Rafa Blas acaba de publicar nuevo disco, titulado “Sin mirar
atrás”. El que fuera cantante del grupo Nocturnia y ganador de uno
de los cutre-concursos de cantantes que tanto proliferan por nuestra triste
televisión, publica su segundo cd bajo el auspicio de la compañía Maldito
Records.
El disco no tiene
desperdicio, al igual que en su álbum de debut llamado “Mi Voz”,
presenta un alto nivel musical, compositivo y de ejecución. Más allá de todo el
ruido montado alrededor del primer cd, grabado como premio con la poderosa
multinacional Universal Music, nos encontramos a unos músicos que
presentan una propuesta muy interesante. Se apuesta por canciones propias y
versiones, muy acertadas en mi opinión, de clásicos de los setenta y ochenta
grabados en la memoria del colectivo hispano; una música potente con melodías
que permiten perfectamente que el disco suene en las radios nacionales sin
tener que vender su alma al diablo de los 40
principales y similares hierbas.
Pese a lo interesante del
disco en su totalidad, nos vamos a detener en una canción en particular. Rafa ha tenido la genial idea de grabar
una versión del clásico tema “Getsemaní”, del musical “Jesucristo
Superstar”. La obra original se compuso en la cabeza de Andrew Lloyd
Webber, otro genio que seguro merecerá que hablemos de él en otra entrada. Lloyd
Webber, junto con el letrista Tim Rice, compuso un álbum conceptual
sobre la figura de Jesucristo que resultó ser uno de los mayores éxitos
de la historia de la Música. La canción “Gethsemane” constituye uno de
los temas centrales, de corte épico y dramático, en el que se narra la oración
de Jesús en el huerto del Monte de los Olivos justo antes de ser traicionado
por Judas. La obra original contó con la voz principal de Ian Gillan
interpretando a Jesús de Nazareth. Supuso un éxito casi inmediato,
realizándose una película y numerosas adaptaciones a lo largo y ancho del
mundo; seguro que ahora mismo en algún lugar se encuentran un
grupo de músicos ensayando o interpretando esta Ópera Rock.
Versión original.
Desgraciadamente la
interpretación de Gillan en la
versión original no le hace justicia a la grandeza de la canción. Que Ian Gillan es un cantante excepcional y
fuera de lo común no se discute, es así; sin embargo grabó unas líneas vocales
sin ninguna emoción, se limitó a cantar las letras que le pasó Tim Rice. Desgraciadamente no se enteró
de nada, de hecho el propio Ian ha
comentado en entrevistas posteriores que solo se dio cuenta de la trascendencia
de lo que estaba grabando cuando cantó el tema “The Crucifixion”, última canción del disco. Tuvo que ser Ted Neeley, protagonista de la versión
cinematográfica, el que le diera ese
enfoque tan característico y desgarrado que ha pasado a la historia. No
obstante el disco original tuvo un gran éxito y repercusión, por eso les
ofrecieron realizar la adaptación al cine. Como curiosidad podemos comentar que
los productores le ofrecieron el papel de Jesús
a Gillan, pero este lo rechazó
amablemente porque le pagaban menos de lo que ganaba con Deep Purple; fue en ese momento cuando entró en escena Neeley para encarnar el papel de
protagonista en la película. Estamos hablando de 1971, poco antes de la
publicación del famoso directo “Made in
Japan”. Si nos paramos a pensar durante unos segundos lo que podría haber
pasado si Ian Gillan se hubiera
convertido en una estrella de cine – que era su idea original, Gillan siempre dijo que quiso ser actor
y que empezó a cantar para hacerse famoso y poder llegar al mundo del cine – la
historia se podría haber contado de otro modo. De cualquier manera es una
lástima que Gillan no se hubiera
empleado a fondo, considerando que tiene mejor voz que Neeley, nos podría haber dejado una versión para el recuerdo. No
quiero ser malinterpretado, la grabación de Ian es técnicamente perfecta, nada que objetar. El asunto es que Neeley, además de registrar un pedazo
de interpretación, le puso alma.
Ian Gillan. Ted Neeley.
Ian Gillan. "Gethsemane".
Ted Neeley: "Gethsemane". Film original.
Mientras, en nuestra querida
España de finales del franquismo, a Camilo Sesto se le ocurrió la idea
de adaptar esta obra. Ni corto ni perezoso se puso a la tarea traduciendo las
letras y realizando los arreglos necesarios, tanto a nivel musical como
escénico, para presentar su versión por los escenarios españoles. Hay que
señalar que los productores musicales de la época – en un alarde de visión
musical similar a la que tienen los de hoy en día – no creyeron en la
viabilidad y solvencia económica del proyecto, por lo que el propio Camilo
tuvo que cubrir con los gastos de producción. El ímpetu de Camilo Sesto
tiró de la idea y el resto es historia. Uno de los musicales pioneros y más
exitosos en España.
En esta versión Camilo demostró su abrumadora capacidad
vocal. En aquellos años se encontraba en la cima de su popularidad y facturó
una interpretación sin fisuras, llena de dramatismo e intensidad. Supo captar
el hondo y desgarrador sentido de la canción y se dejó literalmente al alma
interpretándola, jugando con distintos rangos en la tonalidad según requería
cada pasaje del tema, susurrando con una suavidad aterciopelada, subiendo en
intensidad cuando el crescendo de la melodía lo pedía… y gritando, por
supuesto. Consigue usar su grito con una de las mejores modulaciones que he
escuchado jamás, todo en su sitio, sonando de manera nítida, potente y
cristalina, y desgarrando la voz al finalizar. Todo un abanico de matices que
consiguen asombrar al oyente. Está claro que Camilo Sesto malgastó
parte de su vida artística, este hombre debería haber sustituido a Ian Gillan en Deep Purple cuando este último se marchó en 1973 y dejarse de
historias. Pero esto es marginal.
Camilo Sesto: "Getsemaní".
Camilo Sesto tuvo bastantes años de éxito, nuestro hombre llegó a llenar el prestigioso Madison Square Garden neoyorquino, aunque desde finales de los ochenta su carrera empezó a descender hasta su anunciada retirada de los escenarios el pasado año 2010; a finales del 2014 volvió a ofrecer unos conciertos en Sudamérica. A día de hoy Camilo sigue conservando toda su aureola intacta, sigue manteniendo a miles de fans merecidamente, aunque ha sido víctima de la asquerosa prensa rosa que ha lanzado toda su inquina una y otra vez contra él para conseguir rastreramente esas cotas de audiencia por las que suelen estar acostumbrados a vender a sus madres sin despeinarse si es preciso. Nuestro particular creador de Melina tiene en la actualidad 68 años; obviamente ha perdido voz, como todos, y el que se atreva que tire la primera piedra. Sin embargo nuestros entrañables buitres carroñeros de la prensa rosa no han tenido reparos en ir a por él siempre que han tenido la oportunidad. Recuerdo especialmente su aparición en uno de esos detestables programas - ¡que siguen emitiéndose en horario infantil! -, la conocida periodista que le entrevistó se comportó de manera especialmente deleznable. No daré su nombre porque no quiero que me vengan a agobiar a mí, ya que esta gente vive de este tipo de demandas, pero es una habitual de estos programas y tertulias que viven de remover las basuras de los personajillos intrascendentes que ellos mismos fabrican. El caso es que invitaron a Camilo - el hombre me imagino que suele acceder a asistir a estas emboscadas porque no le vendrá mal el dinero - y nuestra encantadora juntaletras actuó como una ruin rata almizclera. No contenta con comportarse con una chabacana impertinencia, en un momento determinado de la ¿entrevista? empezó a tatarear la conocidísima canción “Vivir así es morir de amor”, pidiendo a Camilo que interpretase allí a capella la estrofa alta del estribillo. No solo demostró una absoluta falta de respeto hacia el artista – que recordemos que iba a hablar, no a cantar – sino que hizo gala de una falta de elegancia que se le presupone a cualquier persona que entrevista a un artista en público. Igual habría que haberle explicado a esta inútil que un cantante necesita calentar antes de interpretar, que nadie nunca se encuentra al cien por cien en todos los momentos del día, que un señor de más de sesenta años no puede cantar igual que cuarenta años antes… pero a esta petarda lo único que le importaba era intentar ridiculizar al artista para subir puntos de share. Afortunadamente Camilo Sesto salió airoso de esta situación devolviéndola una sonrisa que probablemente disgustó a nuestra intrépida reportera. En fin, déle Dios mal galardón.
Y en estas que nos
encontramos con la versión que acaba de publicar Rafa Blas. La instrumentación está muy cuidada y, desde luego, se
nota que se han trillado la versión de Camilo
Sesto. Rafa canta muy bien y con
mucho criterio, no consigue alcanzar las cotas interpretativas de Camilo, ni su gama de matices, pero
lleva a cabo una gran versión. Aunque el asunto llega cuando le toca subir en el
estribillo… ¡qué barbaridad!, el amigo se pone a tirar y nos regala unos agudos
espeluznantes, de los que te dejan sentado en el sitio. Desde el mismo momento
en el que lo escuché por primera vez sentí el irrefrenable deseo de echar para
atrás mi reproductor para volver a escuchar esos cuarenta segundos de nuevo, y
no pude evitar repetir esta operación varias veces. Impresionante. Ardo en
deseos de verle defender esta voz y esta canción en directo, pasa a ser una de
mis prioridades musicales.
Rafa Blas: "Getsemaní".