Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

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lunes, 6 de agosto de 2018

Steven Tyler en directo en Marbella. Festival Starlite. 2.8.18.


El festival Starlite se viene celebrando como cada año durante los meses de Julio y Agosto en la malagueña localidad de Marbella. Un elevado número de artistas de esos carísimos de contratar y, a veces, también de primera categoría deleitan al sofisticado a la par que petulante público marbellí amén del resto de fans y curiosos que se acercan desde distintos puntos de la geografía hispana y extranjera para presenciar sus actuaciones en vivo. El montaje es de primerísima categoría, tanto a nivel de escenario como de restauración. El sonido resulta espectacular y se encargan de cuidar hasta los mínimos detalles. Se nota que ahí hay pasta invertida. En lo que respecta al aspecto estrictamente musical es de agradecer que si pagas un elevado precio por la entrada, lo que te ofrezcan a nivel de sonido y espectáculo esté a la altura; y vaya si lo está. Este año como plato fuerte para algunos de nosotros estaba anunciada la actuación de Steven Tyler. Ironías de la vida, un montón de años esperando para ver a Aerosmith en directo, puesto que en los últimos treinta años apenas han venido a España unas tres veces, y en apenas un año puedes ver al grupo de Boston en directo reinando en Madrid y a su intrépido vocalista con su proyecto en solitario.

                                                                 Steven Tyler.

Pese a que el festival tiene un marcado carácter tan alejado del Hard Rock, a veces suelen incluir en su cartel la actuación de algún artista de esos que llevan el Rock por bandera y nos vuelven locos a muchos de nosotros; gente como Michael Bolton, Tom Jones o el propio Steven Tyler entre otros han pisado sus escenarios. Por este motivo se hace imprescindible armarse de paciencia y acercarse al festival para disfrutar del concierto de turno mientras soportas con estoicismo e incredulidad algunos de los comportamientos de esa ristra de personajes tan peculiares que pueblan las playas marbellíes durante el verano. Imposible encontrar otro lugar en el que te encuentres a tan escasos metros de algunos de tus semejantes y a la vez en galaxias tan diferentes. En fin. Me lo suelo tomar como un extra más de la actuación que voy a presenciar, un ejercicio de ostentación y de búsqueda de notoriedad que me resulta tan cómico como descolocante. Total, que de nuevo me volvía a encontrar cara a cara con Marbella y su festival.




El concierto de Steven Tyler estaba programado en el Auditorio del Starlite. Dicho auditorio estaba emplazado en lo alto de una montaña a la que debías acceder en un autobús que fletaba la propia organización del evento. Debías dejar tu coche en un aparcamiento que se encontraba a las afueras del complejo Starlite y esperar para ser transportado –si se te olvida algo en el coche estás muerto–. Aunque resulta un poco tostón todo este asunto de acceder hasta el recino, debo decir que la profesionalidad de la gente de la organización fue en todo momento exquisita, nada de esperar colas ni de tener que lidiar con gente incompetente que no hace más que convertir lo fácil y de sentido común en enrevesado y difícil; un diez en ese sentido. Tras llegar al complejo Starlite, más de la ostentación y estupidez de la que he hablado antes. Nada más acceder al recinto te encontrabas con una especie de lounge exclusivo/cutre más propio de una discoteca que de un recinto de conciertos. Tiendas de joyas y relojes a los lados –será que en Marbella cuando vas a un concierto te surge el apretón y necesitas comprarte unos pendientes o un Rolex– y un photocall para que puedas inmortalizar el momento, pero no os penséis que se trataba de un cartel de fondo para que te hagas la foto y ya está; no. Aquí todo se hace a lo grande y, además del cartel de turno, se había colocado un sofá para añadir más glamour al asunto. Lo cachondo de todo este embrollo es que los distintos especímenes humanos, presos de su propia condición, se agolpaban para intentar sentarse en el sofá de marras e inmortalizar su momento. Resultaba del todo entretenido observar a esas señoritas tan exclusivas, con sus taconazos de otro planeta, sus tetas perfectamente operadas y sus caros vestidos de diseño intentando aprovechar el momento para zafarse de sus improvisados contrincantes y conseguir sentarse en el dichoso sofá cual viejete que intenta colarse en el mercadillo del barrio para comprar unos tomates. En cuanto habías conseguido tu momento de gloria fotográfico te podías subir a uno de los exclusivos restaurantes para engullir percebes, cigalas y todo tipo de marisco o acomodarte en uno de los reservados con portero incluido para tomarte un cóctel mientras observabas un curioso espectáculo de bailarines que perfectamente podría haber salido del programa estrella de cualquier plató de Tv. Para los bolsillos menos agraciados también tenías unas cuantas barras para pedir comida y bebida a precios tan módicos como diez euros por un tercio de cerveza... de la marca Heineken, para más inri; me acuerdo de que hace cuatro días nos estábamos quejando del desorbitado precio que nos parecía la cantidad de once/trece euros por un mini de cerveza en casi cualquier concierto de la capital. Definitivamente esto es otra liga. No me voy a detener mucho más en detallar la fauna de variadísimo pelaje que se encontraba en esa improvisada selva artificial de exclusivos árboles de oro, pero desde luego que daría para largo y tendido.


Poco antes de las 22,30 horas pudimos acceder al recinto de la actuación propiamente dicho. Hay que reconocer que la organización lo tenía preparado a la perfección. Unas gradas con capacidad para varios miles de personas, un escenario amplio, bonito, ubicado en lo alto de la montaña y con la cima al fondo, con una visibilidad plena desde cualquier sitio e iluminado en tonos azules con mucho estilo; en definitiva: mágico. Se bajaron las luces y comenzó a sonar una intro formada por fragmentos de canciones de Aerosmith y del disco en solitario de Steven Tyler acompañada por un montaje visual de fotos de diversos momentos de la vida del cantante al que todos los que prácticamente llenábamos el recinto habíamos ido a ver. A las once menos cuarto de la moche malagueña y bajo una gran luna llena salía a escena la Loving Mary Band de Nashville, un combo formado por seis músicos que desde el primer momento nos demostraron que tenían muy claro de qué iba el asunto que se llevaban entre manos. Comenzaron a interpretar las notas introductorias del clásico “Sweet emotion”, el inicio perfecto. Unos instantes después salía a escena Steven Tyler, pertrechado con una bolsa en una mano y una mochila a la espalda. Inmediatamente saludó al personal lanzando la bolsa y la mochila al público, resulta que por lo visto estaban llenas de una línea de productos que patrocina el cantante; en fin, una vez más la imagen del bueno de Steven aúna su personalísimo y agraciado talento artístico con todo el cutrerío chabacano de un negocio en el que hay gente que vendería hasta a su madre con tal de lograr unos cuantos billetes más. 
No sabía nada de lo que me esperaba en esta actuación en solitario del famoso cantante de Aerosmith. En cuanto nuestro protagonista salió ante los focos nos demostró a todos las tablas, la capacidad y la clase tan personal e innata que posee para dominar cualquier escenario al que se suba. Se metió a todos los allí presentes en el bolsillo de sus pantalones blancos de campana desde el primer momento, demostrando un control absoluto del escenario y de todo lo que allí ocurría. Consiguió que hasta las últimas gradas de arriba nos pusiéramos en pie desde los compases de la primera canción, algo que por lo visto no suele ser habitual en conciertos tan exclusivos como los del Starlite; si algo sabe hacer a la perfección nuestro adorable Toxic twin es saltarse las normas y ofrecer al público espectáculo más allá de formalismos. 



Tras un “Sweet emotion” soberbio enlazaron con “Crying”. Esa entrada tan poderosa que tiene la canción hizo que la gente se volviese loca. No bromeo, podías sentir la electricidad en el ambiente. La Loving Mary Band sonaba que te cagas, con su batería, bajo, armónica, guitarras y banjo; en ningún momento pensé que un banjo me iba a dar tan buen rollo dentro de un concierto de Rock, pero así era. Comandando todo estaba un Steven Tyler que era capaz de salirse del tiesto sin apenas esforzarse, es como si le saliese natural del interior de su ser. La tercera canción la comenzó a cappella, resultando ser “I’m down”, un tema que no suele interpretar en vivo con la banda de Boston. Por motivos como este hago todo lo posible por no ver el repertorio que va a realizar un artista antes de su actuación, lo que antes era lo más normal del mundo hoy en día es un ejercicio de difícil despiste debido a la inmediatez y la globalidad que nos ofrece internet. El subidón que te llevas si sin previo aviso vas a un concierto de Steven Tyler y la tercera canción que interpreta es “I’m down” solo puede ser superado si tras el primer solo de guitarra la enlaza con “Darling”, otra de los Beatles. Una sorpresa tan inesperada como refrescante. El cadencioso ritmo de los Beatles al que Tyler homenajea con este tema fue una de las primeras cosas que escuché de los Aerosmith a mediados de aquel lejano 1988. Entró de manera fulminante en mi cabeza junto a “Rag doll” y me vi abocado a hacerme con toda su discografía al completo; esas pequeñas y delicadas cosas que tiene esto de la música. Ahora, más de treinta años después me encontraba entre los miles de afortunados que estaba presenciando una soberbia interpretación en vivo por parte del músico al que se le ocurrió incluir este pedazo de versión en el disco “Permanent Vacation”. Y lo de unirlo a “Darling” –una canción que siempre me traerá a la cabeza la salvaje interpretación que hizo de ella Graham Bonnet en el estupendo disco “The Day I Went Mad” –, es una genialidad. En lo que a mí respecta el concierto ya podía acabarse. He asistido a actuaciones de más de dos horas de duración que me han dejado tibio, mientras que Tyler consiguió desarmarnos a los quince minutos. Impresionante.
 
                                                          The Loving Mary Band.

El show continuó con más Beatles de la mano de “Come together” y con otra versión de Fleetwood Mac, el clásico “Rattlesnake shake”; de veras muy interesante la selección de versiones con las que nos deleitó Steven. Nuestro encantador cantante seguía derrochando carisma mientras interpretó “Jaded”, una de las canciones más famosas de la última etapa discográfica de Aerosmith. El sonido era un cañón y podías escuchar con nitidez la base rítmica, las hasta cuatro guitarras que a veces adornaban los diferentes arreglos de algunas de las canciones, la armónica, los coros y, sí, hasta el dichoso banjo. Por su parte Steven Tyler se sentía como pez en el agua manejando todo el cotarro y en todo momento se notaba la química y buen rollo con los miembros de la Loving Mary Band.

                                                  Steven Tyler & The Loving Mary Band.

El concierto se adentró en las canciones del disco en solitario que Steven Tyler venía a promocionar: “We’re All Somebody From Somewhere”. Curiosamente en el merchandising del artista no había ni rastro del disco y por lo tanto no se podía adquirir ¿? El disco lleva publicado un par de años y lo cierto es que me gustó bastante cuando lo adquirí. La realidad es que musicalmente Tyler ha dado signos de estar bastante perdido en estos últimos años, concretamente desde el súper éxito del pasteloso “I don’t want to miss a thing” que tanto detestamos algunos de nosotros. La sensación es que el bueno de Steven está últimamente dispuesto a vender su culo al diablo con tal de sonar en las listas de éxitos, lo dice hasta su propio compañero Joe Perry, y este anunciado disco en solitario olía desde el primer momento a temas en esa onda. La realidad es que hay que agradecer que el disco sea sobrio y con mucha calidad, con un inicio cautivador de la mano de “My own worst enemy” y con grandes canciones en su interior; todo bajo un interesante tamiz Country Rock que le aporta colorido y le permite a Tyler incluir todos los extraños instrumentos con los que siempre le ha gustado experimentar. En esta parte de la actuación interpretó “Only heaven”,  “We’re all somebody from somewhere”, la versión de su propia canción “Janie’s got a gun” –en lo que puede ser de lo más pobre de dicho disco- y un emotivo “Piece of my heart”. Esta última vino precedida de una escalofriante introducción vocal del tema “Mercedes benz” de Janis Joplin. Un Steven Tyler en un perfecto estado vocal anunció dicho tema como uno de los preferidos de su adolescencia y se marcó un dueto a cappella con la bajista/cantante Rebecca Lynn Howard de esos que te caen los cojones al suelo. Tyler rayó a gran nivel, pero es que en cuanto la bajista abrió la boca nos dejó a todos los allí asistentes con nuestras bocas abiertas. Para tirarse al suelo.

                                               Rebecca Lynn Howard & Steven Tyler.

                            S.Tyler & R.Lynn Howard: "Mercedes benz/Piece of my heart". Trieste. 18.7.18.

                             S.Tyler & R.Lynn Howard: "Mercedes benz/Piece of my heart". Boston 4.9.16.

A partir de ahí a piñón fijo con “Living on the edge” y su bonito arreglo final para la ocasión o “Janie’s got a gun”, una canción tan buena que aunque perpetres una pésima versión como la que nos ofrece Tyler en su disco sigue brillando con luz propia. En ese momento llegaba el turno del piano de cola blanco que comandaba el lateral del escenario desde el inicio del show. Todos abandonaron el escenario y Steven Tyler se sentó en él para interpretar una de las canciones con más personalidad que haya escuchado nunca. En cuanto sonaron las primeras notas de “Dream on” el Starlite se vino abajo para rendirle pleitesía como se merece a semejante obra de arte. A modo de anécdota comentar que cuando Tyler se sentó al piano alguien debía traerle un papel que no aparecía por allí, por lo visto el encargado de hacerlo se debió despistar y salió a escena apresuradamente ante los incómodos gestos del vocalista; poco importa esto a un tipo con tantas tablas como Steven, capaz de realizar una actuación memorable aunque entre bambalinas todo esté saliendo al revés. La última canción fue el clásico “Train keep a rolling” interpretado de manera frenética, con el tipo del banjo dándolo todo.


Los músicos abandonan el escenario, pero Marbella quería más. El respetable empezó a dar golpes y patadas en la estructura de metal que soportan las gradas hasta que la batería y Steven salieron a escena. Ambos se marcaron un entretenido solo batería/congas –conviene recordar que Tyler empezó tocando la batería– que desembocó en el clásico de Aerosmith que lleva por título “Walk this way”. Tras esto un  pequeño fragmento de “Whole lotta love” y se acabó todo. Tocaba correr para pillar uno de los primeros autocares que te sacasen del paraíso artificial hasta el improvisado parking en la ladera de la montaña; las dichosas prisas que no nos abandonan ni en plenas vacaciones. Mientras ganábamos el autobús una pareja detrás hacía una certera crítica de lo allí ocurrido: "espectacular Tyler, el grupo, el repertorio y sonido cañón". Totalmente de acuerdo.