Anthem
es una de las mejores y más importantes
formaciones de Rock
duro que ha salido de Japón. Tal vez no sean tan reconocidos como
Loudness, uno de los
grupos bandera del país nipón en lo que a Hard
Rock se refiere, pero llevan publicando
buenos discos desde los años ochenta y todavía continúan de manera
activa en la actualidad.
La banda
formada por Naoto Shibata
al bajo, Takamasa Ohuchi
a la batería y Aiko Shimizu
a las guitarras han hecho equipo con el vocalista Eizo
Sakamoto durante
muchos de esos años. Su línea musical nunca tuvo grandes secretos:
música bruta, pero de esa que está bien hecha y con criterio. Japón
es cuna de grandes instrumentistas que han escuchado mucha música,
por lo que el bagaje que llevan a sus espaldas es lo suficientemente
enjundioso para que a la hora de acercarse a un instrumento y crear
música tengan bastante claro el camino a seguir; vamos, caña de
categoría. Absténganse de acercarse a estos territorios todos los
pseudoflamenquitos,
cantautores, primaverasounders
y otras hierbas similares porque no van a entender nada; no íbamos a
sacar nada en claro. Imposible razonar contra paredes de petulancia
sujetas por dudosísimo talento.
El asunto
con Anthem es que su
vocalista siempre ha ido de Graham Bonnet
–cosa normal por otro lado, para qué tirar por otro lado si puedes
seguir la senda de uno de los mejores–, por lo que a finales del
anterior milenio le hicieron una oferta al bueno de Graham
para que cantase en una especie de álbum formado por nuevas
grabaciones de sus propios éxitos. En el año 1999 salió a la luz
el imponente “Heavy Metal Anthem”,
en el que el propio título ya dejaba claras las intenciones
musicales de estos tipos. Comandados por Graham
Bonnet a la voz, nuestros queridos japoneses
facturaron uno de los mejores discos de Heavy
Metal que un servidor haya escuchado en su
vida. Grandes canciones, poderosos arreglos, una base rítmica de
otro planeta y unas guitarras asesinas, gordas y potentes aunque nada
saturadas; todo ello coronado por la increíble voz de Bonnet,
dejándose literalmente la piel y la garganta en cada una de las
notas.
Hemos
escogido “Evil touch”,
aunque bien podíamos haber pensado en “Mr
genius”, “Hunting time”, “Gypsy ways”, “Hungry soul”,
el pedazo de cierre final con “Blinded
pain”… cualquier canción del disco puede
servir. Cada vez que llega el sofocante calor del estío necesito
recuperar durante una tarde esta bestialidad de álbum, ponerlo en el
coche durante esas horas de máximo calor tras la comida, acercarme a
la gasolinera y parar en el bar de al lado para tomarme un buen orujo
de café helado. Qué bella es la vida.
Anthem: "Blinded pain".