Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

Púrpura Chess

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domingo, 13 de mayo de 2018

REFLEXIONES METÁLICAS


Una sección de nuestro colaborador “Metálico”.

¿Rock en inglés, en español, en alemán o en...?


Todos coincidiremos en que el Rock es un idioma universal. Sin lugar a dudas, transmite, consigue emocionar independientemente del origen de los músicos  como del de la audiencia. No hay barreras, seamos de donde seamos podemos `sentir’ esos acordes aunque su creación haya tenido lugar lejos, muy lejos, lejísimos.
Tradicionalmente, el Rock ha ido acompañado por unas letras en inglés. Normal si se tiene en cuenta que nació en EE.UU y que sus ‘progenitores’ y principales influencias también hablan este idioma. Sin embargo, según el Rock fue extendiéndose por todo el planeta empezaron a acompañarle otras lenguas, todos las que se hablaban donde el Rock llegó, así esta música cumplía la dualidad universal-local que la hacía totalmente asimilable y cercana.
De todas formas, para muchos el idioma del Rock seguía siendo el anglosajón y despreciaban el Rock cantado en otra lengua, aunque se perdiera la oportunidad de hacerlo más inteligible para llegar a una audiencia determinada.
De hecho, habitualmente los grupos no anglosajones que querían llegar a audiencias de varios países solían cantar en inglés, era cuasi norma. Por el contrario, si mantenían su lengua materna tenían muy difícil, casi imposible (salvo contadas excepciones) triunfar en la escena internacional.



No sé cómo sería en otros países, pero en España si bien se consideraba más que apropiado que un grupo alemán, francés, etc, adoptase la lengua de Shakespeare para llegar a sus oídos, la cosa cambiaba cuando era un grupo patrio el que se atrevía a cantar en inglés, sobre todo si su trabajo no tenía una versión en castellano, pues era algo que no se comprendía. Por lo cual muy pocos grupos españoles se aventuraban a hacerlo, aunque hay que afirmar que el tiempo ha ayudado a romper estos estereotipos y cada vez son más los grupos nacionales de Rock que ven como algo normal cantar en inglés. Creo que esto es posible también porque la audiencia española cada vez se enfrenta a ese idioma con mayor conocimiento y seguridad.
Pues también es perfectamente entendible que un público que mayoritariamente desconocía el inglés y demandaba historias cercanas, con las que pudiese identificarse, prefiriera el Rock en español si se lo podían ofrecer, claro.
Como todo en la vida, será cuestión de gustos el Rock en inglés, en español, en alemán, en francés, en..., etc. O más bien dependerá del género o de la canción en concreto.

Metálico

lunes, 7 de mayo de 2018

Jane Child. “Mona Lisa smiles”.


Bajo este sugerente título se encuentra una de las canciones más interesantes de esta semi desconocida vocalista. Publicó un par de discos a principios de los años noventa, otro más a principios del año dos mil y alguna colaboración ya en el actual siglo; poco más, una pena. Su primer disco estuvo auspiciado bajo la poderosa multinacional Warner Bros, un trabajo de ese Pop que se encontraba con el Rock más comercial tan típico de aquellos años. Esta mujer consiguió que la Warner le permitiese componer sus propias canciones para este trabajo, incluso aparece como la productora del mismo. En aquellos maravillosos años para la música comercial norteamericana llena de superproducciones, sesiones en lujosos estudios, atómicos vídeos promocionales y macro campañas publicitarias, las grandes compañías de discos lograban vender sin problemas millones de discos de un elevado número de los artistas que apadrinaban. Eso sí, esta mujer además de sus composiciones nos ofrecía su poderosa voz.


La canción que nos ocupa apareció en la banda sonora original de “Freejack”, aunque un año después comandaba el segundo disco de la vocalista/instrumentista titulado “Here Not There”. La peli “Freejack” constituye uno de esos artefactos imposibles tan habituales en esos años. Una historia futurista que contaba con la interpretación de Mick Jagger, otro cantante obsesionado con actuar en la gran pantalla y me temo que con la misma falta de talento interpretativo que la mayoría de sus compañeros al micrófono. Si la película era perfectamente olvidable la BSO no le iba a la zaga. Las bandas sonoras ya son dignas de estudio per se por muchos motivos –sostengo la teoría de que los encargados de seleccionar las canciones a incluir en las mismas deben de ser chimpancés, definitivamente habrá que dedicarle a este asunto otra entrada en otro momento–, pero es que está no hay por dónde cogerla; juntar en un mismo disco a Ministry, Scorpions, Little Feat o Jesus & Mary Chain resulta cuanto menos curioso.


El asunto es que le tengo mucho cariño a este cassette por motivos extra musicales y lo he seguido escuchando a lo largo de los años. Desde el primer momento lo interesante llegó al inicio de la cara B con “Mona Lisa smile”; por cierto, pedazo de título. De manera sigilosa aparece ante el oyente esta “sonrisa de Mona Lisa”, con una voz femenina que no había escuchado hasta entonces, llena de carácter y de fuerza. Una producción cruda, pero prestando atención a los pequeños matices. Toda la canción va creciendo mientras te mira a la cara desafiante hasta llegar al agobiante e inquietante final. Un gran tema que aportaba interés y sustancia a un disco tan deliciosamente amorfo.


                                                          Jane Child: "Mona Lisa smile".


lunes, 30 de abril de 2018

Manic Eden: “Can you feel it”.


Esta canción es la que abre el único y estupendo disco, bajo el mismo nombre que el del grupo, publicado allá por el año mil novecientos noventa y cuatro; casi veinticinco años, nada. El tema te engancha desde el primer instante y hace que tu cabeza vuele entre los acordes Blues Rock de ese del bueno. Una canción de Hard Rock clásico publicada en pleno auge del Grunge, condena segura al ostracismo comercial pese a su calidad intrínseca. Sonido crudo y guitarras desnudas ejecutadas con calidad y solvencia por un Adrian Vandenberg en estado de gracia.

                                                                 Adrian Vandenberg.

El resto del grupo estaba formado, además de Vandenberg, por Rudy Sarzo al bajo y Tommy Aldridge en la batería; vamos: Whitesnake sin David Coverdale. De las voces se encargó Ron Young, aportando unas melodías, tonos y unas maneras que les venían que ni pintadas a la música; en un principio el puesto de vocalista lo ostentó James Christian, pero parede que algunas tensiones internas hicieron que estas labores acabasen en las cuerdas vocales de Young. Curiosamente este grupo se montó a raiz de la puesta en hibernación, renuncia o cómo quiera cada uno llamarlo de los Whitesnake de la mano del propio Coverdale para dar forma a su proyecto junto a Jimmy Page que dio como resultado el excepcional álbum “Coverdale & Page” y que sacó los colores una vez más al intrépido Robert Plant. Recuerdo de manera muy divertida todas las atómicas e imposibles declaraciones de un Plant sobrepasado por su propia impotencia a la hora de cantar, auténticas perlas que solo podían entenderse desde la perspectiva de los celos o la envidia. Como muestra un botón: se quejaba nuestro locuaz vocalista de que el disco de Coverdale & Page copiaba el sonido Zeppelin... y decía esto poco después de sacar él mismo su disco “Fate Of Nations” –uno de sus mejores trabajos, por cierto– que respira Zeppelin por sus cuatro costados. Así que Jimmy Page no podía sacar música con estilo Zeppelin, pero él sí; en fin, las tonterías que ha dicho públicamente Robert Plant a estos respectos darían para un jugoso libro.


Pero volvamos a Manic Eden. Esto fue un proyecto de grupo que se montó tras el cerrojazo a Whitesnake. Publicaron un disco buenísimo que desgraciadamente no tuvo continuación. Lo que se ha comentado muchas veces de este tipo de proyectos: no son grupos reales y, a menos que vendan, se quedan en eso. No hay vocación de luchar por la continuidad, no hay actuaciones en directo y la cosa finaliza nada más empezar. Pero esto es marginal.


El disco rezuma clase, calidad y buen hacer por todos sus poros; de tipos tan eficaces como estos no se puede esperar producto malo. Hay una edición estandar con diez canciones y otra que al principio salió para el mercado japonés con un tema más. La canción que nos ocupa abre el álbum y puedo decir que es una de los mejores de disco que he escuchado nunca, perfecta para inciar un concierto, un cd y cualquier otra cosa. La corta historia de este grupo y su único disco tiene una importante colección de curiosidades, por lo que habrá que retomar esta historia en otro momento. Por ahora deleitémonos con “Can you feel it” y preparémonos para disfrutar de Hard Rock de primera categoría.  


                                                          Manic Eden: "Can you feel it".