Sueño de una noche de Reyes.
Llegué a aquella fría ciudad caída ya la noche. A través de la niebla de pareció ver un pub abierto al final de la calle. Me dirigí allí.
Entré y me senté en un taburete frente a la barra, donde el camarero ya me había servido una jarra con cerveza. Di un largo trago. Me sentí a gusto en ese lugar.
Algo llamó mi atención. En una esquina del pub, tres tipos ataviados con lujosos y ancestrales ropajes reían felices tomando unas copas; dos eran blancos y el tercero negro. De repente me invadieron recuerdos de mi triste infancia en el orfanato. El camarero advirtió mi gesto pesaroso.
-Eh! amigo -me dijo-. ¿Tiene algún problema con esos tipos? ¿Los conoce acaso?
-Sí -contesté-. Son Melchor, Gaspar y Baltasar. Ellos nunca se acordaron de mí. Todos los niños eran felices con sus juguetes nuevos, mientras nosotros solo teníamos juguetes viejos y rotos.
-Bueno, ellos no son exactamente quienes usted piensa -me dijo el amable tabernero-. En realidad se llaman Rory, Gary y Phil. Visten así porque vienen disfrazados de un desfile por la ciudad.
Yo me quedé perplejo, ¿Cabalgata de Reyes en Dublín? Volví a mirar a aquel rincón y los tres tipos me saludaron sonriendo. Su mirada me transmitió amistad, comprensión y alegría. Sentí un fuerte impulso y salí corriendo a la calle, mientras escuchaba al tabernero cómo me gritaba extrañado desde el interior.
-Eh! amigo, ¿dónde va corriendo?
Desde la calle le respondí.
-Voy a casa, ¡aún me queda tiempo para mandar mi carta a los Reyes Magos!
Paul Martín Simón.