Madonna ha sido
reconocida como la mujer del año 2016 por la prestigiosa publicación Billboard. A finales del año que apenas
acaba de desaparecer, Madonna
recogió el galardón en la gala anual de este evento que se celebró a mediados
de Diciembre. Hasta aquí todo correcto: EEUU, una gala, unos premios, mesas
engalanadas llenas de comida y bebida, vestidos caros y ceñidos; la habitual
muestra de poder y prestigio a la que estamos acostumbrados.
Madonna nunca ha sido
cobarde, siempre ha disfrutado caminando al lado de la provocación y la
ambigüedad –las anécdotas atómicas que se pueden contar sobre la Blonde
Ambition darían para gastar mucha tinta y desgastar teclas; habrá que
volver a hablar de ella en otro momento, seguro–, todo ello aderezado por una
música muy interesante a la que hasta la propia industria ha acabado
reconociendo su toque personal. Esto dice mucho y bueno de una artista que se
mueve en el fanganoso mundillo Pop
de usar y tirar, ese que engulle y eleva hasta sus altares a cualquier
individuo prefabricado que se preste a ello para regurgitarlo y sumirlo en el
barro en cuanto deje de servir a sus propósitos.
El
caso es que Madonna asistió a
recoger el premio y pronunció un discurso tan impactante y superficialmente profundo
que merece la máxima difusión posible. Apenas necesitó un puñado de segundos
para descolocar a todo el personal asistente y hacerles cambiar sus expresiones
faciales en cuanto agarró el micrófono. Supongo que la gente esperaría el
típico speech autocomplaciente, lleno
de tópicos, palmaditas en la espalda y agradecimientos. En lugar de ello
nuestra querida Ciccone colocó el
premio encima del piano que tenía detrás suyo y compartió con todos nosotros
una serie de reflexiones vitales en voz alta con las que volvía a demostrar la integridad
que tanta gente le ha negado durante todos estos años. Lo hemos traducido y
transcrito al castellano debajo, por si no os lleváis bien con el idioma de Shakespeare. A continuación, Madonna en estado puro:
Madonna: Gala Billboard. Mujer del año.
“Dejaré
esto aquí. Lo siento, es mejor así. Siempre me siento más a gusto con algo duro
entre mis piernas.
Gracias
por reconocer mi capacidad para continuar mi carrera durante treinta y cuatro
años ante la descarada misoginia, el sexismo, la constante intimidación e
implacable abuso con los que he tenido que convivir. Cuando comencé no existía
internet, entonces la gente tenía que decírmelo en la cara. Hubo muchas
personas a las que tuve que callarles la boca. La vida era más sencilla
entonces.
Cuando
me mudé a Nueva York era una adolescente. Era 1979 y Nueva York era un lugar
aterrador. En el primer año fui asaltada a punta de pistola, violada en una
terraza con un cuchillo en mi garganta y tenía mi apartamento tan destruido y
robado en tantas ocasiones que simplemente dejé de cerrar la puerta con llave.
En los años siguientes perdí a casi todos los amigos que tenía por el SIDA, las
drogas o disparos. Como pueden imaginar, todos estos acontecimientos
inesperados no solo ayudaron a convertirme en la atrevida mujer que está
delante de ustedes en estos momentos; también me recordaron que soy vulnerable. En la vida no hay verdadera seguridad, salvo creer en uno mismo y una
comprensión de que no soy la dueña de mis talentos. No soy dueña de nada. Todo
lo que tengo es un regalo de Dios. Incluso todas esas cosas de mierda que me
pasaron y que siguen pasándome, son también regalos. Están ahí para enseñarme
lecciones y hacerme más fuerte.
Estoy
recibiendo un premio por ser la mujer del año, entonces me pregunto: ¿Qué puedo
decir acerca de ser una mujer en la industria de la música? ¿Qué puedo decir
acerca de ser mujer? Cuando empecé a escribir canciones no pensaba
específicamente en el género. No pensaba en feminismo, solo quería ser una
artista. Por supuesto, estaba inspirada por Debbie Harry, Chrissie Hynde y
Aretha Franklin… pero mi auténtica musa fue David Bowie. El encarnó el espíritu masculino y femenino, eso
encajaba muy bien conmigo. El me hizo
pensar que no había reglas, Pero estaba equivocada, no había reglas… si eras un
chico. Si eres una chica, tienes que jugar el juego. ¿Cuál es ese juego? Te
permiten ser bonita, guapa y sexy, pero no actúes de manera demasiado
inteligente. No tengas opinión. O por lo menos, no tengas una opinión que se
salga de la línea marcada por el status
quo establecido. Te permiten ser convertida en objeto por los hombres y
vestirte como una puta, pero no eres dueña de tu putez. Y no; repito, no puedes compartir tus propias fantasías
sexuales con el mundo. Debes ser lo que los hombres quieren que seas. Y lo más
importante, debes ser alguien con quien las mujeres se sientan cómodas cuando
estás cerca de otros hombres. Finalmente no puedes envejecer, porque envejecer
es un pecado; serás criticada, denigrada y definitivamente dejarás de sonar en
la radio y publicitado tu trabajo en los medios de comunicación.
En
cuanto me hice famosa aparecieron fotos mías desnuda en revistas como Playboy o Penthouse. Fotos tomadas en la escuela de arte, donde posé por
aquel entonces para conseguir dinero. No eran muy sensuales, de hecho las veo
bastante aburridas, pero se esperaba que me sintiera avergonzada cuando se
publicasen. No lo estuve y eso desconcertó a la gente. Eventualmente me dejaron
en paz porque me casé con Sean Penn,
no solo por el hecho de que él le rompería el culo a cualquiera de ellos, sino porque pasaba
a estar fuera del mercado. Así que por un tiempo no fui una amenaza. Años
después, divorciada y soltera –lo siento Sean–,
grabé el álbum “Erotica” y publiqué
mi libro “Sex”. Recuerdo que fui
titular de todos los periódicos y revistas de la época. Todo lo que leía sobre
mí era condenatorio, me llamaron puta y bruja; un titular me comparó con
Satanás. Mientras, me preguntaba… espera un momento. ¿No está Prince dando vueltas por ahí con medias
de red, tacones altos, lápiz de labios y el culo al aire? Y así era. Pero él
era un hombre. Esa fue la primera vez que entendí que las mujeres no tenemos la
misma libertad que los hombres. Recuerdo sentirme paralizada. Me llevó un
tiempo recomponerme y continuar con mi vida creativa; continuar con mi vida.
Encontré consuelo en la poesía de Maya
Angelou, en los escritos de James
Baldwin y en la música de Nina
Simone. Recuerdo que deseaba tener un par femenino a quien admirar para que
me apoyase. Camille Paglia, la
famosa escritora feminista, dijo que retrasé al colectivo femenino por haberme
cosificado sexualmente a mí misma. Entonces pensé: vaya, si eres feminista no
puedes tener sexualidad; tienes que negarla. Finalmente decidí: a la mierda
todo, soy otro tipo de feminista; soy una feminista mala.
La
gente dice que todo lo que hago es controvertido, aunque creo que lo más
controvertido que he hecho ha sido quedarme. Lo que me gustaría decirle a todas
las mujeres aquí hoy es esto: Las mujeres han sido oprimidas durante tanto
tiempo que creen lo que los hombres tienen para decidir por ellas, piensan que
tienen que respaldar a un hombre para realizar bien el trabajo. Hay hombres
realmente buenos y que valen la pena, pero no porque sean hombres, sino porque
son dignos. Como mujeres tenemos que empezar a apreciar nuestro propio valor,
el valor de cada una. Busquen mujeres fuertes, estrechen lazos fraternos, para
aprender, para inspirarse, para colaborar, para apoyar… para iluminarse. Como
dije antes, no se trata tanto de recibir este premio como de tener la
oportunidad de estar delante de ustedes y realmente darles las gracias como
mujer, como artista, como ser humano. No solo a las personas que me han amado y
apoyado a lo largo de todo este camino, la mayoría de ustedes no tiene ni idea
de todo lo que significa para mí su apoyo. Pero también a los que dudan y a los
negativos, a todos los que me ofrecieron el infierno y me dijeron que no podía,
que no debía, que no tenía permitido… su insistencia me hizo más fuerte. Me
hizo seguir avanzando y convertirme en la luchadora que soy hoy. Me hizo la
mujer que soy hoy. Gracias”.
Os
dejo con el merecido tributo que Madonna
le dedicó al tristemente fallecido Prince,
acompañada por el mismísimo Stevie Wonder –otro tipo único que ha enseñado a cantar a la mayoría de esos grandes vocalistas
que tenemos en las estanterías de nuestras casas–.
Madonna & Stevie Wonder: Tributo Prince. Billboard Music Gala.