Ayer miércoles la capital madrileña recibía al grupo que diese a conocer a Yngwie Malmsteen a nivel mundial. La sala Shoko, ubicada en una de las zonas más céntricas, bonitas y de más fácil acceso de Madrid, era la escogida para el show de la banda. Ante todo debo comentar que las líneas que vienen a continuación no son una crónica de dicha actuación, ni tienen la intención de serlo, ni nada por el estilo; simplemente son una serie de consideraciones y sensaciones que el que esto escribe experimentó durante el show y el considerable cruce de cables que supuso a todos los niveles, para bien y para no tanto.
Conviene que nos pongamos en situación. Alcatrazz es el grupo que montó Graham Bonnet a mediados de los años ochenta tras ser sumarísimamente expulsado del combo de Michael Schenker. Sacó tres discos en esos años que han pasado el test temporal con altísima nota, de hecho los dos primeros son considerados como clásicos para muchos de nosotros. Se separaron al no poder estabilizarse, los miembros salieron tarifando entre ellos y todas esas cosas que le han pasado a infinidad de grupos de música. Tras más de veinte años Bonnet decidió resucitar la mítica banda con otros componentes entre los que se encontraba el magnífico guitarrista Howie Simon para ofrecer algunas actuaciones de directo, por supuesto España no incluída. El grupo entró en una fase Guadiana de aparición/desaparición hasta que el milagro se obró y Graham consiguió encauzar su relacción con los miembros de la formación clásica Jimmy Waldo al teclado y Gary Shea al bajo, realmente con Waldo siguió manteniendo el contacto durante años anteriores llegando a formar parte este último del grupazo Blackthorne que puso en marchar Bob Kulick con el propio Bonnet a las voces.
Alcatrazz 84: G.Shea, J.Waldo, Y.Malmsteen, G.Bonnet y J.Uvena. |
Alcatrazz 85: G.Shea, S.Vai, J.Waldo, G.Bonnet y J.Uvena. |
Alcatrazz 86: J.Waldo, J.Uvena, G.Bonnet, D,Johnson y G.Shea. |
Sacaron un disco de estudio, el interesante “Born Innocent” y el directo “Parole Denied”. Al trío original le acompañaba en esta nueva etapa el batería Mark Benquechea y el guitarra Conrado Pesinato. Éste fue sustituído un par de años después por Joe Stump; elección lógica, ya que Stump es un clon de Malmsteen. Poco duró la paz en el paraíso, ya que poco después tanto Graham por un lado como el resto del grupo por otro sacaban unos tristes y duros comunicados en los que venían a decir que la formación se rompía y que la culpa era del otro bando; lo de siempre. Por mi parte lo tuve claro en su momento y lo sigo teniendo claro a día de hoy: yo soy de Graham Bonnet, el grupo lo montó él y él debería tener la razón y el nombre. Discusión zanjada.
El resultado fue que Graham Bonnet ha seguido con su carrera en solitario y además ha anunciado a Jeff Loomis como guitarrista de lo que parece ser se llamará Graham Bonnet's Alcatrazz. Por su parte los otros Alcatrazz llamaron a Doogie White para el puesto de vocalista. El pasado año publicaron el disco “V”, un álbum muy bueno… pero que no es Alcatrazz. Las personalísimas e imposibles líneas vocales de Graham Bonnet ya no están; normal, nadie más puede cantarlas en su tono original. White y Bonnet son amigos y el bueno de Doogie poco menos que venera a Graham, como lo hace todo aquel que tenga orejas que le funcionen, por lo que no creo que haya habido tensiones entre ellos a la hora de ponerse el anterior al micro del grupo de este último; supongo que hasta Doogie le comentaría a Graham el ofreciemiento cuando lo recibió, de hecho no me extrañaría nada tratándose de un tipo tan íntegro y tan especial como Doogie White. Luego tendremos unas palabras para este cantante de la escuela clásica y con el coco perfectamente amueblado para dedicarse a esto de tocar Hard Rock.
Alcatrazz 07: H.Simon, G.Bonnet, G.Sobel y T.Luce. |
Alcatrazz 17: J.Waldo, G.Shea, G.Bonnet, J.Stump y M.Benquechea. |
Alcatrazz 22: L.Paterson, J.Stump, D.White. G.Shea y J.Waldo. |
Con estas me presenté este pasado míercoles en la sala Shoko, dispuesto a presenciar un buen espectáculo por parte de unos tipos curtidos en mil batallas y que saben a la perfección de lo que va el asunto. Dicho asunto fue un cúmulo de situaciones descorcentantes casi desde el minuto uno. En la propia entrada especificaba claramente los horarios de actuación: Alcatrazz a las 20,00h y Girschool a las 21,30h. Me resultó curioso que en el fondo Alcatrazz fuesen los teloneros de las Girlschool, pero no viene con ellos Graham Bonnet y así está el patio hoy en día. Por mi parte, perfecto. Acaba antes el concierto que me interesa y luego tienes más tiempo para tomarte algo en el post concierto, parte de cualquier show casi tan importante como la actuación en sí misma.
En fin, que situamos nuestras orejas en el interior de la sala a las 19,55h, después del pre concierto en la barra de los bares de los aledaños, y comienza la fiesta. En la sala estábamos apenas una veintena de personas -sí, veintidós, me entretuve en contarlas- y el panorama lo cierto es que era bastante desesperanzador. Extraño retraso de más de diez minutos para una sala que se caracteriza por cumplir los horarios de los conciertos de Rock, para otras cuestiones no lo sé ya que jamás he pisado esta sala para cualquier otra cosa. Incluso Joe Stump se da una vuelta por el foso para que un par de fans, el resto no sé siquiera si le reconoció, se haga unas fotos con él. De pronto se enciende la máquina de humo del escenario y se para la música. Bien, va a comenzar el show. Sin embargo pasan los minutos y no sale nadie a escena, todo esto sin música sonando; raro, raro. Una chica supongo de producción de los grupos se acerca al técnico de sonido y le dice en inglés que salen en diez minutos; lo escuché porque estaba al lado y porque éramos cuatro gatos en esos momentos. Pasados algo más de cinco minutos suena un guitarrazo y sale a escena una de las Girlschool. No me jodas. Tardo poco en comprender que va a haber que esperar algo más para ver a Alcatrazz. Adelanta su actuación el clásico combo de chicas y dejan a más de uno con un palmo de narices, incluído este humilde escriba. No sé qué pasaría en el backstage, pero imagino que alguna tensión habría para que a última hora cambiase el orden de actuación y Alcatrazz cerrase la velada. El interés del que esto escribe por ver a Girlschool es inexistente y, pese a reconocer su impronta y enjundia como banda, no tengo el más mínimo interés en gastar una hora de mi vida en su actuación; para qué vamos a andar con buenismos y estúpidos velos. Lo de tantas veces en nuestro querido y a veces gris submundo musical. La falta de seriedad, incoherencia y hasta la más pura incompetencia campan a sus anchas más de lo deseado si hablamos de Rock duro. Compras una entrada, pagas el dinero que te piden por ella, te organizas para poder cuadrar el evento, llegas al garito de turno y te encuentras una chapuza tras otra.
Por supuesto trasladamos nuestras bocas a la entrada para explicarle a los de la sala el inesperado cambio en los horarios, que no hay intención alguna por nuestra parte de presenciar el show de Girlschool y que nos dejen salir para seguir con el pre concierto en el bar más próximo. Nos comentan amablemente que no se puede, que podemos salir a la zona de fumadores a esperar si queremos. Ya entonces nos vemos en la obligación de recordarles que son ellos los que están incumpliendo el acuerdo implícito que estableces al comprar la entrada, parvulario de Derecho, y es cuando el de seguridad nos dice que podemos salir pero que al volver a entrar le busquemos. Le comento que no se debe preocupar, puesto que poca gente más le va a solicitar lo que pedíamos nosotros. Una hora y un par de copas después volvemos a la entrada de la sala y, efectivamente, nuestro amigable seguridad cumple con su palabra y nos deja pasar por otro lado para que no nos vuelvan a pedir la entrada. Agradecimientos a este tipo tan amable, pero cuestionamiento de que, aunque ellos incumplan la oferta que has decidido comprar y que se especifica de modo claro en la entrada, parece como que te hagan el favor de permitirte salir en lugar de que puedas hacerlo por derecho propio. En fin.
Accedemos de nuevo al interior, pasando entre el personal que se encuentra fumando tras finalizar la actuación de Girlschool, mientras suena la invetable música de fondo para amenizar el lapsus entre los dos conciertos. Nada más ubicarnos, y todavía con la susodicha música de ambiente, irrumpe en escena Doogie White seguido del resto del grupo. Toma el micro central y, pisando el hilo musical y al despistado técnico de sonido de la sala que rápidamente reacciona cortándola de manera súbita, comienza el show de Alcatrazz. Lo primero que hace Doogie, antes de que el grupo haga sonar sus instrumentos, es agradecer nuestra presencia e indicar que se han despachado setenta y nueve entradas para este concierto. Se pregunta en voz alta el bueno de White si solo hay este número de gente en la capital que quiera disfrutar de una noche de Hard Rock en directo. Con todos ustedes el señor Doogie White, directo y frontal, sin contemplaciones ni medias tintas, genio y figura.
Acto seguido los músicos comienzan a sacar música de sus instrumentos. La primera en sonar es “Grace to God”. El sonido no es bueno, bastante saturado e impropio de una sala que tiene buena acústica y en la que hay poquita gente. Será una constante durante toda una actuación que nuestro hombre a los controles no supo arreglar en ningún momento, tampoco parecía que le preocupase mucho realizar su difícil trabajo con la calidad requerida por los músicos. Ya te puede estar saliendo el concierto de tu vida, que si suenas mal el resultado final será pobre y tapará tu interpretación, aunque sea sublime. De hecho el propio Doogie pasó del retorno al quitarse sus auriculares ya en la segunda canción.
Alcatrazz: "Grace of God". Vídeo oficial.
El repertorio fue otra de las sorpresas que nos tenía preparada la noche. Llevo escuchando los discos de Alcatrazz durante toda mi vida, por lo que estoy familiarizado de sobra con su catálogo. Esta noche, la formación que comandaba Doogie White tocó tan solo ¡tres! temas de la discografía del grupo. Tres. Hay que reconocer que también interpretó otros tres de su último disco. El resto del repertorio se completó con canciones de discos de Michael Schenker y Rainbow en los que participó Doogie. De este modo el set list quedaba con una mitad de temas de Alcatrazz y la otra con versiones de otros grupos. Esto es para cogerlo con alfileres. Si te llamas Alcatrazz lo suyo es que defiendas tu nuevo disco en vivo y completes con el resto de tu catálogo. Tocar solo tres temas de los discos clásicos resulta, como decirlo, de dudosa enjundia. Ahora bien, cantar canciones de Graham Bonnet resulta misión casi imposible para el resto de los mortales; seamos claros: el tono de Bonnet es un regalo divino que posee solo el propio Graham y que resulta imposible para el resto de sus semejantes. Solución: no te llames Alcatrazz. Pero imagino que esto es marginal.
Pese a lo suicida de la empresa, Doogie cantó bastante bien los tres temas de Graham y se lució en la mayoría de los suyos. Ha perdido ese timbre tan característico y especial con el que nos deslumbró hace veintisiete años cuando Ritchie Blackmore le reclutó para el disco de su regreso a Rainbow titulado “Stranger In Us All”, pero sigue teniendo una muy buena voz. Menuda joya de disco con el que Ritchie volvió a demostrar quién era el auténtico Boss y que al que esto suscribe le sigue resultando tan imprescindible, evocador y mágico como el primer día. Por lo tanto, otro cruce de cables más. Vas a ver Alcatrazz y casi no suena música de Alcatrazz… pero te tocan cosas del “Stranger In Us All” interpretadas por su cantante original. Las escogidas fueron “Ariel”, “Too late for tears” y “Wolf to the moon”; con esta última se abría el disco y Ritchie nunca la llegó a tocar en directo completa, siempre la unía antes del “Difficult to cure”, por lo que fue un completo placer escucharla en vivo en su totalidad. Solo se enturbió por el cutre sonido que nuestro entrañable técnico nos estaba regalando a todos los asistentes.
Doogie White no se amilanó ante una sala medio vacía. Se vino arriba y tiró del resto del grupo, volcándose en cada canción y sufriendo para sacar adelante las de Graham Bonnet, pero demostrando que está capacitado para hacerlo con aprobado. Es en estas salas y ante estas circunstancias donde un músico demuestra de qué pasta está hecho y ahí Doogie hizo que nos quitáramos el sombrero. Incluso se permitió el lujo de improvisar junto a un Joe Stump que hizo lo que pudo por acompañarle. Sabemos que tocar bien no es fácil, pero improvisar y que no acabes haciendo el ridículo solo está al alcance de unos pocos escogidos. Seguro que este fue uno de los motivos por los que Blackmore le seleccionó para sus reformados Rainbow allá por el lejano 1995. Recuerdo muy bien el concierto que ofrecieron en el mítico Hammersmith Odeon londinense durante su gira presentación. Era un frío tres de Noviembre del noventa y cinco. Era mi primera vez con Rainbow y era mi primera vez saliendo de España para asistir exclusivamente a un concierto en directo; por supuesto la posibilidad de que Rainbow actuase en España durante esa gira era inexistente. Con todos los miedos lógicos de un chaval que se lanza a esa aventura y con el añorado descerebramiento que uno se gasta cuando es muy joven decidí liarme la manta a la cabeza y meterme en uno de mis odiados aviones. La experiencia no pudo resultar mejor: un concierto de Rainbow que nos voló por completo la cabeza a los que decidimos asistir. Un Ritchie Blackmore y su grupo perfectamente engrasados e inspirados nos desarmaron por completo durante las dos horas y tres cuartos que estuvieron sobre las tablas; sí, eso duró exactamente, lo tengo registrado para el recuerdo. Ritchie y Doogie improvisaron como los ángeles durante temas como “Long live Rock n’ Roll” o “Man on the silver mountain” y por momentos a través de mi erizada piel y en mis humedecidos ojos aparecía la mítica secuencia del binomio Blackmore/Dio haciendo magia en el vídeo del directo de Alemania de la WDF del setenta y siete, pero esto es marginal. Y esta pasada noche de Septiembre 22 un Doogie White que muestra en sus facciones y en sus gestos lo dura que ha debido ser la vida con él en estos años, nos hacía testigos del homenaje que le estaba haciendo a la música que ama y a los tres años que tocó y compuso codo con codo junto al genio de las seis cuerdas que ha iluminado la vida de muchos de nosotros y que responde al nombre de Ritchie Blackmore. Demasiadas sensaciones encontradas para un único concierto.
Ya se acercaba el final de la actuación y para el último tema, allí no hubo bis ni nada que se le pareciese, Doogie dejó a un lado su micro y se puso a cantar a pecho descubierto ante un respetable merecidamente entregado al vocalista. La canción escogida no pudo ser más certera: “The temple of the king”. Sí, lo de antes, tampoco es de Alcatrazz, pero para esos momentos ni falta que hacía que lo fuese. La delicada balada que apareció en el primer disco de Rainbow, sin duda una de sus canciones más emblemáticas, y que nunca había sido interpretada en directo hasta aquella mágica gira del grupo del Arco Iris del noventa y cinco era la escogida para cerrar una noche de sentimientos tan encontrados. Doogie White consiguió sacar nuestras emociones a flor de piel y ni siquiera el dichoso técnico de sonido dedosdepalo pudo joder el momento. El final con un Doogie cantando a pelo y sin micro, demostrando la potencia de su voz y pidiendo a la gente que tararease el estribillo mientras recordaba la figura de Ronnie James Dio a voz en grito, demostraba una vez más que este tipo musicalmente y seguro que en los demás ámbitos de su vida se viste por los pies. Ese delicado final puede que ya me siga acompañando en un rinconcito de mi cabeza durante el resto de mis días.
Alcatrazz: "God blessed video". Vídeo oficial.
Rainbow: "Man on the silver mountain". Hammersmith 3.11.95. Bootleg. Pura magia la improvisación de la parte final.