo inherente al ser humano. Un
lenguaje, una expresión artística que permite sacar a la luz y dar forma a las
emociones e inquietudes más diversas. La música facilita una comunicación
inmediata y atemporal entre todos aquellos que son capaces de degustarla y de
sentirla, algo tan profundo como superficial, tan social como íntimo, tan
complejo como sencillo y, en definitiva, tan esencial como el aire que
respiramos, la comida con la que nos alimentamos o las personas a las que
amamos. Lleva con nosotros prácticamente toda la vida y está en completa
conexión con el caminar -no sé si llamarlo avance- de la raza humana. Ser
músico no es un trabajo, al menos así me lo parece, es una opción de vida, algo
a lo que no te puedes sustraer si eres uno de los escogidos con la bendición de
poder crear y/o interpretar música. No se me ocurre mejor manera de terminar
estas mundanas reflexiones adaptando la definición que acuñó el genial e
irrepetible Freddy Mercury: “esa pequeña y loca cosa llamada música”.
Jajaja, poniendo el dedo en la llaga pero de buen rollo. Me ha gustado sobre todo lo de las luchas de poder en los grupos por ver quien se lleva el gato al agua. También podemos meter en ese saco la lucha bajista/cantante (Harris/Dikinson) de Maiden. Un abrazo. Ginés.
ResponderEliminarCómo olvidar a alguien como Vanilla Ice, menudo impresentable. Copió la canción de Queen y decía por entonces que ni conocía esa canción, que no la había copiado. Menos mal que hay una justicia universal que pone a cada uno en su sitio. Otro de esos aprovechados sin talento estilo Milly Vanilli (o como se escriba).
ResponderEliminarAnda que no hay "flipaos" metidos en la música (como en otros ámbitos de la vida también), menos mal que lo que abunda es gente con talento y que quiere hacer las cosas bien.
ResponderEliminarMe parto, muy ocurrente, y captando muchas de las cosas que de verdad pasan de puertas para adentro en los grupos. Añadiría también el que pasa por doscientos mil grupos para discutir con todo el mundo. RP.
ResponderEliminarY el que toca muy bien, pero lo hace solo por gusto y no monta un grupo en su vida (aunque todos sus amigos se lo pidan). Feliz verano
EliminarFran
Que no se te olvide también todos los que son hermanos y forman un grupo: Los Van Halens, los Robinsons, los Van Zant, etc. Jejejj Buen verano. Luis.
ResponderEliminarLos Simpsons es la mejor serie de la historia de la televisión (y no me refiero a los niños, porque esta serie la considero para todos los públicos).
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