Esta canción pertenece al
disco del mismo nombre que publicó el grupo en 1994, hace la friolera de más de
veinte años; ni más ni menos. Eloy
es uno de esos grupos que podríamos denominar de culto, se encuentran en activo
desde 1969 gracias a la visión y tesón de su guitarrista, cantante y líder Frank Bornemann. Aunque nunca alcanzó
el estrellato siempre han estado muy bien valorados en su Alemania natal,
conservando una importante legión de seguidores fieles que disfrutan con cada
uno de sus lanzamientos discográficos y que agotan las entradas de las
actuaciones en directo que llevan a cabo en sus escasas giras.
Frank Bornemann.
Este grupo del denominado
por los eruditos musicales como Rock
Progresivo ha conseguido mantenerse a flote durante todos estos años
apostando por su propia identidad musical y sin hacer prácticamente concesiones
a los sonidos o esquemas musicales que estuvieran de moda en cada momento, lo
que hace todavía más romántico y coherente su bagaje musical. Aunque apareció
en la Alemania del Krautrock realmente
tiene muy poco que ver con ese característico sonido alemán, imperante en los
finales años sesenta y principios de los setenta. Eloy ha tenido que sobrevivir a las mayores dificultades que el
duro negocio musical ofrece a todos aquellos grupos que no tienen ningún single
de éxito en las listas o que no han alcanzado la fama en ninguno de los
momentos de su carrera, lo suyo ha sido una competición de fondo, cimentando
paso a paso su recorrido musical sin que nadie les haya regalado nunca nada.
La canción que nos ocupa
apareció en plena fiebre del sonido Grunge,
lo que a Bornemann y compañía le
podía importar lo más mínimo. Eloy
publicó una vez más un álbum que nada tenía que ver con las modas del momento;
solo para paladares exquisitos. El disco presenta su particular interpretación
de elementos sinfónicos, progresivos y propiamente rockeros pasado por el tamiz
de la peculiar voz de Frank Bornemann.
Pese a contar con grandes canciones como “Fatal
illusions” o “Company of angels”
nos vamos a detener en el tema que titula al disco. “The tides return forever” comienza como una especie de tema lento
o medio tiempo bajo la voz susurrante de Bornemann.
Las guitarras acústicas del inicio te acarician mientras introducen la propia
música. La canción tiene ese corte épico que consigue un interesante
contrapunto con la suavidad de la melodía. El estribillo es una preciosidad que
consigue aumentar la intensidad con sus cuidados coros aunque sin variar los
compases. Poco después el tema vuelve a parar en seco para dar paso a un
delicado solo de guitarra y continuar caminando dentro de la densidad medida
que parece tener la canción.
Hasta ahora el tema les queda redondo, poco más
que decir, de haber finalizado aquí estaríamos hablando de una gran canción. El
asunto viene con la parte final, el momento en el que se introduce de nuevo el
estribillo pero con otro arreglo que demuestra que Frank Bornemann es un músico excepcional. Se introduce bruscamente
la voz de Jocelyn B. Smith y aquello
cobra una nueva e inesperada dimensión, la canción da un vuelco de ciento
ochenta grados para desembocar en un clímax final con la voz maravillosamente
desgarrada de Jocelyn acompañada en
un segundo plano de la propia voz de Frank
y de unos coros espectaculares a los que se les añade una orquestación que te
deja de piedra; hasta tres líneas distintas de voces podemos disfrutar en ese
final in crescendo que se abalanza sobre el oyente produciendo una cascada de
sensaciones. Desde el momento de su publicación este tema ha pasado a ser una
pieza importante de sus directos, no es para menos, pero la versión en estudio
es de esas cosas que quedan perfectas y cualquier modificación o retoque le
quita parte de su grandeza. Es que incluso la letra resulta acertada, con esa
alegoría que supone no perder la esperanza en ningún momento porque, tarde o
temprano, acabamos alcanzando aquello que nos proponemos si no dejamos de
perder la Fe y el esfuerzo en conseguirlo. El título es una preciosidad en sí
mismo: la marea siempre vuelve; pura
poesía. Y el diseño de la portada del disco, en clara alusión a este título, no
puede ser más artístico y evocador; una figura esperando en un suelo seco y
árido, que parece no tener final, a que llegue la vida. Fantástico.
Como pasa con todas las
grandes canciones, se volvió a reeditar con una nueva versión. El disco se
volvió a publicar veinte años después añadiendo como tema extra una nueva
versión de esta canción. Aunque ya sabía el resultado no pude sustraerme a
adquirir de nuevo esta joya y, en cuanto escuché la nueva remezcla, no puede
evitar comprobar que estaba en lo cierto: la nueva versión era bastante peor
que el tema original. Hay determinadas cosas que es mejor dejarlas como están,
porque el más mínimo cambio puede hacer que pierdan su magia. En este momento
me quiero acordar de todas las nuevas mezclas, remezclas y nuevas versiones con
las que nos bombardean las compañías discográficas e incluso algunos artistas.
Entiendo que han perdido mucho poder en el mercado con lo de las descargas
ilegales de internet y tienen que vender para recuperar beneficios, pero es
vergonzoso que te intenten vender hasta cuatro y cinco veces el mismo disco
habiendo pasado poco más de uno año de su edición. Muchas veces sale un cd al
mercado y al par de meses vuelve a salir con un tema extra costando un riñón,
pero es que al medio año editan otra nueva versión con otros dos extras y al
año lo vuelven a publicar con un cd extra de entrevistas, tomas en directo,
distinta portada, vídeos o cualquier otra cuestión peregrina que se les ocurra.
En fin, que muchas veces lo más lógico es descargarse el disco de modo ilegal y
esperar un año para adquirirlo completo.
Eloy: "The Tides Return Forever" Remasterizado.
Eloy se
encuentra dentro del saco de grupos de Rock
progresivo. Esta extraña especie, única en su género, pulula por su propio
submundo incoloro degustando complejas y enrevesadas esencias musicales
inalcanzables para el oído común del oyente medio. Desde luego que resulta
necesario detenernos en este interesantísimo género musical, lo dejaremos
pendiente para otra entrada. Los amantes del Rock progresivo, porque no son simples seguidores sino auténticos
enamorados de este tipo de música, pertenecen a un exquisito elenco de elegidos
capaces de experimentar complejas sensaciones gracias a complicadas y
enrevesadas estructuras musicales. Se reúnen en sus recónditos santuarios para
intercambiar experiencias al más alto nivel musical, acompañados por sus
fetiches en forma de discos o cds que les permiten acariciar esa especie de
éxtasis místico que solo les pueden aportar determinadas composiciones y
ejecuciones musicales. Me identifico con muchas de estas connotaciones,
consecuencias lógicas para algunos de nosotros e incomprensibles a ojos del
resto de la especie humana. Para la mayoría de personas gente como Robert Fripp hace años que no ejecuta
más que ruido con su instrumento, pero para algunos avezados oyentes
diseminados por el universo resulta que hace música tan especial y compleja que
no puede ser entendida por la mayoría. En fin, las cosas del progresivo.
La mítica banda de nuestro
protagonista Frank Bornemann ha ido
haciéndose hueco dentro de este género, poco a poco y disco a disco. Puede que
no sea el primer grupo al que citan los entendidos, pero cualquiera que haya
degustado su música sabe que esconden unas cuantas gemas en su discografía de
incalculable valor.
Eloy: "The tides return forever".