Hoy es un día tan bueno como otro cualquiera para reivindicar esta
canción de este grupo tan especial y tan atípico. Con este himno a Satan
–traducción al italiano–, que apareció en su primer disco titulado “In The Nightside Eclipse”, el grupo de
Ihsahn, Samoth y Mortiis pasó a ser una de las referencias obligadas dentro del
escurridizo territorio del Black Metal.
Es una canción en la que aparecen los elementos característicos que presenta la
música de Emperor: duro, crudo,
áspero, rápido... y con melodía. Bases rítmicas poderosas y rápidas, guitarras
crudas y unas voces guturales que se condensan en una producción que tampoco
busca pulir demasiado. Si le añadimos los elementos sinfónicos y los coros a la
mezcla el resultado final es de una intensidad que sobrecoge. Nos puedes evitar
una sensación de suspense y de temor que recorre tu espina dorsal mientras te
vas sumergiendo en su escucha. Y el crescendo final hace que huyas desesperado
hasta que todo acaba. Definitivamente estos tipos tenían talento. Supongo que el
tratamiento del teclado, la orquestación y los coros melódicos les dieron una
identidad propia y distintiva a su sonido, en el que pasaron a reflejarse otros
muchos grupos posteriores.
Como buena banda de Black
noruego, tienen un historial de complicaciones con la justicia que no es
cuestión baladí. El coqueteo de algunos de sus miembros con el satanismo ha
estado presente en parte de su recorrido musical. El guitarra Samoth, el batería Faust y el bajista Tchort
han estado encarcelados o arrestados por naderías como atracos con arma blanca,
quema de Iglesias o asesinatos; Samoth
fue condenado a dos años de cárcel por participar junto a Varg Vikernes, otro angelito, en la quema de Iglesias en Noruega. Con todos estos
embrollos el grupo acabó separándose, se volvieron a juntar a mediados del año
2000 y después en 2014 para conmemorar el vigésimo aniversario de “In The Nightside Eclipse”. El propio Ihsahn comentó años después que sus
vinculaciones con el satanismo pertenecían a su época de adolescencia. El
apasionante submundo gris del Black
Metal noruego del que hemos hablado en alguna ocasión y que seguro
abordaremos más en profundidad en cualquier otro momento.
No sé cómo acabó este primer disco de Emperor en mis manos, fue hace un montón de años y ni siquiera
estaba interesado en el Black Metal
ni nada por el estilo; el caso es que cuando lo puse en el equipo hubo algo que
me enganchó y principalmente no noté en la última canción del cd, esta de la
que habla el artículo. De todos modos mi primerísimo contacto con este grupo
llegó de la mano de su maqueta/EP “Wrath
Of The Tyrant” y su portada tan evocadora. Todavía recuerdo su actuación
del festival de Wacken Open Air del
año 2006. Ese era el año de Scorpions,
llevaban su show de reunión de familia a lo más alto del festival. Fue mi
primera y única vez con el festival de festivales en lo que a Rock duro se refiere. Recuerdo que fue
un absoluto placer vivir el momento en el que Scorpions reinaron merecidamente y por todo lo alto como cabeza de
cartel, acaparando todas las portadas en los medios de comunicación. Actuaron
precedidos por Uli Jon Roth, Michael
Schenker y presentaron un show especial con muchos de sus ex componentes a
lo largo de las tres horas que duró la actuación... y ni siquiera tocaron el
cansino “Wind of change”. Algo
brutal. Recuerdo que también se juntaban para la ocasión los Emperor. Nos acercamos movidos por la
singularidad del momento y, en mi caso, también por “Inno a satana”; claro. Empezaban a palidecer los últimos rayos de
sol de Wacken cuando estos tipos se
subieron de nuevo a un escenario. A priori uno puede pensar que sin el
componente nocturno su propuesta musical se desvirtúa en demasía. Nada más
lejos de la realidad. En cuanto metías tu cabeza en la carpa del tercer escenario inmediatamente te sumergías
en su particular y apocalíptica visión musical. Conviene añadir que el
incomparable y descolocante marco del Wacken,
pasado de vueltas al completo, ayudaba a sentir esa sensación. No bromeo,
cualquiera que haya asistido a ese festival sabe perfectamente que aquello
pertenece a otra liga; hordas de siervos del Metal, inasequibles al desaliento y directamente venidos del averno
con sed insaciable de esos decibelios que buscan con ansia vital, prestos a
poner su alma al servicio de un objetivo superior y a formar parte de la
sinergia definitiva que les permita sentir esa emoción única e indescriptible de
la música, su música. En fin, el paraíso de todo hard rockero que se precie de serlo. Y, en fin, Emperor: una referencia inevitable para
todo seguidor del Black que se
precie de serlo.