Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

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domingo, 24 de febrero de 2019

Blackie Lawless & Frankie Banali. WASP: "The Real Me".

Esta estupenda versión que se marcó el grupo de Blackie Lawless se publicó hace ahora la friolera de treinta años. El original pertenecía al grupo The Who y está revisión se incluía en el interesante disco de WASP titulado "The Headless Children". El grupo de Blackie de hecho sacó este tema como single e incluso se rodó en curioso vídeo clip, de esos de finales de los ochenta tan de esa manera y que tan entrañables nos resultan a algunos de nosotros.


Es curioso lo poco que se ha mencionado al bueno de Lawless en estas páginas durante estos años. Un tipo como él te puede gustar mucho, poco o nada, pero lo que está claro es que el amigo es todo un personaje; para bien o para mal. Cuando WASP publicó este disco Lawless quiso salirse un poco de la imagen de caricatura que les había lanzado a la fama -algo así como unos Kiss pasadísimos de vueltas- y nuestro líder decidió intentar ponerse serio. Lo cierto es que el disco no tiene desperdicio y pasa por ser uno de los trabajos más reconocidos a posteriori del grupo, aunque en su día algunos de sus fans lo recibieron de manera algo tibia, ¿dónde estaba el tipo que comía carne cruda, jugueteaba con el sexo y sus tabúes en el escenario, decía todo lo políticamente incorrecto que se le pasaba por la cabeza y buscaba la provocación de los sectores más reaccionarios, hipócritas y puritanos de la apasionantemente amorfa sociedad norteamericana? El tiempo acabó dándole la razón al bueno de Lawless y "The Headless Children" se hizo el merecido sitio que debe tener dentro de la historia del grupo. De hecho alcanzó importantes puestos en las listas de ventas de la época.

                              WASP: Chris Holmes, Frankie Banali, Johnny Rod y Blackie Lawless.

Pero vayamos a "The Real Me". Es cierto que Blackie siempre ha demostrado tener muy buen olfato y gusto para las versiones. Tras entrar en una fase con el grupo que acabó en su definitiva fractura de cara al disco posterior, el excelso "The Crimson Idol", Lawless tuvo el gran acierto de contar con Frankie Banali a los tambores. El batería eterno de Quiet Riot es uno de los grandes músicos que nos ha dado esta bendita música que tanto amamos y no necesita demostrar nada a nadie. Todavía recuerdo el pedazo concierto que se marcaron unos reunidos Quiet Riot en la extinta sala madrileña llamada Arena/Heineken o como quieran sus dueños en la primavera del año 2002. Lo recuerdo todo como en una nube, pero si algo se quedó metido dentro de mi ser con un especial rasgado fue la contundencia, la técnica y la caña de la batería. Un jodido cañón. A la postre última oportunidad para disfrutar en España de la formación clásica Dubrow/Cavazo/Sarzo/Banali. Solo unos pocos años después el incorregible voceras falleció por una sobredosis accidental de cocaína en un triste episodio que en algún momento trataremos por aquí en profundidad y como se merece. Otro ejemplo más de que no debes dejar pasar uno de esos improbables trenes si en algún momento de tu vida pasa cerca de tu casa, puede que pierdas tu viaje para siempre.

                              Quiet Riot: Carlos Cavazo, Kevin Dubrow, Frankie Banali y Rudy Sarzo.

El asunto es que grabó la baterías de esta versión del conocido tema de los Who. Y vaya baterías. Me enamoré de la canción de inmediato en cuanto la escuché. Lawless goza de una voz espectacular en los discos de estudio, pero lo que dirigía aquella canción eran las poderosas baterías de Banali y desde ese instante no pude sustraerme a escuchar esta versión que me sigue acompañando a día de hoy. Blackie es un tipo listo y deja en la mezcla final la preponderancia de una batería que lleva la versión a otra dimensión. Una técnica espectacular y muy flashy, para nada machacona, contra tiempos y un final explosivo con un doble bombo asesino que te pone firme y te indica con claridad quién manda ahí.
Hace apenas un par de días, Frankie Banali ha hablado de sus colaboraciones con WASP durante una entrevista y ha comentado lo que muchos sospechábamos. Recuerda el bueno de Frankie que para grabar la versión decidió meterse en la piel de Keith Moon, echó unos cuantos tragos de whisky barato, se sentó tras el kit y metió su parte en una sola toma. Con dos cojones. Una bonita historia que añade más magia a una grabación de primera categoría. Ahora a seguir disfrutando con el último directo de Quiet Riot y a rezar para que se vuelvan a pasar por aquí.




lunes, 30 de octubre de 2017

WASP: "The Crimson Idol” 25 Aniversario. “Re-Idolized”. Gira española.


El grupo de Blackie Lawless está de actualidad debido a la gira que conmemora el 25 aniversario de la publicación de su emblemático disco “The Crimson Idol”. Bajo la denominación de “Re Idolized: The 25th Anniversary of the Crimson Idol” vuelven a visitar el que posiblemente sea el mejor disco del Lawless -solo posiblemente- y, de paso, nos regalan una gira mundial en la que han avanzado que tienen la sana intención de presentar dicha obra en directo en su totalidad. Casi na. Y resulta que ahora nos toca a nosotros, visitando los escenarios españoles con esta gira. WASP van a actuar durante esta semana en las localidades de Navarra, Murcia, Madrid y Barcelona. Ahora no hay excusa para todo aquel ha sentido algo en algún momento de su vida con la obra conceptual que el grupo de Lawless publicó en 1992. Un álbum que marcó un antes y un después en la discografía de WASP, así como en la carrera artística y musical del propio Blackie. En su día parte de la prensa especializada no se tomó demasiado en serio este intento de Lawless por dotar de madurez y sustancia a la música del grupo -imagino que muchos pensaban que solo daban para el escándalo y la provocación-. Algún que otro plumilla escocido de esos de renombre internacional no dudó en etiquetar esta obra como una especie de "Tommy" de segundas, negandóle reconocimiento y poniéndolo como una copia barata del clásico de los Who; resulta obvio que está inspirado en esta colosal obra, pero de ahí a negarle su calidad artística media un abismo. El tiempo, sabio y que pone siempre a todo el muno en su sitio, ha otorgado a esta obra tan especial de Blackie Lawless el empaque y reconocimiento que atesora. Ahora, veinticino años después, han decidido homenajearla como se merece y de paso nos bridan a todos los que no pudimos presenciar esa dichosa gira en directo la posibilidad de disfrutar en vivo con ese puñado de estupendas canciones que en su conjunto cobran vida por sí solas.  


La figura de Blackie Lawless siempre ha resultado muy controvertida. Un tipo tan excesivo como él puso en marcha a su criatura bajo el nombre de WASP allá por 1982 y su carrera ha transcurrido paralela al escándalo y a la provocación durante casi todo su recorrido, al menos durante el siglo pasado. WASP se ha caracterizado por buscar la provocación y la controversia, el uso de un lenguaje crudo y desgarrado, sus explícitas referencias sexuales, la violencia y otros excesos les hicieron ganarse una publicidad y notoriedad extras. Su puesta en escena te dejaba de todo menos indiferente: bebían sangre, arrojaban trazos de carne cruda al público, decapitaban cerdos de mentira, acuchillaban bebés de juguete, llevaban bailarinas ligeras de ropa a las que les hacían todo tipo de perrerías y, en definitiva, jugaban con la provocación llevándola hasta el extremo. La PRMC (Parents Music Resource Center), que era un comité que perseguía a los grupos de Rock en Norteamérica porque aseguraban que su mensaje inducía a la violencia, las drogas, el suicidio, las actividades criminales y toda una sarta de estupideces parecidas, se entretuvo mucho con la banda de Blackie. En realidad esta asociación no hacía más que representar sin proponérselo un dibujo de la hipocresía y puritanismo más rancio de algunos sectores de la sociedad americana. Perseguían sin pudor cuál inquisición a cualquier manifestación artística dentro del Rock que se saliese de sus patrones bienpensantes. Esa deliciosamente amorfa y retorcida sociedad de Norteamérica en la que se persiguen esos supuestos mensajes nefastos para los chavales mientras permiten adquirir pornografía en cualquier kiosko del país. En fin. Lo cierto es que la PRMC lo único que consiguió es que muchos de nosotros abrazásemos con más fuerza todo el legado artístico que la música de nuestros artistas preferidos nos proporcionaba sin prestar atención a las superficialidades que tanto irritaban a ese atajo de mojigatos. Pero este es otro tema. En lo que respecta a WASP, consiguió sin proponérselo que lograsen una publicidad extra que le vino de perlas para promocionarse. De cualquier modo Blackie Lawless era la carnaza perfecta, un tipo que ofrecía titulares sensacionalistas cada vez que abría la boca; la de estupideces que habré podido leerle en algunas de las entrevistas que ha ofrecido este tipo a lo largo de los años. Recientemente se ha convertido al cristianismo y ha decidido no volver a interpretar en directo algunas de sus canciones con temática más explícita.

                                                                   Blackie Lawless.

De todos modos, aquí no importa lo que te hayas dado a conocer. Lo importante, de lo que va esto que tanto nos apasiona, es la música; sin canciones no hay nada y WASP puede presumir de tener un ramillete de temas que, te pueden gustar o no, pero son imperecederos. Su propuesta musical y artística resulta directa y llena de intensidad. Temas pegadizos y que entran a la primera, estribillos grandilocuentes y pasión por los cuatro costados. Herederos directos de los Kiss, en cuanto a música y estética, pero dando una vuelta de rosca audaz y llevando la idea hasta el extremo; jugando con fuego. Canciones como “LOVE machine”, “I wanna be somebody”, “Hellion”, “On your knees” o “Sleeping (in the fire)” firmaban un disco de arranque que hoy en día es un clásico.

                                                              Blackie Lawless.

Lo cierto es que WASP han sido bastante cafres durante una gran parte de su recorrido artístico. Por sus filas han pasado músicos y personajes tan atómicos e irreverentes como el guitarrista Chris Holmes. Este tipo hacía que Blackie Lawless pareciese una hermana de la caridad, desde luego. El carácter salvaje e indómito de Holmes ha dado lugar a una ristra interminable de anécdotas y situaciones entre penosas y cachondas no solo por el imposible momento que protagonizó borracho en una piscina mientras se vanagloriaba de su alcoholismo bajo la mirada de su propia madre y que apareció en la peli “Decline Of Western Civilization II”, sino por todo un sinfín de situaciones que ponen a relucir el talante impredecible de nuestro querido angelito. El propio Lawless nos contaba cómo no aparecía para ensayar cuando se hizo novio de Lita Ford –otro alma salvaje, pero sin el toque cafre de Chris y con bastante más estilo–, parece ser que llegaba la hora del ensayo y el amigo Chris no asistía porque se pasaba el día haciendo calceta con Lita. Este tipo ha sido famoso, se ha hecho rico, se ha arruinado, ha subido y ha bajado varias veces por la vida. Hubo una época en la que tuvo que deambular por pensiones de mala muerte sin un duro en su bolsillo. Otra que cuenta Blackie es que la letra de la canción “Don’t cry (just suck)” –“No llores, chupa” al castellano; un título para que os hagáis una idea de qué va esto de WASP– parece ser que está basada en hechos reales de la parte de atrás de la furgoneta del grupo y con Holmes como protagonista. Poco más que añadir. Las historias de Chris darían no solo para otra entrada por aquí, sino para un libro entero. Lamentablemente, este estilo de vida tan genuinamente arriesgado no se correspondía con ningún talento musical; nuestro hombre toca la guitarra de manera mediocre y su aportación compositiva a WASP no deja de ser anecdótica.

                          Chris Holmes y Lita Ford.                                           Chris Holmes.

Con todos estos antecedentes resultó sorprendente que WASP se sacasen de la manga un disco como este. La verdad es que el grupo ya había dado muestras de buscar una mayor profundidad musical desde el anterior álbum titulado “The Headless children”, pero desde luego el salto cualitativo que ofreció su nueva obra musical fue grande. El disco “The Crimson Idol” es un álbum especial por varios motivos. Es un disco conceptual que narra la vida de un chico que responde al nombre de Jonathan Steel y que acaba siendo una estrella del Rock. Marcado por una infancia dura, una vida con éxito y un final trágico, retrata los mil y un clichés del arquetípico estilo de vida del Rock n Roll. Desde luego que no inventó nada nuevo nuestro querido Blackie, este tema que tan bien llevaron al terreno musical los Who con “Tommy” está trillado hasta la saciedad dentro de este mundillo, y en algunos momentos puede pecar de excesivamente pretencioso por parte del propio Lawless. Sin embargo lo que está claro es que el disco atesora una calidad musical y compositiva incuestionable. En un principio álbum se planteó como un disco en solitario de Blackie y este se rodeó de músicos de la talla de Bob Kulick, Doug Aldrich o Frankie Banali. Finalmente acabó saliendo bajo el logo de WASP, imagino que por miedo a que tuviera una respuesta menor entre el público. El caso es que el sonido resulta espectacular, las guitarras de Kulick y Aldrich les otorgan a las canciones una calidad y recorrido más amplio. Y hablar de la batería de Frankie Banali ya son palabras mayores, el músico de Quiet Riot convierte en oro todo a lo que le añade sus baquetas y este disco no resultó una excepción. La base rítmica suena que atruena y le otorga una dimensión diferente y más poderosa con esos cambios, contratiempos, redobles, dobles bombos y todo el arsenal que despliega el amigo Banali. De hecho la interpretación de batería que hizo en la versión del tema “The real me” del anterior disco de WASP es una prueba clara de lo que puede hacer este tipo cuando una canción cae entre sus baquetas.


                                                       WASP: "The real me". Vídeo oficial.

“The Crimson idol” no tiene nada de relleno, desde el inicio con “The titanic overture” hasta el final de “The great misconceptions of me” el disco nos embarca en un viaje de alto octanaje musical. En la obertura de arranque aparecen fragmentos instrumentales de algunas de las diferentes melodías que luego suenan en el álbum, momentos musicales delicados y acertados que recorren toda la obra al más puro estilo de los musicales y discos conceptuales clásicos. Dos primeros temas rápidos y con una base rítmica que refrenda lo comentado anteriormente sobre la batería y que se puede percibir perfectamente en cortes como “Arena of pleasure” o “Chainsaw Charlie”. Curiosamente lo mejor del disco viene a partir de ese momento, desde la lenta pero intimidante “The gypsy meets the boy”, un tema semi acústico que pese a ser un medio tiempo desborda intensidad por los cuatro costados; recuerdo que estuve durante mucho tiempo muy pillado con esta canción en particular. “Doctor rocker” y “I’m the one” son dos temas de corte ampuloso y con estribillos grandilocuentes, de los que le gustan a Blackie. En especial “I’m the one” refleja a la perfección esa megalomanía que quiso otorgarle Lawless al protagonista de su obra, además de ser una gran canción con una batería exagerada y asesina una vez más.


Continúa el disco con dos temas de corte más lento, “The idol” y “Hold on to my heart”. La segunda canción se desarrolla a lo largo de una bonita melodía que servía, en palabras del propio Blackie, para rebajar un poco la tensión del álbum. Realmente bella. Por lo que respecta a “The idol” no hay mucho que comentar, puede que sea una de las mejores canciones que hayan salido de la cabeza de Blackie Lawless jamás. Un tema lleno de sensibilidad que parece mentira que haya sido creado por un grupo como WASP. Todavía recuerdo cuando actuaron en la tristemente desaparecida para conciertos sala Macumba –mira que sonaba bien esa sala– a principios del verano de 2004. Hacía un calor sofocante, debido a la época del año y a un sala llena a rebosar de público. Durante el bis Blackie comenzó a tocar este tema en acústico mientras todo el respetable que reventaba la Macumba se rendía merecidamente a sus pies en uno de esos momentos especiales que pocas veces se producen en los conciertos y que por eso mismo los hacen tan genuinos.

                                                         WASP: "The idol". Vídeo oficial.

El disco se cierra con “The great misconceptions of me”, un tema épico de unos diez minutos de duración que resulta una especie de corolario en el que se resuelven la historia y el disco. Desde luego que estamos ante un disco que sorprendió y descolocó a los fans del grupo, pero que demostró que de la cabeza de Blackie Lawless podían cosas más complejas y elaboradas que las que aparecían en sus primeros discos. Para apoyar a este álbum se rodó una película alusiva a la historia, que a su vez se escribió en el propio libreto del disco y de la que el propio Blackie grabó una narración con su propia voz bajo el título de “The story of Jonathan” que apareció en uno de los singles promocionales. Durante la gira de presentación tocaron temas del álbum junto con los de sus otras obras en lo que viene a ser un set list habitual, hubo que esperar hasta la celebración del decimoquinto aniversario en 2007 para presenciar en vivo la interpretación del disco en su totalidad.

                                                                WASP: Gira 2017. 

Y veinticinco años después aquí nos encontramos, con una nueva posibilidad de presenciar todo esto en vivo y en directo. Es cierto que habría mucho que comentar y discutir sobre esta fiebre revival de hacer aniversarios de las cosas más insospechadas, incluso habrá que esperar para ver cómo suena el grupo y la voz de Lawless –que, dicho sea de paso, tiene un tono poderoso y perfecto para el Rock duro–, pero, qué queréis que os diga, yo esto no me lo pierdo por nada del mundo. ¿Somos heavies o no somos heavies?

                                                       WASP: "The gypsy meets the boy".




"Be careful what you wish for
Cause it may come true".