Un modo perfecto de amanecer cualquier día uno de Enero. La canción "Learning to fly" del mítico grupo Pink Floyd resulta idónea para abrazar a la primera mañana de cada nuevo año. Buenas vibraciones.
Se produce la circunstancia de que este tema va acompañado de una sugerente y estupenda letra, como en muchas otras canciones de este gran grupo, que rema a la contra de la mayoría de bandas rockeras con sus idénticas proclamas banales, intrascendentes y manidas hasta la saciedad. Incluso el vídeo promocional que se publicó en su momento apoya y aporta más matices para redondear esa tranquila y agradable sensación que nos produce su escucha.
Esta canción apareció en el imprescindible disco "A Momentary lapse of reason" que los Floyd publicaron en 1987, lo primero que editaron tras la marcha de Roger Waters, demostrando David Gilmour su total capacidad para liderar al combo. Gilmour, el batería Nick Mason y el teclista Richard Wright (que no pudo aparecer en los créditos del álbum por motivos contractuales) facturaron con la inestimable ayuda del productor onmipotente Bob Ezrin un pedazo de disco como la copa de un pino en el que demostraron que la vida sin Waters era posible.