Seguimos con Meat Loaf. No hay problema, podría
estar hablando de su música y del personaje durante todos los días de cada mes;
es más, se podría abrir una página exclusiva sobre él sin apenas despeinarse.
Su personaje es tan excesivo que te engancha en cuanto te llame un poco la
atención y su música es tan intensa, recargada, barroca y dramática que como te
guste no te la vas a poder quitar de la cabeza.
En esta entrada vamos a
recuperar el que pueda que sea uno de los mejores temas de su discografía –y
mira que tiene cosas buenas–. Hablamos de “Life
is a lemon (And I want my Money back)”. Sí, es recargado hasta para los
títulos; nada es sencillo en su particular universo.
No vamos a hablar de la
versión original de la canción, que apareció en el estupendo “Bat Out Of Hell II: Back Into hell”,
porque ya lo hemos hecho en otra ocasión y porque es sencillamente inmejorable.
La versión de estudio es uno de esos ejemplos de canciones que quedan perfectas
y nunca vuelven a sonar tan tremendas por más que sus creadores las vuelvan a
interpretar en vivo, grabar o regrabar. Esto no quiere decir que las demás
tomas sean malas, ni mucho menos, lo que pasa es que la producción lo ha sabido
clavar tan bien que convierte a esa toma en algo único. Otro ejemplo sería sin
dudas “I surrender” de Rainbow, su versión de estudio consigue
ese “algo” intangible que la hace trascender por encima de cualquier otra toma
en vivo, versión o remezcla. Otro día hablaremos más en profundidad de este
asunto.
Hemos escogido para ilustrar
este texto la versión que el grupo ofreció en el directo con orquesta que
grabaron hace algunos años en Australia. Abarrotaron el Rod Laver Arena de Melbourne y grabaron
lo que acabó convirtiéndose en el disco en directo con la Orquesta Sinfónica de Melbourne titulado “Live With The Melbourne Symphony”. La solvente banda que
acompañaba a Meat Loaf se rodeó de toda una orquesta para arreglar
todavía más si cabe algunos de sus grandes éxitos y ofrecérselos al público
australiano. Todo un lujo de actuación de esas que jamás vamos a ver en nuestro
querido país, simplemente porque nuestro público seguro que ni siquiera
llenaría el recinto que necesita tamaña exposición de talento. En fin, supongo
que por desgracia tenemos lo que nos merecemos.
Meat Loaf
decidió abrir esos conciertos con esta canción y los primeros momentos de la
actuación fueron tan emocionantes como os podéis imaginar. El escenario estaba
tapado por un gran telón, delante del cual tan solo encontramos un tambor. El
primero que sale a escena es el propio Meat
Loaf, se coloca delante del telón y consigue hacer enloquecer al público
allí congregado durante el tiempo que dura su pequeña performance. No canta, no toca, no hay banda, no hay nada, solo él
y un pequeño tambor… que, para colmo, ni siquiera golpea. Es igual, él mismo se
basta para hacer que Melbourne coma de la palma de su mano ahí mismo. No
olvidemos el detalle de que el amigo se pasa casi dos minutos él solito frente
al público, eso es tener carisma y lo demás son tonterías. Lamentablemente no
he podido encontrar ningún corte en nuestro querido Youtube que recoja esa
primerísima parte de la canción, por lo que os animo a que os hagáis con ella
del modo que sea. Después sale el guitarra Paul
Crook y continúa caminando hacia el clímax de inicio repitiendo una y otra
vez la frase del riff principal de la
canción. Así hasta que Meat Loaf golpea
el tambor y aquello explota, se cae el telón y podemos observar al grupo con la
orquesta de fondo mientras el poderoso inicio del tema se adueña del lugar.
Repite la banda que le acompañaba en el “3
Bats Live” con la excepción de Aspen
Miller; una lástima, ya que la vocalista tiene un magnetismo salvaje. De
todos modos, en su lugar nos encontramos con Patti Russo, otra vieja conocida del universo Meat Loaf y excepcional cantante. Recuerdo cómo nos voló la cabeza
a todos los que asistimos hace unos años al show que ofreció en Madrid con Queen Symphonic Rhapsody, ese curioso y
trabajado tributo a Queen que desde
hace unos cuantos años viene realizando giras por toda España y que resulta del
todo recomendable.
La interpretación de Meat Loaf es tan excesiva como cabría
esperar de un tipo como él. Arropado por unos músicos solventes y por el par de
coristas de las que antes hemos hablado, están preparados para quitarle el hipo
a cualquiera. De fondo nos encontramos con los músicos de la orquesta.
Normalmente las adaptaciones de canciones de Rock para orquesta suelen llevar una serie de arreglos que en
algunos casos están muy bien y elevan las composiciones originales a otro
nivel, léase lo que hicieron Scorpions
con la Berliner Philarmoniker, en
otros realzan solo algunos detalles, estilo Purple con Paul Mann, y
en otros casos apenas se notan en el producto final, como el disco con orquesta
de Metallica. En el caso de la
música de Meat Loaf apenas es
necesario introducir puentes o arreglos nuevos, puesto que las composiciones de
Jim Steinman tienen ese componente
clásico y recargado de por sí. Así pues la orquesta le da ese empaque y
grandiosidad que ya tiene el propio tema en su ADN. Lo único que se echa en
falta es un coro de esos majestuosos para interpretar la parte intermedia de la
canción, esa que quedó tan bien en la versión de estudio que resulta imposible
de mejorar. De todos modos el trío Meat
Loaf-Russo-Coletti lo hace de maravilla, tanto en esa parte como en el
resto de la canción, además de sacar adelante una más que cuidada performance escénica. Vamos, que no se me ocurre mejor manera de comenzar un
concierto que esta.