Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

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lunes, 6 de agosto de 2018

Steven Tyler en directo en Marbella. Festival Starlite. 2.8.18.


El festival Starlite se viene celebrando como cada año durante los meses de Julio y Agosto en la malagueña localidad de Marbella. Un elevado número de artistas de esos carísimos de contratar y, a veces, también de primera categoría deleitan al sofisticado a la par que petulante público marbellí amén del resto de fans y curiosos que se acercan desde distintos puntos de la geografía hispana y extranjera para presenciar sus actuaciones en vivo. El montaje es de primerísima categoría, tanto a nivel de escenario como de restauración. El sonido resulta espectacular y se encargan de cuidar hasta los mínimos detalles. Se nota que ahí hay pasta invertida. En lo que respecta al aspecto estrictamente musical es de agradecer que si pagas un elevado precio por la entrada, lo que te ofrezcan a nivel de sonido y espectáculo esté a la altura; y vaya si lo está. Este año como plato fuerte para algunos de nosotros estaba anunciada la actuación de Steven Tyler. Ironías de la vida, un montón de años esperando para ver a Aerosmith en directo, puesto que en los últimos treinta años apenas han venido a España unas tres veces, y en apenas un año puedes ver al grupo de Boston en directo reinando en Madrid y a su intrépido vocalista con su proyecto en solitario.

                                                                 Steven Tyler.

Pese a que el festival tiene un marcado carácter tan alejado del Hard Rock, a veces suelen incluir en su cartel la actuación de algún artista de esos que llevan el Rock por bandera y nos vuelven locos a muchos de nosotros; gente como Michael Bolton, Tom Jones o el propio Steven Tyler entre otros han pisado sus escenarios. Por este motivo se hace imprescindible armarse de paciencia y acercarse al festival para disfrutar del concierto de turno mientras soportas con estoicismo e incredulidad algunos de los comportamientos de esa ristra de personajes tan peculiares que pueblan las playas marbellíes durante el verano. Imposible encontrar otro lugar en el que te encuentres a tan escasos metros de algunos de tus semejantes y a la vez en galaxias tan diferentes. En fin. Me lo suelo tomar como un extra más de la actuación que voy a presenciar, un ejercicio de ostentación y de búsqueda de notoriedad que me resulta tan cómico como descolocante. Total, que de nuevo me volvía a encontrar cara a cara con Marbella y su festival.




El concierto de Steven Tyler estaba programado en el Auditorio del Starlite. Dicho auditorio estaba emplazado en lo alto de una montaña a la que debías acceder en un autobús que fletaba la propia organización del evento. Debías dejar tu coche en un aparcamiento que se encontraba a las afueras del complejo Starlite y esperar para ser transportado –si se te olvida algo en el coche estás muerto–. Aunque resulta un poco tostón todo este asunto de acceder hasta el recino, debo decir que la profesionalidad de la gente de la organización fue en todo momento exquisita, nada de esperar colas ni de tener que lidiar con gente incompetente que no hace más que convertir lo fácil y de sentido común en enrevesado y difícil; un diez en ese sentido. Tras llegar al complejo Starlite, más de la ostentación y estupidez de la que he hablado antes. Nada más acceder al recinto te encontrabas con una especie de lounge exclusivo/cutre más propio de una discoteca que de un recinto de conciertos. Tiendas de joyas y relojes a los lados –será que en Marbella cuando vas a un concierto te surge el apretón y necesitas comprarte unos pendientes o un Rolex– y un photocall para que puedas inmortalizar el momento, pero no os penséis que se trataba de un cartel de fondo para que te hagas la foto y ya está; no. Aquí todo se hace a lo grande y, además del cartel de turno, se había colocado un sofá para añadir más glamour al asunto. Lo cachondo de todo este embrollo es que los distintos especímenes humanos, presos de su propia condición, se agolpaban para intentar sentarse en el sofá de marras e inmortalizar su momento. Resultaba del todo entretenido observar a esas señoritas tan exclusivas, con sus taconazos de otro planeta, sus tetas perfectamente operadas y sus caros vestidos de diseño intentando aprovechar el momento para zafarse de sus improvisados contrincantes y conseguir sentarse en el dichoso sofá cual viejete que intenta colarse en el mercadillo del barrio para comprar unos tomates. En cuanto habías conseguido tu momento de gloria fotográfico te podías subir a uno de los exclusivos restaurantes para engullir percebes, cigalas y todo tipo de marisco o acomodarte en uno de los reservados con portero incluido para tomarte un cóctel mientras observabas un curioso espectáculo de bailarines que perfectamente podría haber salido del programa estrella de cualquier plató de Tv. Para los bolsillos menos agraciados también tenías unas cuantas barras para pedir comida y bebida a precios tan módicos como diez euros por un tercio de cerveza... de la marca Heineken, para más inri; me acuerdo de que hace cuatro días nos estábamos quejando del desorbitado precio que nos parecía la cantidad de once/trece euros por un mini de cerveza en casi cualquier concierto de la capital. Definitivamente esto es otra liga. No me voy a detener mucho más en detallar la fauna de variadísimo pelaje que se encontraba en esa improvisada selva artificial de exclusivos árboles de oro, pero desde luego que daría para largo y tendido.


Poco antes de las 22,30 horas pudimos acceder al recinto de la actuación propiamente dicho. Hay que reconocer que la organización lo tenía preparado a la perfección. Unas gradas con capacidad para varios miles de personas, un escenario amplio, bonito, ubicado en lo alto de la montaña y con la cima al fondo, con una visibilidad plena desde cualquier sitio e iluminado en tonos azules con mucho estilo; en definitiva: mágico. Se bajaron las luces y comenzó a sonar una intro formada por fragmentos de canciones de Aerosmith y del disco en solitario de Steven Tyler acompañada por un montaje visual de fotos de diversos momentos de la vida del cantante al que todos los que prácticamente llenábamos el recinto habíamos ido a ver. A las once menos cuarto de la moche malagueña y bajo una gran luna llena salía a escena la Loving Mary Band de Nashville, un combo formado por seis músicos que desde el primer momento nos demostraron que tenían muy claro de qué iba el asunto que se llevaban entre manos. Comenzaron a interpretar las notas introductorias del clásico “Sweet emotion”, el inicio perfecto. Unos instantes después salía a escena Steven Tyler, pertrechado con una bolsa en una mano y una mochila a la espalda. Inmediatamente saludó al personal lanzando la bolsa y la mochila al público, resulta que por lo visto estaban llenas de una línea de productos que patrocina el cantante; en fin, una vez más la imagen del bueno de Steven aúna su personalísimo y agraciado talento artístico con todo el cutrerío chabacano de un negocio en el que hay gente que vendería hasta a su madre con tal de lograr unos cuantos billetes más. 
No sabía nada de lo que me esperaba en esta actuación en solitario del famoso cantante de Aerosmith. En cuanto nuestro protagonista salió ante los focos nos demostró a todos las tablas, la capacidad y la clase tan personal e innata que posee para dominar cualquier escenario al que se suba. Se metió a todos los allí presentes en el bolsillo de sus pantalones blancos de campana desde el primer momento, demostrando un control absoluto del escenario y de todo lo que allí ocurría. Consiguió que hasta las últimas gradas de arriba nos pusiéramos en pie desde los compases de la primera canción, algo que por lo visto no suele ser habitual en conciertos tan exclusivos como los del Starlite; si algo sabe hacer a la perfección nuestro adorable Toxic twin es saltarse las normas y ofrecer al público espectáculo más allá de formalismos. 



Tras un “Sweet emotion” soberbio enlazaron con “Crying”. Esa entrada tan poderosa que tiene la canción hizo que la gente se volviese loca. No bromeo, podías sentir la electricidad en el ambiente. La Loving Mary Band sonaba que te cagas, con su batería, bajo, armónica, guitarras y banjo; en ningún momento pensé que un banjo me iba a dar tan buen rollo dentro de un concierto de Rock, pero así era. Comandando todo estaba un Steven Tyler que era capaz de salirse del tiesto sin apenas esforzarse, es como si le saliese natural del interior de su ser. La tercera canción la comenzó a cappella, resultando ser “I’m down”, un tema que no suele interpretar en vivo con la banda de Boston. Por motivos como este hago todo lo posible por no ver el repertorio que va a realizar un artista antes de su actuación, lo que antes era lo más normal del mundo hoy en día es un ejercicio de difícil despiste debido a la inmediatez y la globalidad que nos ofrece internet. El subidón que te llevas si sin previo aviso vas a un concierto de Steven Tyler y la tercera canción que interpreta es “I’m down” solo puede ser superado si tras el primer solo de guitarra la enlaza con “Darling”, otra de los Beatles. Una sorpresa tan inesperada como refrescante. El cadencioso ritmo de los Beatles al que Tyler homenajea con este tema fue una de las primeras cosas que escuché de los Aerosmith a mediados de aquel lejano 1988. Entró de manera fulminante en mi cabeza junto a “Rag doll” y me vi abocado a hacerme con toda su discografía al completo; esas pequeñas y delicadas cosas que tiene esto de la música. Ahora, más de treinta años después me encontraba entre los miles de afortunados que estaba presenciando una soberbia interpretación en vivo por parte del músico al que se le ocurrió incluir este pedazo de versión en el disco “Permanent Vacation”. Y lo de unirlo a “Darling” –una canción que siempre me traerá a la cabeza la salvaje interpretación que hizo de ella Graham Bonnet en el estupendo disco “The Day I Went Mad” –, es una genialidad. En lo que a mí respecta el concierto ya podía acabarse. He asistido a actuaciones de más de dos horas de duración que me han dejado tibio, mientras que Tyler consiguió desarmarnos a los quince minutos. Impresionante.
 
                                                          The Loving Mary Band.

El show continuó con más Beatles de la mano de “Come together” y con otra versión de Fleetwood Mac, el clásico “Rattlesnake shake”; de veras muy interesante la selección de versiones con las que nos deleitó Steven. Nuestro encantador cantante seguía derrochando carisma mientras interpretó “Jaded”, una de las canciones más famosas de la última etapa discográfica de Aerosmith. El sonido era un cañón y podías escuchar con nitidez la base rítmica, las hasta cuatro guitarras que a veces adornaban los diferentes arreglos de algunas de las canciones, la armónica, los coros y, sí, hasta el dichoso banjo. Por su parte Steven Tyler se sentía como pez en el agua manejando todo el cotarro y en todo momento se notaba la química y buen rollo con los miembros de la Loving Mary Band.

                                                  Steven Tyler & The Loving Mary Band.

El concierto se adentró en las canciones del disco en solitario que Steven Tyler venía a promocionar: “We’re All Somebody From Somewhere”. Curiosamente en el merchandising del artista no había ni rastro del disco y por lo tanto no se podía adquirir ¿? El disco lleva publicado un par de años y lo cierto es que me gustó bastante cuando lo adquirí. La realidad es que musicalmente Tyler ha dado signos de estar bastante perdido en estos últimos años, concretamente desde el súper éxito del pasteloso “I don’t want to miss a thing” que tanto detestamos algunos de nosotros. La sensación es que el bueno de Steven está últimamente dispuesto a vender su culo al diablo con tal de sonar en las listas de éxitos, lo dice hasta su propio compañero Joe Perry, y este anunciado disco en solitario olía desde el primer momento a temas en esa onda. La realidad es que hay que agradecer que el disco sea sobrio y con mucha calidad, con un inicio cautivador de la mano de “My own worst enemy” y con grandes canciones en su interior; todo bajo un interesante tamiz Country Rock que le aporta colorido y le permite a Tyler incluir todos los extraños instrumentos con los que siempre le ha gustado experimentar. En esta parte de la actuación interpretó “Only heaven”,  “We’re all somebody from somewhere”, la versión de su propia canción “Janie’s got a gun” –en lo que puede ser de lo más pobre de dicho disco- y un emotivo “Piece of my heart”. Esta última vino precedida de una escalofriante introducción vocal del tema “Mercedes benz” de Janis Joplin. Un Steven Tyler en un perfecto estado vocal anunció dicho tema como uno de los preferidos de su adolescencia y se marcó un dueto a cappella con la bajista/cantante Rebecca Lynn Howard de esos que te caen los cojones al suelo. Tyler rayó a gran nivel, pero es que en cuanto la bajista abrió la boca nos dejó a todos los allí asistentes con nuestras bocas abiertas. Para tirarse al suelo.

                                               Rebecca Lynn Howard & Steven Tyler.

                            S.Tyler & R.Lynn Howard: "Mercedes benz/Piece of my heart". Trieste. 18.7.18.

                             S.Tyler & R.Lynn Howard: "Mercedes benz/Piece of my heart". Boston 4.9.16.

A partir de ahí a piñón fijo con “Living on the edge” y su bonito arreglo final para la ocasión o “Janie’s got a gun”, una canción tan buena que aunque perpetres una pésima versión como la que nos ofrece Tyler en su disco sigue brillando con luz propia. En ese momento llegaba el turno del piano de cola blanco que comandaba el lateral del escenario desde el inicio del show. Todos abandonaron el escenario y Steven Tyler se sentó en él para interpretar una de las canciones con más personalidad que haya escuchado nunca. En cuanto sonaron las primeras notas de “Dream on” el Starlite se vino abajo para rendirle pleitesía como se merece a semejante obra de arte. A modo de anécdota comentar que cuando Tyler se sentó al piano alguien debía traerle un papel que no aparecía por allí, por lo visto el encargado de hacerlo se debió despistar y salió a escena apresuradamente ante los incómodos gestos del vocalista; poco importa esto a un tipo con tantas tablas como Steven, capaz de realizar una actuación memorable aunque entre bambalinas todo esté saliendo al revés. La última canción fue el clásico “Train keep a rolling” interpretado de manera frenética, con el tipo del banjo dándolo todo.


Los músicos abandonan el escenario, pero Marbella quería más. El respetable empezó a dar golpes y patadas en la estructura de metal que soportan las gradas hasta que la batería y Steven salieron a escena. Ambos se marcaron un entretenido solo batería/congas –conviene recordar que Tyler empezó tocando la batería– que desembocó en el clásico de Aerosmith que lleva por título “Walk this way”. Tras esto un  pequeño fragmento de “Whole lotta love” y se acabó todo. Tocaba correr para pillar uno de los primeros autocares que te sacasen del paraíso artificial hasta el improvisado parking en la ladera de la montaña; las dichosas prisas que no nos abandonan ni en plenas vacaciones. Mientras ganábamos el autobús una pareja detrás hacía una certera crítica de lo allí ocurrido: "espectacular Tyler, el grupo, el repertorio y sonido cañón". Totalmente de acuerdo.



















martes, 31 de julio de 2018

Canciones y discos para el verano. MSG: “Written in the sand” / Scorpions: “Blackout”. 6


MSG: “Written in the sand”.

Volvemos a retomar el asunto de la canción del verano, pero sin ánimo alguno de buscar esos cutre-singles pegadizos y exasperantes con los que nos suelen bombardear los iluminados musicales cuyo interés por la cultura musical es nulo y que no tienen el menor reparo en revolcarse en la mierda más apestosa con tal de triunfar en las listas; esto va de otro palo. Parapetados en mitad del calor del momento vamos a recuperar un tema del siempre recomendable Michael Schenker. La canción en cuestión se titula “Written in the sand” y apareció en el disco del mismo título que el rubio guitarrista alemán publicó en el año 1996. Un disco completamente recomendable que significó la vuelta de su grupo MSG tras la disfuncional reunión de los UFO clásicos del año noventa y tres. 

                                      MSG 96: S, Gaalas, B. Sparks, M. Schenker y L. Sundin.

Este “Written in the sand” rezuma sol, calor y carretera mientras la infecciosa cadencia de la batería te atrapa sin remedio, se trata de un medio tiempo acompañado de una bonita melodía del cantante Leif Sundin y comandado por la intuitiva guitarra solista de Michael. En cuanto comienza a sonar te transporta a la carretera comarcal que elijas, dominada por el sol abrasador del mes de Julio a primera hora de la tarde y flanqueada por pasto seco a los lados que contemplas mientras suena en el estéreo de tu coche; algo así como la imagen de cualquier cruce de caminos que puedes otear a través del cristal de tu salpicadero. Lo cierto es que todo el disco cumple a la perfección con el motivo de este escrito, pero “Written in the sand” en particular es el ejemplo más claro. Incluso la portada está en total sintonía con este espíritu veraniego del que hablamos. El imponente logo de la MSG aparece en primer plano sobre el fondo rojizo de un desierto con sus cañones y cactus momentos antes del anochecer. ¿La mejor portada de la discografía del grupo de Michael Schenker?, probablemente.

                                                      MSG: "Written in the sand".


                                                     "Written In The Sand". Contraportada.


Scorpions: “Blackout”.

Palabras mayores. Estamos ante uno de los mejores y más representativos discos de la Historia de la Música, al menos para este humilde escriba. El álbum con el que el grupo alemán alcanzó el éxito masivo que se acabó de fraguar con el no menos importante “Love At first Sting” y que le siguió un par de años más tarde. Durante esos años, le pese a quién le pese, Scorpions eran los reyes del mercado musical, sus canciones estaban en las listas de éxitos y los discos de oro y platino llegaron para quedarse; eran otros años.


Aunque más allá de todo esto, lo importante es que “Blackout” es un álbum lleno de grandes canciones, uno de esos discos redondos que se suele decir dentro del mundillo musical. La declaración de principios del riff de inicio de la primera canción, titulada igual que el propio disco, ya deja bastante claro al oyente de qué va el asunto que tiene entre sus manos y oídos. La comunión perfecta entre las punzantes guitarras de Matthias Jabs, las melodías “marca de la casa” de Klaus Meine o la exquisita producción de Dieter Dierks daban como resultado unas composiciones del binomio Schenker/Meine que creaban tendencia y marcaban el camino a seguir para los grupos noveles. Todo es aprovechable de este disco, consiguieron colocar por primera vez una canción en las listas de éxitos de medio mundo. El single “No one like you” triunfó en las emisoras de radio estadounidenses durante esos años, incluso el cantante de Guns n’ Roses W Axl Rose comentó que decidió dedicarse a la música cuando un día que iba en coche se detuvo en un semáforo y la música que salía del resto de los vehículos que estaban parados a su lado pertenecía a Scorpions.

                                                 Scorpions: "No one like you". Vídeo oficial.

Este disco supuso además una prueba de fuego para el combo germano. El vocalista Klaus Meine perdió la voz durante las sesiones de composición del álbum y los médicos le diagnosticaron que debía dejar de cantar profesionalmente. Esto ocurrió durante la estancia del grupo en la mansión Villa San Pecaire de la Costa Azul francesa. Como curiosidad podemos decir que en la actualidad esta villa debe haber desaparecido o cambiado de nombre porque es prácticamente imposible encontrar ninguna referencia de su ubicación hoy en día; en estos días realizaremos una visita al país galo y una parada obligada va a ser dicha Costa Azul para ver si somos capaces de dar con la dichosa villa de marras.

                                                  Klaus y su máquina para la voz.

Volvamos al tema. Klaus sufrió dos operaciones de cuerdas vocales y un duro proceso de recuperación con técnicas alternativas de la mano de uno de los más prestigiosos especialistas médicos para cantantes. La mayoría de los grupos hubieran optado por el camino fácil: sustituir al vocalista y seguir con los planes de grabación del disco. Sin embargo en Scorpions las cosas siempre han funcionado de manera distinta. La unión Rudolf Schenker – Klaus Meine llevaba funcionando desde finales de los sesenta y, pese a que el propio Meine sugirió al grupo apartarse a un lado y que buscasen a otro vocalista, la determinación de Rudi siempre fue clara: iba a esperar a su cantante original. No todo está perdido dentro del mundo de la música. El destino cosechó de acuerdo a lo que sembraron y solo un año después el grupo alcanzaba el estrellato. El propio título del disco hace alusión a toda esta situación de apagón que le estalló al grupo en la cara. Imposible olvidar la traducción al español que acompañó a la publicación del álbum en el territorio nacional, debajo del título original en inglés aparecía la expresión “ceguera temporal” y que sirve como ejemplo ilustrativo de lo cutre y chapucero que era nuestro querido inglés patrio por entonces –las traducciones al español de títulos en inglés darían para otro artículo jugoso, habrá que retomar esta idea en otro momento–.

                                           Scorpions: Foto promocional "No one like you".

El álbum es una obra completa, te habla como un todo pese a estar formado por canciones que también funcionan de manera individual. Imposible sustraerse al dinamismo de temas como “Can’t live whitout you” y “Now” o al exquisito gusto de cosas como “You give me all I need”; precisamente las guías vocales de este tema las realizó Don Dokken, que gracias a sus conexiones con Dierks ayudó al grupo a preparar el material musical durante el impás del tratamiento vocal de Klaus. Además de “No one like you” o “Blackout” el disco contiene otro trallazo musical que responde al nombre de “Dynamite” y que, junto a las anteriores, ha ido acompañando al repertorio del directo del grupo desde que se publicó el disco hasta hoy.


El resto de canciones de esta obra de arte no baja el nivel. Tenemos un tema titulado “Arizona” que es otra preciosidad, sorprendentemente casi no han tocado esta canción en directo, solo en algunos shows ocasionales; como su propio título indica, evoca acertadamente el desierto del Colorado y te sitúa en coordenadas veraniegas. Como curiosidad podemos comentar que, aunque nunca salió como single, se llegó a rodar una especie de vídeo promocional. Años más tarde ha acabado saliendo a la luz; el resultado final es bastante vintage y de Serie B, por llamarlo de alguna manera, pero no deja de ser otra curiosidad más de estos encantadores alemanes dispuestos a triunfar en yanquilandia


                                                     Scorpions: "Arizona". Vídeo no publicado.

Tampoco nos podemos olvidar de la oscura “China White”, una canción densa y pesada, con toques épicos y de larga duración. Scorpions solían trabajar antes este tipo de temas, podemos encontrar otros ejemplos en su discografía  como “Animal magnetism”, “The sails of Charon” o “Money and fame”; desgraciadamente hace tiempo que no nos regalan un tema de corte similar, esperemos que retomen las viejas costumbres. Aún así, incluso la profundidad de “China White” consigue no desviarse de ese sentimiento total tan veraniego. El disco se cierra con la excepcional balada “When the smoke is going down”, un tema que en su día nunca tocaron en directo y que hace ya unos cuantos años decidieron con acierto recuperar para finalizar sus actuaciones en vivo. Esta canción en particular me tuvo obsesionado durante años y solo puedo decir que es el cierre perfecto para el álbum, como el último rayo de sol que es derribado por la oscuridad mientras te deja esa estampa de anochecer tan especial.





viernes, 27 de julio de 2018

Stingers: “Heart”. Nuevo vídeo clip.


Los sevillanos Stingers han lanzado recientemente un vídeo clip del tema “Heart”, una versión de Pet Shop Boys que aparecía en su último disco titulado “Transition”. El disco en su totalidad muestra un elevado nivel de composición y una producción bastante acertada, por lo que resulta del todo recomendable, tanto para el fan de la música de Scorpions como para cualquier seguidor de Rock en general.


Con este grupo se está produciendo un proceso complejo y curioso a la vez. La mayoría de grupos tributo se dedican a preparar un repertorio del grupo original al que rinden homenaje y ya está. El caso de los sevillanos es algo más especial, no solo se han preocupado de clavar a la banda alemana tanto musicalmente como en el aspecto visual, sino que además han decidió dar un paso adelante y se han lanzado a componer sus propias canciones. Su música se mueve dentro de las coordenadas musicales de Scorpions, lo que ya es un halago en sí mismo, pero además han logrado aportar su propia impronta. No parecen unos meros impersonators; la música tiene ese regustillo final a Scorpions, pero por encima de todo el oyente percibe que es música de autor. Esta delicada y finísima línea es en la que han decidido moverse Stingers, haciéndolo con un acierto asombroso. Además el disco cuenta con la colaboración estelar de Herman Rarebell; sí, el batería de la formación clásica y que ahora anda algo perdido metiendo sus baquetas en el grupo del hermanísimo Michael Schenker. Imagino que de este modo el amigo Michael tiene una excusa para tocar en sus directos cosas como “Blackout” o “Rock you like a hurricane”??? que nunca compuso mientras sigue despotricando contra su hermano como un petardo niño de papá malcriado cuando tiene una pataleta. En fin.

                                                                Javi. Stingers.

                                                                 Panchi. Stingers.

La canción “Heart” pertenece al grupo más anti Rock de todos los tiempos: Pet Shop Boys. Qué le vamos a hacer, me encanta este grupo y llevo escuchando esta canción desde que salió hace un montón de años en el estupendo disco titulado “Actually”. Unos Stingers libres de complejos han sido capaces de prestar atención a esta gran canción, que lleva una línea melódica cercana a la de Klaus Meine, llevándosela a su terreno en una de las mejores versiones que he escuchado en mucho tiempo. La scorpionización del tema es evidente desde el inicio con la base rítmica en los primeros segundos y el riff de guitarra explotando después. Una versión muy cuidada que perfectamente podría pasar por cualquiera de los grandes éxitos del grupo teutón. La canción se acompaña de un vídeo clip bastante logrado que el grupo colgó en las plataformas digitales recientemente. No se me ocurre mejor manera de promocionar su nuevo disco. Ahora a verlos en el festival Leyendas del Rock; curiosamente son los primeros en actuar en dicho evento, abren el cartel como la primera actuación del primer día de conciertos. Un grupo con un gran directo que cada vez va dando pasos más sólidos. Don’t stop at the top.

                                                     Stingers: "Heart". Vídeo clip oficial.