Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

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lunes, 18 de febrero de 2019

Emperor: “Inno a satana”.


Hoy es un día tan bueno como otro cualquiera para reivindicar esta canción de este grupo tan especial y tan atípico. Con este himno a Satan –traducción al italiano–, que apareció en su primer disco titulado “In The Nightside Eclipse”, el grupo de Ihsahn, Samoth y Mortiis pasó a ser una de las referencias obligadas dentro del escurridizo territorio del Black Metal. Es una canción en la que aparecen los elementos característicos que presenta la música de Emperor: duro, crudo, áspero, rápido... y con melodía. Bases rítmicas poderosas y rápidas, guitarras crudas y unas voces guturales que se condensan en una producción que tampoco busca pulir demasiado. Si le añadimos los elementos sinfónicos y los coros a la mezcla el resultado final es de una intensidad que sobrecoge. Nos puedes evitar una sensación de suspense y de temor que recorre tu espina dorsal mientras te vas sumergiendo en su escucha. Y el crescendo final hace que huyas desesperado hasta que todo acaba. Definitivamente estos tipos tenían talento. Supongo que el tratamiento del teclado, la orquestación y los coros melódicos les dieron una identidad propia y distintiva a su sonido, en el que pasaron a reflejarse otros muchos grupos posteriores.


Como buena banda de Black noruego, tienen un historial de complicaciones con la justicia que no es cuestión baladí. El coqueteo de algunos de sus miembros con el satanismo ha estado presente en parte de su recorrido musical. El guitarra Samoth, el batería Faust y el bajista Tchort han estado encarcelados o arrestados por naderías como atracos con arma blanca, quema de Iglesias o asesinatos; Samoth fue condenado a dos años de cárcel por participar junto a Varg Vikernes, otro angelito, en la quema de Iglesias en Noruega. Con todos estos embrollos el grupo acabó separándose, se volvieron a juntar a mediados del año 2000 y después en 2014 para conmemorar el vigésimo aniversario de “In The Nightside Eclipse”. El propio Ihsahn comentó años después que sus vinculaciones con el satanismo pertenecían a su época de adolescencia. El apasionante submundo gris del Black Metal noruego del que hemos hablado en alguna ocasión y que seguro abordaremos más en profundidad en cualquier otro momento.


No sé cómo acabó este primer disco de Emperor en mis manos, fue hace un montón de años y ni siquiera estaba interesado en el Black Metal ni nada por el estilo; el caso es que cuando lo puse en el equipo hubo algo que me enganchó y principalmente no noté en la última canción del cd, esta de la que habla el artículo. De todos modos mi primerísimo contacto con este grupo llegó de la mano de su maqueta/EP “Wrath Of The Tyrant” y su portada tan evocadora. Todavía recuerdo su actuación del festival de Wacken Open Air del año 2006. Ese era el año de Scorpions, llevaban su show de reunión de familia a lo más alto del festival. Fue mi primera y única vez con el festival de festivales en lo que a Rock duro se refiere. Recuerdo que fue un absoluto placer vivir el momento en el que Scorpions reinaron merecidamente y por todo lo alto como cabeza de cartel, acaparando todas las portadas en los medios de comunicación. Actuaron precedidos por Uli Jon Roth, Michael Schenker y presentaron un show especial con muchos de sus ex componentes a lo largo de las tres horas que duró la actuación... y ni siquiera tocaron el cansino “Wind of change”. Algo brutal. Recuerdo que también se juntaban para la ocasión los Emperor. Nos acercamos movidos por la singularidad del momento y, en mi caso, también por “Inno a satana”; claro. Empezaban a palidecer los últimos rayos de sol de Wacken cuando estos tipos se subieron de nuevo a un escenario. A priori uno puede pensar que sin el componente nocturno su propuesta musical se desvirtúa en demasía. Nada más lejos de la realidad. En cuanto metías tu cabeza en la carpa del  tercer escenario inmediatamente te sumergías en su particular y apocalíptica visión musical. Conviene añadir que el incomparable y descolocante marco del Wacken, pasado de vueltas al completo, ayudaba a sentir esa sensación. No bromeo, cualquiera que haya asistido a ese festival sabe perfectamente que aquello pertenece a otra liga; hordas de siervos del Metal, inasequibles al desaliento y directamente venidos del averno con sed insaciable de esos decibelios que buscan con ansia vital, prestos a poner su alma al servicio de un objetivo superior y a formar parte de la sinergia definitiva que les permita sentir esa emoción única e indescriptible de la música, su música. En fin, el paraíso de todo hard rockero que se precie de serlo. Y, en fin, Emperor: una referencia inevitable para todo seguidor del Black que se precie de serlo.