Encuentros HUSH.
Este es un sitio musical, no nos engañemos, pero en el que nos vamos a acercar a la música que nos gusta desde distintos ángulos, cual prisma. Como ya dijo el añorado Jon Lord: la música es la forma de arte más elevada que existe; afirmación que, pese a disfrutar de otras manifestaciones artísticas, sostengo plenamente.
Clube de Adictos a Deep Purple
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Púrpura Chess
This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.
La evocación de este mes de
julio la protagonizan los vascos Estigia.
Los de Zarautz pertenecieron a la primera hornada de grupos trashers
españoles. Tuvieron una primera época hasta 1997 en la que nos dejaron un
legado de dos vinilos .Y 17 años después decidieron volver a la carreteracon nueva formación y material.
Para ir a los orígenes de Estigia
hay que remontarse a 1985 que es cuando nació oficialmente el grupo, formado
por Ander Izeta y Chals como guitarras, Mikel a la voz/bajo y finalmente con Goiko como batería. Ya en 1986 grabaron
su primera maqueta ‘Falso profeta’,
que les permitió tocar por toda su zona. Dos años después, participaron en el
mítico recopilatorio de bandas vascas ‘Descarga
Norte’ de Discos Suicidas,
incluyendo un par de temas: ‘Noche fría’
y ‘El suicida’.
En este momento llegaron las primeras alteraciones en el line-up del grupo. Abandonó el combo el
cantante y bajista Mikel, asumiendo
el rol de vocalista Ander; mientras
que se sumó al grupo Javi Goicoechea,
quien se encargó del instrumento de las 4 cuerdas. Este cambio supuso también
que la banda empezase a utilizar el idioma inglés en detrimento del español en
casi todas sus composiciones.
Con esta formación grabaron su segunda maqueta, ‘Demo 1989’, en la que apareció por primera vez su mítico tema ‘Fuerzas de seguridad’. Al año
siguiente se impusieron en el segundo certamen Villa de Bilbao en su sección de Rock. Este triunfo les posibilitó la grabación en 1990 de su primer
larga duración ‘Insubmission’ en los
estudios Tío Pete de Bilbao, a
través de Momentos Trashicos. El
resultado fueron siete cortes en inglés más el ‘Fuerzas de seguridad’ que completaron un buen álbum de Trash Metal con un sonido bastante
mejorable y que tuvo una repercusión limitada. Pero ya antes Chals había abandonado la banda, que a
partir de entonces siguió funcionando como un trío. El grupo estuvo actuando en
directo sobre todo por Euskadi labrándose una reputación. Sin embargo no fue
hasta 1996 cuando Estigia tuvo la
oportunidad de volver a pisar unos estudios de grabación para firmar su segundo
trabajo ‘Trip To Nowhere’ para el
sello DDT Baneteak. Este trabajo
incluyó seis temas y pasó casi inadvertido, lo que provocó que la banda echase
el cierre en 1997.
En 2002, su tema ‘Noche fría’
apareció en el recopilatorio ‘Destrozando
El Olvido’ de la compañía Desobediencia
Records.
Cuando parecía que la historia de Estigia
no daba para más, diecisiete años después de su disolución, la banda decidió
regresar. Lo hizo subiéndose a los escenarios y auto editándose un nuevo disco ‘Born Guilty’, grabado en 2014 y con el
siguiente line-up: Beñat Narbaiza a la voz, Ander Izeta como guitarra, Javi Goikoetxea al bajo e Ibi Sagarna al cargo de la batería.
La vuelta de Estigia tuvo
una clara intención de continuidad, no en vano al año siguiente, en 2015,
visitaron de nuevo los estudios para grabar un trabajo titulado ‘Regression’ en el que seis temas suyos
de su primera etapa fueron revisitados con la formación del regreso para
hacerlos más actuales. El disco fue ofrecido por descarga gratuita. Esta
grabación se antojaba como necesaria dada su prolífica vida en directo que les
llevó a tocar hasta en Gran Canaria.
La última actividad del grupo que aparece en su facebook oficial data
de agosto de 2018.
En estos tiempos tan inciertos y convulsos a todos los niveles que nos
está tocando vivir, nos acercamos inexorablemente a un nuevo verano. Bajo el
incómodo paraguas de esta asquerosa pandemia que arrasa con la vida, la salud,
la estructura social, los recursos, la concordia o la política mientras saca a
relucir el abundante abanico de nuestras miserias humanas, nos volvemos a topar
casi sin quererlo con la amada/odiada época estival. De nuevo volveremos a
escuchar las mismas proclamas de siempre y seguro volveremos a cometer los
mismos errores que de costumbre. Poco o nada nuevo bajo el sol.
Y nosotros volvemos también como cada verano abordando un nuevo tema
de debate sobre nuestro adorado universo musical, tan innecesario como
esencial, tomándonoslo con toda la seriedad, ironía e irreverencia que cada uno
estime oportuno…siempre que se tenga la paciencia y/o curiosidad suficiente
como para seguir leyendo esta suerte de letras encadenadas con mayor o menor
tino.
La música es un idioma tan especial que permite acercarnos a sus
dominios de multitud de maneras y, usando esa transversalidad que queremos
pensar que nos caracteriza, proponemos un tema que nos toca muy de cerca a
todos los que disfrutamos de este arte de los sonidos tanto como de un papel en
blanco y una pluma. Esta vez el protagonista no es tanto el sonido como la
sucesión de letras que este provoca; desde las afamadas publicaciones
musicales, que casi parecen tan importante o más que los propios músicos, hasta
el chaval que desde el cobijo de su habitación y con la música de su grupo
preferido de fondo se decide a escribir sobre las emociones que dicha música le
produce.
Una vez más se trata de una clasificación tan subjetiva como
imperfecta, que no busca más que desde un pequeño entretenimiento hasta tal vez
alguna que otra pequeña reivindicación. Según el crisol del que lo lea, por
supuesto. Supongo que cada vez que uno se pone delante de un texto, igual que
frente a un disco, no puede sustraerse a los posibles perfiles que hay detrás
de cada pluma. Desde aquí se proponen algunos, seguro que cada uno de nosotros
señalaríamos otros distintos, con toda la irreverencia e ironía de la que se
puede hacer gala aunque siempre intentando honrar a la realidad.
-. Para informar.
Tal vez el sentido más obvio o en el que primero podemos pensar cuando
nos plantean esta cuestión. Cierto es que el arte de la literatura tiene
infinidad de motivaciones y es uno de los más transversales que existen, pero
una de las justificaciones más recurrentes para su uso es la de contar o
explicar a tus semejantes sobre lo que acontece a cualquier tema en cuestión.
La información es algo básico para el ser humano y esto es una afirmación que
no ofrece la menor discusión. Desde que el hombre es hombre esto ha sido así,
pero es que en los últimos tiempos que nos está tocando vivir esto es un hecho
irrefutable. El poder que atesora conocer los datos y entresijos de
determinados asuntos te permite tener el control, sin duda; otra cosa es el uso
que se hace de ese conocimiento, aquí seguro que nos podríamos enfrascar en un
apasionante debate.
Dentro del entramado musical no es tan importante como la música en sí
misma, por supuesto, pero poco le falta. Ya puedes haber compuesto y grabado la
mejor canción que haya ideado el talento humano jamás y haberla grabado con una
calidad extraterrestre, que si nadie se lo dice al resto de la humanidad tu
obra va a quedar para ser degustada por tus familiares y amigos. Ese es el
sentido y el poder de la información: que hace llegar algo a todo el mundo.
Otra cosa será la calidad del informante, del medio y su imparcialidad o
ausencia de la misma; pero eso seguro que lo abordamos más adelante en alguno
de los ítems de esta clasificación imposible.
-. Para trabajar.
Oficio noble donde los haya. Te puedes ganar la vida de muchas cosas,
desde oficios imprescindibles hasta deleznables, pero desde luego que el que
tiene la suerte de desarrollar su actividad productiva y remunerada escribiendo
sobre los distintos grupos musicales que pueblan nuestro planeta y sus
respectivas músicas debe de sentirse afortunado. Eso de trabajar es algo que,
te guste o no, tienes que hacerlo durante la mayor parte de tu vida, por lo que
mucho mejor que la actividad laboral consista en algo que te guste o que, al
menos, no te provoque dolores de cabeza y arcadas. Para cualquiera que le guste
el oficio de juntar letras con un mínimo sentido y gracia, el hecho de poder
dedicarse profesionalmente a esto debe de ser como una bendición.
También conviene tener en cuenta otras consideraciones como el matiz
de obligatoriedad que aparece cuando tienes que desempeñar una labor bajo
condiciones por contrato. Puede ser que un día te sientas flex y seas capaz de desenvolver todo el volumen de trabajo sin
pestañear en un santiamén, incluso
adelantes parte de lo que tengas que realizar para otro momento. Otra cosa es
cuando uno se encuentra en la situación contraria: no sale nada con lo que
llenar la hoja en blanco y lo que se te ocurre es una mierda. Sin problemas, en
ese caso es cuando uno debe de pensar en el trabajo que le resulte más
desagradable –empleado de banca, por citar un triste ejemplo– y dar gracias de
poder dedicarse a esto.
Otra consideración sin duda a tener en cuenta es que te guste o no la
música sobre la que tienes que hablar. Si es el estilo que disfrutas en tu
tiempo libre aquello será perfecto y si no te interesa, pero al menos la
soportas, será llevadero. El problema vendrá si los artistas y la música cuyas
informaciones tienes que cubrir no te gustan o directamente detestas, ahí el
asunto se torna peliagudo. No quiero ni pensar lo que debe de ser seguir las
evoluciones artísticas y el día a día de cualquier cantautor y su insufrible perolata
que estás obligado a escuchar/sufrir sin remisión, o al nuevo rapero de moda de
turno, sus estúpidas poses y su discurso más propio de un niño de cinco años
que de un adulto formado; entonces incluso uno casi empieza a ver la chaqueta,
camisa recién planchada, corbata y el nauseabundo rollo trepa del típico banquero de otro
modo.
-. Por obligación.
Mira que poder ganarte la vida -o al menos intentarlo- escribiendo es
algo que está solo al alcance de una selecta minoría; pues tranquilo, que
seguro que siempre habrá alguien por estos mundos nuestros de Dios que
esté en esa posición de privilegio y no sienta el más mínimo apego o placer por
ella. Esto del arte de escribir es casi tan insondable como el arte de componer
y ejecutar música, por lo que es posible encontrar un abultado abanico de
situaciones, desde las habituales hasta las más surrealistas que tengan cabida
dentro de la realidad humana. Vaya por delante que en este apartado solo
incluimos a todas aquellas personas poseedoras del don de poder escribir, no
nos vamos a ocupar aquí de todos aquellos que en cuanto juntan un puñado de
letras lo único que demuestran es que no tienen ni puta idea del asunto.
Resulta curioso que alguien con este talento a la pluma frente al
folio en blanco acabe ganándose la vida dedicándose a esto sin desearlo de
veras. Aunque de todo hay en la Viña del Señor, esta desavenencia
no suele venir por el hecho de tener que escribir sin querer hacerlo aunque
seas capaz de ello...que a veces, de manera incomprensible, también.
Normalmente esta situación se suele producir por el hecho de tener que escribir
sobre una determinada temática que no te interesa en absoluto o que
directamente desprecias, entonces ni las más lúcidas plumas consiguen esconder
del todo su absoluto desinterés o desmotivación hacia los motivos de sus
textos. Pero hay que ganarse la vida. Volvamos a recordar el último ejemplo del
apartado anterior con el caso del cantautor petulante y plasta sobre el que
tienes que hablar. Pero hay que ganarse la vida y (casi) todo oficio es digno.
-. Por pasión.
Aquí nos encontramos a gente de todo tipo de pelaje, procedencia y
condición, unidos todos por un bien común: el amor hacia la Música. Imposible
sustraerse a la tentación de dedicar desde unas líneas hasta sesudos estudios
al hecho musical que tanto nos llena y tantas sensaciones placenteras nos
provoca. El escriba en cuestión se siente en la inmediata necesidad de
compartir con el resto de mortales sus vivencias, deseos y emociones -o, al
menos, con todos los interesados en leerle-, generando de este modo una comunicación
que trasciende lo terreno para elevarse a otros estamentos de la psique
humana. Todo por amor a la música y a lo que nos provoca al escucharla.
Dentro de este apartado podemos leer los escritos de personas que se
dedican profesionalmente al arte de las letras, que recurren a ellas
ocasionalmente o que lo hacen sencillamente como pasatiempo o distracción. Desde
luego que si consigues dar con un periodista musical que trabaje de ello y que
sienta esta pasión sobre la que aquí escribimos, no lo dejes escapar; este tipo
te hará disfrutar y extender todo lo bueno que te produce la música de tus
artistas preferidos gracias a sus reflexiones impresas. Aunque también nos
podemos topar con muchísima gente que, sin tener estudios o demasiados
conocimientos sobre el noble arte de escribir, te puede llegar a emocionar con
lo que comparta desinteresadamente con el resto de todos nosotros; es lo que
tiene escribir algo desde el corazón y de manera sincera: que nada de lo que
salga de ahí será malo. Esto es algo que en estos últimos años se ha potenciado
gracias a las redes sociales de nuestro amado/odiado nuevo mundo virtual; no
todo esto del internet iba a ser malo, ¿verdad?
-. Por encargo.
Esto no es bueno ni malo. Las personas de este apartado bien podrían
etiquetarse de manera transversal dentro de algunos de los apartados
mencionados anteriormente en este texto, pero lo que les caracteriza no es el
deseo de escribir sobre algo en sí mismo, por cuestiones laborales o por
obtener cualquier tipo de contrapartida al hacerlo. No, el protagonista de
nuestro ítem realiza su actividad al teclado por haber recibido el encargo de
hacerlo. Por norma general la motivación es noble y nuestro escriba particular
suele escribir algo sobre alguien con el que tiene algún tipo de conexión a
nivel humano; normal, por eso es solicitado para hacerlo. Muchas veces el
escritor no se dedica a escribir, sino que sus servicios son solicitados para
llevar a cabo alguna reseña o comentario por parte del propio artista y eso es
algo muy bonito. Distinguimos esto de la gente cuyo oficio o dedicación es la
de escribir, en ese matiz reside la diferencia de este apartado. Pienso ahora
mismo en la gente que escribe en el prefacio de cualquier libro de cualquier
músico -seguimos hablando sobre música, que no se nos olvide- o redacta
cualquier comentario sobre un disco, grabación, actuación o experiencia de
distinta índole relacionada con el artista que le pide el favor de hacerlo. Hoy
en día, con toda la explosión y sobre exposición de redes sociales, el mundo
visual y escrito está muy solicitado. En este contexto resulta normal buscar a
personas que te ayuden a pintar de letras e imágenes los numerosos lienzos en
blanco que te ofrecen estas redes sociales. No debe ser sencillo para un músico
estar de actualidad continua en este nuevo mundo de consumo ultra rápido cual
gigantesca hamburguesa-basura que deglute sin pestañear de manera continua
cualquier tipo de información por estúpida que sea. Y puestos a tener que
compartir contenidos con el resto del planeta, si se puede publicar algo con un
mínimo de enjundia y hecho desde el cariño, aunque sea por favor y encargo,
mejor que mejor.
-. Por interés.
Buscando dinero, prestigio o posición. Una de las mejores maneras de
manchar el noble arte de escribir, sin duda. Uno de los principales exponentes
del asqueroso universo trepa que hemos comentado con anterioridad y al que
tristemente nos volvemos a referir. Pululan por ahí un elevado número de
individuos mediocres dispuestos a todo tipo de argucias a cuál más rastrera
para subir su posición laboral, social o de cualquier otro tipo de escala que
se os ocurra. Esta gente cambiará sin rubor de ropa interior -Barón Rojodixit- para escalar un peldaño más en su particular escalera de ponzoña
y putridez, sin importarle demasiado a quién haya que pisar, engañar o vender
en el proceso. En fin. Los distinguirás enseguida, sin necesitar siquiera de leerlos en profundidad. En cuanto ojees un poco todo lo que hay detrás de lo
que escribe; esto es, sobre quién escribe, para quién escribe, desde qué
plataformas lo hace o en qué términos se refiere al artista de turno.
En lo que respecta a la prensa musical en particular -y a todas en
general- no hay que ser muy sagaz para darse cuenta de que no se escribe sobre
los mejores artistas, discos o canciones, sino sobre los que más pasta dejan, directa o indirectamente, a las publicaciones que hablan sobre ellos.
Esto es un hecho tan real como constatado por todas las partes, lo cual no deja
de ser triste. Poderoso caballero es don Dinero. Lo que disgusta es el
hecho de que hasta el propio músico se ve obligado a jugar el juego, buscando
la necesaria publicidad -y si es buena mejor- que le puedan otorgar los medios
de comunicación. Qué coño, incluso hay algunos que se preocupan más de lapromoción y la pose que del talento. No es
lo que seas, sino cómo te vendas, dicho tan asqueroso y repugnante como
real. Supongo que aquí se pone de manifiesto una vez más lo asqueroso y
limitado de nuestra condición humana. Gracias a Dios no todo el mundo
opera de este modo, siguen quedando ejemplos vivos de personas con principios y
con la cabeza exquisitamente amueblada que nos dan lecciones al resto de los
mortales desde que se levantan hasta que se acuestan... aunque esto les haya
costado no alcanzar el reconocimiento que sin duda merecen; alzo mi copa por
ellos.
No quiero finalizar este apartado sin referirme a dos ejemplos
prácticos de todo esto que aquí se comenta, dos prácticas que me irritan
especialmente y que por desgracia aparecen con más frecuencia de la que uno
quisiera: me refiero a las críticas de discos y a las crónicas de conciertos en
directo. En lo que respecta a los comentarios sobre discos tenemos desde medios
que solo hablan de las obras cuyos artistas no solo les regalan como promoción,
sino por las que además pagan para que los medios en cuestión las comenten;
resultando esos comentarios más positivos cuanto mayor sea la cantidad de pasta
que les ofrezcas. Todo muy profesional. Y en cuanto a las crónicas de los
conciertos en directo ya he hablado por aquí de esto otras veces y de cómo hay
sanguijuelas con lápiz que van por la vida pidiendo setlist previamente,
pasándose los concierto en la barra engullendo todo el líquido y sustancias que
les pongan por delante, llegando solo al final de la actuación para que al
menos le vean por ahí o directamente sin asistir e inventándose la crónica de
turno. Por desgracia tengo varios ejemplos documentados y guardaditosen uno de mis cajones para cuando alguien me
cuestiona o me ladra al respecto. También hay que decir que estas prácticas se
detectaban más en el pasado. Ahora, con tanta información pululando a cada
segundo por todos los rincones del mundo y con el acceso general que ha dado
internet, nos podemos beneficiar de verdaderos fans que asisten a
actuaciones o nuevos discos por los que llevan meses esperando, que disfrutan y
a los que prestan la atención que se merecen. Por lo que si alguna de estas
personas se lanza a escribir y compartir con los demás sus opiniones y
vivencias, consigue informarnos desde el rigor y la pasión del que siente algo
especial por lo que escribe. Y eso, poco a poco, ha ido poniendo a cada uno en
su sitio.
-. Para trabajar/hobby.
Un debate amateur/profesional que siempre está de moda; va y viene
según los momentos y circunstancias, pero ahí resiste de manera recurrente cada
cierto tiempo. Por norma general son algunos de los plumas de algunos de los
medios profesionales los que suelen poner en cuestión la labor, calidad o
enjundia de esos otros escritores que operan fuera del establishment.
Cuando esto ocurre suelen atribuirse la práctica totalidad del espacio
legitimado para informar/escribir, argumentando que ellos son los que de modo
profesional y con todo lo que ello conlleva se ocupan de seleccionar,
interpretar y hacer llegar la información relevante al público general. Incluso
no pocas veces se erigen como adalides cuasi inexpugnables de la buena praxis
periodístico informativa, relegando el posible papel de otras voces como meras
anécdotas que no atesoran la calidad o seriedad necesarias para llevar a cabo
lo que consideran como “su” labor.
La verdad es que no acabo de entender estos posicionamientos ante lo
que debería ser un campo madre en el que todo el mundo debería poder construir
sin pisarse ni limitar supuestos espacios. Todo el mundo se debería poder
lanzar al noble y apasionante de escribir -y si es sobre música, mejor, jeje-.
Nadie debería preocuparse por la calidad del escrito demasiado, ya que si eres
un inútil no creo que mucha gente te lea. Otra cosa es el rigor de lo que se
escribe, aunque en el fondo aquí viene a pasar lo mismo: se coge antes a un
mentiroso que a un cojo y el que falte a la verdad acabará quedando en
evidencia… y con la actual locura de las redes sociales en las que al segundo
se destapa cualquier fake -Dios, cómo detesto esta palabra-,
todavía más. En fin, que para todo aquel que no soporte la sana competencia,
aunque no venga de un lugar reglado como tal, sigo guardando los recortes de
prensa musical especializada de los que hablé en el apartado anterior.
-. Para vacilar.
No podía faltar, por supuesto, todo un clásico dentro de nuestra
idiosincrasia patria. El extendido deporte de aparentar es algo que convive
dentro de nuestro ser. Está en estrecha conexión con el también recurrente arte
de exagerar, ambos se retroalimentan casi sin ruborizarse y campan a sus anchas
entre nuestros diversos canales de comunicación. Incluso los dichos populares
tienen presente esta realidad tan extendida entre nuestra especie. Es de sobra
sabido por todos que para cavar una zanja hacen falta trece personas: una que
la hace y doce que, aunque están mirando, aseguran saber hacerla mejor. En el
terreno musical esto es aplicable a los solos de guitarra: el músico que lo
ejecuta y otros tantos que lo harían mejor. Como curiosidad podemos añadir que
muchas veces los que realmente están a un nivel superior no se preocupan de
estas minucias y se centran en lo suyo propio.
De todos modos, seguro que todos tenemos a ese amigo/conocido que, aunque
no le preguntes, te agobia a la menor oportunidad con su variada creación
artística -y en el terreno de las letras esto no iba a ser diferente-. Como con
todo en la vida, hay distintas maneras de afrontar estas delicadas situaciones.
Curiosamente estos sujetos suelen llevar consigo sus diversas creaciones,
siempre atentos a cualquier inesperado momento en el que te las puedan calzar;
ahora todo esto se ha facilitado mucho con la aparición de los teléfonos
móviles, pequeños micro ordenadores en los que caben toda suerte de escritos,
grabaciones, vídeos, fotos y demás artilugios de tortura dispuestos a arruinar
la vida de cualquier inocente que se cruce en su camino. Imagínate que te
montas en un autocar para ir a la antigua Yugoslavia y te toca de compañero al
azar un tipo de estos, o te haces el dormido durante todas las horas de
trayecto o no quedará más remedio que intercambiar algunas palabras de cortesía
con nuestro sujeto favorito...la ocasión perfecta que éste aguarda para
compartir contigo todo su arsenal. También puedes fingir que no hablas su
idioma...aunque, bien pensado, una minucia como esa no creo que parase el plan
de nuestro encantador partenaire de exponerte su libro, porque no te
quepa duda de que llevará una copia encima aunque vaya al mismísimo infierno.
-. Para escribir biografías
de músicos.
Dios los bendiga. Esta gente pertenece sin duda a una especie de
categoría superior que nos entretiene y hace felices al resto de nosotros,
pobres mortales. La de diversión, placer y entretenimiento que me han dado a lo
largo de todos estos años con sus libros sobre los avatares, vida y milagros de
mis artistas favoritos...y los que me quedan por leer. Lo normal es que de
estos menesteres no se encargue el propio artista -aunque hay excepcionales
excepciones en las que el músico además sabe escribir y lo hace con
inspiración- y que se lo encargue a alguien con talento, de su círculo cercano
o ambas cosas a la vez.
No es cuestión baladí esto de escribir una biografía, aunque a priori
pueda parecer que no deja de ser otro tipo de libro más. En un principio el
motivo y trama argumental del mismo ya está decidido desde antes de comenzar a
escribirlo, por lo que uno podría estar tentado de pensar que el trabajo ya
está casi hecho. Craso error. Hace falta talento para contar la vida de
cualquiera; no para enumerar sus vivencias cronológicamente, sino para ser
capaz de narrar sus peripecias y enganchar al lector desde el principio hasta
el final del libro. Lo difícil no es recopilar la información y darle cuerpo al
global del texto, que también, lo chungo es lograr que el lector no pierda el
interés mientras lo esté leyendo. Contar de manera entretenida cómo se llevaba
el protagonista con su prima cuando tenía doce años o qué pasó cuando un día
corría por el bosque y se cayó dentro de un hoyo sin que resulte un coñazo no
es sencillo. Mantener la tensión argumental mientras cuentas los años previos a
dedicarse a la música -que suelen interesar sobre todo solo a los muy fans
o a los psicólogos frustrados- es todo un arte y no está al alcance de
cualquier escriba. Puede que haya gente que si empieza a leer este artículo y
llega hasta aquí piense que estoy exagerando al darle esta importancia a los
biógrafos de artistas; pero, qué coño, si has llegado hasta este punto de la
lectura puede que esta surrealista clasificación no te desagrade del
todo...además, siempre puedes dejar de leer y confeccionar tu propia
clasificación...en cuyo caso te pido que compartas con todos nosotros.
-. Porque no les gusta
hacerlo.
Por increíble que parezca también encontramos sujetos que, debido a un
elevado número de variopintas circunstancias, resulta que se encuentran
escribiendo sobre música sin que realmente quieran hacerlo. Algunos de estos
casos pueden incluirse sin problemas en algún apartado anterior -como algunos
de los que lo hacen por obligación/trabajo-, pero el espectro es más variado.
Aquí nos podemos encontrar con los propios músicos o sus gentes más cercanas,
sobre todo en los casos en los que el artista de turno no sea reconocido o
famoso, que en un momento dado de la actual realidad paralela virtual en la que
vivimos se vean obligados sin remisión a publicitar sus obras o a ellos mismos;
de este modo nuestros queridos músicos se ven abocados a interactuar en el fangoso
mundo de la red global, a ver si se dan a conocer un poquito más. Puede ocurrir
que el artista disfrute con todo el rollo de las redes sociales y lo de mandar mensajitos/fotitos
y demás chorradas virtuales, en ese caso seguro que no habrá problema alguno,
pero como no te guste todo este asunto lo tienes realmente chungo. Conviene
recordar la fobia comunicativa de músicos consagrados como el propio Ritchie
Blackmore. Nuestro encantador Man in Black, referencia
obligada en esto de Rock y que ha influenciado a millones de músicos,
tiene como una de sus fobias más conocidas...hablar por teléfono; no estamos
hablando de poner guasaps y cacharrear todo el puto día con el dichoso
celular. No, nuestro entrañable Blackers directamente no gusta ni de
descolgar el auricular del teléfono. Mítica fue su aparición en el vídeo clip
del tema “Call of the wild" aparecido en el disco de Deep Purple
titulado “The House Of Blue Light” y publicado en 1987. En un puntazo
pleno de genialidad nuestro hombre interactúa mínimamente en el vídeo -de hecho
por aquel entonces tampoco le gustaba rodar vídeos de promoción para sus
canciones- y lo hace en una única escena en la que aparece haciendo ejercicios
de calentamiento con la guitarra, cómodamente sentado en un sofá. Entonces suena
un teléfono que de manera pertinente aparece en la habitación del músico, su
secretaria lo descuelga y le pasa la información a un Ritchie que ni se
inmuta ni se molesta en contestar. Tan solo mira para otro lado mientras sigue
tranquilamente tocando su guitarra. Una genialidad.
-. Para dar una lección
magistral.
Fenómenos de la pluma, no podemos catalogarlos de otro modo. Se
sientan frente al papel/pantalla, agarran la pluma o las teclas, meten la mano
en su chistera mágica y construyen fantasía de categoría especial con la que
llegan hasta a conseguir un mundo mejor. Son capaces de lograr con sus textos
que te guste el disco o el grupo sobre el que versen sus opiniones sin ni
siquiera haberlo escuchado con anterioridad. Especie poco común dentro del
universo de ejemplares que pueblan nuestro bendito mundo. En esta rara avis
confluyen a la fuerza una serie de factores. Desde luego que debe saber
escribir, eso es lo primero, conoce la gramática, semántica, recursos y
secretos de nuestro querido lenguaje; es poseedor de un talento para escribir
que en la mayoría de las ocasiones es innato y, por último aunque no menos
importante, siente pasión por lo que escribe. Como ya nos referimos en otro
apartado anterior, una condición importante para escribir algo potable y
conmovedor sobre cualquier tema es sentirse muy atraído por el mismo. Si eres
bueno escribiendo te saldrán cosas buenas, pero si además sientes pasión por lo
que escribes se producirá ese salto cualitativo que le de a tus textos una
categoría superior. Por supuesto, si consigues dar con alguien de este reducido
grupo de escritores, no te separes de él durante el resto de tu vida.
-. También son músicos.
Por supuesto no podían faltar en nuestra delirante clasificación,
nuestros adorados creadores/intérpretes de esa pequeña y loca cosa llamada
música también tenían que aparecer por aquí de manera protagonista. Muchos de
los portadores del lenguaje musical que tanto admiramos también gustan de
juntar letras sobre fondo blanco como otro modo más de transmitir sensaciones e
inquietudes. Nos encontramos en este apartado con dos subtipos que circulan de
manera bidireccional. Tenemos a los que escriben de manera independiente o
paralela a su actividad musical y a los que escriben como complemento a su
propia creación sonora. Y a su vez también nos encontramos con otros dos
subtipos generales -en el fondo igual que en el resto de apartados de este
artículo-: los que escriben bien y los que no tienen ni idea. Hay músicos
tocados con un don artístico especial que son capaces de componer e interpretar
música como los ángeles y que, si les pones un papel delante, te deleitan con
textos de otra galaxia; esto es así, el que es brillante lo es y no hay más
remedio. Coges a gente como Ian Anderson, Uli Jon Roth o Steve Vai,
por citar unos ejemplos rápidos, y alucinas con cualquiera de las distintas
facetas de su capacidad artística, componen canciones que te cagas, elaboran
letras que te cagas, escriben textos y reflexiones que te cagas... estoy seguro
de que se ponen a aprender punto de cruz y les sale un jersey cojonudo. En lo
que respecta a su faceta escritora tanto estos músicos como otros tantos tienen
en su haber diversos textos de variada enjundia que ya quisieran firmar
escritores consagrados y reconocidos en todo el mundo, pero esto es marginal.
Mi admiración eterna hacia ellos.
Y luego tenemos a los del palo contrario, esos músicos que pueden ser
desde brillantes hasta limitados con sus instrumentos, algunos de ellos
auténticos genios en lo suyo, pero que en cuanto se han puesto al negocio de
juntar letras la cosa no ha acabado de salir. Algunos de ellos se han lanzado
al noble arte de escribir las letras de sus canciones y, qué queréis que os
diga, aquello no hay por dónde cogerlo; tenemos desde artistas que se nota que
no brillan en este campo hasta gente que escribe cosas de ínfima calidad,
abordando temáticas que circulan entre lo irritante y lo estúpido, o
directamente demostrando que no tiene ni puta idea de las nociones básicas de
la lengua escrita, esas que hace años tan bien se enseñaban en las escuelas
-hoy no tanto- y cuyas clases se debían de fumar, porque no tiene otra
explicación. Y todavía no nos hemos metido en el fango de las redes sociales
-que lo haremos-, donde directamente parece que vetan a la gente que domina las
cuestiones básicas de la gramática y solo dejan escribir a cenutrios que
redefinen el concepto de garrulo cada vez que aporrean los teclados desde sus
oscuras habitaciones.
Luego están los que saben
escribir, tienen algunas letras que son absoluta poesía, pero de pronto se
descuelgan con algunas cosas que seguro que si las escuchasen con tranquilidad
no sabrían dónde meterse; porque digo yo que no todo vale con tal de encontrar
una rima adecuada que calce bien en el fraseo de la melodía. Todos estamos
pensando ahora mismo en alguno de los ejemplos que seguro conocemos. Aquí es
cuando uno valora mucho más si cabe a ese reducido grupo de músicos que con
cada disco que publica, con cada canción que escribe y con cada melodía a la que
viste de poesía con una letra nos asombra, desborda y desarma.
-. Para liberar sus
frustraciones.
Aunque es de ley reconocer que ninguno de nosotros podemos escapar del
espinoso asunto de las frustraciones, en este apartado nos vamos a detener con
los que podríamos catalogar como músicos frustrados. Sí, todos aquellos que en
algún momento de su vida -por norma general durante su adolescencia, aunque no
solo- decidieron comprarse un instrumento para intentar tocarlo. Es cierto que
cualquier instrumento puede ser susceptible de ser objeto de aprendizaje, pero
cualquiera que lea esto seguro que apostaría por el caballo ganador que aquí
nos ocupa: la guitarra. La de millones de jóvenes adolescentes que, a la vez
que contemplaban con resignación cómo sus caras se llenaban de granos, habrán
intentado tocar una guitarra. No nos cabe duda de que esta afirmación es tan
subjetiva como deliciosamente gratuita y que seguro que habrá por el mundo
enamorados empedernidos del sonido y la idiosincrasia de instrumentos como el
corno inglés, eso seguro, pero del mismo modo estoy seguro de que si existiera
la posibilidad de realizar un recuento del número de jovenzuelos que han
intentado aprender a tocar los distintos instrumentos que el hombre ha sido
capaz de inventar, apuesto mi alma a que la guitarra gana por goleada. Como
bien describió para la posteridad el gran Armando de Castro aeste
instrumento: Tormenta de trueno sin luz, eres símbolo de libertad, yo nunca
podría vivir, sin tus cuerdas de acero tocar. El que quiera entender que
entienda.
Muchas de estas personas, que en su momento intentaron sin éxito domar
al animal de seis cuerdas, acabaron redimiéndose frente a un papel en blanco.
No os creáis la falacia esa de que se metieron a bajistas; si te parece que
tocar bien el bajo es asunto sencillo, no tienes más que ponerte un disco de Billy
Sheehan... y luego nos cuentas. Cada uno en la vida tiene sus talentos, los
hay capacitados para tocar como los ángeles un instrumento musical, otros lo
consiguen de manera digna con mucho esfuerzo y callos en las manos y algunos no
lo lograrán jamás. Por otro lado hay gente que, aunque no consiga tocar la
guitarra, puede transmitir pasión cuando escribe; de este modo quizá el mundo
pierda al nuevo Eddie Van Halen, pero igual gana a un escriba brillante.
También los hay mediocres en ambos campos, no nos vamos a llamar a engaño, por
lo que tendrán que seguir buscando sus talentos llamando a otras puertas; que
no se desanimen, los tienen seguro. Finalmente están esos envidiados individuos
que son capaces de destacar casi en cualquier ámbito que se propongan. No
abundan, pero seguro que todos conocemos a alguno.
-. Para rebatirlo todo.
Pues claro que sí, no podía faltar. Esto es España y, por supuesto,
nunca faltará el entrañable sujeto que jamás esté de acuerdo con todo/algo/nada
de lo que determine cualquier semejante suyo. Reconozcámoslo, está en nuestro
ADN patrio. Nuestra particular idiosincrasia está repleta de personajes que,
entre sus rasgos principales, se caracterizan por encontrarse en continua
disputa contra el mundo. No importa lo duro o difícil de la situación de turno,
el grado de disponibilidad de los distintos canales de comunicación o el número
de opiniones discordantes, nuestro encantador elemento nunca dejará pasar una
buena discusión si ésta se cruza en su camino.
Como no podía ser de otro modo, las redes sociales facilitan estas
disputas. Antes, uno tenía que encontrarse cara a cara para poder generar un
diálogo que acabase en acalorada discusión. Esto siempre tenía su lado positivo
y, admitámoslo, su cierta gracia; resultaba del todo curioso presenciar una
discusión entre varios semejantes y el argumentario que ambos bandos esgrimían
en el fragor de la batalla. Las mejores siempre fueron las que se gestaban en los
bares… ¡ah!, benditas barras que ejercían como maestras de ceremonias cual
arenas romanas en las que se batían el cobre y los argumentos los distintos
luchadores para deleite y gusto del respetable que se convertía en improvisado
público de estas luchas verbales. Lo mejor de todo era cuando la lid acababa en
tablas y todos tan amigos. Luego, claro, vino internet y el puto Google
a joderlo todo. Nuestro encantador cerebrín virtual vino a cargarse esas
entrañables disputas de tugurios, con sus irritantes capturas y definiciones
muchas veces sesgadas o incompletas, haciéndonos a todos sus usuarios de paso
un poquito más analfabetos analógicos, dependientes y necios.
-. Para poner a parir a todo lo que se mueve.
Pues claro que sí, no podía faltar. Esto es España… de nuevo y, por
supuesto, nunca faltará el entrañable sujeto al que no le llene el asunto de
discutir por sí mismo. Lo que de verdad le pone a nuestro encantador amigo es
denostar, descalificar e invalidar cualquier cosa que fluya a su alrededor y que
no encaje en el particular universo que se encuadra dentro de su cabecita.
Y, una vez más, nuestro querido internet ha ayudado a esta especie a
reproducirse. El triste anonimato de las redes proporciona a estos tristes
sujetos el triste caldo de cultivo para generar sus tristes insultos y demás
sarta de estupideces. En fin. Lo más cachondo es que esto de las redes sociales
son como una gran declaración jurada escrita global. De este modo desde el
mismo momento en el que escribes tu lúcido descalificativo, este queda grabado
para la posteridad virtual. Y si en un inesperado arrebato de razón lo vuelves
a leer, caes en la cuenta de la estupidez que has escrito y sientes que
necesitas volver a restaurar tu paz interior borrándolo, no te preocupes: seguro
que algún otro de similar condición a la tuya lo habrá grabado desde el mismo
instante en el que decidiste publicarlo y lo volverá a cargar en la red
buscando tu escarnio… y tu descalificación, claro.
-. Para divertirse.
Claro que sí, no todo van a ser sesudas consideraciones y
disertaciones enciclopédicas; aunque, bueno, también es verdad que éstas se
pueden realizar por diversión. En este apartado incluimos a todo aquel para el
que el hecho de escribir resulta entretenido y no alberga más pretensiones que
las de pasar un rato agradable sin complicarse demasiado. No contamos aquí con
nadie cuyos escritos revistan el más mínimo indicio de obligatoriedad o
segundas intenciones. Aquí nos quedamos solo con aquellas personas que se
sientan frente a una hoja/pantalla en blanco con la saludable y única intención
de divertirse un rato llenándola de letras. Esto no está reñido con la calidad
del texto resultante. Tu puedes ser un hábil e inspirado redactor o alguien que
no fue bendecido con el talento de escribir, pero que simplemente escribes
porque te apetece, sin ningún objetivo más allá del propio hecho de escribir.
Si traspasamos esta idea a la música, aquí tendrían entrada artistas y grupos
como Poison, Warrant o Vince Neil. Seguro que la motivación del
bueno de Vince cada vez que se pone frente a un micro no es la de crear
la obra maestra definitiva que remueva conciencias y muestre el camino a
seguir; no. Más bien lo único que pueda que busque nuestro romántico vocalista
sea pasar un buen rato sin más pretensiones en el más simple y amplio sentido
de la palabra… y ya está...y, qué coño, ¿por qué no va a estar bien?
Vince Neil preocupándose del sentido último de la vida.
-. Para compartir inquietudes.
Gente positiva donde las haya, hablamos aquí de todas esas personas
que cuando experimentan algo que les gusta se sienten en la necesidad de
comunicárselo al resto de sus semejantes y, para compartirlo, usan el lenguaje
escrito como uno de los múltiples canales de comunicación posibles. Si bien es
cierto que se pueden incluir de manera transversal en otros apartados, quiero
poner el énfasis en su deseo expreso de compartir con los demás sus
descubrimientos musicales. Imagino que este sería el sentido último y principal
de las redes sociales: compartir información e inquietudes. ¿Se usan para eso
principalmente las redes sociales hoy en día? Me temo que no, pero de esto nos
ocuparemos en el próximo apartado.
-. No saben escribir.
Parece de Perogrullo, pero por algún extraño motivo nos
encontramos a personas que no tienen reparo alguno en compartir con el resto de
la humanidad sus carencias más básicas a la hora de escribir. Este es un boom
que ha propiciado el acceso al mundo virtual y que se manifiesta
fundamentalmente en las redes sociales y en los peculiares usos que se dan a
las mismas. Ya ves, las distintas civilizaciones se han pasado siglos de
investigaciones, estudios y esfuerzos para intentar perfeccionar un código oral
y escrito de comunicación entre semejantes, han escrito libros, creado
escuelas, didácticas y un sinfín de ocurrencias y en cuestión de segundos
-hablando en perspectiva histórica- han llegado los putos teléfonos móviles y
los irritantes mensajitos para tirar por tierra todos estos esfuerzos. Parece
que estas nuevas ¿tecnologías? no han hecho más que empoderar a todos aquellos
que no son capaces de hacer una letra “o” con un jodido canuto, nunca mejor
dicho. Hasta tal punto llega este dislate que incluso los que pasan a ser
considerados como raritos son los poquísimos que deciden seguir
escribiendo los dichosos mensajitos respetando las reglas básicas de
nuestro lenguaje escrito, en claro peligro ante el asalto del ejército de los
dispositivos móviles prestos a facilitar que siga avanzando la deshumanización
e idiotizacióndel género humano.
-. Para las redes sociales.
Consecuencia directa del apartado anterior. Con el auge de las
comunicaciones, la telefonía movil y los dichosos mensajitos -a veces resulta
tan agobiante que parece que uno ya no pueda comunicarse con sus semejantes de
otro modo- se ha dado rienda suelta a una suerte de "todo vale" a la
hora de plasmar por escrito los diferentes mensajes que cada cual tiene a bien
enviar en cada momento. Y, como en cualquier otro ámbito en el que se
generaliza el uso de algo, se acaba deteriorando. Se escriben las cosas de
cualquier manera, se abrevian palabras, se sustituyen o mezclan con números y
demás simbolitos a cuál más ridículo y, en definitiva, se desvirtúa del
todo esto del escribir bien, que para algunos de nosotros es un delicado arte
en sí mismo. Y así nos luce el pelo. No voy a perder el tiempo en mostrar
ningún ejemplo. Todos sabemos que por desgracia no hay más que abrir cualquier
página de red social y enseguida te vas a topar con cualquier entrañable
garrulo que no tiene ni puta idea de escribir y que además lo luce orgulloso;
imagino que se sentirá cool o especial por juntar varias veces los
signos de las comas, exclamaciones o interrogaciones, escribir todo con
mayúsculas o por juntar una perolata de palabras que pueden medio
entenderse en un contexto de lenguaje oral, pero que al escribirse no alcanza
más sentido que el del desconcierto absoluto. A este paso esto va a acabar de
tal modo que cuando bajes a comprar el pan igual para comunicarte con el
panadero tengas que escribir una ridícula sucesión de símbolos, letras mezcladas
con números u otra ristra de chorradas a cuál más irritante y estúpida, todo
esto para comprar un par de barras de pan. Llamadme romántico trasnochado, pero
¿dónde queda el placer de leer algo bonito, bien puntuado, con sentido en sí
mismo y tan inspirado que te transporte de inmediato a otro lugar mejor?, ¿es
este el futuro?
-. Porque no lo pueden
remediar.
A todos aquellos que son capaces de experimentar una emoción cuando
escuchan determinadas canciones y/o a sus intérpretes sacándolas de la nada
etérea para transformarlas en comunicación musical, en un lenguaje tan especial
que no hace más que añadir nuevos significados y sensaciones al hecho
artístico. Algunas personas se sienten tan interpeladas y removidas cuando
escuchan según qué músicas que se ven abocadas inexorablemente a llevar al
terreno de las letras ese insondable universo de sensaciones plasmando sin
remedio todo lo que estos sonidos les evocan de manera sincera en un papel en
blanco. Y todo lo que es sincero es bonito. Porque para algunos de nosotros
sigue siendo todo un placer leer algo bonito, bien puntuado, con sentido en sí
mismo y tan inspirado que te transporte de inmediato a otro lugar mejor.