Una sección de nuestro colaborador “Acid Ni3”.
Septiembre. La vida mata.
Hay grupos, discos y canciones que conforman la identidad, y
ayudan a la superación de las más difíciles circunstancias que afronta una
persona a lo largo de su vida. Quedan adheridas para siempre porque supusieron
una mueca, luchando por convertirse en sonrisa, un aire nuevo, un ligero
alivio, un hálito de oxígeno, tal vez ínfimo, pero esencial y reparador en la
resistencia momentánea. Un “refugio para la tormenta” en momentos desesperados,
oscuros o dramáticos y seguimos recurriendo a ellas como ejemplo repetido de
nuestra capacidad de resistencia. En mi caso, el contenido de las letras en
esos momentos es fundamental, también el espíritu con el que fueron concebidas.
Lo fueron en mi adolescencia, y lo siguen siendo aún hoy. Rara vez me funcionan
canciones de tristeza desesperada, si no hay después un mensaje esperanzador -o
al menos que le quite hierro al asunto-, tras haber vivido una en mis propias
carnes. Por lo general tampoco me funcionan las canciones muy alegres -mejor “who
loves the sun” que “ride into the sun”- u optimistas en los momentos
más bajos, tal vez la mente viaje a esos momentos maravillosos y al confrontar
con los vividos surge en todo su apogeo una obsesiva nostalgia. El humor negro,
relativizar el daño y, sobre todo, la sutil sonrisa que brota tras el coraje y
la supervivencia ¡que no está el horno para bollos! Esto es, en mi caso, la
mejor terapia…
Esta canción, a la sombra de “desde el jergón” y considerada
por casi muchos la mejor canción del grupo, parodia el suicidio de un chaval
que después de suspender los exámenes de septiembre dejó una nota aseverando
que ya no iba a ir más a por el pan y a por la leche. El suicidio, de triste
actualidad y agravado por las consecuencias de esta dura pandemia, no es en
apariencia un tema del que bromear. Vaya por delante mi respeto a víctimas y
familiares. Tampoco la muerte, en esta sociedad de tabúes absurdos y
adolescencia eterna programada… Pero Berlanga consigue en “El
Verdugo” que dudemos entre la risa socarrona, el llanto compasivo y
plantearnos de qué y porqué nos reímos de un joven chaval que no quiere dedicar
su vida a “ajusticiar seres humanos” como verdugo, por más que este sea un
“trabajo estable” -profesión que Basilio Martín Patino filma con
admirable distancia y sabiduría en la arriesgada, sobrecogedora y terrorífica “Mis
queridos Verdugos”-. El humor es la burla que hace la vida al terror, a la
soledad, al abandono. Esta canción como “miedo” y otras incluidas en este disco
sitúa en el alambre lo místico, lo trágico y lo grotesco, tratando de buscar la
risa en las más dificultosas situaciones. Interiorizar el dolor ajeno para
salir de él, como las mejores películas de Chaplin, nos sirve el dolor
en bandeja. No olvidemos que sólo dos discos atrás, Josele sitúa el
porrón para emborracharnos y olvidar.
La canción comienza con un potente riff, sugiere una
sucinta referencia a la heroína, /¿por qué estoy frío si hoy hace calor?/,
continúa un alegato anticompetitivo, para tranquilidad de millares de
perdedores, /yo iba a ser un gran tío
todo un ganador/ parece un Viva el Betis manque pierda… no hay receta y
tienes las de perder…/¿Por qué os reís tanto delante de Dios?/ ¿A qué viene
tanto cachondeo? ¿eres rico y te ríes del pobre o eres pobre y te ríes porque
no lo sabes? O tal vez ese padre rígido o rígido padre que impide celebrar los
pequeños éxitos, si eres feliz has de sentirte culpable... /lo he intentado de
corazón…es cierto que no tengo ninguna vocación…/ No hay vocación de enfrentar
los problemas, ni vitalismo. Caer y levantarse de nuevo. Aunque hay mucho de
irónico, un chaval apenas ha tenido tiempo de intentar con perseverancia muy
pocas cosas. Prosigue /Ya es septiembre, yo no voy a estar, en septiembre no
pienso vendimiar/, un futuro imperativo paterno en caso de suspender los
exámenes o tal vez un guiño a la escasa capacidad de trabajo de los jóvenes de
aquel entonces? /Id a por el pan que yo no voy a ir y a por la leche yo no voy
a estar/. Rutinas diarias angustiosas, le parecen y también una advertencia, os
acordareis de mi… asumiendo, os lego a vosotros mi castigo /Antes de que me
echen prefiero salir, aunque sea abriendo la puerta de atrás/. Amenaza y se
muestra con sorna su autonomía vital, sin importarle lo que deja atrás, lleno
de rabia. Antes de que me maten me mato, parece decirnos /Mientras los frailes
vayan a rezar, mientras los bailes sean sin mi igual/ De nuevo la religión y
que todo permanezca inalterable, rezar no es para mí, pero que lo sigan
haciendo. El ocio juvenil no parece interesarle demasiado, no parece el ravero
por el que clamaba el Niño de Elche, no siente que le echarán de menos
en las discotecas.
/Yo besaré a la madre que hoy me velará/ Josele
repite y enfatiza dando presencia a los mensajes más potentes. "Mamá, no he
podido" parece decir ese niño interior, no te sientas responsable, te quiero, no
puedo con la vida. Se sabe querido, ella le velará con tristeza /Voy a estrenar
corbata hoy, por fin haré algo de verdad/, vida rutinaria, monótona, aburrida,
deprimida. Josele hace un juego con la corbata como si fuera a estrenar
un traje para un trabajo o a acudir a una boda, el mundo adulto tan cerca y tan
lejos, es una soga al cuello… Un chico joven le da importancia a hacer algo de
verdad, que suponga una descarga de adrenalina, de lo insustancial de su vida y
da valor a su futuro acto, e ironiza, como en toda la canción, en su versión de
adulto Josele /¡qué feliz soy!/ Se repite en bucle /Septiembre/, el mes,
la fecha clave, los exámenes, la recuperación, el final del verano, el curro en
la vendimia, se acabaron las rutinas diarias, el fin de los días. Y, por
extraño que pudiera parecer, a mi me resulta regurgitadora de nuevas energías y
proyectos, para poner distancia de las cosas que me inquietan y agobian. Reír
por dentro, fantasear con ello brevemente, para quitarle hierro y seguir
adelante, sabiendo que otros no pudieron y que estás en la pelea; como tú, como
todos, que como decía Machado todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es
pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
Os animo a que digáis que canciones os levantan de los días
oscuros. Un abrazo