Lindbergh,
su hijo… y los Asfalto.
Ay, Asfalto… Vaya pedazo de
grupo. Hora era de que se pasearan por aquí, ¿verdad? Supongo que todo era
cuestión de tiempo, pues sé a pie juntillas del amor que el administrador de
este maravilloso sitio tiene por la banda. Venga, pues yo me encargo de abrir
la veda y con toda seguridad irá cayendo más material en futuras entregas.
Asfalto inauguran el
sello Chapa Discos de la
discográfica Zafiro allá por el año
1978, con su disco homónimo, un clasicazo
como la copa de un pino que todo el que se precie amante del Rock de este país tiene en los altares…
a excepción del propio grupo, parece ser.
Fueron las desavenencias surgidas por el sonido final del disco (un Mariskal Romero que hizo lo que pudo en
la producción de su primer trabajo a tales efectos) lo que provocó que la banda
se dividiera en dos, dando lugar a Topo
y desde entonces los destinos de ambos grupos han estado siempre ligados como
un tándem indisoluble, cuestión esta que igual a los propios músicos protagonistas
de la historia no les hizo la menor gracia, pero que ellos mismos fomentaron en
los años 90 cuando recuperaron la formación original para dar a luz dos discos
también maravillosos, pero que a mí más me parecen pertenecer a una banda de
nueva formación que debería haberse llamado algo así como “Asfaltopo” o “Topasfalto”.
Pero este es un debate que quizá haya que abrir en otro momento.
Hoy nos centramos tan solo en la cultura, de momento.
Tanto Asfalto como Topo siempre nos han regalado temas con
unas letras de lo más interesantes, casi siempre ancladas en la realidad social
de su época, unas veces con visiones más directas, otras con un punto de vista
más poético. Los años de gloria de Asfalto,
que bajo mi humilde opinión, estuvieron en los años 80, durante el trío de
joyas “Más Que Una Intención”, “Cronofobía” y “Corredor De Fondo”, con un Julio
Castejón tocado por las musas a la hora de componer canciones absolutamente
sublimes, nos dejan también algunas pocas letras que se relacionan con
personajes o acontecimientos históricos.
“El Hijo de Lindbergh” es el cuarto
corte del incomparable “Más Que Una
Intención”, trabajo que salió al mercado en 1983, con un tremendo Miguel Oñate a las voces. Es, sin
embargo, Castejón quien toma las
riendas vocales del tema que nos atañe. Y la verdad es que lo borda, para qué
nos vamos a engañar. La canción rezuma sentimiento y elegancia, nos transporta
allá donde ella cree conveniente, un auténtico baladón de esos que no se ajustan a lo que el tiempo y los excesos
sónicos han hecho del término, en suma, una jodida obra maestra y perdonen
ustedes por la expresión.
Charles Augustus Lindbergh fue un piloto
estadounidense de ascendencia sueca que se convirtió en celebérrimo tras haber
sido el primero en cruzar el Océano Atlántico
de un extremo a otro, consiguiendo unir Nueva York con París sin hacer ni una
sola escala; estamos hablando de mayo de
1927, así que como imaginaréis la hazaña tiene poco desperdicio. Su monoplaza
tenía el nombre de “Espíritu de San Luis”,
referencia de la que también habla la canción, como más tarde veremos. El dato
curioso es el de que todo surgió gracias al impulso de un millonario que
ofreció 25.000 dólares de la época para quien lograra el reto: allí estuvo Lindbergh para culminarlo. Y para forrarse,
ya de paso. Un dinero que finalmente le trajo más disgustos que alegrías, como
ahora veremos.
¿Por qué el tema de los Asfalto
está tratado desde la perspectiva de “el hijo” del piloto? Fue 5 años
después de la hazaña cuando un pirado llamado Bruno Hauptmann parece ser que secuestró al primogénito de Lindbergh, de tan solo veinte meses de
edad, para acabar asesinándolo poco tiempo después, tras haber cobrado un
suculento rescate. De esta manera, la magnífica canción está narrada por el
pequeño, una vez muerto y ya desde el paraíso. Es allí donde espera
pacientemente hasta poder recomenzar la truncada relación con su padre, quien
no abandonaría el mundo de los vivos hasta 1974. Un punto de vista de lo más
emotivo, ¿cuánt@s de nosotr@s no daríamos lo
que fuera por poder reencontrarnos con nuestros seres queridos en un hipotético
futuro?
Os dejo con la joya. No tiene un ápice de desperdicio.
“El hijo de
Lindbergh”.
Apenas llegó a crecer
lo suficiente para
comprender
todo lo que era su padre,
adoraba siempre estar con
él.
Pero un día una mano sucia
les separó
y ahora está esperando
allá arriba, entre las
nubes,
un avión.
Sentado en una nube
cree que ya debe venir,
pilotando su aparato
el viejo “Espiritu de San Luis”.
Pasa el tiempo donde no
existe el tiempo
y aún no llegó.
Como cree sentir en el
viento
el susurro y el aliento de
su voz.
Por fin le ve venir mucho
más viejo
y con el pelo gris.
¿Por qué tardaste tanto?
Perdona hijo, tuve que
vivir.
Cuánto tiempo te he
esperado,
¡no te vayas papá!
Estaré siempre a tu lado,
nada nos separará nunca más...
nunca más.
Subamos juntos a tu avión
hacia la luz.
Cruzaremos sobre un mar
que se pierda en las
estrellas...
más allá.
Si queréis documentaros mejor sobre Lindbergh y su historia:
Para los que peinamos canas Asfalto y Topo puede que sean dos de los mejores grupos que hayamos tenido nunca en este país. Están a nos luz del resto en cuanto a música, letras y talento. Y esta canción no es más que una muestra.
ResponderEliminarPedazo concierto de reunión se dieron en Madrid, lástima que Oñate y Castejón no se entiendan.
Saludos, Pedro
Asfalto: Cronophobia. Muchos kilates
ResponderEliminarLos discos de Asfalto con Oñate, los mejores. Una gran voz que al final no ha tirado para delante una pena
ResponderEliminarY vuelven a estar más de actualidad que nunca con lo de la reunión y los conciertos especiales con invitados, y todo eso. Para cuando la reunión con Lele y Jose Luis.
ResponderEliminarEstimado Thomas, como de costumbre muy buena tu referencia a Asfalto. La música de Asfalto/Topo, tal vez junto con Ñu, puede que esté entre las más inspiradas en España a nivel de Rock. Y, desde luego, a nivel de letras está a años luz del resto de mortales; exceptuando a Barón Rojo, claro.
ResponderEliminarAciertas con el amor que se le tiene por aquí a Asfalto, aunque debo reconocer que los Asfalto que más me gustan personalmente son los Topo. No lo puedo evitar, el grupo de Jose Luís Jiménez y Lele Laina me parece que tiene más chicha, más inspiración y más de todo que los propios Asfalto, que siempre me parecieron un poco "blandos" por momentos. El primer disco de Topo, con su emblemática portada y sus clásicos atemporales, es algo para enmarcar.
Saludos y buen verano.