Resulta curioso acordarse de Lacrimosa
durante los rigurosos calores del tórrido mes de Julio, pero ¿qué podemos decir
al respecto?; así está el asunto. Por increíble que parezca uno de los grupos
más oscuros, tenebrosos, deprimentes –sin acepción peyorativa– y tristes del
mundo resulta que encaja a la perfección en esta época del año para algunos de
nosotros. La formación capitaneada por el alemán Tilo Wolff y la sutil vocalista finlandesa Anne Nurmi lleva ya unos cuantos años, concretamente desde 1990,
presentando su peculiar propuesta sónica y ganando cada vez más adeptos a lo
largo y ancho de este mundo loco. Bien merecido se lo tienen.
Les han catalogado como Metal
Gótico, aunque cualquiera que haya saboreado alguno de sus discos sabe de
sobra que dicha etiqueta se le queda corta, muy corta. Un tipo tan peculiar
como Tilo Wolff ha demostrado a lo
largo de todo este tiempo una especial capacidad para crear una música tan
compleja como personal. Tilo atesora
el talento necesario para combinar elementos básicos de Heavy y Metal Extremo,
toques gótico/sinfónicos y
estructuras tanto operísticas como
de Música Clásica en intrincadas
estructuras interpretadas con una amplia gama instrumental y de voces. Todo con
un elegante halo romántico y triste. Nuestro pequeño genio consigue un
resultado que, además de ser brillante, suena personal y con estilo claro y
definido; eso que casi todos los grupos buscan y que tan solo consiguen unos
pocos elegidos: que en cuanto los escuches puedas reconocerlos.
La canción que hemos escogido como protagonista de esta sucesión de
letras tiene por título “Dich zu töten
fiel mir schwer” y, aunque para nuestro querido idioma de Cervantes suene a raro rarísimo, en el
fondo aborda una controvertida temática sobre el dolor y el amor salpicada de
oscuras connotaciones. La canción representa a la perfección esa amalgama
estructural de la música de Lacrimosa.
Comienzo pesado pero a medio tiempo, siniestro y susurrante. Melodías
preciosistas... cantadas en alemán; sí, el grupo de Tilo Wolff ni siquiera hace esa concesión a la comercialidad
–bueno, en cada disco llevan un tema en inglés, pero para todo lo demás siempre
usan el idioma de Beethoven-.
Desarrollos instrumentales de enjundia jugando con diferentes tempos que conducen hasta el final
apoteósico con guitarras furibundas y voz desgarrada en plan Heavy épico y salvaje. Calma, tempestad
y de nuevo calma una vez todo ha pasado.
Pertenece al disco “Elodia”,
uno de sus más reconocidos. Todavía recuerdo la primera vez que lo escuché hace
ya un montón de años. No conocía en absoluto al grupo y decidí escucharlo...
porque me llamó la atención la portada. Esas bonitas cosas del siglo pasado que
hacían del hecho de ir comprar un disco a tu tienda de música un auténtico y
deseado ritual. Supongo que a las nuevas generaciones estos argumentos les
sonarán a marciano por completo, en el caso de que tengan la paciencia
suficiente para leer más de cuarenta caracteres seguidos. Pero sigamos. El caso
es que estaba en Sun Records un
soleado día de Mayo con ganas de gastar la pasta que llevaba en mis bolsillos
y, mientras rebuscaba en las novedades, me topé con ese pedazo de portada
pintada a lápiz. Pasión, miedo, dulzura, suspense, dolor, majestuosidad... todo se resumía en el siniestro artwork
del disco y te atravesaba los ojos en cuanto le echabas un vistazo. Le pedí al
dueño que me pusiera algo y en cuanto empezó a sonar el inicio de “Am ende der stille” decidí que ese cd
debía ser mío. Y así hasta hoy. Imposible entender un verano sin conducir
durante alguna calurosa y oscura de sus noches por cualquier carretera comarcal
perdida del mundo mientras suena este “Elodia” de
manera íntegra.