Texto escrito por
Diva Satanica.
Aprovechando el interés suscitado por el pasado artículo sobre la música
de Emperor, las voces guturales y el
Metal Extremo, hemos querido abordar
el asunto de una manera más específica. Para ello tenemos la inmensa suerte de
poder contar con la visión de una de las voces que están pegando con más fuerza
en el panorama actual de nuestro Rock
duro: hablamos de Diva Satanica. La
vocalista que se encuentra en estos momentos inmersa en la gira de Bloodhunter, haciendo una vez más gala
de esa cercanía, coherencia y actitud que le caracteriza, ha querido compartir
con todos nosotros algunas de sus impresiones y experiencias dentro de esta
expresión musical. En el fondo la música que más te llega es esa que está hecha
sin prejuicios, desde la pasión y las entrañas; sean cuales sean sus peculiaridades
o estilos. Os dejamos con Diva Satanica.
(Vase photography. Seva Figueirido).
Cuando me preguntan
acerca de mi primer contacto con el Metal
Extremo ni siquiera lo recuerdo muy bien. Fue una transición natural de
igual forma que se hace con cualquier otro estilo, pura coincidencia, vamos.
Recuerdo el primer disco de Rock que
me compré que fue el "Slippery When
Wet" de Bon Jovi (algo
bastante alejado de esto), me llamó la atención su portada de entre todos los
álbumes de la discografía y decidí que iba a aventurarme. No había oído nada
más de Bon Jovi más que el "Livin´on a prayer" que unos
días antes había interpretado una vocalista española en un concurso de talentos
en Tv, pero aquello fue más que suficiente para que mi afición por el Rock se asentase. A partir de ahí
repetí este mismo ritual casi semanalmente y así es como iba sumergiéndome en
diferentes estilos: pasé del Rock al
Hard Rock, al Hair Metal, al Sleazy,
al Thrash, al Grunge... hasta que cada vez mis oídos pedían ritmos más rápidos y
contundentes. Y así fue como llegué hasta el Metal Extremo y, por ende, a las voces guturales. Y del mismo
modo que la primera vez que escuché Guns
N´ Roses (una de mis bandas de cabecera), tuve que apagar inmediatamente el
reproductor porque no soportaba la estridencia de la voz; me ocurrió con los
guturales. La primera vez que escuché Arch
Enemy sentí pánico. Literal. Pero a los 5 minutos, sentí el deseo
irrefrenable de volverlo a intentar: como cuando ves una película de miedo que
sabes que te va a impedir conciliar el sueño, pero estás disfrutando con la
adrenalina de no saber anticipar cuándo vendrá el susto. Aquello me enganchó.
Inmediatamente sentí que tenía un efecto terapéutico: toda la rabia que tenía
acumulada (poneos en la situación de que las mujeres en la adolescencia tenemos
un desbarajuste hormono-emocional importante) se canalizaba gracias a aquel
estruendo. Cuanto más cabeceaba al ritmo de la música, más liberada me sentía.
Y ahí fue cuando me di cuenta de que tenía que aprender a cantar de esa manera.
(Foto: Antonio Sicre).
Ya había
intentado antes aproximarme al canto melódico (como os introducía, era muy fan
de los concursos de talentos musicales, me aprendía el repertorio semanal de
cada uno de los concursantes...); incluso llegué a apuntarme a clases. Empecé
yendo a unos 40 km de mi ciudad natal en coche, a un pequeño local de ensayo
donde impartía clases mi primera profesora, Susana. Imaginaos, a mi recién estrenada mayoría de edad, lloviese,
tronase o hubiese un vendaval, cogía mi coche por la noche después de estudiar
(iba a la universidad por aquel entonces) y me iba a clase de canto. Fue un
auténtico desastre. Me frustré. Quise que me enseñasen a cantar gutural pero ni
siquiera sabía lo básico y fundamental del canto melódico. Abandoné, pensé que
aquello no era para mí. Pero claro, como buena adicta, enseguida recaí. Empecé
a moverme por la escena underground
de mi ciudad (A Coruña), yendo a conciertos casi todos los fines de semana para
intentar aprender algo de aquellas bandas de Black Metal que salían a dar su espectáculo con antorchas, cruces
invertidas y las caras pintadas. Me fascinaba aquella atmósfera: la capacidad
de entrar en trance con el sonido de un acorde y pasar rápidamente a la
violencia más extrema con los blast-beats
de la batería. Por aquel entonces no había demasiadas chicas en estas
formaciones, a excepción de alguna bajista. Inmediatamente pensé: tiene que
haber alguien que se atreva, alguien que sea capaz de reproducir lo que ya
estaban haciendo Sabina Classen en Holy Moses desde los años 90 o mi
querida Tristessa en Astarte (que fue la pionera en formar
una banda de Black Metal femenina).
Busqué tutoriales, pregunté a todos aquellos vocalistas que veía en los
conciertos y estudiaba con esmero todos los conciertos a los que tenía acceso
en youtube. Empecé a sentir en mí
cómo la percepción del sonido iba cambiando, iba descubriendo nuevos matices y
me di cuenta de que no había una única forma de hacerlo. Ahí fue cuando Fenris (guitarrista y miembro fundador
de BLOODHUNTER), que sabía que era
aficionada a la escritura y que estaba absolutamente obsesionada con estas
tendencias, me propuso que escribiese una letra para su proyecto. Era mi
oportunidad, lo tenía claro. Intenté impresionarle con lo que un par de años
después se convertiría en una de las primeras canciones de la Demo de BLOODHUNTER "The First Insurrection" (2013), a la que bauticé como "The Bloody Throne". Sin darme
cuenta había iniciado un viaje que ya no tenía vuelta atrás.
Bloodhunter (Foto: Samuel Monte).
Recuerdo el
primer ensayo al que me invitaron, canté de espaldas. Bueno, cantar por decir
algo, porque seguía sin tener ningún tipo de formación en gutural más allá de
lo que había ido aprendiendo por mi cuenta. Grabamos nuestra primera demo y
llegamos hasta el primer disco: mi primera grabación en un estudio profesional.
Fue horrible. Recuerdo ponerme muy enferma con gripe e incluso tener fiebre,
pero más allá del malestar físico, estaba el emocional. Sólo hacía un mes que
acababa de descubrir otra forma de proyectar el sonido completamente distinta a
la que había estado acostumbrada desde hacía dos años. Apenas podía decir dos
palabras seguidas, por lo que la grabación se complicó bastante. Comprendí que
eso no podía ser lo normal, la gente se iba de gira, daba conciertos en directo
y no tenía esos problemas... y todo eso al margen de las afonías que iba
sufriendo. Después de la grabación estuve una semana sin poder hablar. Aquello
me preocupaba pero seguía sin encontrar ninguna solución. Por supuesto, cada
persona que se enteraba de lo que me ocurría, incurría en las típicas bromas
"eso no puede ser cantar, mira cómo te has puesto...", "así va a
salir todo el mundo corriendo...", "esa no eres tú, seguro que llevas
algún efecto...". Mis niveles de hartazgo eran supinos, pero mi
cabezonería más. Alquilé varias horas a la semana un local de ensayo y me
propuse que para la grabación del siguiente disco no volvería a ocurrirme lo
mismo. Y así fue. Trabajé durísimo todo un verano y finalmente di con la
respuesta: del mismo modo que en canto convencional, había diferentes
colocaciones según la técnica; el manejo de la respiración y del diafragma era
importantísimo... Para diciembre de 2016 conseguí incluso acercarme a
diferentes registros cuando grabamos nuestro segundo disco "The End Of Faith", y todavía se pondría mejor la cosa
cuando conseguí atraer la atención del público no familiarizado con el estilo
cuando accedí a participar en el programa de talentos "La Voz", como primer artista en llevar este registro al
formato. Sí, hubo comentarios de todo tipo, pero sorprendentemente, la mayoría
positivos. Había gente que incluso sin haber escuchado nunca antes un estilo
similar, se compraba nuestro disco o venía a nuestros conciertos. Aquello me
abrió los ojos, no había nada de lo que avergonzarse. Igual que en su momento
el Punk fue un revulsivo, o las
minifaldas, o el mezclar sabores dulces y salados en las comidas, aquello tenía
su punto. El problema estaba en que nosotros, los que defendíamos el estilo, no
lo estábamos reivindicando, lo queríamos para nosotros solos. Menudo error...
(Foto: Antonio Sicre).
Los niños, que
son sinceros porque todavía gozan del favor de la inocencia, eran los primeros
en no dudar ni un segundo en acercarse e intentar reproducir el registro. Así,
con total naturalidad y sin prejuicios, como deberíamos acercarnos todos a
cualquier acontecimiento de nuestra vida. Empecé a impartir clases primero para
principiantes y luego como coach de
vocalistas con cierta trayectoria en mis "Extreme
Vocal Lessons", di algunas masterclass
en el ámbito privado y en el de escuelas de música que ofertaban la titulación Rockschool... Quién me iba a decir a mí
hace casi 10 años que mi vida acabaría dedicada entre otras cosas a la defensa
y el desarrollo de un registro vocal que tiene sus orígenes en las tribus más
ancestrales.
(Foto: Unai Endemaño).
Porque sí, todo
en esta vida tiene su momento, necesita su preparación y su estudio; y mucho,
muchísimo esfuerzo. Cuando me preguntan que por qué no canto en melódico, les
respondo que por qué no cantan ellos en gutural. No hay ninguna relación. Unos
son del Madrid, otros del BarÇa y elegir uno u otro equipo no
quiere decir que te guste menos el fútbol. Gracias a todos los que os
interesáis por esta técnica de canto (porque sí, es una técnica igual que el
lírico, el rasgado...), que además está empezando ya a incluirse en
algunos métodos de estudio en Holanda, aún sin traducción al inglés o
castellano, como es el "Universal
Voice" del que es profesora Marcela
Bovio (sí, esa maravillosa artista de voz angelical, a la que tuve el
placer de disfrutar en unas jornadas sobre la música y los medios de
comunicación y que nos sorprendió a todos con la potencia de su growl).
Marcela Bovio en gutural: Entrevista FemME 2016.
Gracias también a
los que a pesar de no ser muy adeptos al estilo, lo respetáis y dedicáis
reconocimiento a todos los que nos esforzamos día a día para que goce de mayor
difusión y alcance de la misma manera que cualquier otro estilo de Música. Por
supuesto, a Paulino y a este
espacio, siempre dispuestos a impregnarse de musicalidad en cualquier formato.
Y como no,
gracias a todas aquellas mujeres que me enseñaron que hacer el pino no depende
de la fuerza que tengas, sino de lo ágil que seas. Y, con el gutural, pasa lo
mismo: no por ser hombre quiere decir que seas más hábil para reproducir esta
técnica. Aunque en esto del Metal
Extremo las primeras bandas tuvieran únicamente componentes masculinos, a
ellos también hay que agradecerles que conserven esa misma inocencia de los
niños frente a las cosas. Si no fuera por eso, nunca habríamos empezado a
experimentar con nada. Y mirad lo lejos que hemos llegado...
Bloodhunter: "All these souls shall server forever".