Llega la Navidad. Vuelve cada vez con menos frío y nieve, pero vuelve… que no es poco. El ciclo de la vida; las Cuatro Estaciones, como diría el irrepetible maestro Antonio Vivaldi de una manera tan artística que resulta imposible igualar.
Y aquí volvemos nosotros, como cada año, para compartir con todo el que guste de leer estas sucesiones de letras que en el caso que nos ocupa tienen como protagonista la época del nacimiento de Jesús. Estas fechas tan señaladas, tan especiales, tan amadas y deseadas como odiadas y estigmatizadas para muchos de nosotros sirven de pretexto perfecto para abordar una nueva cuestión de naturaleza musical. En serio, pocos momentos del año generan sentimientos tan dispares y encontrados como el asunto navideño. Para hacérnoslo mirar, supongo.
Este Diciembre nos vamos a detener durante un ratito con canciones que sugieren la Navidad. En esta ocasión vamos a dejar de lado el lado más obvio del asunto, como casi siempre. A continuación vamos a proponer una serie de canciones que evocan este momento navideño, pero que no tienen relación directa con esta celebración pascual; vamos, que no son villancicos ni temas con letra navideña al uso… aunque, por el extraño motivo que sea, resulta que marinan a la perfección con el sentir de este momento del año. Como un buen Rioja con un jamón ibérico de esos bien cortado y sudado.
Por supuesto esta pequeña e imposible clasificación es tan subjetiva como cualquier otra que nuestros queridos lectores puedan esperar; para qué vamos a cambiar a estas alturas ¿no?. Habrá gente que no consiga establecer la conexión navideña, otros la experimentarán al instante y unos cuantos la criticarán… aunque incluso el propio músico compositor lo afirme, por supuesto; contamos con todo el abanico de posibilidades habituales de nuestro anónimo y putrefacto nuevo mundo virtual. De cualquier modo, con las siguientes letras solo buscamos que pasen un rato de lectura distinto, agradable y enriquecedor. Les proponemos la siguiente docena de canciones para tal efecto. Hemos dejado unos cuantos temas musicales más fuera del saco de este año, ya que han aparecido en los artículos de esta ¿sección? en años anteriores y no se trata de repetir.
Si quieren alzar su copa de vino con todos nosotros mientras suena alguna de esas canciones que nos hacen un poquito más felices, perfecto. Si no, también. Feliz Navidad.
Desmond Child: “Obsession”.
Preciosa y delicada pieza que estaba contenida en el primer álbum en solitario del artista “Discipline”, publicado en el año 1991. Desmond Child se descolgó ese año con un pedazo de discazo en solitario. Lo tenía todo para triunfar en las listas, pero no ocurrió. El hombre conocido como la máquina de generar hit singles para los artistas con los que colaboraba no logró esa repercusión en su propio álbum. No pasa nada, un día más en la vida de Desmond. La canción está cantada por el propio Child y Maria Vidal. La que fuese novia de Desmond Child acompaña con su bella y sugestiva voz haciendo que la canción adquiera una nueva dimensión. Desmond Child y Maria Vidal junto con otras dos vocalistas femeninas montaron el grupo Rouge a mediados de los setenta. Un combo que grabó dos discos de música comercial/disco setentas que tanto se llevaba por aquellos años. No llegaron a nada, aunque son dos obras recomendables si te gusta ese tipo de música. “Obsession” fue compuesta con la colaboración de Burt Bacharach. Lo dicho: toda una delicia para tus oídos.
Kiss: “We are one”.
Del disco de reunión de 1998 titulado “Psycho Circus”. Kiss y la Navidad, increíble pero cierto. Un binomio que sorprendentemente funciona. Es el tema ideal para escuchar antes de quedar con tus familiares/amigos/semejantes con intereses comunes a tomar algo antes de cenar en esos días típicamente navideños. La letra es lo más simple que te puedas echar a la cara y la melodía es tan dulce que se te atraganta; vamos, lo que en los ochenta cualquier heavy consideraba un pastel… pero, lo dicho: funciona.
Pink Floyd: “Learning to fly”.
Incluida en el disco “A Momentary Lapse Of Reason” de 1987. Fue el primer single del esperado disco de regreso de Pink Floyd. No habla de Navidad, no tiene nada que ver con ningún villancico ni nada por el estilo… pero en cuanto acaba Diciembre uno siente la imperiosa necesidad de revisar este bonito tema mientras pasea cualquier fría mañana por cualquier parque con las hojas de sus árboles adornando el suelo de arena sumergido en el peculiar y apasionante mundo paralelo que nos ofrece este grupo tan especial.
Eisley/Goldy: “Lies I can live with”.
Obra maestra de la joya que lleva por título “Blood Guts And Games” y que vio la luz del sol en 2017. Para los seguidores que pululen por ahí de un grupo tan especial como poco afortunado y que responde al nombre de Giuffria, si es que alguno queda, esto es lo más parecido al caviar del bueno. La formación que puso en marcha el teclista Gregg Giuffria y que grabó dos estupendos discos en los ochenta, contó con las voces de David Glen Eisley y las guitarras de Craig Goldy. Estos dos últimos volvieron a resucitar brevemente Giuffria, sin Gregg, hace unos años. La cosa no debió funcionar y acabaron publicando un disco bajo el epígrafe Eisley/Goldy. Este cd perfectamente lo podemos considerar, tanto por su música como por sus músicos, el genuino sucesor discográfico de Giuffria. Un trabajo de categoría y deleite que, por desgracia, se quedó en una publicación puntual. Cosas que pasan.
Dentro de este “Blood Guts And Bullets” nos encontramos joyas como este “Lies I can live with”. Esta pequeña delicadeza es la sutileza hecha canción. Un medio tiempo tan sutil como poderoso que a través de su inspirada melodía y unos arreglos exquisitos consigue emocionarte mientras te sumerge en un paisaje de melancolía y tristeza; además, por si fuera poco, la letra es buenísima. Habla de la desesperanza y se puede aplicar a cualquier relación humana, de pareja, amistad o familiar, cuando un desengaño descoloca tu mundo por completo. Literaria, con buen gusto y sin tirar de los chichés típicos y clasicazos del my baby left me o chorradas similares.
Cinderella/Tom Keyfer: “Nobody’s fool”.
Tema original del primer disco de Cinderella, “Night Songs” del año 1986, que volvió a regrabar su líder Tom Keyfer para la reedición en 2017 de su primer disco en solitario titulado “The Way Life Goes” y que salió originalmente en el año 2013. Cinderella pasa por ser uno de esos grupos que vieron la luz y el éxito a finales de los ochenta en plena fiebre del Hard Rock angelino macarra y con toques glammys, pero que en realidad tiene poco que ver con ese estilo musical. Se les metió en el mismo saco por una cuestión de imagen y por coincidir en el tiempo, pero su propuesta musical bebe directamente del Blues y del Rock sesenta/setenta. Triunfaron de la mano de su guitarra/cantante/líder Tom Keyfer gracias a su talento natural y a que eran muy buenos.
Esta canción es la balada de su primer disco. Un tema comercial, pero a la vez denso, triste y oscuro; poca gente tiene el talento para mezclar estos ingredientes de manera certera. “Nobody’s fool” posee la característica de que te traslada a un momento, situación y lugar determinados en cuanto escuchas sus primeras estrofas. Una delicia ideal para ser degustada en plena época navideña, entre el frío, la nieve, una chimenea con fuego, una copa de vino del bueno y la compañía adecuada.
WWIII: “When god turned away”.
Aparecida el año 2003 en el segundo disco del grupo WWIII bajo el mismo título. Aquí desde luego puede resultar casi imposible percibir la conexión del tema con la cuestión navideña. Si por algo se puede caracterizar la cortísima andadura de WWII, solo un par de discos y sin formación estable, es que tiene de todo menos ambientación de paz, amor, buenos deseos y todas esas características del espíritu navideño cristiano. De hecho, WWIII son las siglas de Tercera Guerra Mundial si lo traducimos al castellano. Incluso el título de la canción que nos ocupa sería algo así como: “Cuando Dios se dio la vuelta”. Resulta bastante evidente que Mandy Lion, vocalista y fundador del grupo, no busca con sus letras la llamada de Santa. Y si nos vamos a la música, la cosa no pinta mucho mejor; de corte áspero, crudo y bastante cañero. Incluso pese a que este tema tiene un inicio en acústico lento, nos lleva por un sendero siniestro y desafiante alejado por completo de los temas navideños más al uso... pero, qué puedo decir. Conecta. Su escucha encaja a la perfección con cualquier paseo nocturno por las luces, ruidos y bullicios navideños de la gran ciudad cualquier noche de Diciembre. Una afirmación que no tiene defensa objetiva posible por ningún lado y que no comprenderá la mayoría de la gente bien. No hay problema, estamos acostumbrados a esto.
Pero para todos aquellos que sean capaces de sentir la vida con la emoción de la que entre líneas llevamos hablando a lo largo de todo este epígrafe, esta canción te puede ofrecer la llave para esa puerta tras la cual se esconde ese lugar en el que nunca has estado, pero al que siempre has anhelado ir.
Poison: “Cry tough”.
Canción que abría el primer disco del grupo titulado “Look What The Cat Dragged In” en aquel lejano y especial año 1986. Ya hemos hablado por aquí de Poison varias veces, no son ni los más técnicos, ni los más innovadores, ni los más nada, pero tienen una estupenda discografía trufada de grandes composiciones de esas que de dan buen rollo inmediato y ponen una sonrisa en tu cara de felicidad tan ridícula como necesaria. Esta canción no tiene una letra navideña, ni una música navideña ni nada de eso; sin embargo, te traslada al frío, las pocas horas de luz, las luces y las celebraciones por excelencia. Llega a tal punto esta subjetiva e incomprensible cuestión que, por motivos que me resulta imposible explicar desde una perspectiva lógica, la Navidad no es del todo Navidad si no suena esta canción y este disco en algún momento de Diciembre.
Martika: “I feel the earth move”.
Versión del clásico de Carole King que alguien tuvo la brillante idea de versionar para el primer disco de esta cantante tan especial, titulado como su propio nombre y aparecido en 1988. Una mujer poseedora de una gran voz y que triunfó en todo el mundo a finales de los ochenta. Prince fue uno de los muchos que se enamoraron de la voz y el talento de esta mujer, de hecho colaboró en algunas de sus canciones. Sacó dos discos que fueron éxitos de ventas… y ya está. Por el motivo que fuese, su carrera musical no acabó de cuajar. Aquí os proponemos la escucha de este “I feel the earth move”, que en cuanto suena no puedes dejar de moverte a su ritmo. Te transporta de inmediato al espíritu festivo navideño, de juntarse a charlar, festejar, celebrar y compartir con tu gente.
Manowar: “Kingdom come”.
Del disco “Kings Of Metal”, del ochenta y ocho. El sucesor de “Fighting The World”, que pudo ser el que les puso en el mapa. Una formación como Manowar personaliza a la perfección la relación amor/odio que el público siente por determinados grupos musicales. Con Manowar no hay término medio posible: los amas o los detestas. Caracterizados por personificar muchos de los clichés más casposos e irreverentes del mundo del Heavy Metal, en estos días son muchas veces denostados y blanco de burlas pueriles por parte de estas nuevas generaciones de ofendiditos/as/es/xs por todo y por todos que no sean ellos mismos, enfangando bastantes veces un falso discurso feminista tras el que se encuentran hembristas recalcitrantes que no hacen más que desvirtuar el profundo significado de esta palabra tan en boga hoy en día. Pero esto es marginal.
De cualquier manera, y pese a que Manowar nunca fueron una de mis bandas de cabecera, ahí continúan, inasequibles al desaliento mientras proclaman sus trasnochadas proclamas de defensores del Metal verdadero… apoyados en buenos discos y buena música, que es de lo que se trata en el fondo. “Kingdom come” es una canción a medio tiempo característica de este grupo. Tiene una melodía entre épica, entrañable y sobrecogedora. Casa a la perfección con el hilo musical de carácter entrañable y acogedor de estas fechas navideñas; aunque de villancico, nada. Eso, en Manowar, jamás.
Kingdom Come: “What love can be”.
Uno de los principales éxitos de siempre de este grupo que se registró en el primer álbum homónimo de la banda y apareció en el año 1988. Es una canción lenta, densa, profunda, nostálgica y triste, muy triste. Una auténtica maravilla. Ideal para tomarse un buen café de esos negros, cargados, humeantes y espesos, cualquier tarde/noche de Diciembre en la intimidad del garito más oscuro, cutre y solitario que podamos encontrar.
Este primer disco del grupo del vocalista Lenny Wolf resultó un superventas que fue criticado por mucho purista de pacotilla que vio en el mismo una copia descarada de Led Zeppelin. Sigo esperando a que esos iluminados de turno me expliquen dónde se encuentran esas copias tan evidentes en la música. Se pueden apreciar detalles aquí y allá, como en cientos de grupos, pero de ahí a la anterior afirmación media un abismo. Lo dicho: a ver dónde están los “Now forever after”, “Shout it out” o “Living out of touch” que compusieron Zeppelin para compararlos con estos tres temazos de Kingdom Come. La peña, que raja y critica sin tener ni puta idea muchas veces.
Little Richard/The Beach Boys: “Happy endings”.
Una de las grandes canciones que grabó el más grande. Hemos pretendido no volver a traer composiciones que ya han aparecido en esta especie de sección años anteriores, pero es que resulta imposible sustraerse al toque mágico que desborda la interpretación de Little Richard a lo largo de toda esta canción. Este single apareció en 1987, interpretado a medias con los Beach Boys. Todas las características de la impresionante voz de Richard están presentes a lo largo de los pocos minutos de metraje de este tema. Su sentido de la melodía, del ritmo, su toque sensual, tierno y poderoso a la vez, sus innumerables matices y sobre todo ese tono y timbre sobrenaturales que han servido de referentes a millones de cantantes, músicos y aficionados a esta cosita llamada Música.
Gillan: “No more cane on the brazos”.
Aparecida en el disco “Naked Thunder” de 1990 y en el directo “Contractual Obligations” de 2019. Esta canción es un antiguo tradicional que por lo visto cantaban los presos de la América sureña profunda. Parece ser que los prisioneros destinados a trabajos forzados en las cárceles de Texas tenían la costumbre de entonar esta melodía mientras recolectaban caña de azúcar a las orillas del río Brazos. A lo largo de este río se ubicaban muchas de las granjas penitenciarias de dicho estado a finales del siglo XIX y principios del XX.
La composición de este tema se le suele atribuir al conocido cantante de Blues y Folk apodado Lead Belly. Sin embargo, la canción pasa por ser de esas oscuras o poco conocidas; de hecho no aparece en ninguna referencia discográfica de este gran cantante. Por supuesto, más músicos se han acordado de este tradicional y lo han interpretado dándole su propia visión; artistas desde Alan Lomax, Lonnie Donegan o el mismísimo Bob Dylan han revisado esta entrañable canción con mayor o menor fortuna.
Esta adaptación de Ian Gillan cerraba el disco en solitario que sacó tras ser expulsado sumarísimamente de Deep Purple a finales de los ochenta. Junto a la colaboración de Roger Glover, le añadieron unos interesantes arreglos a esta composición que le daba el broche de oro perfecto a esa maravilla en forma de disco que lleva por título “Naked Thunder”. Esta versión tiene un toque denso y solemne, un Blues lento, nostálgico, triste y evocador que explota en la parte final aderezado con una pizca de Folk aquí y allá. Una obra de arte.
Años más tarde Gillan la recuperó para la gira en directo con orquesta que ofreció en el año 2016 y de la que se publicaron oficialmente tres actuaciones en cd, dvd y vinilo respectivamente tres años más tarde. Bajo el cachondo título de “Contractual Obligations”, Ian Gillan, Don Airey, su grupo y una orquesta nos ofrecieron magia durante las casi dos horas de duración de cada una de las actuaciones. Aquí la orquesta añade unos arreglos grandilocuentes que ensalzan todavía más esta canción, creando un atmósfera que te lleva a cualquier día de invierno, sentado en la chimenea encendida mientras contemplas embelesado el árbol de Navidad y mojas tus labios con una copa de esa bebida para las ocasiones que tienes en casa y tanto te gusta. Ian Gillan te desea Feliz Navidad.