No hay tres sin cuatro. Este mes está plagado de estrenos musicales de enjundia para todos aquellos seguidores del Hard Rock de corte más clásico. Grandes noticias en tiempos de sobresaturación de remezclas, remixes, recopilatorios y demás artefactos musicales de dudosa categoría, de grupos que no tienen intención de publicar nuevos discos de estudio ahora que nadie los compra o de grupos que hacen de todo menos Rock, aunque te lo quieran vender como tal.
En este árido paisaje es del todo reconfortante recibir el nuevo disco del cantante Robin McAuley. Bueno, técnicamente salió el pasado día veintiocho de Febrero, pero lo vamos a considerar de la misma hornada de este mes. El bueno de Robin fue el cantante de la interesantísima e inspirada MSG de Michael Schenker durante la segunda mitad de los ochenta; de hecho el grupo pasó a llamarse McAuley Schenker Group, pero no hizo falta cambiar las siglas ya que coincidían los apellidos. Aquella unión apenas duró unos seis años, 1987-1993, pero nos legó cuatro obras que son joyas indispensables para todo seguidor del rubio guitarrista alemán y del Rock bien hecho en general. Pasaron los años y McAuley solo sacó un disco en solitario, el recomendable "Business As Usual", justo al finalizar el milenio.
Pasaron los años, algo más de veinte en concreto, para que Robin volviese al ruedo discográfico en solitario. De la mano de la compañía Frontiers Records nos lleva ya regalado tres discos con este último. Tres obras de composiciones nuevas en apenas cuatro años a cuál mejor. Bueno y prolífico, peculiaridades poco habituales en nuestro nuevo mundo discográfico post internet.
Robin McAuley sigue manteniendo su voz prácticamente intacta a sus setenta y dos años, además de mantenerse en una perfecta forma física, muy poca gente puede presumir de esos números y nos alegramos. En directo sigue manteniendo su chorro de voz, su timbre tan particular y la mayoría de sus agudos; un placer escucharle en directo.
Os proponemos la escuchar de lo que han sido los dos adelantos para este nuevo disco "Soulbound", lo escuchas y desde luego que se te fija al alma. Pero no solo el inicio de "Till I die" o el bonito y melódico tema título, también te puedes escuchar cositas como "Born to die" o "One good reason" para darte cuenta de la calidad de este disco que destila Hard Rock clásico por sus cuatro costados. Si a esto le unimos composiciones tan elegantes como "Reason" o "Wonder of the world" solo nos podemos encontrar ante algo de mucha categoría.
Le acompañan los músicos italianos Andrea Seveso a la guitarra, Aldo Lonobile en el bajo y Alfonso Mocerino tras la batería. Sonido compactado y equilibrado con una guitarra solista que suena muy bien a lo largo de todo el disco. Por ponerle alguna pega, habría estado muy bien que la batería fuese algo menos lineal y con más matices, pero no se puede pedir todo. Robin McAuley, un cantante de esos que no aparecen en las listas de esas gentes que se supone que entienden, pero que canta y sigue cantando que te cagas. Para todos nosotros.