Clube de Adictos a Deep Purple

Clube de Adictos a Deep Purple
Clube de Adictos a Deep Purple

Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

Púrpura Chess

Púrpura Chess

miércoles, 26 de junio de 2019

Para que adquiere la gente un instrumento de música. VI


Vuelve a llegar el verano y, sentado frente a las letras con la inseparable compañía de la música del Sinatra del siglo XXI y de un buen vaso de delicioso sake, es el momento ideal para recuperar otra de esas clasificaciones tan deliciosas como absurdas que en el fondo no tiene más intención que la de reconocer de nuevo la importancia de la música y de sus propios creadores/intérpretes entre nosotros. Seguro que cada uno que lo piense durante un momento tiene su particular clasificación y seguro que para nada coincide con la que viene a continuación. Y eso es perfecto, todas son igual de válidas. Siempre bajo un prisma en esencia inofensivo y sin más pretensiones que las de dibujar una pequeña sonrisilla en el semblante del sufrido lector, nos abandonamos al dislate de intentar dibujar una tipología de personas que en algún momento de sus vidas deciden acercarse al insondable mundo del instrumento musical. Desde los que lo dominan casi de inmediato hasta los que no lo conseguirán jamás, hemos pergeñado una clasificación de distintos perfiles tan subjetiva como irreverente. Consecuencia directa de la que elaboramos al inicio del pasado verano y que cualquiera que tenga algo de tiempo que perder y mucha paciencia para leer puede degustar dentro del imposible ciclo que sin querer casi hemos venido llevando a cabo prácticamente desde que este sitio se creó y al que se puede acceder pinchando en la palabra protagonista de todo: Música.


1.- Para aprender a tocarlo.

Obvio. No podía comenzar esta reflexión con un punto de partida diferente. Cuando alguien decide abrir esa puerta, de un modo u otro, no suele haber marcha atrás; la música te ha enganchado. Otra cosa bien distinta es que uno acabe logrando dominar dicho instrumento. La capacidad para ser capaz de hablar el lenguaje musical usando alguna de sus herramientas no es cuestión baladí y, una vez te aventuras en esa aventura, los resultados pueden ser diversos. Hay gente que acaba tocándolo, gente a la que le fluye de manera insultantemente innata, otros a los que les cuesta más o menos y otro porcentaje que no lo logrará jamás. En fin, el caso es intentarlo.
Antiguamente el asunto de aprender a tocar un instrumento era algo que se te inculcaba desde la familia, aparecía grabado a fuego en tu ser desde una edad temprana, o venía a ser una mezcla de las dos cuestiones anteriores. El nivel económico tenía bastante que ver para poder lanzarse a esta aventura… y si querías ser batería ni te cuento. Muy pocos podían permitirse pagar clases y, al menos dentro del entorno del Rock, muchas veces también se contaba con la firme oposición de los progenitores de turno, asustados de que sus tiernos infantes se quisieran convertir en unos quinquis melenudos sin ningún porvenir. De este modo y sin proponérselo, nuestros padres conseguían ir forjando nuestro carácter, nuestra cabezonería y la capacidad de aprender de oído para aquellos agraciados que estaban destinados a lograr el ansiado objetivo. Aquel lejano recuerdo de llegar a joder los cabezales del reproductor VHS dando adelante y atrás para poder pillar las notas y acordes que interpretaban tus ídolos en las grabaciones de directo. En fin, aquellos maravillosos años.
En la actualidad todo ha cambiado a un ritmo vertiginoso. Se puede acceder más fácilmente al preciado instrumento musical, hay infinidad de posibilidades para recibir clases e incluso internet está trufado de tutoriales para aprender las cuestiones más insospechadas. Hoy en día hay más grupos que nunca y los locales están repletos de músicos que trabajan en su pasión esperando su oportunidad. Sin embargo, es muchísimo más complicado acceder al éxito y al reconocimiento. La sobresaturación de grupos, el vacío que ha dejado la todopoderosa industria de las casas de discos y, sobre todo, la nueva cultura del todo gratis, todo sin esfuerzo, todo con prisa y no valoro nada a la que nos hemos visto abocados pueden ser algunos de los factores que nos impidan descubrir a los nuevos Judas Priest o a los nuevos Guns n’ Roses. De cualquier modo, cada vez que un chaval decide entonar una canción, agarrar un mástil con cuerdas o aporrear un par de cajas con unos palos, la semilla se vuelve a sembrar y la esperanza continúa intacta.



2.- Para no tocarlo jamás.

Otra realidad tan sorprendente como incontestable. Por increíble que parezca, hay gente que se lanza a la aventura de comprar un instrumento musical para que acabe cogiendo polvo en el rincón más insospechado de su casa. Seguro que muchos conocemos a alguien así... o nosotros mismos formamos parte de este grupo.
Las motivaciones que llevan a adquirir un instrumento siempre son nobles y sinceras. Por norma general se trata de sujetos que aman la música en todas o en algunas de sus manifestaciones; lo que ocurre es que al final les pueden las adversidades inherentes al propio lenguaje musical, caprichoso en esencia y destinado a un grupo de elegidos más o menos numeroso.
Conviven aquí dos tipologías distintas, por un lado tenemos a los que realmente desean aprender a tocar música y por otro están los que se sienten atraídos en esencia por toda la imaginería ligada a la cuestión musical. Para los primeros la pasión y el deseo están ahí desde el inicio, pero no han sido escogidos por los dioses y acaban tirando la toalla a la primera o en cuanto no salen del riff inicial de “Smoke on the water”; poco tiempo después el otrora preciado bien pasa a formar parte de esas cosas de las que nunca te desprendes, pero que ya no vas a volver a utilizar en tu vida. Seguro que estas personas llegaron a conseguir afinar el instrumento alguna vez, pero hasta ahí llegó el asunto. El segundo tipo de individuos ni siquiera llegarán tan lejos. Alguien de su entorno les convenció un día para comprar una ganga, que generalmente suele ser una guitarra, y se lanzaron al asunto presos del destello de las luces de neón. Por desgracia, una vez pasada la adrenalina inicial de dichos destellos, se encontraron con una empresa que ni podían ni realmente querían llevar a cabo. En este caso puede que ni siquiera llegasen a intentar la afinación.
La consecuencia lógica de estos avatares lleva a muchas de las personas del primer subgrupo y a prácticamente la totalidad del segundo al irremediable final: volver a venderlo. Lo que nos da pie a otro tipo de perfil que abordaremos a continuación.


3.- Los que no consiguen aprender, por mucho que lo intenten.

Aquí nos encontramos a gente que tiene bastante que ver con los del apartado de comprar un instrumento musical para no tocarlo jamás, pero con la diferencia de que ellos sí que lo adquirieron con la clara idea de dominar su lenguaje. Incluso algunos de ellos consiguieron salir de este apartado para convertirse en músicos o al menos en personas capaz de tocar música; como decía una amiga con la que estudié y que tocaba el acordeón: “Hay gente con nula capacidad para la música que, con mucho esfuerzo y más clases, consiguen medio tocar algo con decencia”. En fin, toda mi solidaridad y completo apoyo para ese grupo que está dispuesto a rebatir el caprichoso dedo divino y luchan contra todos los elementos para alcanzar el preciado fin, aunque no sea ese su destino. La vida está hecha para los valientes que luchan por sus convicciones, esa gente inasequible al desaliento que tiene grabado a fuego en su corazón el objetivo por el que luchan. Para todos los demás de este grupo, la realidad acaba haciéndoles ver que su misión en la vida no es tocar música, aunque seguro que en otros campos lo borden. No hay que olvidar que todo ser humano tiene un talento, por extraño que sea y recóndito se esconda, solo hay que descubrirlo y potenciarlo.
Ah!, se me olvidaba. Algunos de estos que no consiguen aprender a tocar, se frustran y no asimilan bien su realidad. No es seguro ni demostrable empíricamente, pero a veces uno piensa que se acaban convirtiendo en críticos musicales; de esos que solo saben ver paja en ojo ajeno y practican el deleznable oficio del periodismo agresivo, chabacano y sensacionalista que parece que desgraciadamente vende. Pero solo es una suposición. 


4.- Porque ya sabe tocarlo.

Gente con un don que ha aprendido a tocar en cuanto ha caído en sus manos algún instrumento musical. En su caso el hecho de adquirir un instrumento musical es solo un mero trámite dentro de su recorrido vital para compartir su arte con el resto de la humanidad y hacernos un poquito más felices con su particular manera de ver la vida. Un número importante de los incluidos en este grupo pertenecen a la categoría que solemos denominar como genios.


5.- Porque eres un genio.

Los que están llamados a ello, tienen grabado en su destino que acabarán haciendo mejor a la humanidad gracias a su talento sobrenatural. Estos sujetos pertenecen al minoritario número de personas poseedoras de algo único y especial, poco abundante, muy valorado y que les hará destacar aunque no se lo propongan... y seguro que ni les interese.
En el desarrollo de cualquier aspecto dentro del ámbito de la vida se pueden observar diferentes niveles de aprendizaje o de expresión y la música no iba a ser distinta en esto. Cualquiera que se lo proponga puede ser capaz de sacar música de un instrumento musical o de tabicar una canción, por elemental que sea, pero solo unos pocos elegidos pueden alcanzar el nivel en el que se encuentra gente como Paul Gilbert, Mike Portnoy, Johnny Gioeli, Billy Sheehan o Brian Wilson, por citar unos ejemplos. Para hacer muy bien algo primero te debe apasionar y luego debes estudiar, practicar y trabajar hasta ir subiendo escalones. Sin embargo por mucho que estudies nunca vas a poder llegar al estadio en el que se encuentra Eddie Van Halen, sencillamente porque es poseedor de un altar único y personal. En estos casos tan especiales se combinan la pasión, el estudio, el trabajo y ese don innato que debe venir de serie sin el que nos es imposible dar el salto cualitativo para alcanzar el Olimpo de los Dioses. Esto no debe desanimarnos en absoluto al resto de pobres mortales en nuestro devenir por la vida. Estoy plenamente convencido de que todos tenemos un talento en especial, solo se trata de descubrirlo y potenciarlo. Además, esto de las carreras la mayoría de las veces suele ser una gilipollez. No tienes por qué ser Marco Minnemann para poder tocar la batería y hacerlo realmente bien. En fin, que solo podemos congratularnos de que ese puñado de escogidos hayan decidido cultivar los demás aspectos relacionados con su talento y hayan tenido a bien compartir con el resto de nosotros su arte. Nos hacen la vida un poquito más feliz.



6.- Para interpretar/componer música.

Está claro que el apartado anterior queda reservado para un escueto grupo de elegidos. No obstante, pese a no ser tan genuino, sería injusto dejar atrás a aquellos intérpretes que han sido bendecidos con el don de ser capaces de crear música. Puede que no sean unos instrumentistas brillantes, igual ni siquiera alcanzan una cierta solvencia en este menester, pero son capaces de dar vida a composiciones musicales imperecederas. Una cosa está clara: componer y tocar música son dos conceptos que, pese a que suelen ir de la mano, se diferencian entre sí. Cuando sale este tema siempre me viene a la cabeza la figura de Rudolf Schenker. El famoso guitarrista y fundador de Scorpions, hermano mayor del también guitarra Michael Schenker, no se caracteriza precisamente por una técnica depurada a la hora de tocar su instrumento; qué coño, seamos sinceros, casi siempre que ejecuta en directo alguno de los pocos solos que no hace Matthias Jabs la suele cagar. Sin embargo este hecho no esconde que la mayoría de canciones que han hecho famoso al grupo alemán y que millones de personas tienen grabadas a fuego en su alma han salido de su cabeza, por lo que vamos a tenerle un poquito de respeto. Ahora que están tan de actualidad los incomprensibles, injustificados y rastreros ataques personales que su hermanísimo Michael lleva aireando en cuanto le ponen un micro delante, rompemos una y mil lanzas en favor del hermano mayor de la saga. Nadie pone en duda la valía y talento de Michael Schenker, es un genio, ha influenciado y mostrado el camino a millones de guitarristas y, en definitiva, es uno de esos pocos escogidos del calibre de Jeff Beck, Eddie Van Halen o Jimi Hendrix; pero si le pedimos al propio Michael que escriba en un papel el número de canciones imperecederas que ha escrito y las comparamos con las de su hermano igual se metía su lengua en santa sea la parte y mostraba un poco de respeto y agradecimiento a la persona en la que se ha apoyado mil veces en el pasado cuando sus demonios personales estaban desatados y en su vida pintaban bastos. Pero esto es marginal.
En fin, que la mayoría de grandes intérpretes suelen mostrar buenas habilidades a la hora de componer. Sin embargo también hay artistas no tan técnicos, pero con un don especial a la hora de sacarse de su chistera mágica grandes riffs, melodías y canciones.



7.- Para vacilar.

Es un clásico. Hacerse con un instrumento musical, generalmente una guitarra, para llamar un poco la atención entre los colegas y convertirte durante unos momentos en el foco de todas las miradas… hasta que alguien te pide que te toques algo. No cabe duda de que todo el que decide adquirir un instrumento por estas motivaciones también desea ser capaz algún día de poder dominarlo y emular a sus ídolos. No obstante la realidad es que, o perteneces a la selecta minoría que pasa por este mundo con el don necesario, o tienes una dedicación plena en el empeño de aprender, o lo más seguro es que te canses a las cuatro o cinco tentativas de poner sobre el mástil los cuatro acordes del “Smoke on the water” y ese maravilloso instrumento acabe vagando por cualquiera de los rincones más inaccesibles de tu territorio vital.


8.- Para venderlo.

Consecuencia directa del apartado anterior. Poco más que decir. Lo intentaste, pero no pudo ser y ahora, al menos, no has palmado demasiada pasta con la operación “Estrella del Rock”. Quién sabe, igual esa persona a la que le has vendido tu guitarra acaba convirtiéndose en el nuevo Jimi Hendrix y entonces habrás conseguido obtener tu rinconcito dentro del entrañable, caótico y maravilloso universo musical mundial.


9.- Para aprender algún fragmento de alguna canción famosa.

Relacionado con el apartado dedicado a aquellos que lo intentan, pero no consiguen dominar su instrumento musical. Muchas veces uno de los principales reclamos para alguien que se inicia en algo es lograr algún tipo de resultado que puedan apreciar el resto de mortales a simple vista; para un niño que empieza a jugar con juegos de piezas para construcciones el primer momento álgido se alcanza cuando son capaces de construir algo que se parezca mínimamente a algo. El caso musical no iba a ser menos, por supuesto. El subidón que le da a cualquiera que se inicia en esto de entender los mecanismos de funcionamiento de esos deliciosos objetos capaces de generar música cuando de ahí suena algo que remotamente se parezca a esa canción que tanto te gusta, es mágico. Sin duda el instrumento protagonista de estos menesteres es la guitarra. Si, uno de esos instrumentos que tantos y tantos hemos interpretado con la mímica de nuestra imaginación en los lugares más insospechados cobra aquí un merecido protagonismo. Y no menos protagonista es la canción que todo el mundo conoce y en la que todo Dios se cobija cuando desliza tímidamente por vez primera sus vírgenes dedos a lo largo del mástil de madera, intentando emular el conocidísimo riff de inicio. En efecto, hablamos de “Smoke on the water”. La canción que hizo ricos y famosos a Deep Purple y a su creador Ritchie Blakmore. Todo el mundo que haya agarrado alguna vez una guitarra para intentar tocarla sabe que es culpable de intentar poner su inmortal riff de inicio. El asunto llega a tales extremos que en algunas tiendas de instrumentos musicales aparece colgado un cartel que te informa de que está prohibido tocar “Smoke on the water”; eso es éxito y lo demás son tonterías. Así que démosle el merecido homenaje a esta canción que a casi todos los fanáticos de Deep Purple acaba agobiando por saturación cuando la tocan en directo y que para el resto de aficionados supone uno de los momentos culminantes de sus shows en vivo. A continuación reseñamos unos subgrupos dentro de este apartado en lo que respecta a la interpretación de este clásico más grande que la vida:

        - Los que tocan SOTW en las tiendas de instrumentos musicales.

Poco más que añadir a lo comentado antes. Visitar una tienda de instrumentos musicales acompañado de ese amigo que todos tenemos y que, pese a no saber tocar la guitarra, tiene hechos sus pinitos y se arranca con los temidos acordes para el dueño del establecimiento. Tiene hasta su punto de lógica la jocosa prohibición que suelen lucir a modo de cartel en la pared del apartado de guitarras eléctricas. No es broma, en algunas reputadas tiendas de guitarras aparece un cartel con una leyenda que dice: “Prohibido tocar el riff de Smoke on the water”. Aunque lo más cachondo del asunto puede producirse si al vendedor de marras... ni siquiera le gustan los Purple; podría hasta ser motivo de baja laboral la sobre exposición al temido riff de Blackmore.


        - Para tocar SOTW en cuanto una guitarra cae en tus manos.

Este otro tipo de sujeto consigue ir un paso más allá y se encuentra preparado para rasgar las cuerdas de cualquier instrumento musical que posea las mismas en el mismo instante en el que las circunstancias se lo permiten. Nadie tiene muy claro si sabe tocar o no, puede que ni él mismo lo sepa, pero poco importan estas minucias si puede hacer sonar el preciado riff que casi todo músico en la intimidad aspira a componer. Cuando nuestro personaje aprieta el botón de on, nada se puede hacer ya. La suerte está echada y vas a escuchar su personalísima adaptación de SOTW lo quieras o no.

        - Los que se juntan en una reunión de guitarristas amateur para tocar SOTW.

Esto ya navega entre lo peculiar y lo inquietante. Sí, hay gente que decide que en un momento determinado de su vida tiene que reunirse con otros cientos de semejantes perfectamente extraños, guitarra y ampli en mano, para hacer sonar al unísono la irrepetible introducción de uno de los temas más reconocibles de la Historia. No bromeo, cientos de personas acudieron a la llamada de una iniciativa que pretendía reunir a todos los guitarristas que lo deseasen en una misma coordenada espacio-temporal para hacer sonar a la vez el clásico de Deep Purple; incluso el mismísimo Ian Gillan se prestó voluntariamente a hacer de vocalista en esta atómica reunión. Imagino a Gillan/Glover presenciando la escena mientras intentan defender el imposible argumento de que SOTW no es famosa por el riff de inicio, sino por la letra. En fin. Y para todos los escépticos, incrédulos y negadores natos de la evidencia de este clásico inmortal, a ver cuándo y dónde se juntan todos los que van a interpretar “Starway to heaven” o alguna otra cosa por el estilo.

                                                        Guitars on the Beach 2014.


10.- Para agobiar en las reuniones sociales.

No puede ni suele faltar en ninguna reunión ese personaje que, en cuanto aparece por ahí una guitarra, se siente en la necesidad de acaparar todos los focos de atención. Nuestro decidido sujeto se lanza al ruedo sin pensar dos veces en las posibles y fatales consecuencias que sus actos pueden acarrear al resto de sus muchas veces improvisados acompañantes. Se apropia del preciado instrumento -que encima casi siempre ni siquiera es de su propiedad- y decide unilateralmente que los parroquianos allí reunidos desean escuchar su peculiar manera de redefinir el concepto de arte. Por supuesto uno de los temas principales de su improvisado set list suele ser el omnipresente “Smoke on the water”, perpetrado para la ocasión bajo su particular prisma sonoro. Esta singular especie humana se te puede aparecer en los lugares y eventos más insospechados. En serio, he tenido el gusto de disfrutar de alguno de estos inusitados conciertos incluso dentro de un entorno tan poco dado a estas manifestaciones artísticas como puede ser un curso de formación. Nuestro encantador protagonista tuvo la brillante idea de acudir a la última sesión con su guitarra a la espalda y, ante la impagable cara del profesor que llevaba a cabo la actividad, no dudó en reunirnos a todos en un pequeño corro para deleitarnos con un popurrí de sus grandes éxitos. Debido a la imposibilidad de los asistentes para poder salir de allí de manera honrosa, nuestro nuevo popstar particular nos calzó a los allí presentes una demostración difícilmente olvidable.


11.- Porque se lo han regalado.

Aquí puede no haber un deseo expreso anterior motivado por el placer de escuchar música… o sí. En cualquier caso un buen día te encuentras con que cualquier persona de tu entorno ha decidido regalarte un chisme del que parece ser que sale música y, claro, te ves abocado a intentar manejarlo. Una vez más, dentro de este apartado podemos encontrar dos grupos:
Por un lado tenemos a los que tienen talento y aprenden. Aquí se pueden englobar sujetos de algunos de los apartados anteriores. La diferencia principal es que, por circunstancias externas y no buscadas en primera persona, se han encontrado con un instrumento musical entre sus manos y en propiedad.
En el otro extremo están los que no tienen ningún talento. También estas personas se pueden catalogar en algunos de los anteriores apartados. Independientemente del recorrido que sigan cada uno de los protagonistas de este extremo, lo más normal es que el instrumento acabe cogiendo polvo en cualquiera de los trasteros de sus residencias o en la residencia de otras personas a las que los anteriores se lo hayan acabando regalando/vendiendo.


12.- Para meterse en un grupo.

No sabemos qué sienten los individuos que se encuentran dentro de este singular apartado por la música en sí misma, en algunos casos ni ellos mismos son capaces de responder a estas preguntas; lo que está claro es que en su caso la posesión y dominio de un instrumento musical adquiere como función principal la de vehicularles hacia el fin último de formar parte de un grupo de música. Que nadie malinterprete estas palabras, por favor. El hecho de ser parte de un grupo de música es un asunto de enjundia y categoría, no quiero ni pensar lo que sería de nosotros -pobres mortales necesitados de experimentar la pasión de escuchar música- sin la existencia de estos aquelarres de músicos prestos a compartir con nosotros su producción artística y llenarnos de felicidad. Lo que llama la atención es que a veces parece que las etapas del camino hasta llegar a este fin suelen alterar su orden natural. Lo habitual suele ser que primero descubras la música como oyente, disfrutes de ella y te parezca algo tan especial que sientas la necesidad de reproducirla con cualquier instrumento musical. Una vez alcanzado este punto, uno siente que necesita compañeros de camino para que esa música que tienes en la cabeza cobre vida en su totalidad. Esta sucesión de acontecimientos hay veces que se modifica hasta el extremo de que hay gente que ya tiene montado el grupo antes incluso de ser capaz de interpretar música con ningún artilugio habilitado para tal fin, ¿?. En fin, eso no quita para que los que escojan este curioso camino acaben siendo grandes músicos. Las curiosas disfuncionalidades del ser humano.


13.- Para emular a sus ídolos.

¿Quién no ha querido aprender a tocar la guitarra después de ver a Ritchie Blackmore en el vídeo del “California Jam” tocando como solo él sabía por aquellos entonces, imponiendo su propia ley en el escenario y quemando su instrumento con la arrogancia y carisma propios de un rockstar? ¿Quién no ha querido sentarse tras lo que fuera que tuviese forma de tambores al escuchar el pedazo de solo de batería que se marcó Carl Palmer en el directo de Asia de Moscú? ¿Quién no ha querido agarrar un micro tras escuchar cantar a Gillan la salvaje parte intermedia del “Strange kind of woman” de los setenta? Esto ha estado ahí siempre y sigue siendo prolífica fuente de innumerables inicios de carreras musicales. Estoy seguro de que detrás de cualquier persona que haya decidido en algún momento de su vida intentar aprender a tocar cualquier instrumento musical hay un ídolo o instrumentista de referencia que le ha abierto esa puerta. Y eso es algo que está muy bien, sin innovadores como Little Richard o Jim Dandy igual hoy no hubiera existido un Robert Plant o un David Lee Roth. Y si alguien niega la mayor, sencillamente no me lo creo.



14.- Para grabarse en video y colgarse de las redes sociales.

Esto ya parece una especie de plaga, uno de los muchos daños colaterales de este nuevo mundo virtual y de redes sociales que tan acertadamente trató Blaze Bayley en su primer disco en solitario tras verse obligado a dejar a Iron Maiden. El álbum se tituló “Silicon Messiah” y aborda de modo conceptual una interesante historia de ficción con la temática del mundo virtual de fondo. Salió en el año 2000 -o sea, hace ya casi veinte años- y todavía no habíamos llegado al caos surrealista en el que se está convirtiendo esto de las redes sociales. Desde aquí animo a todo el que desconozca este disco que le pegue una escucha, puesto que se trata de una obra de gran calidad y que demuestra porqué Steve Harris & Co decidieron ficharle.
El asunto este de grabarse tocando un instrumento, generalmente la guitarra, y colgarlo en el universo paralelo de la red no tengo muy claro a qué motivaciones obedece. Tiene todo el sentido del mundo cuando un grupo decide promocionarse de esta manera, incluso se agradece poder acceder a vídeo clips que en el pasado solo podías poseer a base de grabarlos de la Tv en tu aparato de vídeo. Ah!, los vídeos VHS… o Beta, eso sí que era un delicioso desastre en cuanto a calidad de imagen o sonido. Cada vez que hacías una copia la pérdida de calidad era tan irritante como segura; además, si lo visionabas muchas veces se enganchaban los cabezales y acababas perdiendo esa grabación tan preciada para siempre. Los grupos famosos editaban de vez en cuando una recopilación en cintas de vídeo a veces de calidad semejante y para todo lo demás te tocaba el apasionante e incierto mundo de las grabaciones. Otros tiempos. Hoy en día los grupos pueden publicitarse colgando vídeos por Youtube y demás plataformas digitales. También la gente que sabe tocar se graba en tutoriales que de veras ayudan a mejorar la técnica a cualquier advenedizo o realizar cualquier tipo de interpretación que nos sirve al resto de mortales. Hasta aquí, todo correcto.
Sin embargo, no acabo de ver el sentido de grabarte tocando el solo de “Crazy train” en la habitación de la casa de tus padres, la mayoría de las veces con unas calidades en cuanto al sonido y/o la interpretación que brillan por su ausencia. Lo que puede tener su punto para compartir con tus cuatro amiguetes se sale de madre por completo cuando lo pones a disposición del resto de tus semejantes del globo terráqueo. Imagino que todo esto tiene que ver con ese lado exhibicionista que parece ser tienen algunos seres humanos y que por desgracia tanto está potenciando internet. En fin, será que esto es lo que nos toca ahora.



15.- Porque lo han mamado desde que nacieron.

Aquí se encuadran todas aquellas personas que han tenido la suerte o la desgracia de nacer dentro de un entorno familiar artístico o sensibilizado con estos menesteres. Ante una situación así sabes que no te queda otra que dedicar desde tu más tierna niñez una serie de horas de tu día a día a la noble tarea de comprender el asombroso lenguaje musical. Puede ser que los agraciados lactantes se encuentren entre el grupo de escogidos que se sientan en comunión con dicho lenguaje, por lo que el camino se les estará allanando sobremanera. Por el contrario, si los caprichosos hados del destino no te han escogido para que seas capaz de tocar un instrumento musical de manera adecuada, aquello puede tomar tintes de tortura medieval. En cualquiera de los casos los más perjudicados aquí suelen ser casi siempre los que tocan el violín y los pianistas. Como alguno de los progenitores sepa tocar el piano, tenga alguna inquietud por el mismo, esté intentando superar algún trauma relacionado con dicho instrumento o sencillamente decida que es cool apuntar a la criatura a clases… el sufrido infante está jodido. Pero bueno, siempre quedará el consuelo de que si nadie hubiese decidido que un jovencito Jon Lord (D.E.P.) iniciase su formación clásica, estoy seguro de que nunca habría existido Deep Purple; al menos los Purple que muchos de nosotros admiramos.



16.- Por obligación y/o imposición.

Directamente relacionado con el apartado anterior. Suele ir acompañado este presupuesto de un poso negativo, puesto que por norma general cuando te obligan a hacer algo tan especial y tan dado a salirse de la norma como es la cuestión musical, se suele deber a que los que te obligan tienen algún tipo de trauma por su propia incapacidad y suelen descargar sus frustraciones poniendo a sus propios hijos en el disparadero. Nada debe haber peor para un niño que no quiere tener nada que ver con el peculiar mundo musical que encontrarse el primer día con unos tutores que le informen de que debe asistir a clases de tal o cuál instrumento musical. Una cosa es ofrecer al niño la posibilidad de descubrir, investigar, cacharrear… y otra bien distinta es decidir unilateralmente que debe ir a clases. Es el recorrido ideal para que la persona en cuestión acabe odiando el piano, el arpa o el corno inglés.


17.- Para hacer felices al resto de sus semejantes y hacerles experimentar la pasión de la música.

Por increíble que parezca, el hombre y toda la ristra de irritantes limitaciones que lleva como equipaje es capaz de crear determinadas cosas que, pese a que nacen de nuestros torpes y limitados sentidos, tienen el poder de trascender por encima de nuestras pobres coordenadas espacio/temporales para alcanzar categorías superiores de inmortalidad. La música es una de esas cosas. Su belleza es desbordante. Su poder es ilimitado y mágico. Un ejemplo claro de la conexión del ser humano con lo sobrenatural.
Si Steve Perry se hubiese dedicado a la mecánica o a vender zapatos en lugar de a cantar, sin duda la raza humana habría perdido a uno de esos pocos elegidos capaces de llevarte a ese mágico lugar que nunca has sabido dónde está, pero al que siempre has deseado ir.













lunes, 24 de junio de 2019

The Cult: “American gothic”.


Esta canción apareció en el disco “Beyond Good And Evil” hace ya la friolera de dieciocho años, que se dice pronto. Este disco que fue lanzado al mercado en el año 2001 supuso la vuelta al ruedo de esta banda tan peculiar -y tan buena- después de casi siete años sin publicar material discográfico nuevo. El grupo de Ian Astbury y Billy Duffy siempre ha seguido sus propias reglas dentro del negocio musical y tal vez ese instinto nato que la pareja Astbury/Duffy ha aplicado durante toda su carrera les ha permitido alcanzar el actual estatus que goza su banda; nivel del todo justificado y ganado a pulso contra viento y marea, dicho sea de paso.


Este binomio guitarra/cantante, uno de los más populares y controvertidos dentro del apasionante mundillo del Rock n’ Roll, ha demostrado con creces el talento que atesora. No hay más que pegarle una escucha a su discografía, sólida como una roca, poseedora de un estilo particular, ecléctico, definido y lo suficientemente prolífico como para que sean tomados en la consideración que merecen; de hecho son de esos pocos grupos que pueden presumir de no haber grabado nunca dos discos iguales. Su particular mezcla de elementos de The Doors, Elvis, Zeppelin o Danzig junto a algún ramalazo Punk ha llevado a nuestra particular pareja a consolidar una carrera musical más allá de sus propias diferencias y disputas internas. No son mi grupo de cabecera, ni mucho menos, pero todos sus discos tienen ese “algo” que los hacen especiales a los oídos de muchos.


Este disco se fraguó tras la reunión del grupo en 1999 para la que Ian Astbury y Billy Duffy contaron con las baterías de Matt Sorum, un tipo idóneo para la música que tenían entre manos. Los coqueteos con la música industrial tan de moda por entonces se reflejan claramente en el tema que titula este texto. Lo que ocurre es que el tratamiento, como en la mayoría de las canciones del grupo, siempre se sustrae a las propias señas de identidad de su música. Esta canción no fue escogida como single, ni se le hizo vídeo clip, ni nada de nada; sin embargo es un temazo. Es lo que tienen los grandes discos de los grupos buenos: no te meten una sola canción de relleno y todos los temas tienen su aquel. La canción tiene un inicio agresivo, con todo el grupo entrando a piñón y usando esas reminiscencias industriales a las que nos hemos referido antes. La línea vocal lleva el sello Astbury, con su voz sinuosa y susurrante; una mezcla entre sugerente y peligrosa, como si de la serpiente que te ofrece la tentación de la manzana se tratase. La encarnación perfecta de Jim Morrison. No en vano cuando los Doors decidieron volver a girar en 2002 bajo el sospechoso apelativo de “The Doors of The 21st  Century”, tanto Manzarek como Krieger se acordaron de Ian Astbury para la imposible tarea de sustituir a Jim Morrison… y el propio Astbury lo logró hasta tal punto que fue el que le dio coherencia y consistencia a esa reunión tan sui géneris, por llamarla de algún modo.


Pero volvamos a la canción. Si la entrada de “American gothic” ya te pone firme, es el estribillo el que te lleva a otro terreno. Su acertadísimo arreglo hace que se te caigan todos los esquemas al suelo y que te abandones al espíritu de la canción. Esos pequeños detalles son los que acaban de diferenciar a The Cult del resto de grupos, consiguiendo ejercer un magnetismo sobre el oyente que hace que, una vez escuchado, te enganche sin remedio. Aquí consiguen dar el salto cualitativo que hace de una buena canción algo especial y diferente, pero esto solo son consideraciones de fan enfermizo sin remedio. Y, por si fuera poco, la letra es buenísima; o sea, el lote completo. Del universo personal de Ian Astbury es hasta cierto punto normal que puedan salir unas sucesiones de letras con tamaña inspiración y talento. Así que aquí me quedo, escuchando y disfrutando mientras no puedo evitar corear en alto aquello de: Eating the cancer cells from the death machine.




jueves, 13 de junio de 2019

Rainbow: "Rainbow Vorwärts". Nuevo Ep del grupo de Ritchie Blackmore.


Con motivo de los conciertos programados para Europa, concretamente un mini tour de cuatro actuaciones que milagrosamente incluye el territorio español, el grupo del irrepetible guitarrista Ritchie Blackmore tiene a bien publicar una especie de maxi single de los de antes formado por tres canciones. El inminente lanzamiento lleva por título "Rainbow Vorwärts" (forward en inglés, adelante en español) y en un principio se pone a la venta de manera exclusiva dentro del merchandising de los propios conciertos. Esto supone el primer lanzamiento discográfico del grupo del Arcoíris con material inédito en estudio desde aquel magnífico y añorado "Stranger In Us All" del ya tan lejano 1995.
 

Lo cierto es que desde que Blackmore decidió devolverle la vida a sus Rainbow junto al genial vocalista Ronnie Romero al frente en 2016 han editado varios singles. Sin embargo hasta ahora solo uno de ellos presentaba un tema inédito, llamado "Waiting for a sign", que no deja de ser un outtake de “Stranger In us All”  y que tiene muchos guiños a la etapa más comercial de Rainbow con Joe Lynn Turner a la voz. Esta nueva formación del Arcoíris ha grabado además una versión instrumental de “Land of hope and glory” que suele usar como introducción de sus shows, una versión del clásico "I surrender" y poco más. Recientemente el grupo publicó otra nueva versión del tema original de Quatermass bajo el título de "Black sheep of the family", que fue lo primero que grabó con Ronnie Dio cuando todavía Blackmore militaba en las filas de Purple y que apareció en el primer disco de Ritchie Blackmore`s Rainbow. Y hace ahora solo unos cuantos días que se ha puesto en circulación otro tema, otra nueva versión, en este caso de una canción que apareció en el más que recomendable disco "Fires At Midnight" de Blackmore`s Night y que lleva por título "The storm".

                                                              Rainbow siglo XXI.

"The storm" era uno de los temas con más espíritu rockero de aquel álbum que, dicho sea de paso, fue uno de los más acertados del binomio Blackmore/Night. Para otro día dejamos las valoraciones del personal proyecto de Ritchie Blackmore, capaz de aunar lo mejor y lo peor de su capacidad artística. El asunto es que esta canción que ahora ha querido recuperar The Man In Black ya la transformó en versión el que fuera tal vez el mejor bajista que haya pasado por Blackmore's Night, hablamos de Mick Cervino. Este músico, seguidor confeso de Blackmore, militó en las filas del grupo medieval de Candice/Ritchie durante una temporada. Tras ser informado por Blackmore de que sus servicios ya no eran requeridos, montó un grupo de Hard Rock puro y duro bajo el nombre de Violent Storm y publicó el excelente disco "Storm Warning" allá por el año 2005 que injustamente pasó desapercibido. En este disco nos podemos encontrar entre otras joyas con una versión de "The storm"' una de las canciones que ya en su momento comentó Mick que le parecía que poseía la impronta de la fuerza y calidad que siempre mantuvieron los Rainbow clásicos. Esta versión presenta un inicio distinto y muy logrado, esos primeros compases de la canción son una preciosidad de por sí. La versión de Violent Storm hace honor al nombre del grupo y añade electricidad y potencia a una canción que ya la tiene en su propio ADN. Completamente recomendable.

                                                             Violent Storm.

La versión que nos presenta ahora Blackmore con sus nuevos Rainbow tiene los mismos matices de los singles que han venido publicando en este último par de años. La producción está cuidada y la guitarra de Ritchie suena muy clara, pero sin chicha. La batería sigue siendo plana y lo más prescindible del resultado final, lo que dice poco en beneficio de estas nuevas grabaciones, pero solo es una simple apreciación. Sin duda lo mejor es la tremenda voz de Ronnie Romero, un vocalista bendecido con una voz especial y que lo demuestra en cuanto se pone delante de un micrófono. Esta nueva versión presenta en su inicio un arreglo distinto del que lleva la versión original de Blackmore's Night, aunque prácticamente todo el resto de la canción lleva un desarrollo muy similar a la del grupo de Candice Night. Se pierde la oportunidad de que dicho tema adquiera una nueva dimensión más allá del tratamiento de las guitarras y pequeños retoques por aquí o por allá. Otro asunto es la voz solista, al igual que en el resto de canciones del Ep, Ronnie Romero vuelve a demostrar en cuanto abre la boca los motivos por los que Ritchie Blackmore se fijó en él y hace que el voltaje suba exponencialmente cada vez que se acerca al micro; Blackmore siempre se ha asegurado de llevar consigo un as en la manga y en este caso no cabe duda de que Romero es esa carta mágica.


Que Ritchie Blackmore vuelva a tocar Rock n' Roll siempre es motivo de alegría, independientemente del momento de su vida en el que esté. Se ha ganado a pulso hacer lo que le dé la gana y todos sus seguidores, así como el resto de amantes del Hard Rock, estaremos siempre en deuda con él por todo lo que nos ha dado a lo largo de todos estos años. Eso no quita para que me entristezca por las oportunidades perdidas. Hubiera sido muy bonito y especial que finalmente se hubieran materializado las ofertas que parece ser recibieron desde Japón a principios del dos mil para reformar Rainbow con Ronnie James Dio, una última vez para todos los que jamás pudimos ver juntos sobre un escenario a estos dos colosos. En fin, supongo que no era el momento adecuado, el tren pasó y lo perdimos todos para siempre. Incluso habría resultado muy interesante que Blackmore hubiera reformado Rainbow tan solo seis o siete años antes de lo que lo hizo. Me habría gustado mucho escuchar la interpretación del sonido para el grupo que hubiese decidido escoger el propio Ritchie. Pero esto no son más que las simples elucubraciones de un fan enfermizo.
De cualquiera de las maneras ya está aquí la fecha del que hasta ahora será el primer concierto de Rainbow en España en más de treinta y cinco años, por lo que se trata de disfrutarlo en su totalidad. Porque nunca se sabe, ni se puede dar nada por sentado y menos en el universo Blackmore, pero tiene mucha pinta de que esta puede ser la última vez que pise nuestro país para subirse a un escenario a interpretar música.




                                                       Rainbow: "The storm".



                                                       Violent Storm: "The storm".



                                                        Blackmore's Night: "The storm".