Encuentros HUSH.
Este es un sitio musical, no nos engañemos, pero en el que nos vamos a acercar a la música que nos gusta desde distintos ángulos, cual prisma. Como ya dijo el añorado Jon Lord: la música es la forma de arte más elevada que existe; afirmación que, pese a disfrutar de otras manifestaciones artísticas, sostengo plenamente.
Clube de Adictos a Deep Purple
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Púrpura Chess
This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.
Que
UFO es una banda capaz de componer grandes canciones es algo que solo
unos pocos despistados pueden poner en duda actualmente. Te puede gustar más o
menos este grupo, pero el combo de Phil Mogg puede presumir sin
ruborizarse de haber entrado en el Olimpo de los grandes del Hard Rock.
Cortes como “Rock bottom”, “Shoot shoot”, “Only you can rock me” o el
clasicazo “Doctor doctor” se han ganado por derecho propio esta
denominación. El indudable tino que esta gente ha tenido desde siempre para la
composición y la melodía les ha llevado a dar forma a su propio sello musical.
Herederos de la Psicodelia de los sesenta, el Rock clásico de los
setenta o incluso las bandas de Heavy de finales de los setenta y
primeros ochenta, refinaron hábilmente algunos de sus elementos para crear un
sonido propio y diferente. Cualquier canción de UFO es perfectamente
reconocible y eso se lo deben a la guitarra de Michael Schenker… y sobre
todo a la personalísima voz de Phil Mogg; al menos en mi opinión. Este
binomio junto al bajista Pete Way, arquetipo del músico que personaliza
el estilo de vida del Rock n’Roll, dieron forma a un sonido que a día de
hoy todavía nos maravilla a muchos de nosotros.
Phil Mogg.
Los
avatares de UFO dan para un buen y abultado libro, sus múltiples cambios
de formaciones, sus subidas y bajadas del tren del éxito o sus excesos en todos
los terrenos podrían servir sin ningún problema para ilustrar de qué va esto de
dedicar tu vida a vivir bajo el fulgor del Rock. Lo que está claro es
que, pese a sus múltiples y variadas circunstancias, nunca han bajado el listón
en la producción musical que nos ha venido ofreciendo a lo largo de todos estos
años; y ya van casi cincuenta años. Cualquiera de sus discos de estudio atesora
calidad, buen gusto y grandes canciones, que es de lo que se trata. Hoy nos
vamos a detener en una de sus canciones más escondidas, que no por ello exenta
de esos estándares de calidad que solo se pueden permitir unos pocos. Esta
canción pertenece al disco “Ain’t Misbehavin”, que publicó el grupo a
finales de los ochenta.
Tommy McClendon y Phil Mogg.
“Hunger in the night” apareció
dentro del disco “Ain’t Misbehavin”; bueno, disco, maxi, mini Lp, EP o
como queramos denominarlo. El asunto era que se trataba de una colección de
seis canciones -en una versión posterior en cd se incluía un tema más- que el
grupo publicó en el año 1988. La década de los ochenta fue una época tan
convulsa como fascinante dentro del grupo del ovni. Se separaron una vez tras
la gira de presentación del buenísimo “Making Contact” editando el
posterior recopilatorio “Headstone”, uno de los recopilatorios más
indescriptibles que haya conocido el mercado musical jamás. Dicho doble disco
recopilaba algunos de los temas más famosos del grupo y contenía en su cara D
-qué tiempos de los vinilos y las caras A y B- un puñado de canciones grabadas
en directo pertenecientes al concierto de despedida que el combo ofreció en el Hammersmith,
pero lo más incomprensible del asunto es que entre el material recopilado de
estudio también aparecían canciones de otros grupos en los que habían estado
algunos de los miembros de UFO. De este modo nos podemos encontrar en
este recopilado temas como el “Armed and ready” de MSG, “Criminal
tendencies” de Wild Horses, “She said” de Lone Star, “Love drive”
de Scorpions o el “Fool for your loving” de Whitesnake... ¿?.
Además de lo que tuvo que suponer comprar los derechos de publicación a las
distintas discográficas, que me expliquen qué cojones pintan los temas de Whitesnake
en un recopilatorio de UFO. Dentro del pequeño submundo gris de las
jugadas comerciales deleznables de las compañías de discos para arañar un
miserable euro más a nuestros bolsillos, esta debe ocupar uno de los lugares
destacados. De todos modos, si obviamos este “pequeño detalle sin importancia”,
nos encontramos con un doble recopilatorio que es una pasada y que se corona
con esas entrañables tomas del directo. Años después se completó el puzle y
publicaron el concierto del Hammersmith en su totalidad, por lo que
ahora en mi estantería se encuentra lujosamente ubicado este doble convertido
en triple disco gracias al añadido del show completo.
Pero
no nos desviemos del tema. Tras esta separación, Phil Mogg volvió a
poner en marcha unos nuevos UFO para sacar el también interesante “Misdemeanor”,
un álbum orientado al sonido más AOR y de teclados que tanto se llevaba
a mitad de los ochenta; UFO y las buenas melodías: siempre una
combinación perfecta. De todas formas, pese a todo el disco seguía aportando
fuerza y guitarras entre sus surcos. Tras la gira de presentación, que duró
hasta bien entrado en año 1986, el grupo se volvió a semi disolver. Phil
Mogg y Tommy McClendon -también conocido con el irritante mote de Atomic
Tommy- registraron unas cuantas tomas en demos que acabaron publicándose en
el año 1988 conformando el disco “Ain’t Misbehavin”. El grupo no dio
señales de vida durante prácticamente todo el año 1987, solamente apareció en
directo durante una fiesta de Navidad de la revista Kerrang o Metal
Hammer. El grupo ofreció una única actuación en la emblemática sala Astoria
de Londres que a la postre fue la única vez en la que presentaron en vivo
algunos de los temas de este nuevo álbum todavía en ciernes, incluso ya entonces la formación volvió a cambiar llevando como guitarrista a Mike Gray. Con este nuevo
disco volvían a sus raíces más rockeras y dejaban de lado el excesivo
edulcoramiento de “Misdemeanor”. Tras la publicación del álbum y su
escasa repercusión el grupo volvió a hibernar hasta que Phil Mogg,
hastiado de intentar el retorno del grupo con otros músicos, contactó de nuevo
con Pete Way y volvieron a poner en órbita a la banda con la compañía de
Lawrence Archer y Clive Edwards. No seré yo quien defienda al
amigo Atomic Tommy, pero reconozco que me hubiera gustado que el grupo
se hubiese lanzado a la carretera para promocionar “Ain’t Misbehavin” en
directo.
UFO Sep 86-Oct 87: Tommy McClendon, Jim Simpson, Paul Gray y Phil Mogg.
UFO Nov-Dic 87: Phil Mogg, Paul Gray, Jim Simpson, Mike Gray.
El
disco es una de mis debilidades, lo reconozco. Pasará a la Historia como
un lanzamiento irregular y plagado de circunstancias externas e internas de la
banda, pero tiene algo que me enganchó desde el primer día y todavía no me ha
soltado. A la sempiterna voz de Phil Mogg y la guitarra de McClendon
se les suma el bajo de Paul Gray y la batería de Jim Simpson para
la grabación de estas canciones. La producción es horrible, los volúmenes están
descompensados, el sonido de guitarra resulta indigno para un grupo como UFO
de lo sucio y poco tratado que está, los coros prácticamente saturan y, en
definitiva, restan enteros al producto final… pero en ese disco hay canciones,
eso seguro. Cuentan las malas lenguas que lo que está publicado no es más que
las maquetas que en su día se grabaron antes siquiera de saber en qué se iban a
acabar usando. No sé hasta qué punto será cierto del todo, pero tiene toda la
pinta. Incluso el propio Phil Mogg, en las líneas interiores de la
carpeta del álbum, comenta que estas piezas las trabajaron tras acabar la gira
de “Misdemeanor” en distintos momentos y bajo diferentes circunstancias,
que querían volver al sonido rockero más primario del grupo y que las pusieron
en circulación como una especie de regalo para los fans; de este modo cualquier
seguidor de la banda podía conocer de primera mano en qué estado compositivo se
encontraban durante ese periodo de tiempo. Ni siquiera se adjunta foto alguna
de la formación al completo que figura en los créditos de las grabaciones, en
su defecto adjuntan un bonito collage de instantáneas de los miembros
del grupo tanto en directo como de archivos personales. Si es que hasta la
portada mola: el dibujo de una mujer desnuda a la que no se le ve ni su cara ni su
vello púbico y que agarra en la mano una pistola de esas de película de
vaqueros con pose desafiante. Algo artístico y peligroso, con el buen gusto que
siempre ha caracterizado a estos entrañables británicos; por supuesto se censuró y nos colocaron otra cutre-portada con el nombre del grupo en su lugar. En fin. Desde luego
en líneas generales suena a que tenían unas demos trabajadas y encontraron a una compañía que se
las publicó. Punto.
"Ain't Misbehavin". Portada original.
"Ain't Misbehavin". Portada censura.
Si
hablamos de la canción en particular que da título al artículo, nos encontramos
con todas esas deficiencias en el apartado de la producción. Sin embargo a
nivel de composición es una absoluta delicia, es una de esas canciones que
penetran directamente en tu cabeza. Comienza suave y desafiante, para estallar
de inmediato y llegar con el puente hasta un estribillo imbatible, de los que
parece ser que pueblan las neuronas de Phil Mogg. La canción tiene un
tempo de esos que te ponen en forma y que va haciendo subir la temperatura a
medida que avanza. Las dobles voces en los coros -algo que usa Mogg en
casi todas las canciones del disco- le aportan al estribillo un empaque aún
mayor y contribuyen a realzar el tema en su totalidad. Ni siquiera la
cochambrosa producción puede con una canción que tiene todos los ingredientes
necesarios para destacar. En aquellos años de hegemonía de las grandes melodías
y comercialidad bien entendida en las listas de éxitos UFO demostraron
que, sin apenas medios ni presupuestos millonarios, atesoraban calidad a
raudales. Y por si fuera poco, la canción acaba enganchando el estribillo final
con un solo de guitarra que cabalga superponiéndose. Como debe de ser.
Dio vuelve a actuar en
directo; bueno, en realidad lo hace como una figura generada por ordenador. El
asunto en cuestión recibe la denominación de holograma y, como os podéis
imaginar, suscita un abultado número de opiniones y prejuicios. El estreno de
esta peculiar idea se produjo hace poco más de un año en el famoso festival de Wacken. Ante la imponente presencia de unas ochenta mil almas en el fastuoso escenario
alemán volvió a reinar la inmortal música de nuestro músico favorito. Parece
ser que la descabellada idea ha seguido adelante y ahora se lanzan a la
aventura de una gira que promete ser mundial. Veremos.
Dio Disciples en el Wacken con el holograma.
Parir
una ocurrencia de semejante calibre solo podía ser el resultado de las
elucubraciones de una cabeza como la de Wendy Galaxiola -akaWendy
Dio-. La intrépida ex viuda del añorado Ronnie, en una nueva vuelta
de rosca a la gallina de los huevos de oro, ha decidido ser la primera mánager
que es capaz de resucitar a un artista fallecido y llevarle de gira por los
escenarios de todo el mundo. Sobre esta mujer se pueden decir muchas cosas,
pero lo que está claro es que en muchos aspectos otra mujer de armas tomar como
es Sharon Osbourne se convierte en una dulce hermanita de la caridad a
su lado. La figura de Wendy resulta controvertida en cuanto escarbas un
poco en la superficie, no necesitas profundizar mucho. Fue esposa y mánager de Ronnie
durante prácticamente toda su carrera, se separaron hace unos años aunque
siguieron ligados profesionalmente y ahora es ella la encargada de hacer llegar
el legado musical de Dio a todos los mortales, por deseo expreso de
éste. Que Wendy es una mujer con las pelotas bien puestas no lo duda
nadie en este negocio, hay muchas situaciones y anécdotas que acreditan
sobradamente tal afirmación. Fue la que contestó públicamente al llorón de Vivian
Campbell cuando este tuvo la nada elegante ocurrencia de quejarse treinta
años después de que Dio no le quiso subir el sueldo cuando militaba en
sus filas y que por eso acabó fuera del grupo, un gesto muy feo por parte de un
tipo que le debe mucho a Ronnie y que se pasó esos treinta años poniéndole
a parir –bueno, hemos documentado suficientemente bien todo este affair
en reseñas anteriores–; nuestra querida heroína no tuvo problema alguno en
asumir públicamente la responsabilidad del despido de este elemento,
tranquilamente declaró a los medios que no fue Ronnie Dio quién despidió
a Campbell sino ella misma y que el motivo principal fue que el propio Vivian
exigió un aumento de sueldo. Con dos pelotas. Del triste e irritante perfil
pesetero de Vivian Campbell no vamos a volver a hablar ahora –no hay más
que echar un vistazo a su recorrido musical posterior a su estancia en Dio
para darse cuenta por uno mismo–, pero hay algo que tengo muy claro: si no
estás contento con las condiciones laborales que previamente acuerdas cuando te
contratan, no tienes más que hablarlo con tu jefe y si éste no te sube el
sueldo lo más digno es que dejes ese trabajo y te busques otro, en lugar de ir
por ahí lloriqueando y echando mierda en cuanto te ponen un micrófono delante.
Aunque
no todo es oscuro en el universo Wendy. Es de justicia tener presente
que la gestión que está realizando hasta ahora del legado artístico de Ronnie
James Dio se puede definir con una sola palabra: perfecta. Es de todos
sabido que, cuando se muere un artista, el mercado se inunda con doscientos
millones de recopilatorios y demás artefactos musicales de dudosísima enjundia.
El caso de Dio está siendo una excepción hasta ahora, toda la música que
ha salido al mercado desde que falleció hasta el día de hoy es de primerísima
calidad e interés; los directos publicados abarcan distintas grabaciones y
etapas del artista que no habían tenido representación en su discografía
oficial, amén de haber sabido dosificar dichas publicaciones para no saturar el
mercado. De este modo el resultado final es que todos los que apreciamos la
música del difunto Ronnie James Dio y que hemos quemado de tanto
escuchar los distintos piratas durante todos estos años ahora podemos disponer
de algunas de estas grabaciones con una producción y sonido adecuados… y está
por llegar la joya de la corona: las supuestas ideas que dejó pergeñadas Dio
de lo que iba a ser la segunda y tercera parte de la trilogía “Magica”.
Estas ya son palabras mayores y, en un alto porcentaje, se lo debemos a Wendy;
sí, la misma que al mes del fallecimiento de su ex pareja ya estaba vendiendo
camisetas conmemorativas de su muerte. De cualquier modo el tema Wendy da
para una entrada que tarde o temprano abordaremos en estas páginas.
Wendy Dio.
El
caso es que nuestra encantadora dama ha sido la cabeza pensante que se esconde
detrás del dichoso holograma. Con este invento se pone a la cabeza de todas las
variadas y múltiples triquiñuelas que se les han ido ocurriendo a todas
aquellas mentes pensantes del mundo del Rock que han dirigido sus
esfuerzos a intentar llevárselo crudo. Ahí tenemos a nuestros queridísimos Kiss,
que llevan varios años intentando colarles a los fans una nueva formación del
grupo original formada por cuatro contratados que se vistan y pinten como ellos
mientras la dupla Simmons/Stanley se queden al calor de las chimeneas de
sus respectivos hogares contando los ceros que suman las ganancias de las giras
de dichos contratados; todavía no han logrado convencer a sus seguidores para
que acepten a unos Kiss formados por sustitutos, pero todo se andará.
Curiosamente se les ha adelantado Rick Medlocke. El magnífico
guitarrista y cantante de los Blackfoot y actualmente comandando Lynyrd
Skynyrd, cansado de no obtener el reconocimiento y el éxito que en justicia
le correspondería con su buenísimo grupo, tras años después de disolver a la
formación, consiguió llevar esa idea a la práctica hace apenas unos pocos años:
hizo un casting, escogió a cuatro tipos jóvenes que tocan que te cagas y volvió
a reformar sus Blackfoot … sin estar él mismo en la nueva banda…y no le
ha salido mal del todo. Pero esto es otro tema que habrá que abordar en otro
momento. De cualquier modo, el caso es que con esta jugada del holograma
nuestra angelical Wendy pasa a colocarse a la cabeza en esta peculiar
clasificación del despropósito.
Blackfoot 2017: Rick Medlocke en la foto, pero no toca con ellos.
La
idea de una gira de Dio con una imagen animada suya programada por
ordenador mientras suena su voz en playback acompañando a una banda con
músicos reales que interpretan sus canciones en directo es, qué queréis que os
diga, algo bizarro. Tras la lógica desazón inicial de semejante despropósito,
si conseguimos hacer un ejercicio de abstracción propio de un monje tibetano cum
laude podemos observar distintas consideraciones. Lo cierto es que todo lo
demás está cuidado al detalle y orquestado con un evidente mimo y cariño hacia
la figura de Ronnie. Se ha contado con tres de los miembros de la última
formación original que acompañó al cantante en sus últimos años y que tras la
muerte de éste prosiguieron con el grupo tributo llamado Dio Disciples
–otro debate para otro momento–; el combo cuenta entre su filas con el batería Simon
Wright, el teclista Scott Warren y el guitarra Craig Goldy,
todos ellos ex miembros de Dio. Para cantar han tenido la consideración
de buscar, además de la voz enlatada de Ronnie, a los vocalistas Ripper
Owens y Oni Logan; un detalle muy importante y que dice mucho de la
importancia de abarcar la abultada gama vocal de la que hacía gala nuestro pequeño
y añorado elfo. En lo que respecta al repertorio se ha tenido especial cuidado
a la hora de seleccionar el setlist, un músico con la dilatada carrera
de Dio tiene en su haber un gran número de temas míticos y memorables,
por lo que seleccionar entre todos ellos es una cuestión de naturaleza
delicada. Podían haber cogido el camino fácil, lo que suelen hacer casi la
totalidad de los grupos tributo y currarse todos los grandes éxitos; pero no,
tanto Dio Disciples como la gira del holograma han sido capaces de
confeccionar un repertorio en el que están la mayoría de los clásicos que todo
el mundo quiere escuchar, mezclado con otros temas menos famosos aunque igual
de buenos o más que los clásicos. Y si a todo esto le añadimos una puesta en
escena cuidada con una pantalla proyectando imágenes alusivas a momentos y
vivencias de cada una de las canciones, la cosa tiene su aquel. Debo decir que
había algunas de las fotografías que se proyectaban que ni yo mismo conocía y,
os lo puedo asegurar, he visto muchas, pero que muchas fotos de nuestro pequeño
gran hombre. Todo este conglomerado de sensaciones te lo pone muy difícil a la
hora de formarte una opinión final sobre este esperpento. Una cosa tenía clara:
si tocaban en directo en España, no me lo perdía. Siempre conviene conocer al
enemigo.
Con
estas que un frío viernes del pasado Diciembre me monté en el coche y pusimos
rumbo a Santander para ver esta gira en vivo, en directo y en primera persona
–que mucha gente piensa que por ver una mierda de grabación en youtube ya
se ha enterado del directo de cualquier grupo-. Por otro lado la actuación
estaba programada en la sala Escenario Santander, probablemente la mejor
sala de conciertos de España; probablemente. El cruce de cables fue total, como
cabía imaginarse. Asistir a un show de estas características ya iba a ser algo
poco habitual de por sí, por lo que había que estar preparado para lo peor. Lo
primero que me llamó la atención es que, pese a ser una de las tres actuaciones
programadas en nuestro país, había bastante público; la música de Dio
sigue teniendo tirón, de lo que me alegro. Sonó la intro grabada que habían
extraído para la ocasión de la etapa de “Sacred Heart”, uno de esos
detalles cuidados con celo a los que me refería antes. Salieron los músicos
ocupando la batería y el teclista los laterales del escenario, dejando al
bajista Bjorm Englen y a Goldy en esos mismos laterales por
delante y reservando el centro de la escena a una pantalla destinada a
proyectar el holograma de Ronnie. Tras la intro sonó “King of Rock
n’Roll” como un cañón bajo la voz omnipresente pero grabada de Dio.
Acto seguido nos invadió otra intro, en este caso “E5150”, la misma que
daba paso a ese temazo de Black Sabbath que se llama “The Mob Rules”
y que cantó con su vozarrón habitual el vocalista Ripper Owens; normal
que Judas Priest contratasen los servicios de este tipo para suplir a Rob
Halford en los noventa, el amigo tiene una potencia y un chorro vocal
excepcional. Recuerdo cuando asistí al concierto de Judas con Ripper
en La Cubierta de Leganés hace ya un porrón de años, Owens nos
dejó con la boca abierta y los tímpanos descolocados a los que allí asistimos
mientras que todos sus detractores se quedaron en sus respectivas casas
perdiéndose semejante barbaridad. Pero volvamos al show de Dio
holograma, solo llevábamos unos escasos diez minutos de actuación y esta gente
nos estaba dejando claro que sabían de qué iba el asunto que se traían entre
manos. Comenzaron con el propio holograma interpretando “King of Rock
n’Roll”, que hacía que no la tocaba el propio Dio mil años, y le
siguió algo así como otro inicio con otra intro y “Mob rules”
presentando a la voz a Ripper Owens. El holograma como tal apareció en
tres de las canciones del repertorio; bueno, en realidad fueron cinco puesto
que “The Last In Line” se presentó a modo de medley junto a “Holy
diver” y “Heaven & Hell” incluyó en su parte intermedia el
clásico “Man on the silver mountian”. Esto de mezclar canciones e
intercalar fragmentos de las mismas era otra de las señas de identidad que
solían tener los conciertos del propio Dio. Por otro lado el holograma
en sí me resultó curioso, muy curioso. Todo lo que se ha hablado del susodicho,
toda la polémica generada, todos los adelantos informáticos y virtuales que
tenemos hoy en día…y el holograma en cuestión me pareció un poco chapucero.
Vamos a ver, se notaba que se habían dejado la pasta en el invento, la pantalla
era prácticamente a tamaño de persona normal, se movía y todo eso. El asunto es
que la figura parecía como de juguete, como una especie de dibujo; no sé, uno
está acostumbrado a ver en las pelis todas esas imágenes generadas de manera
virtual y, después de tanta polémica generada por resucitar para los escenarios
al artista, lo que te esperas es poder ver una imagen de máxima calidad de
dicho músico. En fin, no iba a cambiar mucho mi opinión si hubiese aparecido un
holograma de alguien que fuese como Dio en vida, pero es cierto que me
esperaba más calidad o nitidez; algo así como los efectos de 3D o una cosa por
el estilo.
Sigamos
con el concierto. Tras “Mob rules” siguió Ripper en el escenario
para volvernos locos con “Straight through the heart”, otra canción de
diez y que se marcó el amigo Owens de manera sobrada. Al acabar el tema
nos presentó a Oni Logan, el ya ex cantante de Lynch Mob –otra
vez– en un casi perfecto castellano anunció otra canción de Sabbath,
concretamente “I”. Los dos vocalistas demostraron sus perfectas
facultades, cada uno en su terreno: Logan con un matiz más clásico y
melódico, mientras que Ripper nos ponía los pelos de punta con el poderoso
chorro de su afilada voz. Desaparecieron ambos cantantes y de nuevo apareció el
cutre-holograma y la emotiva voz en off de Ronnie James Dio para
interpretar “The last in line” mezclado con “Holy diver”. Aquí
conviene reseñar otro punto a favor de la producción de este espectáculo, no
penséis que extrajeron la voz de Dio de sus clásicos de estudio y a
piñón fijo; nada de eso. No sé si la idea surgió de Wendy o del guitarra
Craig Goldy –un tipo que siempre ha mostrado admiración y respeto hacia Ronnie,
al que se suele referir como su maestro y del que jamás ha salido una crítica,
ni cuando había vacas gordas o flacas–, pero el caso es que se trabajaron las
líneas vocales pregrabadas de Dio para esta gira. La intro del concierto
estaba tomada de la que el grupo usó en la gira de presentación de “Sacred Heart”, la toma de “King of
Rock n’Roll” y del medley “Last in line”/”Holy diver” la extrajeron
del directo “Live In Philly 1986”. Esta grabación corresponde al directo
del Spectrum de Philadelphia que editaron en VHS por
aquellos años y que no vio la luz en audio hasta que en 2013 Wendy la
publicó en Cd. Recuerdo que en aquella gira del año 1985/86 presentaron el
disco “Sacred Heart” y Dio estaba en un momento de popularidad
álgido. Quisieron publicar el doble disco en directo que todos los grandes
grupos tienen en su haber, pero parece ser que la compañía no lo acabó de ver
claro y nos privaron de documentar esos años dorados de la trilogía “Holy
Diver”, “The Last In Line” y “Sacred heart” con el doble en vivo que
pedían a gritos. En su lugar publicaron el mini Lp “Intermission” que
también es una pasada, pero nos perdimos toda la grandeza y majestuosidad de
aquella gira y su repertorio con temas de hasta un cuarto de hora de duración.
Esto lo solucionó Wendy Dio publicando de manera póstuma este doble cd
en vivo. El caso es que de aquí tomaron las líneas vocales de estos dos
clásicos imperecederos del queridísimo Ronnie, además respetando el
interludio que une “Last in line” con “Holy diver” y que lleva una
delicada e inspiradísima línea vocal del tema “Children of the sea”. En
serio, pago gustoso para disfrutar en un concierto de este momento; incluso
prefiero que no haya ninguna marioneta artificial y que simplemente el grupo
interprete la música con la voz de Dio en primera persona.
Tim "Ripper" Owens.
Oni Logan.
El
concierto sigue con “Egypt”, otra pieza absolutamente única y especial.
Lamentablemente solo Ronnie era capaz de imprimirle ese empaque cuando
declamaba su melodía casi como si estuviese llorando. La versión de la gira fue
algo más corta y en la interpretación de Oni Logan se perdió por
completo la magia del final, hay cosas que no pueden ser y no pueden ser. Le
siguió inmediatamente “Tarot woman” con un Ripper Owens que abrió
la boca y nos volvió locos a todos, otra sorpresa con un intenso solo de Scott
Warren. Cuando metes en un concierto canciones como ésta automáticamente te
sales del establishment de los tributos y das un salto cualitativo. El
solo de guitarra de Craig Goldy me gustó bastante, es un músico que ha
mejorado en intensidad y en carácter musical mucho, en cuanto aparcó la moda
ochentera de correr por el mástil con escalas interminables y le añadió más
cuerpo e intensidad a su técnica también dio su propio salto de calidad. El
solo desembocó en “Catch the rainbow”, la belleza personificada, que a
su vez nos llevó a “Stargazer”, la intensidad personificada. Ambas
canciones de Rainbow, la primera la interpretó Logan con
solvencia, mientras que en “Stargazer” fue Ripper Owens el que
dejó el pabellón una vez más bien alto cuando encaró las notas más difíciles
dejando los coros y algún que otro fraseo a OniLogan. Después de
una bonita entrada de teclado ambos cantantes siguieron con “Mystery”,
un tema pegadizo que probablemente sea lo más comercial que haya hecho Dio en
su vida y que supuso otra agradable sorpresa en un repertorio elaborado con
mucho criterio. Pienso que la voz de esa canción le pegaba más a Oni,
así como la de “Stargazer” a Ripper, pero aun así no estuvo nada
mal.
Tras
esto nos empezamos a acercar a la parte final del concierto. Comenzaron a sonar
los primeros acordes de “Heaven & Hell” y de nuevo volvió la voz
grabada del maestro así como el cochambroso holograma. Esta versión incluyó el
solo de batería de Simon Wright, que me pareció igual de simple e
insulso que siempre pese a seguir incluyendo el “Overture 1812” que
inmortalizó Cozy Powell (DEP), y el interludio de “Man on the silver
mountain”. Dos de las canciones más significativas de toda la carrera de Dio
que se juntaban y nos recordaban de nuevo lo grande que fue este hombre. Aquí
le echas especialmente en falta cuando interpretaba en directo con sus
evidentes dotes de actor la tentación del Bien y el Mal que se
representaba en la parte casi final del tema, ese momento en el que la canción
frenaba y te llevaba con delicadeza ante la duda titubeante, suavemente,
constituyendo el clímax del propio tema antes de desembocar en el trepidante
final. Pero esto es marginal. También se han estrujado la materia gris a la
hora de seleccionar las líneas vocales y la estructura escogida para llevar
este “Heaven & Hell” al directo. En Santander, y supongo que al
igual que en el resto de la gira, el grupo montó una versión en la que
encabezaba precisamente esa lucha interna con el Bien y el Mal que
tan genuinamente llevaba al directo nuestro querido Ronnie; en este caso
se decantaron por el fragmento del “evil”, para acto seguido comenzar
con el estribillo y seguir con el inicio del tema original. Intercalaron “Man
on the silver mountain”, una de las canciones que no debería faltar jamás
en un homenaje a Dio o a Rainbow, y retomaron con la parte final
de H&H suprimiendo la parte rápida que solían interpretar los Sabbath
en los directos. Para seleccionar las voces de Ronnie en este medley no
se limitaron a coger una sola toma de voz, se nota que se han tomado la
molestia de seleccionar entre un compendio de discos y conciertos que dice
mucho y bueno del deseo de presentar al respetable un producto final elaborado
y que se salga de lo previsible. Lo dicho, más allá de que pongamos el grito en
el cielo con la idea, hay que reconocer el esfuerzo por la ingente labor de
realización musical que hay detrás.
La
música cesa, los músicos se dirigen al centro del escenario y saludan al público.
Vuelven de nuevo a asir sus instrumentos y finaliza el show con “Rainbow in
the dark”. Los tres vocalistas y el dichoso holograma hacen acto de
presencia y, cuando finaliza la canción, finaliza el concierto. Setenta y tres
minutos de actuación. Craig Goldy abandona inmediatamente la escena y se
marcha hacia los camerinos, mientras que Oni Logan y Ripper Owens se
quedan unos minutos saludando al público en la propia platea del recinto. El
público da por hecho que el grupo volverá a salir, pero la interpretación de “Rainbow
in the dark” tiene visos de haber sido el último tema tocado. Se encienden
las luces y el respetable empieza a quejarse por la corta duración del evento.
Como tengo la costumbre de hacer todo lo posible por no conocer el repertorio
del grupo que vaya a ver antes de la actuación, no puedo saber si es que han
acortado el setlist; pero tiene pinta de que esto es lo que tienen
preparado para la gira. En los días sucesivos confirmo estas sensaciones. Nunca
he entendido esto de las quejas si un concierto dura menos de 80 o 90 minutos,
¿en qué parte de la entrada se especifica lo que va a durar el espectáculo?
Está claro que la panacea es que un concierto sea muy bueno y muy largo, pero
tengo muy claro que prefiero mil veces antes un concierto corto e intenso que
otro largo aunque mediocre. Que un show sea algo memorable tiene que ver con
muchos factores, pero la duración nunca está en los primeros lugares de esa
lista; al menos así lo veo.
Craig Goldy y el holograma.
Le
tengo mucho respeto a Craig Goldy, es un tipo que ha demostrado a lo
largo de todos estos años ser un amigo fiel de Ronnie James Dio –de
hecho le sigue reconociendo como su mentor y sus palabras siempre son de
agradecimiento y respeto hacia el maestro- , es por eso que me sobraban las
justificaciones que adujo en los días previos a la gira. En esas recientes
declaraciones a los medios comentaba que hacían esto principalmente por y para
los fans, como un homenaje a su figura, una celebración de su música para todos
las fans que presenciaron en directo a Dio en su día y como un regalo
para aquellos que nunca pudieron disfrutar de él en directo. Incluso se ofreció
a responder personalmente a un enfurecido fan por todo este asunto del
holograma vía facebook, le expuso sus razones con un talante tan sincero
y conciliador que el propio fan iracundo supo reconocer el mérito de Goldy
pese a afirmar que su opinión hacia el holograma no había variado. De cualquier
modo seguro que las palabras de Craig Goldy son sinceras, pero no dejan
de ser justificaciones para poder montar una gira mundial que de otro modo no
creo que hubiesen podido hacer realidad.
Me
quedo con el final. Cuando bajó el telón de Santander y mientras el público
mostraba su disgusto por la duración del concierto, sonaba por el equipo de
ambiente la música enlatada de “This is your life”. Ese sí que fue el
final perfecto para esta aventura.
¿Vivir
los conciertos o no perderse ningún detalle?
“(…) Altas dosis de fanatismo en las primeras filas (...)”, relataba la crónica de una
actuación de Dio (D.E.P.) en Madrid hace ya algunos años para explicar lo que
allí había sucedido; y es que a la hora de acercarse a un concierto el público
lo puede hacer de muy diferentes maneras y eso, sin duda, lo singulariza.
Por un lado, nos encontramos los que quieren vivir
la descarga musical a tope, pretenden imbuirse en la música y en el ambiente.
Por ello, no paran de moverse frenéticamente y de corear a voz en grito todas y
cada una de las canciones, como si le fuese la vida en ello. Normalmente ocupan
las primeras filas y beben de la energía que les proporciona su juventud,
aunque algunos suelen tener una importante cantidad de alcohol en sangre. Claro
que tanto sumergirse en el espíritu de la música les lleva a perderse muchos
detalles de lo que acontece en el escenario. Bueno, detalles y no sólo
detalles.
Frente a esta opción, aparece los que observan y
escuchan el espectáculo musical sin perderse absolutamente nada de la
actuación. Muchos de ellos pueblan las últimas filas y con los brazos cruzados
asisten hieráticos al concierto, pareciendo incluso que la música no
consiguiera penetrar en ellos y continúan impertérritos, si acaso con un ligero
movimiento de cabeza que suele significar aceptación por lo que están viendo y
oyendo.
Quizás
estos dos tipos de público reflejan posturas muy extremas y ninguna de las dos
sean las más recomendables. Es evidente que los asistentes a un directo quieren
disfrutar del espectáculo que se les ofrece, la clave es cómo pues hay
múltiples modos de hacerlo y normalmente vivir más el concierto: moverse,
corear o tatarear, comentar, beber, etc. suele llevar aparejado un detrimento
en la observación de todos y cada uno de los elementos del espectáculo.¿Qué os parece?
Esta es una canción que
pertenece al disco de reunión que sacaron en 1998 bajo el título de “Psycho
Circus” y este momento es tan bueno como otro cualquiera para reivindicarla
en estas páginas. El grupo de Simmons, Stanley y compañía puede que sea
uno de los más conocidos y exitosos dentro del mundo del Hard Rock, han
grabado un buen montón de discos y canciones que se han ganado por sí mismas su
paso a la posteridad, han vendido otro buen montón de discos y, gracias a sus
espectaculares y visuales puestas en escena, se tienen bien merecido un lugar
importante dentro de la teatralidad en este mundo del Rock duro. Te
pueden gustar mucho, poco o nada, pero merecen su respeto.
Ninguno de ellos se han
caracterizado por ser grandes músicos, de hecho sus discos en estudio los han
venido grabando músicos de sesión pese a que ellos figurasen como los
intérpretes. Aunque por sus filas han pasado buenos instrumentistas como Bruce
Kulick, Mark St John o Eric Singer, incluso actualmente cuentan con
un guitarrista que no pasa de ser correctito tirando para mediocre y que
responde al nombre de Tommy Thayer. Lo de Kiss siempre ha ido más
de espectáculo acompañado de canciones-himnos de las que se quedan con
facilidad en tu cabeza; supongo que eso también tiene su mérito.
Por eso resulta especialmente
curioso que se hayan sacado de la manga un tema como el que titula este
artículo. Recuerdo perfectamente la fiebre colectiva que nos azotó cuando
anunciaron que se reunía la formación original para realizar una gira de comeback
con el maquillaje clásico. También recuerdo lo que me gustó el disco en estudio
que sacaron poco después, el anteriormente citado “Psycho Circus”, pero
lo que realmente me descolocó fue el tema que cerraba dicho cd. Gene Simmons
se descolgaba con una composición pletórica de clase, fuerza y estilo. Seamos
realistas, del binomio Simmons/Stanley siempre fue el Starchild
el que presentó las más inspiradas composiciones -al menos para este humilde
escriba-, por lo que resultó doblemente sorpresiva la escucha de esta
composición firmada por el God Of Thunder -o por cualquier
compositor al que le comprasen los derechos, una práctica muy habitual de los Kiss
y de muchos otros grupos-. La canción “Journey of 1000 years” es una
composición sobria, intensa y llena de pasión; probablemente la mejor canción
que haya sido capaz de componer esta gente en toda su vida. Incluso la letra es
especial. Un grupo que, seamos serios, se han pasado todos estos años
escribiendo letras tan ridículas como estúpidas -¿”Love gun”, “Christine
sixteen”, “Let’s put the X in sex”, “Bang bang you”…? Y mi favorita para estos menesteres: “Uh
all night”-. No hablo de la música, solo de la letra en sí; imposible su
defensa. Se me hizo chocante hasta el extremo que se descolgasen con semejante
muestra de estilo. Una letra con momentos como: “Did you sleep without
dreams/did you fly without wings/did you touch without feel/where nothing is
real” (podrías dormir sin soñar/podrías volar sin alas/podrías tocar sin
sentir/donde nada es real). Esto tiene una calidad desconocida en un tipo
como Gene Simmons que se vanagloria de representar muchas de las
miserias del ser humano, nuestro adorable Gene siempre se ha mostrado
preocupado de hacer dinero a costa de lo que sea, defiende unos valores
individualistas y se ha pasado media vida vacilando de las groupies a
las que se ha follado en las giras del grupo. Por lo que nuestro angelito nos
descoloca sacándose de la manga una letra de este calibre.
Y como broche final la
canción termina recuperando a modo de coda la melodía del tema que abre el
disco, el propio “Psycho Circus”. Lo dicho: inevitable recuperar su
escucha cada Navidad y sentir su estremecedor halo.