Esta canción es la que abre el único y estupendo disco, bajo el mismo
nombre que el del grupo, publicado allá por el año mil novecientos noventa y
cuatro; casi veinticinco años, nada. El tema te engancha desde el primer instante
y hace que tu cabeza vuele entre los acordes Blues Rock de ese del bueno. Una canción de Hard Rock clásico publicada en pleno auge del Grunge, condena segura al ostracismo comercial pese a su calidad
intrínseca. Sonido crudo y guitarras desnudas ejecutadas con calidad y
solvencia por un Adrian Vandenberg
en estado de gracia.
Adrian Vandenberg.
El resto del grupo estaba formado, además de Vandenberg, por Rudy Sarzo
al bajo y Tommy Aldridge en la
batería; vamos: Whitesnake sin David Coverdale. De las voces se
encargó Ron Young, aportando unas
melodías, tonos y unas maneras que les venían que ni pintadas a la música; en
un principio el puesto de vocalista lo ostentó James Christian, pero parede que algunas tensiones internas
hicieron que estas labores acabasen en las cuerdas vocales de Young. Curiosamente este grupo se montó
a raiz de la puesta en hibernación, renuncia o cómo quiera cada uno llamarlo de
los Whitesnake de la mano del propio
Coverdale para dar forma a su
proyecto junto a Jimmy Page que dio
como resultado el excepcional álbum “Coverdale
& Page” y que sacó los colores una vez más al intrépido Robert Plant. Recuerdo de manera muy
divertida todas las atómicas e imposibles declaraciones de un Plant sobrepasado por su propia
impotencia a la hora de cantar, auténticas perlas que solo podían entenderse
desde la perspectiva de los celos o la envidia. Como muestra un botón: se
quejaba nuestro locuaz vocalista de que el disco de Coverdale & Page copiaba el sonido Zeppelin... y decía esto poco después de sacar él mismo su disco “Fate Of Nations” –uno de sus mejores
trabajos, por cierto– que respira Zeppelin
por sus cuatro costados. Así que Jimmy
Page no podía sacar música con estilo Zeppelin,
pero él sí; en fin, las tonterías que ha dicho públicamente Robert Plant a estos respectos darían
para un jugoso libro.
Pero volvamos a Manic Eden.
Esto fue un proyecto de grupo que se montó tras el cerrojazo a Whitesnake. Publicaron un disco
buenísimo que desgraciadamente no tuvo continuación. Lo que se ha comentado
muchas veces de este tipo de proyectos: no son grupos reales y, a menos que
vendan, se quedan en eso. No hay vocación de luchar por la continuidad, no hay
actuaciones en directo y la cosa finaliza nada más empezar. Pero esto es
marginal.
El disco rezuma clase, calidad y buen hacer por todos sus poros; de
tipos tan eficaces como estos no se puede esperar producto malo. Hay una
edición estandar con diez canciones y otra que al principio salió para el mercado japonés con un tema más. La
canción que nos ocupa abre el álbum y puedo decir que es una de los mejores de
disco que he escuchado nunca, perfecta para inciar un concierto, un cd y
cualquier otra cosa. La corta historia de este grupo y su único disco tiene una
importante colección de curiosidades, por lo que habrá que retomar esta
historia en otro momento. Por ahora deleitémonos con “Can you feel it” y preparémonos para disfrutar de Hard Rock de primera categoría.
Manic Eden: "Can you feel it".