Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

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viernes, 8 de abril de 2022

Cozy Powell. Un músico que nos dejó muy pronto. Las últimas horas de su vida.

Hoy hace veinticuatro años y tres días que nos dejó para siempre Cozy Powell. Que el insigne y tristemente malogrado batería Colin Trevor "Cozy" Powell -24 de Diciembre de 1947/5 de Abril de 1998- ha sido y es uno de los músicos más reconocidos y carismáticos que ha dado nuestro querido universo del Rock n' Roll es algo que no se le escapa a nadie. Un excelente batería, poseedor de un sonido único que te permitía identificarlo en cuanto le escuchabas y que fue capaz de traspasar el muro de sus tambores para alcanzar una notoriedad propia de cantantes y guitarristas desde aquellos añorados años setenta hasta la actualidad. No es que fuera mejor ni peor a la hora de ejecutar con su batería, no se trata de eso aunque realmente fuese muy bueno tocando su instrumento, sino que consiguió alcanzar unas cotas de notoriedad y reconocimiento que generalmente estaban copadas por cantantes como Ian Gillan, Robert Plant, Steven Tyler, Rod Stewart o Paul Rodgers, por citar un puñado de los básicos de toda la vida, o guitarristas como Jeff Beck, Eric Clapton, Jimmy Page o Ritchie Blackmore; de hecho el siempre temible Man in Black llegó a asegurar públicamente una vez que el músico con el que sentía que debía haber hecho más esfuerzo por mantener en sus Rainbow siempre fue el bueno de Cozy... y eso es mucho decir si viene de alguien tan arisco como Blackmore; el Blackmore de los setenta/ochenta, claro.

A lo largo de su intensa vida Cozy Powell ha tocado con la flor y nata del Rock duro mundial, puso sus baquetas al servicio de grandes nombres como Jeff Beck, Black Sabbath, Rainbow, Whitesnake, EL&P, Peter Green, Gary Moore, Brian May, Robert Plant, Michael Schenker, Jan Akkerman, Graham Bonnet, Glenn Tipton... y así podríamos seguir hasta quedarnos sin papel. Todo esto sin contar la gente para la que grabó sin aparecer en su día en los créditos como músico de sesión y entre las que nos encontramos a grupos y artistas del calibre de Jack Bruce, Cinderella y un largo etcétera. Tanto antes como hoy en día resulta bastante habitual que los buenos músicos sean reclamados para grabar en el estudio las partes de otros artistas famosos, pero que no deben de ser tan buenos intérpretes como su fama les precede. Lo hacen desde el anonimato mientras reciben su cheque por los servicios prestados y por mantener su boca cerrada. Uno de los músicos que seguro debe tener unos cuantos contratos firmados de semejante calibre debe ser nuestro entrañable Cozy. Ya ves, un palmarés que solo alcanzan ese puñado de escogidos por el dedo divino de la música.

Cozy Powell fue de los pocos baterías que en sus primeros años consiguió meter canciones publicadas bajo su propio nombre en las listas de éxitos; no se conformó nuestro hombre con tocar con los más grandes, también tuvo tiempo para poner en marcha su propio grupo y grabar un puñado de singles y discos en solitario, algunos de ellos alcanzando puestos importantes de las listas inglesas de éxitos. Famoso y conocido por todo el que sienta algo por el Hard Rock es su solo de batería, el que interpretaba en todas sus actuaciones de directo -bueno, menos con EL&P-. Este solo, que se estructuraba a partir de la clásica pieza de Pyotr Ilyich Tchaikovsky titulada “1812 Overture”, es sin duda otra de las marcas de la casa de nuestro querido aporreador. Apareció en su primer disco en solitario de estudio titulado “Over The Top”, siendo el propio tema título. Más tarde le añadió también un fragmento del tema “633 Squadron”, versión del tema original de Ron Goodwin y que el propio Cozy publicó en su tercer disco en solitario “Octopuss”. Se trataba de una interpretación electrizante en la que se sumaba la épica de la Música Clásica y la potencia de su batería en un compendio que iba subiendo en intensidad hasta que explotaba ante los atónitos ojos del espectador, uno de los puntos culminantes de cualquiera de las actuaciones de los grupos de turno en los que militaba Powell.

Su personalidad debió ser también bastante interesante. Bromista empedernido, capaz de rivalizar con el mismísimo Ritchie Blackmore en esto de tocar los cojones con esas bromitas pesadas que le arruinan el día al que las sufre, para sorna y regocijo del resto de observadores. Era un tipo que vivió rápido y sin darle demasiadas vueltas a las cosas. Le gustaba conducir coches de alta gama a toda velocidad, de hecho eso fue lo que acabó con su vida de manera tan abrupta. Cuenta Graham Bonnet -un tipo con el que llegó a hacer muy buenas migas, por otro lado normal por la forma de ser de ambos- que si querías ir en coche a un lugar y llegar antes que nadie debías montarte en el vehículo de Cozy

La unión de estos tipos en los años dorados de Rainbow está trufada de situaciones tan atómicas como inverosímiles, propias de la imposible convivencia de tipos tan creativos y extremos como Blackmore, Dio & Co. El famoso featuring: Blackmore, Dio & Powell, un triunvirato que nos ha llenado de felicidad y de música de esa de caviar ruso a los millones de seguidores de la formación clásica de Rainbow que nos repartimos por el mundo y que consideramos que lo que consiguieron crear estos tres tipos no ha podido ser superado jamás. Pero esto es marginal. Curiosamente parece ser que la relacción Ronnie Dio/Cozy Powell siempre fue bastante tensa hasta llegar al extremo de que cuando Dio volvió con Black Sabbath a principios de los noventa iba a ser con Cozy Powell, pero un accidente de este le imposibilitó grabar con ellos en los tiempos previstos. Hablamos del gran pero infravalorado disco "Dehumanizer" de los Sabbath. Por lo visto, ante la imposibilidad de tocar de Cozy por haberse caído de un caballo -qué demonios hacía Powell a lomos de un equino es algo que solo debía de saber él mismo- hizo que se trastocasen los planes de grabación, siendo el propio Ronnie el que propuso no esperar a Cozy y llamar a Vinnie Appice; sí, el mismo Vinnie que años más tarde traicionaría cochambrosamente al propio Dio que tantas veces se acordó de él. También por una gira de reunión de Black Sabbath, esta vez con Ozzy Osbourne y que documentamos en este otro artículo.

El caso es que varios años después Ritchie y Cozy coincidieron en un festival en la localidad sueca de Esbjerg, hablamos de 1997 al final de la gira de reunión de Rainbow con Doogie White al micro. Powell acompañaba en la batería a Peter Green y por lo visto se toparon en el backstage los tres: Blackmore, White y Powell; se tomaron algo, charlaron y parece ser que trataron el tema de LA REUNIÓN. Lamentablemente se vio truncada para siempre por el fatal accidente automovilístico que sufrió nuestro batería favorito. Conocemos estos datos cortesía de Doogie White, un tipo íntegro que sufrió en sus carnes el injustificado escarnio del entorno Blackmore's Night protagonizado por unas declaraciones tan hirientes e innecesarias como fuera de contexto que realizó la vocalista y mujer de Ritchie, Candice Night, y que comentamos en esta otra entrada.

Rainbow 77: Tony Carey, Ronnie Dio, Ritchie Blackmore, Cozy Powell y Jimmy Bain. Magia pura.

En ese año 1998 parece que Cozy Powell se estaba viendo con una mujer casada, imagino que tanto a Cozy como a otro buen número de hombres que andan sueltos por el mundo poco les importa ese pequeño detalle para entablar una relación más estrecha con la fémina de turno. Una lluviosa y desapacible tarde Cozy recibió una llamada de la señora en cuestión, por lo visto pidiéndole que acudiese con ella por cualquiera que fuese el motivo de su situación con el que por entonces era su marido. Powell, como el caballero que siempre fue, se sentó raudo en su Saab 9000 para estar al lado de nuestra intrigante mujer en su momento de desazón. Todos hemos conducido alguna vez bajo las inclemencias del tiempo, frío, lluvia, nieve o niebla, a cuál peor. En estos casos el asunto de reducir la velocidad de crucero es algo casi inherente al hecho de ponerse al volante de un vehículo. Nada más alejado de la realidad de la lógica vital de un tipo como Cozy Powell. Por supuesto puso su coche a mil, como de costumbre, mientras hablaba por teléfono con su adúltera acompañante. Las inclemencias meteorológicas, la excesiva velocidad de su vehículo y ese destino cruel que a veces buscamos sin remedio hicieron el resto. En el momento en el que Cozy Powell se estrelló contra una de las medianas de la autopista M4, cerca de Bristol, iba hablando por teléfono mientras conducía a unas cien millas por hora. Recibió un impacto brutal que acabó con su vida.

Sharon Reeve, la dama con la que Cozy mantenía el affair sentimental, nos cuenta que llamó a nuestro batería favorito para pedirle que fuese en su búsqueda. Llamó a Powell esa tarde a su teléfono móvil, solicitando su inmediata presencia imaginamos por problemas conyugales. Le pidió a este que acudiese con ella lo más rápidamente posible. Las residencias de ambos se encontraban a unas 35 millas -unos 56 kms-. Cozy, que había estado consumiendo alcohol durante esa misma tarde, se subió a su coche sin dilación. Se puso al volante de su vehículo con la intención de recorrer la distancia que separaba su casa en Woodlands St Mary, cerca de Hungerford, Berkshire, del domicilio en el que su dama se encontraba en ese momento en la localidad de Cardiff. Esa lluviosa tarde del cinco de Abril de 1998 el Saab 9000 hizo honor a su capacidad de correr en manos del músico que en más de alguna ocasión había comentado públicamente que conducía igual que tocaba: fuera de control. 

La dichosa señora Reeve llamó de nuevo al móvil de Powell a las ocho y media de la tarde para ver en qué parte del camino se encontraba, consiguiendo hablar con él mientras conducía pese a que había ciertas interferencias en la línea. Pudo entender que Cozy estaba teniendo algunos problemas con la caja de cambios del vehículo, le comentaba Powell que estaba conduciendo a unas 104 millas por hora -167 km hora- y esperaba que el motor no se atascase. De pronto Cozy dejó de explicarse para decir súbitamente: “oh, mierda”, sonaron a través del teléfono algo así como unos ruidos violentos y acto seguido unos segundos de preocupante silencio. Desesperada, volvió a intentar llamar al batería, pero ya no volvió a escuchar la voz de Cozy Powell al otro lado de la línea. En ese momento se dio cuenta de que Cozy habría sufrido un accidente y telefoneó a la policía para ponerla al tanto de la desesperada situación. Powell impactó contra una mediana de la carretera cerca de Bristol, debido al exceso de velocidad, a las condiciones meteorológicas e imaginamos que a su estado tras la ingesta de alcohol. El coche hizo un trompo mientras chocaba con la mediana. Powell salió disparado del habitáculo del conductor cuando este dio una vuelta de campana cayendo sobre el techo encima del propio Cozy, que falleció en el acto. En el análisis que le realizaron posteriormente reflejaba una tasa de alcohol en la sangre ligeramente superior a la permitida. Fue declarado muerto en el hospital de Frenchay, en la localidad de Bristol unas horas después.

El oficial de policía Ian Carter casualmente conducía frente a Powell cuando este perdió el control del vehículo. Circulaba por el otro sentido de la autopista en la que tuvo el fatal accidente Cozy. Se encontraba adelantando por el tercer carril cuando de pronto escuchó un fuerte ruido sordo. Declaró que paró su coche en cuanto vio el accidente y fue a ver tanto el estado del Saab 9000 como lo que les podría haber pasado a sus ocupantes. Carter, que se encontraba fuera de servicio en esos momentos, pensó en un primer momento que el coche podría haber colisionado desde el otro lado de la autopista. Al acercarse el motor todavía estaba encendido y salía humo del capó. Debajo se encontraba el cuerpo de un hombre, estando todavía visibles su brazo y pierna izquierdos. Carter le intentó tomar el pulso, pero el corazón de Cozy Powell había dejado de latir. Robert Nicholls, comisario de policía que estuvo en el incidente, confirmó que Cozy Powell iba conduciendo a gran velocidad, hablando por el teléfono y sin el cinturón de seguridad abrochado. A la tasa de alcohol superior a la permitida se le pudo sumar el problema que se detectó a posteriori en uno de los neumáticos del coche, ya que parecía haber sufrido un pinchazo en los momentos previos al accidente. Este enrevesado cúmulo de circunstancias tuvieron el fatal desenlace que todos conocemos. La Sra Reeve, que estaba atravesando un proceso de separación de su marido y había conocido a Cozy en uno de sus conciertos, no quiso realizar declaraciones en ese momento.

En esos momentos Cozy Powell se encontraba trabajando en unas grabaciones del guitarrista Peter Green, con el que estaba actuando en directo por entonces. A la vez acababa de parar los ensayos para la gira que iba a realizar con el guitarra sueco Ingwie Malmsteen debido a un accidente que había sufrido con una moto. La fatalidad, los excesos y la imprudencia hicieron el resto. Además de la música, la otra pasión de Cozy Powell eran los coches y la velocidad. Había llegado a pilotar coches de competición en los años setenta e incluso por un tiempo abandonó la música para convertirse en piloto de Formula 3.

Si la señora Reeve no hubiese urgido la presencia inmediata de Cozy, que había estado bebiendo y no se pensó dos veces el hecho de montarse a los mandos de su vehículo, si el coche no hubiese sufrido un pinchazo, si no hubiera hecho tan mal tiempo, si no... En fin. Que nos quedamos sin Cozy Powell y ya está. Cincuenta años. Joven, muy joven, y con mucho recorrido por delante que se truncó irremediablemente aquella asquerosa tarde de Abril.

Se rompió de manera definitiva el featuring: Blackmore, Dio & Powell.

Siempre recordado. Colin Trevor “Cozy” Powell, Descanse en Paz.

 

                                                     Rainbow: Munich 77. Cozy drum solo "1812 Overture".
 

 

                                       Whitesnake: Ludwigshafen 83. Drum solo "633 Squadron"7 "1812 Overture".  



jueves, 24 de septiembre de 2020

Ritchie Blackmore toca en la nueva versión de "Thrill is gone" de William Shatner.

Ritchie Blackmore pone su guitarra al servicio de la versión del cásico Blues de BB King titulado "The thrill is gone" que incluye en su nuevo disco el actor Williamk Shatner. El conocido Capitán Kirk de la serie "Star Trek" tiene previsto lanzar al mercado un nuevo disco bajo el aclarador nombre de "The Blues". En dicho cd versiona clásicos del Blues arropado por un elenco de artistas de la talla de Pat Travers, Albert Lee, Steve Crooper, Jeff Baxter, Harvey Mandel, Tyler Bryant o el propio Blackmore entre otros; ya ves, así se las gasta el amigo. Cabe recordar que ésta no es la primera colaboración de Blackmore con el amigo Shatner. The Man In Black y su mujer Candice Night pusieron guitarra y voz en la versión del "Space oddity" de Bowie que estaba incluído en el anterior disco de William, llamado "Seeking Major Tom". Una de las poquísimas colaboraciones que se ha dignado a atender nuestro querido guitarrista desde que inscribió su nombre con letras de oro en el universo de la música a finales de los sesenta.

Aunque Ritchie Blackmore es uno de los grandes referentes en lo que se refiere a Hard Rock, hoy en día su figura resulta algo controvertida. Lleva más de veinte años alejado del Rock duro disfrutando en su burbuja Renacentista/Medieval/Pop... y no hay nada que objetar a ello, se ha ganado a pulso tocar la música que le venga en gana. En 2016 decidió reactivar a unos Rainbow para un puñado de conciertos con la poderosa voz de Ronnie Romero al frente, pero con una base rítmica que dejaba bastante que desear en vivo; imagino que siempre siguiendo los dictados del genial y caprichoso guitarrista. El caso es que, además de su pasión por el Rock y la Música Clásica, Ritchie siempre se ha caracterizado por su amor al Blues. Lo ha cultivado a lo largo de su dilatada carrera musical, de una manera digamos transversal, pero siempre presente en su propuesta artística; de hecho tiene una manera muy personal de interpretarlo y lo hace de modo brillante. Para el recuerdo queda aquella especie de jam session que se montó cuando su amigo Jackie Lynton le invitó a subir al escenario con su banda en un pequeño pub perdido del mundo en la londinense localidad de Fulham allá por el año 1987, todo el concierto de buen Blues Rock que algunos de nosotros tenemos inmortalizado en su consiguiente bootleg de la época.

El caso es que se descuelga con una inspiradísima guitarra solista en el clásico de BB King, moviéndose fuera de velocidades y virguerías innecesarias para embellecer una canción con una guitarra plena de pasión, talento y enjundia. Nada, que no queda otra que esperar impaciente hasta el dos de Octubre para escuchar a Pat Travers en el "I put a spell on you", conociendo cómo se las gasta el canadiense seguro que merecerá la pena.



jueves, 13 de junio de 2019

Rainbow: "Rainbow Vorwärts". Nuevo Ep del grupo de Ritchie Blackmore.


Con motivo de los conciertos programados para Europa, concretamente un mini tour de cuatro actuaciones que milagrosamente incluye el territorio español, el grupo del irrepetible guitarrista Ritchie Blackmore tiene a bien publicar una especie de maxi single de los de antes formado por tres canciones. El inminente lanzamiento lleva por título "Rainbow Vorwärts" (forward en inglés, adelante en español) y en un principio se pone a la venta de manera exclusiva dentro del merchandising de los propios conciertos. Esto supone el primer lanzamiento discográfico del grupo del Arcoíris con material inédito en estudio desde aquel magnífico y añorado "Stranger In Us All" del ya tan lejano 1995.
 

Lo cierto es que desde que Blackmore decidió devolverle la vida a sus Rainbow junto al genial vocalista Ronnie Romero al frente en 2016 han editado varios singles. Sin embargo hasta ahora solo uno de ellos presentaba un tema inédito, llamado "Waiting for a sign", que no deja de ser un outtake de “Stranger In us All”  y que tiene muchos guiños a la etapa más comercial de Rainbow con Joe Lynn Turner a la voz. Esta nueva formación del Arcoíris ha grabado además una versión instrumental de “Land of hope and glory” que suele usar como introducción de sus shows, una versión del clásico "I surrender" y poco más. Recientemente el grupo publicó otra nueva versión del tema original de Quatermass bajo el título de "Black sheep of the family", que fue lo primero que grabó con Ronnie Dio cuando todavía Blackmore militaba en las filas de Purple y que apareció en el primer disco de Ritchie Blackmore`s Rainbow. Y hace ahora solo unos cuantos días que se ha puesto en circulación otro tema, otra nueva versión, en este caso de una canción que apareció en el más que recomendable disco "Fires At Midnight" de Blackmore`s Night y que lleva por título "The storm".

                                                              Rainbow siglo XXI.

"The storm" era uno de los temas con más espíritu rockero de aquel álbum que, dicho sea de paso, fue uno de los más acertados del binomio Blackmore/Night. Para otro día dejamos las valoraciones del personal proyecto de Ritchie Blackmore, capaz de aunar lo mejor y lo peor de su capacidad artística. El asunto es que esta canción que ahora ha querido recuperar The Man In Black ya la transformó en versión el que fuera tal vez el mejor bajista que haya pasado por Blackmore's Night, hablamos de Mick Cervino. Este músico, seguidor confeso de Blackmore, militó en las filas del grupo medieval de Candice/Ritchie durante una temporada. Tras ser informado por Blackmore de que sus servicios ya no eran requeridos, montó un grupo de Hard Rock puro y duro bajo el nombre de Violent Storm y publicó el excelente disco "Storm Warning" allá por el año 2005 que injustamente pasó desapercibido. En este disco nos podemos encontrar entre otras joyas con una versión de "The storm"' una de las canciones que ya en su momento comentó Mick que le parecía que poseía la impronta de la fuerza y calidad que siempre mantuvieron los Rainbow clásicos. Esta versión presenta un inicio distinto y muy logrado, esos primeros compases de la canción son una preciosidad de por sí. La versión de Violent Storm hace honor al nombre del grupo y añade electricidad y potencia a una canción que ya la tiene en su propio ADN. Completamente recomendable.

                                                             Violent Storm.

La versión que nos presenta ahora Blackmore con sus nuevos Rainbow tiene los mismos matices de los singles que han venido publicando en este último par de años. La producción está cuidada y la guitarra de Ritchie suena muy clara, pero sin chicha. La batería sigue siendo plana y lo más prescindible del resultado final, lo que dice poco en beneficio de estas nuevas grabaciones, pero solo es una simple apreciación. Sin duda lo mejor es la tremenda voz de Ronnie Romero, un vocalista bendecido con una voz especial y que lo demuestra en cuanto se pone delante de un micrófono. Esta nueva versión presenta en su inicio un arreglo distinto del que lleva la versión original de Blackmore's Night, aunque prácticamente todo el resto de la canción lleva un desarrollo muy similar a la del grupo de Candice Night. Se pierde la oportunidad de que dicho tema adquiera una nueva dimensión más allá del tratamiento de las guitarras y pequeños retoques por aquí o por allá. Otro asunto es la voz solista, al igual que en el resto de canciones del Ep, Ronnie Romero vuelve a demostrar en cuanto abre la boca los motivos por los que Ritchie Blackmore se fijó en él y hace que el voltaje suba exponencialmente cada vez que se acerca al micro; Blackmore siempre se ha asegurado de llevar consigo un as en la manga y en este caso no cabe duda de que Romero es esa carta mágica.


Que Ritchie Blackmore vuelva a tocar Rock n' Roll siempre es motivo de alegría, independientemente del momento de su vida en el que esté. Se ha ganado a pulso hacer lo que le dé la gana y todos sus seguidores, así como el resto de amantes del Hard Rock, estaremos siempre en deuda con él por todo lo que nos ha dado a lo largo de todos estos años. Eso no quita para que me entristezca por las oportunidades perdidas. Hubiera sido muy bonito y especial que finalmente se hubieran materializado las ofertas que parece ser recibieron desde Japón a principios del dos mil para reformar Rainbow con Ronnie James Dio, una última vez para todos los que jamás pudimos ver juntos sobre un escenario a estos dos colosos. En fin, supongo que no era el momento adecuado, el tren pasó y lo perdimos todos para siempre. Incluso habría resultado muy interesante que Blackmore hubiera reformado Rainbow tan solo seis o siete años antes de lo que lo hizo. Me habría gustado mucho escuchar la interpretación del sonido para el grupo que hubiese decidido escoger el propio Ritchie. Pero esto no son más que las simples elucubraciones de un fan enfermizo.
De cualquiera de las maneras ya está aquí la fecha del que hasta ahora será el primer concierto de Rainbow en España en más de treinta y cinco años, por lo que se trata de disfrutarlo en su totalidad. Porque nunca se sabe, ni se puede dar nada por sentado y menos en el universo Blackmore, pero tiene mucha pinta de que esta puede ser la última vez que pise nuestro país para subirse a un escenario a interpretar música.




                                                       Rainbow: "The storm".



                                                       Violent Storm: "The storm".



                                                        Blackmore's Night: "The storm".


miércoles, 10 de abril de 2019

Glenn Hughes y Classic Deep Purple. Historia de una reunión fallida. Concierto en Madrid: Teatro Nuevo Apolo. 2.4.19.



Hace apenas unos días Glenn Hughes volvió a visitar Madrid para subirse a un escenario a interpretar música como solo él sabe y puede hacerlo. El motivo esta vez era la presentación en directo de la gira que rememora y homenajea su estancia en la formación clásica de Deep Purple de los años setenta. Recordemos que la estancia de Hughes en el grupo púrpura abarcó desde 1973 hasta la disolución de la banda en 1976. Glenn formó parte de los llamados MARK III y MARK IV de Deep Purple. El mundialmente conocido como MARK III de la formación púrpura funcionó desde finales de 1973 hasta bien entrado 1975. En apenas un par de años el combo formado por Ritchie Blackmore, Jon Lord e Ian Paice, junto a las nuevas incorporaciones de un desconocido David Coverdale y el propio Hughes se bastaron para entrar en la Historia de la Música de la mano de himnos imperecederos como “Burn”, “Stormbringer”, “You fool no one” o “Mistreated”, por nombrar algunos. Solo publicaron dos discos de estudio, “Burn” y “Stormbringer”, pero fueron suficientes para volver a recolocar al grupo en lo más alto de las listas y de paso reinventarlo en lo que se refiere a términos musicales. El MARK IV se conformó al abandonar la nave Blackmore y ser sustituido por el genial y tristemente malogrado Tommy Bolin, uno de los músicos más finos e intuitivos que he tenido el gusto de escuchar y que desgraciadamente apenas brilló en su etapa Purple debido a sus propios demonios personales. Esta formación nos legó el interesantísimo “Come Taste The Band”, un claro ejemplo de la capacidad creativa que atesoraban estos tipos por sí mismos, libres de las directrices creativas de un Ritchie Blackmore que no deja de ser uno de esos pocos genios de los de uno entre un millón. Para todos los que apenas habíamos acabado de nacer cuando estos cinco tipos volaban las cabezas del publico con su música, para todos los que jamás tuvimos la oportunidad obvia de verlos en directo y que nos hemos pasado parte de nuestra vida devorando cuantas grabaciones piratas se han puesto en nuestro camino, esta gira que ha salido de la cabeza de Glenn no es sino una suerte de sueño hecho realidad; ver a Hughes en todo su poder interpretando un homenaje al repertorio clásico del grupo es una bendición.

                                                              Deep Purple MARK IV.

Pero el camino hasta llegar aquí no ha sido fácil, conviene ponernos en antecedentes. Todo esto parte de la idea que tuvo hace unos años el tristemente fallecido Jon Lord. El teclista original de Deep Purple, años después de abandonar la nave Purple, tenía la visión de volver a juntar a los miembros del grupo para llevar a cabo una especie de concierto homenaje por el que muchos de nosotros hubiésemos dado lo que fuera para ser testigos de semejante evento. El asunto siempre contó con el velado rechazo de Ian Gillan, autentico líder del grupo desde que Blackmore se fue y principal escollo para que esto se llevase a cabo. Es conocido y notorio que Gillan y Blackmore llevan más de cuarenta y cinco años detestándose, por lo que resultaría ridículo pensar que Ian fuese a enterrar el hacha de guerra y mucho menos estando en la posición de poder que le otorga liderar a Deep Purple. Tras esta negativa, que también en un primer momento fue compartida por un Blakmore asqueado del Rock y que se mostraba feliz en su retiro musical pseudo renacentista, el siguiente paso fue sondear una reunión del citado MARK III de Deep Purple. El asunto se puso en marcha y parece ser que los principales actores implicados mostraron un cierto interés, o al menos no lo rechazaron públicamente; desde un entusiasmado Glenn Hughes, que se mostraba dispuesto a subirse de inmediato a un escenario con sus antiguos camaradas, hasta un Blackmore que al menos parece que no dijo que no. Parecía que la visión de Jon Lord cobraba forma. El principal escollo para esto era la posición del batería Ian Paice. El único miembro presente en todas las formaciones de la banda se encontraba tocando con el grupo en activo y resultaba de todo punto complejo y difícilmente honesto alternar su puesto con la participación en esta otra encarnación del grupo; algo así como dos formaciones de Purple funcionando a la vez, pero con distintos componentes menos el batería. Realmente no sabemos la opinión del propio Paice al respecto, aunque teniendo en cuenta el carácter práctico del que siempre ha hecho gala este excepcional músico, no sería de extrañar que no le hubiese importado compaginar baquetas el ambos grupos. Imagino que fue rápidamente llamado al orden por un Ian Gillan que debió ver este movimiento como un ataque rastrero y personal hacia el grupo y hacia su propia persona. Conviene tener en cuenta que nuestro admirado Garganta de Plata siempre se ha referido a su relación con Deep Purple en términos matrimoniales, equiparando cualquier traición como si de unos cuernos de tu pareja se tratase; para que nos entendamos.

                                                           Glenn Hughes.

Lo cierto es que las negociaciones debieron existir y debieron tener un peso considerable, puesto que llegaron a lanzar a los medios de comunicación una serie de rumores que se extendieron como la pólvora a nivel mundial; como era de esperar. Parece ser que allá por el 2006 sí que llegaron a existir indicios de la viabilidad del asunto. Como era de esperar desde el campamento institucional del grupo –o campamento Gillan, como ustedes prefieran denominarlo– se apresuraron a dejar claro que era del todo inviable que esta reunión se llevase a cabo porque… el grupo ya estaba en activo con los miembros actuales, comandado por el propio Ian. Hablamos del año 2009 y todo quedó ahí. No hubo reunión del Deep Purple MARK III y la vida siguió adelante. Hughes puso en marcha junto a Bonamassa, Sherinian y Bonham el grupazo Black Country Communion, tal vez el modelo de super grupo para actuar en grandes estadios que Glenn llevaba tiempo buscando y que se hubiese materializado con la reunión MARK III. Por su parte años más tarde Coverdale sacó a la venta su “Purple Album” de Whitesnake, un homenaje a sus años en Deep Purple que probablemente mucho tuvo que ver con esta intentona fallida de reunión. Desgraciadamente poco después Jon Lord enfermó y acabó falleciendo un triste dieciséis de Julio del año dos mil doce. DEP.

                                                           Jon Lord.

Esta relación tan imposible entre Gillan y los antiguos ex miembros del grupo se ha venido detallando durante todos estos años y ha tenido momentos tan Spinal Tap como todo el affair acontecido con la nominación al Salón de la Fama por parte del grupo. Este evento tan deliciosamente amorfo y tan asquerosamente americano mostró una vez más las vergüenzas de la familia Purple de primer grado y nos proporcionó unas cuantas horas de entretenimiento tanto a sus seguidores como detractores. No me voy a extender en los detalles del asunto, puesto que ya se abordaron desde estas mismas páginas –no hay más que poner en el buscador las palabras “Hall of Fame” para poder echarle un vistazo al asunto-. Apenas hace unos años salieron a la luz nuevas declaraciones que arrojaron nuevas luces a las apasionantes relaciones entre esta entrañable familia. Fue David Coverdale el que se descolgaba con unas incendiarias declaraciones en las que reconocía que hubo conversaciones con el campamento de Ritchie Blackmore para llevar a cabo algo juntos. Por extraño que parezca, nuestro querido Man In Black se ha descolgado con unas cuantas declaraciones públicas desde que decidió volver a reactivar Rainbow –conviene recordar que si por algo se ha caracterizado Ritchie a lo largo de los años ha sido por su completo desprecio hacia la prensa musical y a sus periodistas–: que si forma Rainbow, que si no le importaría volver a subirse a un escenario con sus antiguos compañeros de Deep Purple, que si Gillan y él deberían enterrar sus diferencias por el bien de los fans, que si es necesario –esta me encanta y tiene que ver directamente con un  famoso incidente entre Gillan y él– tirarse un plato de espaguetis a la cabeza se los tira… incluso le tiró los tejos a Glenn Hughes para que formase parte de los nuevos Rainbow. Esta es especialmente cachonda y nos la ha contado hace no mucho el propio Ritchie. Parece ser que desde el campamento de Blackmore se pusieron en contacto con Glenn Hughes para invitarle a ser de la partida en la nueva reencarnación del Arcoíris. Parece ser que Glenn se dispuso a volar hasta el local de Blackmore para ensayar en el nuevo proyecto cuando fue informado de que Ritchie solo estaba interesado en él como bajista y segunda voz, contando con Ronnie Romero como vocalista principal; Blackmore en estado puro. Un correcto y educado Hughes declinó amablemente la invitación, alabó la capacidad vocal de Romero –algo imposible de negar–, se limitó a comentar que en estos momentos de su carrera solo le parecía adecuado ser el cantante principal de cualquier grupo en el que se encontrase y se apartó así del camino de Ritchie y sus nuevos Rainbow. Un día habrá que escribir sobre la gente que le ha dicho “no” a Ritchie Blackmore, seguro que la cosa tiene su miga.

                                    Ian Gillan.                                                            Ritchie Blackmore.  

Con todo este panorama lo que está claro es que millones de fans de todo el mundo perdimos la oportunidad de ver al MARK III de Purple sobre un escenario interpretando música. En fin, nos consolaremos con el pedazo de gira mundial que se está marcando un Glenn Hughes que ha decidido recrear este escenario. Nos vamos a centrar en el concierto que ofreció hace apenas unos días en la capital española. El concierto de Madrid fue algo sencillamente espectacular y único. Un abarrotado Teatro Nuevo Apolo del que apenas habían quedado una veintena de entradas por vender, servía como marco idóneo para la presentación en la capital de la nueva gira de Glenn Hughes homenajeando a los MARK III y IV de Deep Purple –o a los clásicos Deep Purple en directo, como él mismo lo definió durante la actuación.
Pasados apenas unos cinco minutos de las nueve de la noche las luces del teatro se bajaron mientras el guitarrista Soren Andersen, el teclista Jesper Bo Hansen y el batería Ash Sheehan tomaban posiciones. Poco después por la megafonía sonó la presentación del tipo al que todos habíamos ido a ver y en escasos segundos apareció por el lateral de la batería un Glenn Hughes que sin ni siquiera abrir la boca ya se salía del escenario. Apareció con su melena al viento, sus patillas setenteras, unos pantalones de campana que en cuanto pueda me voy a una tienda para comprarme otros iguales, con el bajo colgado, en una forma física envidiable a sus sesenta y siete años, bailando y haciendo gestos de agradecimiento al público del que arrancó una sonora ovación sin ni siquiera haberse acercado al micro; vamos, un puto rockstar de la cabeza a los pies… y sin apenas forzar la pose, lo que lo hace todavía más natural y auténtico. Hay gente que se lo estudia, machaca, trabaja y a otros les sale de manera innata. En fin.

                                                                Glenn Hughes.

El asunto arrancó de la mano de “Stormbringer”, desde los primeros compases era fácil observar que la banda sonaba compactada y que habían venido a divertirse con sus amigos madrileños, como el propio Hughes indicó al finalizar el tema. Llevan recorriendo el mundo presentando esta gira desde finales de 2017 y se nota el rodaje y la compenetración adquirida, esas pequeñas cositas que tanto recalcan los músicos como esenciales para que las bandas crezcan exponencialmente y que tan complicadas resultan de llevar a cabo en estos nuevos tiempos en los que apenas consiguen fraguar los nuevos grupos.
El concierto siguió con “Might just take your life”, muy bien acompañado por el teclista que le dio un rollo muy setentero a la canción. Glenn adornó las líneas vocales con ese sabor funky que tiene tan interiorizado, de hecho la propia composición explora esos matices que constituyeron en su día el germen del disgusto de Blackmore con los nuevos caminos compositivos hacia los que avanzaba Deep Purple. El final de la canción fue de órdago, nos puso a todos firmes y nos fue dando la medida del excelente acompañamiento que se había buscado Glenn para su grupo. Un Glenn Hughes bastante locuaz volvió a agradecernos nuestra espera para volver a verle en directo mientras se refería a todos nosotros como sus hermanos o hermanas y nos aseguraba lo especial que era Madrid para él; supongo que cuando vaya a Bilbao, Avilés o a Oslo también usará un discurso similar. Esta dialéctica le lleva acompañando desde que logró rehabilitarse de sus adicciones a principios de los años noventa y abrazó la Fe Cristiana. Bueno, imagino que se hizo cristiano al estilo norteamericano; en plan formar parte de un grupo de autoayuda en el que te sientes muy feliz, pero poco o nada interpelado a interpretar la realidad bajo los ojos de Jesus y posicionarte de una manera activa. Pero esto es marginal.

                                                       Glenn Hughes.

Seguimos con la actuación. Nos siguió comentando que iba a hacer todo lo posible para que aquella fuese una noche épica –y vaya si lo consiguió. Tras los agradecimientos el guitarra Soren Andersen comenzó una oscura intro que por un momento me recordó al clásico “Mistreated”, pero que me resultaba extraño que se presentase al inicio de la actuación; conviene recordar que este número suele ser uno de los momentos más intensos de sus actuaciones en directo y lo suele reservar para la parte final de las mismas. Sospechas confirmadas, el solo derivó hacia el inicio de “Sail away”, otra de las gemas oscuras del catálogo Purple MARK III y que sonó especialmente poderosa; aquí, como en todo el concierto, Hughes se entretuvo poniéndose a jugar con su voz en determinados momentos de la canción, haciendo gala de una gama de registros marca de la casa que hicieron las delicias de un público entregado al don tan espectacular del cantante.

                                                                 Glenn Hughes.

Arrancó un nuevo tema de la mano de una batería claramente reconocible para cualquier seguidor purple. El clásico cencerro de “You fool no one” se presentó ante nosotros de la mano del batería Ash Sheehan. Este músico ya me supuso en su día una grata sorpresa, puesto que su habilidad y su pegada con el instrumento acompañaban y daban cuerpo a la perfección a unos temas de instrumentación bastante compleja. Bien es sabido que una batería –no necesariamente una batería rápida o machacona es un componente esencial si hablamos de Hard Rock. También es de sobra conocido el cariño y admiración que Glenn Hughes le tiene a John Bonham, de hecho le dedicó el tema “Higher places” de su disco “Song In The Key Of Rock”; es preciso recordar que el propio Bonzo se declaró en su día admirador de Trapeze, el grupo de Glenn antes de entrar en Purple, y que incluso llegó a tocar con ellos en alguna que otra ocasión. Sheehan se marcó un inicio de “You fool no one” que no hizo más que contrastar las buenas sensaciones que provocó desde que se sentó tras las baquetas al iniciarse el show. Lo de “You fool no one” en Madrid fue asunto de enjundia, por lo que os voy a pedir licencia para detenerme en este particular. No fue hasta que pasaron los primeros tres minutos que Glenn Hughes empezó a entonar la primera estrofa del tema, por lo que ya solo el inicio del jugueteo del batería seguido por el resto del grupo casi constituye la misma duración que algunas canciones convencionales. Tras las primeras estrofas y estribillo el teclista nos llevó a su terreno con un bonito solo de teclado que, sin pretender calzarse las imposibles botas de Jon Lord, adornó la canción de una manera muy digna y demostró que era del todo capaz de emular el sonido clásico de Deep Purple sin necesidad de intentar copiar a ningún músico de la formación clásica. Un diez y todo mi reconocimiento para Jesper Bo Hansen. Le contestó Soren Andersen a la guitarra, siguiendo con un pequeño solo que derivó nada más y nada menos que el en clásico “The mule”, el corte que usaban los Purple de los setenta en directo para introducir el solo de batería de Ian Paice y que comenzaba a sonar a los seis minutos de canción. Está claro que Glenn les ha debido poner unas cuantas grabaciones piratas a los músicos de su grupo, puesto que se notaba a la perfección que dominaban el particular lenguaje del universo purple setentas. Una manera de entender cada canción en directo como algo vivo y sujeto a continuo cambio; por desgracia esto ya no se lleva hace demasiados años, por eso la mayoría de grupos suenan en directo muy predecibles y, si los has visto una vez en directo, como los vuelvas a ver otra vez en la misma gira seguro que no te van a sorprender. Dicho esto, también debo reconocer que, pese a que el teclista y el batería que acompañan a Hughes en esta gira me sorprendieron muy gratamente, el guitarra ya me dijo mucho menos. Andersen lleva colaborando con Glenn desde hace unos diez años, pero no me acaba de llegar. También hay que decir en su defensa que la guitarra fue lo que sonó más bajo en la mezcla del concierto madrileño, resultando un claro hándicap; tal vez fue el que más forzado se encontraba en su papel Blackmore. De cualquier manera, solvente aunque sin destacar. Tras arrancarse con el riff de “The mule”, el grupo paró y Andersen comenzó a interpretar las primeras notas del clásico “Blues” que Ritchie ha venido intercalando en sus actuaciones en directo; toda una delicia para nuestros oídos. Ya llevábamos ocho minutos de “You fool no one” y cuál fue mi sorpresa cuando Glenn Hughes empezó a improvisar una melodía cantada para dicho blues que duró apenas dos minutos más y en la que puso a todo el público en pie con sus ejercicios vocales. Con una naturalidad pasmosa se dedicó a mantener un sostenido en agudo, imposible para el resto de mortales, mientras jugaba con los distintos matices de su voz y la llevaba a los impensables límites que su propia improvisación le conducía. Un cantante único, tocado con el dedo divino. Tras esta demostración, que vale por sí sola el precio de la entrada y que nos tenía a todos metidos en la particular burbuja en la que se había convertido la canción, Glenn vuelve a parar y nos presenta “High ball shooter”. Este temazo de Purple, que apareció en el disco “Stormbringer” y del que el propio Glenn llegó a realizar una versión en uno de sus mejores discos en solitario y que responde al título de “Building The Machine”, fue lo siguiente en sonar. Para todos aquellos que amamos esta canción que Deep Purple jamás interpretó en vivo, escuchar el estribillo de este tema en directo mientras atruena por el equipo de sonido resulta una experiencia extrasensorial. Esta deliciosa sorpresa nos condujo de lleno al solo de batería en el que el amigo Sheehan se lució a lo largo de los nueve minutos que duró su momento. Imponente pegada que me volvió a traer a la memoria al tristemente malogrado batería de Led Zeppelin a lo largo de un solo, una vez más, de esos que se hacían en los años setenta y que ahora están en desuso. Tras el solo volvieron a recuperar el propio “You fool no one” hasta el final apoteósico que llevó dicha canción a los veinticinco minutos de duración. Un agradable espejismo que trajo a mi retina aquellos medleys en directo de Purple, Rainbow o Dio que podían alargarse sin problemas hasta los veinte o treinta minutos de duración. Otra época.

                                                              Glenn Hughes.

Bromeó Glenn Hughes después del pedazo de interpretación que se acababan de marcar reconociendo que recordaba bien los años setenta, pero no se acordaba de nada de los ochenta; otro comentario simpático que aludía con total naturalidad a sus años oscuros, superados desde principios de los noventa y jalonados con una espléndida carrera, tanto en solitario como colaborando en otros proyectos. Lo siguiente que nos presentó Glenn fue otra de las joyas del catálogo de Deep Purple. Hablamos del tema “You keep on moving” o, lo que es lo mismo, el claro ejemplo de la capacidad compositiva del grupo sin la presencia de Blackmore. Esta canción apareció en el disco “Come Taste The Band” y, según nos comentó el propio Hughes al presentarla, la compusieron Coverdale y él pensando en sus fans y en lo necesarios que éramos para ellos. La canción sonó con personalidad propia y en ella Glenn se permitió el lujo de acomodar su voz para subir la intensidad y forzarla en determinados momentos; sabedor de su portentosa capacidad, jugó más que nunca con las subidas y bajadas a lo largo de un tema que se presta a ello. Siguió con otra canción del “Come Taste The Band”, el conocido “Getting tighter” y su groove salvaje. Comenzó el tema distorsionando su bajo y liderando una de las canciones en las que más remarcado queda el toque Funk que introdujo en Purple y que tanto detestaba Blackmore. La interpretación también contó con el clásico interludio que solían tocar los Purple cuando la llevaban al directo. Al acabar el tema recordó que con esos discos los Deep Purple contribuyeron a formar parte de la historia de esa década, junto a grupos como Zeppelin, Génesis o Sabbath, y compartió con todos nosotros una reflexión bendiciendo su longevidad pudiendo actuar en vivo manteniendo un nivel elevado. Ni que decir tiene que no solo comparto sus palabras, sino que las llevo más allá del lugar en el que el propio Glenn las dejó por prudencia y humildad. No es ni siquiera discutible que el nivel y capacidad vocal que mantiene en la actualidad Glenn Hughes está a años luz del resto, independientemente de la edad. En su pequeño discurso agradeció a Dios la posibilidad de mantenerse en activo y en buena forma, sin hacer ningún tipo de alarde en sus comentarios aún siendo sabedor de su poderío vocal más propio de alguien de otro planeta.

                                                              Glenn Hughes.

Acto seguido Soren Andersen comenzó a tocar lo que esta vez sí era la introducción de “Mistreated”. Tal vez el clásico más importante del MARK III de Deep Purple y que sonó tan poderoso como el resto de la actuación que todos los allí congregados estábamos teniendo la suerte de experimentar. El concierto nos tenía a todos donde quería Glenn, se había creando una atmósfera ideal para ir desgranando uno tras otro estos pedacitos de la Historia de la Música y “Mistreated” no hizo más que ahondar en este presupuesto. Tras el solo de guitarra tan ambiental que contiene la canción -no deja de ser un Blues, salvaje y poderoso, pero un Blues-, Hughes se acordó de Blackmore mientras se iba adentrando en la parte medio/final que suele dejar para improvisar con su voz. Lo que nos ofreció entonces fue algo mágico, uno de esos momentos que solo pueden interpretar unos pocos genios y que le hace merecedor de todos mis reconocimientos. Allí nos tenía a todo el público, desarmados ante su impresionante capacidad vocal y su increíble gusto para detener la canción, volverla a recuperar y hacerla explosionar en un final de órdago. Todo el teatro en pie rendido a sus pies, aplaudiendo durante unos dos minutos y parando puesto que el propio Hughes empezó a agradecer al público quitándose importancia; igual sí es cierto que Glenn lleva Madrid en su corazón y que somos especiales para él. Bello y brutal.

                                                                  Glenn Hughes.

Ya quedaba el final, que vino de la mano del archiconocido “Smoke on the wáter”, intro de “Lazy” incluida, y en el que Glenn nos deleitó interpretando el interludio de “Georgia on my mind”, igual que en los setenta. Ya que esta crónica está hecha sin miedo a las extensiones, como los shows de Purple de los años setenta, se hace necesario detenerse en la interpretación de dicho “Georgia”. Ni que decir tiene que no me he perdido ni una sola de las actuaciones de Glenn Hughes en Madrid desde que tuvimos la fortuna de recibir su presencia en directo aquel lejano 2001 en el que presentaba el disco “Return Of Crystal Karma” y que ofreció un concierto soberbio en la sala Revólver en el que incluyó un “You kill me” salvaje que no había tocado en otros show de la gira. Por supuesto asistí al concierto que ofreció el pasado año en el auditorio de Rivas-Vaciamadrid presentando esta gira de los Deep Purple Clásicos. Allí quedé alucinado con la actuación que nos ofreció, pero me marcó de manera especial la interpretación de “Georgia on my mind”. Este clásico que inmortalizó Ray Charles sirvió de cobertura a Glenn para el interludio del “Smoke on the water” de los setenta y para el de esta gira actual. Ya en Rivas nos dejó a todos sin habla cuando afrontó esas primeras estrofas con su espectacular voz, con la emoción a flor de piel me dije que al día siguiente debía escribir sobre lo que estaba sintiendo en esos momentos. No lo hice y es ahora cuando siento la imperiosa necesidad de plasmar torpemente en palabras lo que nos hizo vivir Glenn Hughes cuando de sus labios salieron esas primeras líneas vocales de otro planeta que hacen merecida justicia a este clásico inmortal del Soul. Un Glenn pletórico de pasión entonaba esas estrofas jugando con su voz, forzando unos agudos exquisitos hasta límites inhumanos, aturdiéndonos mientras nos mostraba su alma y haciendo aflorar las lágrimas ante semejante exhibición de talento, inspiración, gusto y estilo. Con la misma majestuosidad y simpleza que había aparecido ante nosotros, esta expresión artística y vital nos abandonó, recreándose en un apoteósico final que puede que sea una de las cosas más impactantes que recuerde haber presenciado en lo que llevo de vida. Pero esto es marginal.
Otra cerrada ovación, el grupo que abandona el escenario y Glenn que se va mientras se toca el corazón con la mano. La gente quiere más, puestos en pie pedimos más Glenn Hughes esa noche. Y el grupo vuelve a salir. Tocan “Burn” a toda pastilla y cierran una actuación que hace merecida justicia a toda una época y a todo un legado musical, comandado por el que con toda seguridad sea el músico en activo en mejor estado que exista en la actualidad.

                                                              Glenn Hughes.

Lamentablemente no pudimos presenciar en directo la interpretación de canciones como “This time around” o “Holy man”. Estos dos temas los llevaban en el setlist al iniciar la gira, pero los sacaron del repertorio incomprensiblemente a las pocas actuaciones. En Rivas pudimos presenciar un show más corto, pero que contó con un soberbio “Highway star” en el que la voz de Glenn se mostró imbatible y dejó en evidencia a cualquiera que le se hubiese pasado por la cabeza la mera idea de tan siquiera toserle al lado. Respecto a “Holy man”, fue una agradable sorpresa saber de su inclusión en los primeros repertorios de la gira. Es una bonita canción que tiene su propia historia, parece ser que no le gustaba nada a Ritchie Blackmore y a regañadientes acabó aceptando que formase parte del disco “Stormbringer”; otro ladrillo más que cimentó su idea de abandonar al grupo. Recuerdo que mi querido amigo y también miembro del CADP Luis Delgado, con el que tuve el placer de compartir la actuación de Hughes en Rivas, me comentó que le hacía especial ilusión escuchar este tema en vivo cantado por Glenn. Y si hablamos de “This time around”, su caída del set también es una lástima. Es una de las canciones más personales que Glenn haya interpretado nunca, otra joya escondida de Deep Purple. En el homenaje póstumo a Jon Lord el propio Hughes rememoró una bonita historia sobre su composición junto al añorado Lord, cómo siguieron trabajando en el estudio mientras el resto del grupo se iba hasta acabar de darle forma a la idea del pianista por excelencia. Un sentido homenaje con otra interpretación en dicho concierto que sienta cátedra y eriza la piel.

                                      Glenn Hughes con el CADP y el HUSH que le lleva en la portada.



Set list Madrid. Teatro Nuevo Apolo:

“Stormbringer”  5.01
“Might just take your life”  5.23
“Sail away”  8.07
“You fool no one” (“The Mule”/”Blues”/”High ball shooter”/Batería)  24.40
“You keep on moving”  9.02
“Getting tighter”  14.21
“Mistreated”  14.20
“Smoke on the water” (“Georgia on my mind”)  12.28
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“Burn”  9.05






                       Glenn Hughes: "This time around". "Celebrating Jon Lord". Royal Albert Hall. Londres' 14.