Una sección de nuestro colaborador “Acid
Ni3”.
Gracia(s) Jeff.
Cuando escribo estas líneas se cumplen 23 años 10 meses y 18 días de la muerte de Jeff Buckley, un no-cumpleaños cualquiera, un no-aniversario cualquiera, no se prepara una nueva edición con cintas perdidas, grabaciones inéditas, versiones que no han visto la luz, o directos remasterizados ya anteriormente editados, seguro que sí, pero no nos hemos enterado aún; “The show must go on”. Una fan aseguraba convencida en un documental sobre la vida de Buckley que “Jeff lo entendió todo, la vida, la muerte, el amor, la belleza” Los fans a veces idealizamos tanto a nuestros artistas por proyección e idealización que confundimos su expresividad con su sabiduría, su dolor con la superación de éste, su rabia con el control de la misma, su vulnerabilidad con una exhibición magnánima de fortaleza y sobre todo, que lo que escriben, cantan y expresan surja de un autoconocimiento y sabiduría propias y genuinas; que porque sufran, empatizan, que porque emocionen, se emocionan, o que porque interpreten muy bien, sufren mucho. De ahí la idolatría (a pesar de la estupidez manifiesta de algún que otro artista) o la decepción y esto-no-se-lo-perdonaré-nunca o el se-ha-vendido-y-ya-no-es-el-que-era, que surge o con el cambio en su estilo, supuesta pérdida de autenticidad, código ético o en el conocimiento o experiencia derivada de un rumor o de un acercamiento personal fallido.
Hay artistas que cultivan su oscuridad, su inadaptación, suelen no decepcionar los que mueren en extrañas circunstancias, y permanecen en el imaginario colectivo los que cometen suicidio. Si volviera a nacer montaría una banda con los chicos del instituto, grabaría un par de discos y estaría los próximos 11 años pensando el modo más original de quitarme de en medio, ¿para qué preocuparse de hacer música, podría plantearse un adolescente frívolamente… si vas a ingresar en el selecto club de los 27? Cuando cumples los 28 todo se ve distinto, y así sucede con cada nuevo año, ¡o no y te quedas colgado en la adolescencia, o en tu juventud! Cambiamos, evolucionamos, los artistas también y el mito que nos hemos creado del artista no nos deja ver con claridad que ellos, fuera de las baquetas y las cuerdas, de escribir y componer, de hacer giras, ligar más y conocer más gente, no tienen nada más especial que las conclusiones vitales que cada uno saca de su experiencia. Tampoco les ayuda el hecho de que haya cientos de miles de personas que vean en ellos características que no les corresponden, no tienen, que se imaginan, o magnifican.
Jeff Buckley era joven, guapo y tenía talento, Con un look de Elvis actualizado, entre James Dean y Brandom Walsh (perdón por la crueldad), por lo que es verdaderamente recordado no es por desentrañar los misterios de la existencia humana, sino más bien porque hizo un resumen abreviado de la música popular del siglo XX. Pilló a letristas capacitados, Leonard Cohen, Bob Dylan, a Morrissey especialmente dotado para la melodía, la energía de MC5, la potencia de Led Zeppelin, la pasión salvaje de Nina Simone (de la que añadió, como de los anteriores matices en su voz) ¡hasta de Edith Piaff! y los versionó, pero también estudió su dicción, sus pausas, sus crescendos. En su grupo contó con su padrino y lugarteniente Gary Lucas, que venía de una extensa carrera entre otros con Captain Beefheart. Captain Beefheart y Buckley compartían además una generosa potencia vocal de cuatro octavas y media. Del mismo modo Jeff Buckley también ejerció cierto aire experimental, sin llegar al delirio del Capitán. Jeff, que a veces recuerda a su padre, pero la mayoría no, las más de las veces a un castrati, otras parece que estés escuchando una coral, una Ópera, otras a Nirvana, otras Folk-Pop melodioso, a veces distorsión y Metal. Todas esas caras distintas y complementarias se encuentran, a flor de piel presentes en el legendario directo en el Olympia de París. En ocasiones nos grita aullando de dolor, otras nos susurra, otras ruge furioso, y en otras se muestra tierno, conciliador y paternal, sereno y melancólico, heroico en la adversidad, (lo bueno de ponerse el disfraz de crítico es que puedes caer en lo que críticas, pero te queda el escudo de fan). Todo esto Jeff lo entendió y regurgitó, mientras aprendía armonías y melodías, gorgoritos, ruidos y demás peculiaridades que encontramos en su voz, (por entonces, inconscientemente, recuperaba la autoestima de Thom Yorke), probaba a concierto diario estos experimentos apartado de los grandes focos, mejoraba en la destreza en el manejo de la guitarra y en su capacidad vocal y compositiva, huyendo de su creciente popularidad (actuaba en Europa en pequeños locales, el Sin-é entre otros). Tiró de su esfuerzo, su dedicación, sus ganas de aprender, su constante ejercicio y pasión por mejorar. Quedan algunos golpes por dar en la música popular, él tan solo dio uno, pero fue su golpe de Gracia.
Estupendo disco y grande Buckley.Muy bien reivindicar a este músico que nos dejó demasiado pronto.
ResponderEliminarEs otro de tantos genios que se quedaron en el camino,,pero el lo hizo demasiado pronto.Quien sabe la de discos que nos hubiera regalado de seguir vivo.Se deprime uno de pensarlo.
ResponderEliminarMe alegro de que se recuerde a Jeff Buckley. Aunque su obra fue corta, demostró mucha calidad y todo lo que prometía. Su figura es importante y lo será más con el paso de los años.
ResponderEliminarSaludos. Jesús Vicente.