En estos inciertos tiempos que corren en los que resulta casi inaudito
que alguien pague dinero por comprar un cd y en los que casi todo el mundo
acumula o consume música como un subproducto inmediato, de esos de usar y
tirar, resulta imposible sustraerse a las motivaciones que podemos tener las
personas para acumular o adquirir música
en sus diferentes formatos y soportes. La era digital ha cambiado muchas
costumbres relacionadas con el hecho musical y plataformas como Spotify, Itunes, Deezer , Amazon u otros sitios de streaming han irrumpido con fuerza para
servirnos canciones al por mayor como si se tratase de comida de cualquier cadena
de cutre-hamburguesas.
Con el deseo de cerrar la trilogía sobre inquietudes musicales se nos
ha ocurrido una clasificación que explica distintos perfiles de público y sus
motivaciones para adquirir música en cualquiera de sus posibles variantes.
Vuelve a ser esta una distribución deliciosamente relativa, seguro que cada uno
puede hacer la suya propia.
1 - Para almacenarla.
El primer tipo de espécimen que vamos a abordar por aquí responde a un
perfil que ha existido desde que la música es música. Se trata de ese sujeto
que tiene como máxima recopilar la mayor cantidad de música posible. No está
claro el hecho de que la vaya a disfrutar, puede que ni siquiera llegue a
escucharla jamás; lo importante, sin duda, reside en el hecho de poseerla y
almacenarla.
Hace años, en esa época pleistocénica en la que no existía internet ni
descargas gratuitas y para adquirir música debías comprarla, esas personas
tenían la sana costumbre de grabar todos los discos que caían en sus manos. Y,
si no caían en sus manos, no tenían ningún reparo en pedirte que les pasases toda
tu discografía; toda. Poco importaba el tipo o estilo de música, de lo que se
trataba era de acumular.
En la actualidad, las nuevas tecnologías se lo han puesto mucho más
fácil. Internet se ha erigido como ese nuevo amigo o conocido global al que
pedirle toda suerte de discos. De nuevo la cuestión musical pasa a ser
secundaria, se lo bajan todo y punto. Incluso ha aparecido toda una nueva
generación que, no solo se lo descarga todo para probablemente no degustar
nada, sino que además opina que esto debe ser así y que no se debe pagar por
adquirir música. Inquietante.
2 - Por inercia.
Aquí no hay un especial afán de recopilar porque sí. Las personas que
se pueden incluir dentro de este perfil realmente llegar a disfrutar la música
que poseen y les ayuda a ser felices. El asunto es que lo llevan haciendo toda
la vida y forma parte de la costumbre. Muchas veces no hay un requisito
especial para que determinado disco pase a formar parte de tu vida, simplemente
te lo grabas y a la estantería o al disco duro.
3 - Porque se lo pasan los amigos.
No podían faltar los amigos por aquí. Sin duda todos conocemos a
alguien cuya vida no gira en torno a la música ni tiene una especial colección
de discos, cds o carpetas de archivos en su ordenador. Lo curioso aparece
cuando de pronto te sorprenden al informarte de que han adquirido algún
nuevo cd, de esos poco conocidos o habituales. No es que se hayan convertido a
la religión de aquellos obsesos que vivimos entre estrofas y estamos en un
permanente estado de alerta buscando la nueva joya musical que siga iluminando
nuestra existencia, simplemente es que se lo ha pasado un amigo. Incluso
podemos encontrarnos a gente que solo tiene en su casa la música que le han ido
pasando los amigos durante su vida. De cualquier manera la importancia de los
amigos sigue siendo capital. Cuando cae en tus manos una joya musical, uno
tiene la obligación moral de compartirla con la gente que te importa, aunque el
destinatario tarde tiempo en comprender la grandeza de aquello que le regalas.
Una vez más el asunto tiene esa connotación religiosa: siembra, que algo queda.
4 - Para regalar o para
recibir un regalo.
Un clásico. No se me ocurre mejor regalo que hacerle a alguien que sea
importante en tu vida. ¿Ropa, colonias, corbatas, platos que ponen eso de “te quiero…” o similares? No; no hay
nada como regalar música y, si aciertas, la satisfacción y el éxito resultan
plenos. No es superable el hecho de obsequiar con un disco a alguien importante
para ti y que le guste de verdad, puedes dar por seguro que los recuerdos de
ese regalo y de ese momento van a acompañar durante el resto de la vida a la
persona a la que se lo has regalado. Nada es comparable a esa experiencia
mística; bueno, podemos considerar el regalo de un libro como algo que puede
producir un efecto similar, pero no es lo mismo. Hay que tener en cuenta que el
libro tiene las cualidades necesarias para producir ese efecto de recuerdo
imperecedero. El asunto es que la música tiene una inmediatez mayor. Resulta
muy complicado que te leas un mismo libro más de diez veces, mientras que hay
discos que puedes llegar a escuchar cientos de veces a lo largo de tu vida.
También hay que contar con que puede ser que escuches una determinada canción
en cualquier contexto de tu devenir diario que inmediatamente active el
recuerdo del regalo y sus sensaciones; imposible competir con eso.
5 - Para coleccionar.
Uno de los principales motivos para acumular ingentes cantidades de
material discográfico en los sufridos estantes de nuestras humildes moradas y
librar nuestras sufridas conciencias de culpas que no dejan dormir es el
coleccionismo. Bajo esta bandera enarbolamos esa extraña fijación por poseer
todo el material musical existente de nuestros grupos preferidos. Esta panda de
adorables frikis perdidos nos sentimos incapaces de explicar dentro de las
coordenadas del razonamiento humano las motivaciones que nos llevan a abarrotar
nuestras residencias, pequeñas y humildes en la mayoría de los casos, de ese
número descomunal de vinilos, cds, cassettes y un sinfín inimaginable de memorabilia musical de variado pelaje.
Es igual, nadie sabe explicar el por qué pero siempre hay un momento a lo largo
de tu vida en el que necesitas escuchar tal o cuál disco mientras manoseas la
portada, el libro, una foto o el artilugio más descabellado e inimaginable que
se te pueda ocurrir. En este sentido el seguidor del grupo Kiss conforma una subespecie con características propias, puesto
que el propio grupo, sabedor de esta debilidad humana, lleva años sacando al
mercado un abanico de productos de merchandising
que comprende desde soportes musicales, ropas o vasos hasta productos tan
surrealistas como preservativos o… ataúdes; sí, en el caso de que fallezcas el
adorable bajista Gene Simmons lo
tiene todo preparado: te vende un ataúd personalizado por un pastizal y listos.
Dentro de esta peculiar raza humana nos podemos topar con diferentes
especies. A la cabeza de la pirámide evolutiva se encuentran los coleccionistas
de productos originales de los músicos. Es este un grupo selecto y selectivo
que se caracteriza por la necesidad de poseer objetos únicos y originales,
pudiendo pagar sumas de dinero verdaderamente astronómicas para poder adquirir
la primera edición descatalogada del disco fantasma de un grupo o los
pantalones desgastados con los que el artista de turno grabó su canción más
famosa; todo vale y todo es coleccionable. En un rango menor se encuentran
otros sujetos, poseedores también de una deliciosa pedrada musical, que
prefieren almacenar discos originales, pero a los que les valen también las
copias. Suelen ser mirados con desdén, suspicacia y, por qué no, un cierto
grado de desprecio por parte de los coleccionistas originales de los que hemos
hablado antes. En un mundo elitista y complejo, este del coleccionismo, regido
por sus propias y singulares leyes.
6 - Por publicidad o por aparentar.
Hay gente que nunca sabremos si se dedica a escuchar y recopilar
material discográfico, lo que está claro es que demuestran un especial hincapié
en hacérnoslo saber por activa y pasiva. No tenemos más que sumergirnos en
alguna de esas deliciosas y apasionantes conversaciones sobre música al abrigo
de la barra de cualquier bar y de nuestra bebida preferida. Si damos con el
interlocutor adecuado tendremos la suerte de asistir a un master universitario
en conocimientos musicales y vitales; también nos vale un entorno tan dado a
ello como el final de cualquier concierto, con la posterior sesión en el primer
tugurio que tenga a bien atender a esa sarta de melenudos que se pasan todo el
día hablando de pamplinas. Los distintos actores que pueden participar en estas
improvisadas sesiones conforman una fauna variada y propia en sí mismos, pero
lo que no suele fallar casi nunca es el espécimen que posee nociones sobre todo
tema a tratar y deja caer con
displicencia la colección musical que supuestamente atesora. Generalmente se
les cala a la legua y, muchas veces, ellos mismos van corriendo de cabeza al
fango de sus propias palabras. Nos podemos encontrar de todo: fans de primera
fila, puretas ocasionales y hasta los
propios músicos de otros grupos que han asistido al evento, la mayoría de las
veces como un acto puramente social en el que el objetivo principal puede ser
el de dejarse ver por el resto de la plebe. Conviene reseñar que normalmente el
grado de conocimiento y volumen de la propia biblioteca musical de cada
improvisado interlocutor suele ser inversamente proporcional a su deseo de
notoriedad en la casual conversación; como en casi todos los demás ámbitos de
la vida.
7 - Porque se la regalan.
Aquí nos encontramos a todos aquellos que reciben música como regalo
sin pagar por ella. No queremos referirnos a los destinatarios del apartado
anterior de los regalos a la gente de tu entorno. Se trata fundamentalmente de
la gente que trabaja en los distintos medios de comunicación, periodistas,
locutores, gente dedicada a la promoción e informadores varios. Dentro de este
grupo nos encontramos con sujetos de variado pelaje y la casuística puede
ofrecer un abanico de perfiles tan abultado como sorprendente. Aquí habitan
desde periodistas que disfrutan con prácticamente todo lo que llega a sus
oídos, escuchando y manteniendo más o menos sus propios criterios musicales a
la hora de comentar la música que reciben, hasta individuos que se rigen por
otro tipo de criterios para evaluar cada cd que cae en sus manos y que suelen
ser menos rigurosos… por decirlo de modo suave. En este segundo tipo de perfil
nos podemos encontrar con que el informador de turno reciba una interesante
cantidad de discos de actualidad de grupos importantes que tenga que comentar y
desgraciadamente la valoración suela depender más de lo generosa que se muestre
la compañía discográfica de turno que del valor intrínseco de la música del
disco; qué coño, dudo incluso que lleguen a escuchar cada disco en su totalidad
antes de emitir su crítica. Este tipo de individuo suele estar en una posición
de cierto poder dentro del mundo de las comunicaciones y suele aparecer
estrechamente relacionado con el mismo que realiza la crónica de un concierto
cometiendo errores al comentar las canciones que ha interpretado la banda o
incluso equivocando el nombre de los integrantes del grupo al que supuestamente
ha ido -invitado, por supuesto- a ver actuar para cubrirlo informativamente
hablando. La verdad es que hemos mejorado bastante en los últimos años. Ahora
que está de moda nuevamente Rainbow
con la vuelta de Ritchie Blackmore al Rock recuerdo la crónica del concierto
que se publicó en la prensa española especializada allá por el año 1995 con motivo
de la gira de presentación del hasta ahora último disco en estudio de la
formación Arcoíris. El escriba de turno nos soltó media crónica con los manidos
clichés de que si el grupo, que si Blackmore,
que si el público de las primeras filas, que si el ambiente… y en cuanto empezó
a comentar algo sobre las canciones lo primero que nos dijo fue que el grupo
empezó tocando el tema “Burn”.
Estuve en ese concierto y no daba crédito a lo que leía, puesto que empezó con “Spotlight kid”; equivocarse con el
primer tema y con una canción tan emblemática como “Burn”. Pero es que el resto de la crónica mantuvo ese mismo nivel.
En fin, el colmo del profesionalismo. Otro de los vicios de la prensa ha sido
el de comentar los discos teniendo solo un adelanto de tres o cuatro temas.
Repito, afortunadamente se ha avanzado mucho en estos últimos años.
Rainbow 2016.
Menos mal que todavía siguen quedando auténticos periodistas que son
escrupulosamente profesionales y se toman su trabajo con la seriedad necesaria.
Siempre me ha parecido tarea compleja la de evaluar o comentar un disco o un
concierto en directo y valoro mucho cuando cae frente a mis ojos un escrito de
alguien que desprende conocimiento y pasión por lo que escribe.
8 - Tras ver al grupo en concierto.
Otro tipo de gente es la que no suele acercarse a las tiendas de
música –que casi han desaparecido por completo- pero que puede adquirir el
disco de un grupo en la propia zona de merchandising
después de ver la actuación en directo. Este perfil puede estar directamente relacionado
con el perfil de coleccionista, anteriormente comentado. Desde luego pocas
cosas pueden hacerle más ilusión a un artista que alguien que no conozca
especialmente tu música se decida a comprar tu disco tras verte tocar en
directo.
9 - Para colaborar con el mantenimientos de
la propia música y de los grupos.
Este es un perfil muy curioso. Hay gente que, además de disfrutar la
música y pagar por ella, tiene el sentimiento de cooperar con la causa de los
grupos musicales. Nos encontramos con personas que adquieren un cd o dvd original
a la semana, al mes o al trimestre con el motivo de aportar su pequeño granito
de arena para subir las ventas de los artistas musicales. Hay que tener en
cuenta que el tema de la piratería está haciendo mucho daño y que es una
lástima que esté creciendo una nueva generación que considera que la música
debe ser gratuita y que casi le haces tú el favor al grupo por escuchar su
música; habría mucho que debatir al respecto, todos lo sabemos.
Lo que está claro es que en los últimos años el comprador de música
original es una especie en peligro de extinción que debe sortear una serie de
obstáculos a diario para seguir subsistiendo. La propia industria tiene una
parte importante de culpa. En su afán recaudador nos impuso el formato cd,
cuando ya teníamos el vinilo y el cassette, sin darse cuenta de que en realidad
estaban poniendo a la venta el propio master de la grabación; antes, si hacías
una copia del vinilo o del cassette, perdías calidad, pero con el cd puedes
hacer una copia que quede exactamente igual de cara a la percepción del oído
humano. Y no pensemos que sacaron este formato para ayudar al sufrido oyente
mejorando la calidad de escucha –conviene recordar que el vinilo es el formato
que mejor fidelidad sonora sigue ofreciendo- lo hicieron para poder seguir
subiendo los precios. No puede ser que determinados discos de actualidad se
encuentren en las tiendas a un precio de salida de 18 a 22 euros –casi cuatro
mil pesetas de las de antes-. Un claro ejemplo de que la avaricia rompe el
saco. En el lado contrario tenemos las series medias de discos clásicos que
pueden salir de 3 a 6 euros. Es igual, esta nueva generación de la que hablamos
no comprará ni unos ni otros.
10 - Solo y siempre del mismo músico o grupo.
Un clásico. Seguidores que profesan fidelidad, y a veces exclusividad,
al grupo o artista de turno. Puede pasar completamente de la actualidad
musical, las nuevas tendencias, la octava maravilla musical de la que habla
todo el mundo, pero seguirá al pie del cañón cada vez que su artista fetiche
saque su nuevo disco y acudirá a comprarlo religiosamente a su tienda de toda
la vida -si es que sigue abierta, claro-. Una vez más el ejemplo básico es Yngwie Malmsteen, uno de los músicos vivos
que más pasiones y fanatismos puede despertar entre el público musical.
Yngwie Malmsteen.
11 - Solo y siempre si cantan en español.
Variante del apartado anterior. Solo sigue la música interpretada en
el idioma de Cervantes y del mismo modo solo se interesa por conseguir material
bajo esta premisa.
12 - Para colgarla de internet.
Este perfil ha aparecido en estos últimos años, con la irrupción de
internet en nuestras vidas. Aquí podemos encontrarnos con dos variantes: los
que obtienen beneficios al colgar música de la red o los que lo hacen de manera
desinteresada y gratuita.
Tanto los que buscan un beneficio económico como los que
desinteresadamente buscan compartir la música que les gusta con el resto de la
humanidad conviven en una lucha diaria con los equipos de abogados e
internautas de los grupos famosos que se pueden costear tener a sus sabuesos
rastreando la red y los juzgados para intentar denunciar esa situación, con
resultados desfavorables para estos segundos habitualmente. Todos recordamos la
historia de Metallica contra Napster que no ha impedido que sigan
apareciendo todos sus discos para descargarse por la red.
Otra vez la discusión moral subyace en todo este tinglado. En fin, que
Dios bendiga a toda esta gente que comparte música y que ha convertido el hecho
de que tu amigo te grabe en cassette el disco de su músico preferido en algo
mundial y global. Cualquier músico tiene derecho a poner el grito en el cielo y
quejarse ante esta situación terriblemente injusta, hasta Gene Simmons tiene derecho a despotricar, aunque me gustaría que
tirase la primera piedra todo aquel que jamás –repito: JAMÁS- haya descargado
nada de música de su ordenador.
Metallica: Lars Ulrich en los tribunales.
13 - Para intercambiarla.
Este es un universo paralelo que colma de inesperada felicidad a todo
aquel que se deja seducir pos sus premisas. Estamos hablando de las grabaciones
piratas. Es cierto que en el pasado también podíamos incluir por aquí a
aquellos que se dedicaban a piratear grabaciones originales –imposible olvidar
aquellos maravillosos tiempos del rastro y las cassettes escondidas en el doble
fondo del puesto de turno-, pero lo cierto es que actualmente esto está tan
desfasado como el propio uso del cassette.
Sin embargo, el peculiar mundo de las grabaciones piratas en directo
ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos de las descargas digitales y sigue
manteniéndose tan vigente como hace treinta años. Curiosamente las nuevas
tecnologías no han hecho más que ampliar su radio de acción. Hace unos años
solo había un reducido grupo de descerebrados que necesitábamos escuchar cada
uno de los conciertos en vivo que interpretaban nuestros artistas favoritos. Un
nutrido grupo de iluminados que han dedicado parte de su vida a intercambiar
grabaciones de conciertos en directo dentro de su selecta y exclusiva congregación.
Aunque siempre se buscaba la mejor calidad de sonido, lo importante era poseer
las grabaciones de la mayor cantidad posible de los conciertos de la gira de
tal o cuál artista para poder comprobar aspectos tan deliciosamente peregrinos
y vitales como el repertorio de temas y su colocación durante la actuación,
cómo sonaba la batería, si introducían alguna variación o improvisación en
algún tema –Dios bendiga a Ritchie
Blackmore y a Ronnie James Dio-,
y, por supuesto, cómo lo hacía el cantante. Entre otras muchas cuestiones.
Actualmente el vertiginoso desarrollo de canales como Youtube no hacen más que profundizar en esas premisas que aquel
elenco de visionarios ya tenían en cuenta años atrás. Todos tan contentos.
14 - Para venderla.
Variante directa del apartado anterior. Aquí nos encontramos con todos
aquellos miembros de esa élite selecta que tenía acceso a las grabaciones
piratas y decidía venderlas a determinado público. Asunto siempre ilegal en
cualquiera de los casos, puesto que ni se pueden grabar los conciertos en vivo
ni tienes la propiedad intelectual de los mismos, pero que llenaba de
satisfacción a todo aquel integrante menor de este mundillo que solo podía
acceder a dichas grabaciones comprándolas.
Aquí hemos podido vivir todo tipo de situaciones, a cuál más
surrealista y atómica. He llegado a encontrarme a gente que grababa el concierto
de turno –siempre sin los permisos pertinentes, conviene recordar- y te pedía
la exclusividad para que, en caso de comprárselo, no se lo grabases a nadie; el
colmo, resulta que grabas una actuación que no permite la ley, la vendes sin
haber pagado ningún registro y…pretendes que el que te la compra no se la deje
a nadie más. Delirante y tan cierto como la vida misma.
De cualquier modo, la irrupción de internet ha herido de muerte a
estos camellos musicales. Una gran cantidad de conciertos piratas aparecen a
diario en la red, prestos a hacer las delicias de todo aquel que los quiera
escuchar. Nuevos tiempos. Imagino que nuestro encantador amigo se lo pensará dos
veces antes de pedir la exclusividad de sus grabaciones.
15 - Los que se compran las novedades de la
tienda de discos.
Pocos, muy pocos. Esta tribu, en seguro peligro de extinción, no se
complicaba mucho la vida elucubrando sobre los distintos discos que salían al
mercado. Se dirigían a su tienda de discos de confianza, preguntaban al
dependiente las actualizaciones y
novedades pertinentes mientras sacaban su tarjeta de crédito y listo. En
nuestra actual situación de crisis encontrar a estas personas puede ser tarea
difícil; aunque haberlas, seguro. Yo mismo tuve el privilegio de pertenecer a
esta distinguida aristocracia musical en un lejano tiempo lleno de inocencia y
falto de cargas y compromisos…y con nómina, claro.
16 - Para tener música que escuchar en el
coche, equipo musical del salón de casa, ipod…
Esta puede ser una de las poblaciones más numerosas que habitan dentro
de nuestro adorable mundo musical actual.
La constituyen todos esos oyentes que no experimentan una pasión especial
por la música pero les gusta disponer de ella para sus quehaceres diarios, para
tenerla como hilo de fondo mientras pasan por la vida. Lo cierto es que siempre
han existido desde que la música se puede adquirir, lo que ocurre es que las
nuevas tecnologías de estos últimos años han abonado su presencia.
A estas personas les gusta la música y la disfrutan, eso resulta
obvio, por lo que también estiman oportuno el hecho de recopilar material
discográfico para poder escucharlo en los diferentes momentos de su día a día.
El asunto reside en que no tienen un deseo especial de profundizar en lo que
escuchan, se trata más bien de disponer de hilo musical mientras conducen, se
desplazan a distintos lugares, limpian, cocinan y un sin fin de diversas
ocupaciones de la más variada enjundia. No necesitan reproducir discos
específicos, ni orden de canciones, ni siquiera les complica demasiado el
artista que vaya a sonar; la idea es la de disponer de música para que suene.
En estos tiempos que corren la aparición de los distintos soportes para
reproducir música, como el ipod, el iphone o el ipad, permiten hacer sonar la
música sin orden ni concierto. Y es que, para más inri, están pensados para que las canciones suenen
desordenadamente. Si pretendéis que un mismo disco se reproduzca en el orden
adecuado dentro de un ipod os podéis volver casi locos, estos maravillosos
cacharros están programados para generar una suerte de caos aleatorio a la hora
de reproducir música. No obstante, existe una manera de conseguir mantener el
orden de las canciones de cada disco y de cada artista en este universo del
dislate, lo que ocurre es que hay que pasar por la travesía del desierto que
supone grabar un nombre y un orden específico en la matriz de cada canción; de
cada canción!... una por una. Todo esfuerzo es poco a la hora de alcanzar el
anhelado fin de conseguir reproducir en tu ipod los discos de cada artista en
su orden adecuado. Y luego resulta que los raros somos los que pretendemos
mantener el orden de cada cd entendiéndolo como una obra de arte en sí mismo.
Nos hemos vuelto locos.
17 - Como necesario soporte para poder
realizar otras actividades.
Variante del apartado anterior. Aquí nos encontramos con gente que
acumula música para realizar distintas actividades relacionadas con la misma.
La música es un bien de la humanidad y es necesaria para poder realizar
programas de radio o televisión, exposiciones, proyecciones, charlas, mítines
y, en definitiva, para llevar a cabo casi cualquier actividad en la que se
reúnan un grupo de personas. Así es la
música, estrechamente relacionada con el poder y el arte de la palabra.
18 - Para ponerla en sus distintos negocios.
Bares, pubs, salas de espectáculos, tiendas de ropa, supermercados, peluquerías...
Nos parece lo más normal y natural acceder a cualquier establecimiento mientras
escuchamos música de fondo –esa que probablemente haya recopilado cualquier
persona perteneciente a uno de los anteriores apartados-, incluso hay
determinadas tiendas de ropa que directamente parecen discotecas y en las que,
cuando entras, el cuerpo te pide tomarte una copa antes que probarte un
vestido.
No podemos olvidar, dentro de este apartado, al fantasma del inspector
de la SGAE. Ese personaje, mezcla
explosiva entre cantautor estreñido y cobrador del frac, que vigila como espía
contumaz cada peluquería de barrio para comprobar que los dueños han pagado el
diezmo pertinente a su patrón.
19 - Los que adquieren principalmente
recopilatorios.
Personajes peculiares. Esa gente que se interesa por la música,
desarrollando inquietudes y curiosidades por la misma, y que desea conocer algo
más de aquellos artistas que le llaman la atención. Ante el abismo insondable
que supone el hecho de investigar y bucear entre la producción discográfica del
bendito e interminable abanico de propuestas musicales, opta por la vía rápida:
adquiere recopilatorios. Esta puede ser una buena manera para conocer algo de
la música de aquellos grupos por los que siente curiosidad. Esta especie es
heredera directa de aquellos a los que les pasan música los amigos, una vez que
has descubierto algo que te gusta sientes el deseo de seguir explorando. El
problema de los recopilatorios es el de siempre: muchos grupos esconden
verdaderas joyas en el fondo de su catálogo en forma de canciones que jamás
aparecerán en un grandes éxitos. De
cualquier modo, una noble forma de descubrir música. Además, hay recopilatorios
que molan un montón –que se lo digan a los coleccionistas-.
20 - Los que solo se compran ofertas.
Un interesante sub apartado del anterior. Obviamente se trata de
personas a las que de verdad les interesa la música, lo que ocurre es que su
premisa básica y casi exclusiva es que solo comprarán material discográfico que
se encuentren en las tiendas de segunda mano a precios asequibles. Benditas
cubetas de vinilos y estantes de cassettes, que tantas alegrías nos habéis
brindado a muchos de nosotros a lo largo de todos estos años.
Una vez más hoy en día hemos sustituido las pilas de cds y dvds usados
por las páginas de tiendas virtuales de internet. Y, aunque siguen subsistiendo
como pueden las ferias de discos y otros tinglados similares, el resultado
final sigue siendo el mismo: adquirir un determinado disco de segunda mano por
parte de alguien que se quiere deshacer de él.
21 - Los que adquieren varias veces el mismo disco.
Disfrutas de la música y tienes una interesante hemeroteca sonora
entre las paredes de tus dominios pero, de repente, te encuentras de viaje y
sientes la necesidad inmediata de escuchar en el coche un cd que has encontrado
en la estantería del área de servicio en la que has parado a tomar un café;
cuesta cuatro euros y, aunque lo tengas en tu casa, lo compras y listos. Como
este supuesto, muchos otros.
También podemos relacionar este perfil con el del coleccionista que
puede llegar a comprarse un mismo disco un número casi infinito de veces por el
hecho de poseer las diferentes ediciones que hayan sido publicadas en el mundo.
Cosas que tiene este ilógico y deliciosamente inexplicable mundo de la
música. Ni que decir tiene que este perfil resulta directamente opuesto a aquel
que solo tiene la música que le regalan.
22 - Los que nunca han comprado un cd - vinilo
- cassette jamás.
Se lo descargan por la cara todo. También se quejan si un concierto en
directo cuesta dinero. En estos tristes tiempos que corren es un perfil
bastante habitual.
Aunque no conviene caer en la tentación de meter a todo el mundo
dentro del mismo saco. Nos podemos topar con el subgrupo de los que se quejan
porque nadie compra música hoy en día, en el que se puede meter a mucha gente
que realiza este tipo de comentarios casi a diario. Sería interesante
preguntarles por la música que compran ellos.
23 - Los que solo adquieren en cd aquellos discos que escuchaban en su
época.
Sobre todo personas con una cierta edad que ya no siguen la música de
hoy en día y se quedaron estancados en sus queridos años setenta, ochenta o
noventa… incluso te puedes topar con gente anclada en los primeros años del
siglo veintiuno. Para ellos es el mundo de las series medias de las grandes
cadenas comerciales. Allí podrán encontrar un elevado número de cds originales
que marcaron esa parte tan importante de las experiencias y sensaciones que
marcaron toda una vida.
24 - Para escucharla y disfrutarla.
Tienen un poco de algunos de los perfiles reseñados anteriormente. Ese
grupo de personas que necesitan la música para entender la vida como el aire
que respiran o el agua que ingieren. Comprenden a la perfección el poder vital
de una buena melodía o de una interpretación virtuosa y necesitan sus sonidos
para caminar por el sinuoso pero apasionante recorrido de nuestra existencia.
La necesitan para pintar momentos y colorear sensaciones que quedarán grabadas
a fuego y les acompañaran durante todo el camino. Definitivamente convierte
nuestro devenir en algo un poquito más delicado, loco y hermoso.