Por fortuna Deep Purple han podido poner en funcionamiento la gira mundial de presentación de sus dos últimos discos; "Whoosh!" y "Turning To Crime". El primero en estudio con canciones inéditas publicado en el año dos mil veinte y el segundo de versiones aparecido al año siguiente. Dos excelentes obras que dejan claro que estos tipos siguen sabiendo muy bien de qué va esto de componer y tocar Rock n' Roll; en particular "Whoosh!" me tuvo bastante obsesionado cuando salió, uno de los mejores trabajos que haya sacado el grupo de Gillan & Co en su longeva carrera discográfica. Por desgracia aparecieron en plena pandemia y no ha sido posible salir de gira para presentarlos hasta hace apenas unos meses; como practicamente todo el mundo en este mundillo, vaya.
Primero se anunció una fecha en España, más concretamente en el festival Icónica de Sevilla. Perfecto. Pero el notición para este humilde escriba se produjo a primeros de este caluroso Julio, resulta que Purple habían sido contratados para actuar en el majestuoso Teatro Romano de Mérida; amigo, eso ya son palabras mayores. El teatro emeritense, ubicado en la que fuera capital ibérica hace más de dos mil años del Imperio Romano, es uno de los lugares más especiales que puede pisar cualquier persona que sienta mínimamente el arte... y que tenga sangre dentro de sus venas. De hecho lleva celebrándose en el mismo el Festival Internacional de Teatro Clásico -la de este año es su edición número sesenta y ocho-, que no deja de ser una de las principales referencias a nivel nacional e internacional de este país tan genuinamente cochambroso en lo que a los asuntos artísticos de refiere. Es una cita obligada para el que esto suscribe cada verano desde hace ya bastantes años... y los que me quedan. Imposible sustraerse a la posibilidad de pasar una noche mágica en este mágico entorno dejándote atrapar por su mítica esencia mientras te asas de calor en las tórridas noches emeritenses de verano. Cualquiera que haya asistido al festival sabe de lo que hablo.
Poco importa la obra a presenciar -bueno, si es buena y de enjundia entonces aquello cobra otra dimensión-; de hecho este año tuve que aguantar estoicamente las insoportables y nada inspiradas ínfulas de grandeza de una especie de cantautora que no era capaz de entonar, ni de tocar, ni de ná de ná, sumergidos en una agobiante nube de Electro Pop barato y chapucero mientras se ¿contaba? una especie de historia que no había por dónde cogerla. Y resulta que eso era arte. Será que mis humildes entendederas no alcanzan a degustar esas mieles tan sofisticadas, petulantes y exclusivas. En fin.
Pero no nos desviemos del asunto. Resulta que Deep Purple han anunciado una actuación en este enclave tan especial para el próximo veintitrés de Septiembre. Ni que decir tiene que en cuanto me enteré me hice con las entradas y allí estaré, Dios mediante, contemplando morir al sol frente a la luna... y si me acompaña "Anya" de fondo, mejor que mejor. Disfrutar de los Purple actuales con el solvente guitarrista Simon McBride si sigue sustituyendo a Steve Morse, recordando a un Ritchie Blackmore que se habría vuelto loco ante semejante emplazamiento y brindando por el tristemente desaparecido Jon Lord. Todo en uno.