Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

Púrpura Chess

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miércoles, 10 de abril de 2019

Glenn Hughes y Classic Deep Purple. Historia de una reunión fallida. Concierto en Madrid: Teatro Nuevo Apolo. 2.4.19.



Hace apenas unos días Glenn Hughes volvió a visitar Madrid para subirse a un escenario a interpretar música como solo él sabe y puede hacerlo. El motivo esta vez era la presentación en directo de la gira que rememora y homenajea su estancia en la formación clásica de Deep Purple de los años setenta. Recordemos que la estancia de Hughes en el grupo púrpura abarcó desde 1973 hasta la disolución de la banda en 1976. Glenn formó parte de los llamados MARK III y MARK IV de Deep Purple. El mundialmente conocido como MARK III de la formación púrpura funcionó desde finales de 1973 hasta bien entrado 1975. En apenas un par de años el combo formado por Ritchie Blackmore, Jon Lord e Ian Paice, junto a las nuevas incorporaciones de un desconocido David Coverdale y el propio Hughes se bastaron para entrar en la Historia de la Música de la mano de himnos imperecederos como “Burn”, “Stormbringer”, “You fool no one” o “Mistreated”, por nombrar algunos. Solo publicaron dos discos de estudio, “Burn” y “Stormbringer”, pero fueron suficientes para volver a recolocar al grupo en lo más alto de las listas y de paso reinventarlo en lo que se refiere a términos musicales. El MARK IV se conformó al abandonar la nave Blackmore y ser sustituido por el genial y tristemente malogrado Tommy Bolin, uno de los músicos más finos e intuitivos que he tenido el gusto de escuchar y que desgraciadamente apenas brilló en su etapa Purple debido a sus propios demonios personales. Esta formación nos legó el interesantísimo “Come Taste The Band”, un claro ejemplo de la capacidad creativa que atesoraban estos tipos por sí mismos, libres de las directrices creativas de un Ritchie Blackmore que no deja de ser uno de esos pocos genios de los de uno entre un millón. Para todos los que apenas habíamos acabado de nacer cuando estos cinco tipos volaban las cabezas del publico con su música, para todos los que jamás tuvimos la oportunidad obvia de verlos en directo y que nos hemos pasado parte de nuestra vida devorando cuantas grabaciones piratas se han puesto en nuestro camino, esta gira que ha salido de la cabeza de Glenn no es sino una suerte de sueño hecho realidad; ver a Hughes en todo su poder interpretando un homenaje al repertorio clásico del grupo es una bendición.

                                                              Deep Purple MARK IV.

Pero el camino hasta llegar aquí no ha sido fácil, conviene ponernos en antecedentes. Todo esto parte de la idea que tuvo hace unos años el tristemente fallecido Jon Lord. El teclista original de Deep Purple, años después de abandonar la nave Purple, tenía la visión de volver a juntar a los miembros del grupo para llevar a cabo una especie de concierto homenaje por el que muchos de nosotros hubiésemos dado lo que fuera para ser testigos de semejante evento. El asunto siempre contó con el velado rechazo de Ian Gillan, autentico líder del grupo desde que Blackmore se fue y principal escollo para que esto se llevase a cabo. Es conocido y notorio que Gillan y Blackmore llevan más de cuarenta y cinco años detestándose, por lo que resultaría ridículo pensar que Ian fuese a enterrar el hacha de guerra y mucho menos estando en la posición de poder que le otorga liderar a Deep Purple. Tras esta negativa, que también en un primer momento fue compartida por un Blakmore asqueado del Rock y que se mostraba feliz en su retiro musical pseudo renacentista, el siguiente paso fue sondear una reunión del citado MARK III de Deep Purple. El asunto se puso en marcha y parece ser que los principales actores implicados mostraron un cierto interés, o al menos no lo rechazaron públicamente; desde un entusiasmado Glenn Hughes, que se mostraba dispuesto a subirse de inmediato a un escenario con sus antiguos camaradas, hasta un Blackmore que al menos parece que no dijo que no. Parecía que la visión de Jon Lord cobraba forma. El principal escollo para esto era la posición del batería Ian Paice. El único miembro presente en todas las formaciones de la banda se encontraba tocando con el grupo en activo y resultaba de todo punto complejo y difícilmente honesto alternar su puesto con la participación en esta otra encarnación del grupo; algo así como dos formaciones de Purple funcionando a la vez, pero con distintos componentes menos el batería. Realmente no sabemos la opinión del propio Paice al respecto, aunque teniendo en cuenta el carácter práctico del que siempre ha hecho gala este excepcional músico, no sería de extrañar que no le hubiese importado compaginar baquetas el ambos grupos. Imagino que fue rápidamente llamado al orden por un Ian Gillan que debió ver este movimiento como un ataque rastrero y personal hacia el grupo y hacia su propia persona. Conviene tener en cuenta que nuestro admirado Garganta de Plata siempre se ha referido a su relación con Deep Purple en términos matrimoniales, equiparando cualquier traición como si de unos cuernos de tu pareja se tratase; para que nos entendamos.

                                                           Glenn Hughes.

Lo cierto es que las negociaciones debieron existir y debieron tener un peso considerable, puesto que llegaron a lanzar a los medios de comunicación una serie de rumores que se extendieron como la pólvora a nivel mundial; como era de esperar. Parece ser que allá por el 2006 sí que llegaron a existir indicios de la viabilidad del asunto. Como era de esperar desde el campamento institucional del grupo –o campamento Gillan, como ustedes prefieran denominarlo– se apresuraron a dejar claro que era del todo inviable que esta reunión se llevase a cabo porque… el grupo ya estaba en activo con los miembros actuales, comandado por el propio Ian. Hablamos del año 2009 y todo quedó ahí. No hubo reunión del Deep Purple MARK III y la vida siguió adelante. Hughes puso en marcha junto a Bonamassa, Sherinian y Bonham el grupazo Black Country Communion, tal vez el modelo de super grupo para actuar en grandes estadios que Glenn llevaba tiempo buscando y que se hubiese materializado con la reunión MARK III. Por su parte años más tarde Coverdale sacó a la venta su “Purple Album” de Whitesnake, un homenaje a sus años en Deep Purple que probablemente mucho tuvo que ver con esta intentona fallida de reunión. Desgraciadamente poco después Jon Lord enfermó y acabó falleciendo un triste dieciséis de Julio del año dos mil doce. DEP.

                                                           Jon Lord.

Esta relación tan imposible entre Gillan y los antiguos ex miembros del grupo se ha venido detallando durante todos estos años y ha tenido momentos tan Spinal Tap como todo el affair acontecido con la nominación al Salón de la Fama por parte del grupo. Este evento tan deliciosamente amorfo y tan asquerosamente americano mostró una vez más las vergüenzas de la familia Purple de primer grado y nos proporcionó unas cuantas horas de entretenimiento tanto a sus seguidores como detractores. No me voy a extender en los detalles del asunto, puesto que ya se abordaron desde estas mismas páginas –no hay más que poner en el buscador las palabras “Hall of Fame” para poder echarle un vistazo al asunto-. Apenas hace unos años salieron a la luz nuevas declaraciones que arrojaron nuevas luces a las apasionantes relaciones entre esta entrañable familia. Fue David Coverdale el que se descolgaba con unas incendiarias declaraciones en las que reconocía que hubo conversaciones con el campamento de Ritchie Blackmore para llevar a cabo algo juntos. Por extraño que parezca, nuestro querido Man In Black se ha descolgado con unas cuantas declaraciones públicas desde que decidió volver a reactivar Rainbow –conviene recordar que si por algo se ha caracterizado Ritchie a lo largo de los años ha sido por su completo desprecio hacia la prensa musical y a sus periodistas–: que si forma Rainbow, que si no le importaría volver a subirse a un escenario con sus antiguos compañeros de Deep Purple, que si Gillan y él deberían enterrar sus diferencias por el bien de los fans, que si es necesario –esta me encanta y tiene que ver directamente con un  famoso incidente entre Gillan y él– tirarse un plato de espaguetis a la cabeza se los tira… incluso le tiró los tejos a Glenn Hughes para que formase parte de los nuevos Rainbow. Esta es especialmente cachonda y nos la ha contado hace no mucho el propio Ritchie. Parece ser que desde el campamento de Blackmore se pusieron en contacto con Glenn Hughes para invitarle a ser de la partida en la nueva reencarnación del Arcoíris. Parece ser que Glenn se dispuso a volar hasta el local de Blackmore para ensayar en el nuevo proyecto cuando fue informado de que Ritchie solo estaba interesado en él como bajista y segunda voz, contando con Ronnie Romero como vocalista principal; Blackmore en estado puro. Un correcto y educado Hughes declinó amablemente la invitación, alabó la capacidad vocal de Romero –algo imposible de negar–, se limitó a comentar que en estos momentos de su carrera solo le parecía adecuado ser el cantante principal de cualquier grupo en el que se encontrase y se apartó así del camino de Ritchie y sus nuevos Rainbow. Un día habrá que escribir sobre la gente que le ha dicho “no” a Ritchie Blackmore, seguro que la cosa tiene su miga.

                                    Ian Gillan.                                                            Ritchie Blackmore.  

Con todo este panorama lo que está claro es que millones de fans de todo el mundo perdimos la oportunidad de ver al MARK III de Purple sobre un escenario interpretando música. En fin, nos consolaremos con el pedazo de gira mundial que se está marcando un Glenn Hughes que ha decidido recrear este escenario. Nos vamos a centrar en el concierto que ofreció hace apenas unos días en la capital española. El concierto de Madrid fue algo sencillamente espectacular y único. Un abarrotado Teatro Nuevo Apolo del que apenas habían quedado una veintena de entradas por vender, servía como marco idóneo para la presentación en la capital de la nueva gira de Glenn Hughes homenajeando a los MARK III y IV de Deep Purple –o a los clásicos Deep Purple en directo, como él mismo lo definió durante la actuación.
Pasados apenas unos cinco minutos de las nueve de la noche las luces del teatro se bajaron mientras el guitarrista Soren Andersen, el teclista Jesper Bo Hansen y el batería Ash Sheehan tomaban posiciones. Poco después por la megafonía sonó la presentación del tipo al que todos habíamos ido a ver y en escasos segundos apareció por el lateral de la batería un Glenn Hughes que sin ni siquiera abrir la boca ya se salía del escenario. Apareció con su melena al viento, sus patillas setenteras, unos pantalones de campana que en cuanto pueda me voy a una tienda para comprarme otros iguales, con el bajo colgado, en una forma física envidiable a sus sesenta y siete años, bailando y haciendo gestos de agradecimiento al público del que arrancó una sonora ovación sin ni siquiera haberse acercado al micro; vamos, un puto rockstar de la cabeza a los pies… y sin apenas forzar la pose, lo que lo hace todavía más natural y auténtico. Hay gente que se lo estudia, machaca, trabaja y a otros les sale de manera innata. En fin.

                                                                Glenn Hughes.

El asunto arrancó de la mano de “Stormbringer”, desde los primeros compases era fácil observar que la banda sonaba compactada y que habían venido a divertirse con sus amigos madrileños, como el propio Hughes indicó al finalizar el tema. Llevan recorriendo el mundo presentando esta gira desde finales de 2017 y se nota el rodaje y la compenetración adquirida, esas pequeñas cositas que tanto recalcan los músicos como esenciales para que las bandas crezcan exponencialmente y que tan complicadas resultan de llevar a cabo en estos nuevos tiempos en los que apenas consiguen fraguar los nuevos grupos.
El concierto siguió con “Might just take your life”, muy bien acompañado por el teclista que le dio un rollo muy setentero a la canción. Glenn adornó las líneas vocales con ese sabor funky que tiene tan interiorizado, de hecho la propia composición explora esos matices que constituyeron en su día el germen del disgusto de Blackmore con los nuevos caminos compositivos hacia los que avanzaba Deep Purple. El final de la canción fue de órdago, nos puso a todos firmes y nos fue dando la medida del excelente acompañamiento que se había buscado Glenn para su grupo. Un Glenn Hughes bastante locuaz volvió a agradecernos nuestra espera para volver a verle en directo mientras se refería a todos nosotros como sus hermanos o hermanas y nos aseguraba lo especial que era Madrid para él; supongo que cuando vaya a Bilbao, Avilés o a Oslo también usará un discurso similar. Esta dialéctica le lleva acompañando desde que logró rehabilitarse de sus adicciones a principios de los años noventa y abrazó la Fe Cristiana. Bueno, imagino que se hizo cristiano al estilo norteamericano; en plan formar parte de un grupo de autoayuda en el que te sientes muy feliz, pero poco o nada interpelado a interpretar la realidad bajo los ojos de Jesus y posicionarte de una manera activa. Pero esto es marginal.

                                                       Glenn Hughes.

Seguimos con la actuación. Nos siguió comentando que iba a hacer todo lo posible para que aquella fuese una noche épica –y vaya si lo consiguió. Tras los agradecimientos el guitarra Soren Andersen comenzó una oscura intro que por un momento me recordó al clásico “Mistreated”, pero que me resultaba extraño que se presentase al inicio de la actuación; conviene recordar que este número suele ser uno de los momentos más intensos de sus actuaciones en directo y lo suele reservar para la parte final de las mismas. Sospechas confirmadas, el solo derivó hacia el inicio de “Sail away”, otra de las gemas oscuras del catálogo Purple MARK III y que sonó especialmente poderosa; aquí, como en todo el concierto, Hughes se entretuvo poniéndose a jugar con su voz en determinados momentos de la canción, haciendo gala de una gama de registros marca de la casa que hicieron las delicias de un público entregado al don tan espectacular del cantante.

                                                                 Glenn Hughes.

Arrancó un nuevo tema de la mano de una batería claramente reconocible para cualquier seguidor purple. El clásico cencerro de “You fool no one” se presentó ante nosotros de la mano del batería Ash Sheehan. Este músico ya me supuso en su día una grata sorpresa, puesto que su habilidad y su pegada con el instrumento acompañaban y daban cuerpo a la perfección a unos temas de instrumentación bastante compleja. Bien es sabido que una batería –no necesariamente una batería rápida o machacona es un componente esencial si hablamos de Hard Rock. También es de sobra conocido el cariño y admiración que Glenn Hughes le tiene a John Bonham, de hecho le dedicó el tema “Higher places” de su disco “Song In The Key Of Rock”; es preciso recordar que el propio Bonzo se declaró en su día admirador de Trapeze, el grupo de Glenn antes de entrar en Purple, y que incluso llegó a tocar con ellos en alguna que otra ocasión. Sheehan se marcó un inicio de “You fool no one” que no hizo más que contrastar las buenas sensaciones que provocó desde que se sentó tras las baquetas al iniciarse el show. Lo de “You fool no one” en Madrid fue asunto de enjundia, por lo que os voy a pedir licencia para detenerme en este particular. No fue hasta que pasaron los primeros tres minutos que Glenn Hughes empezó a entonar la primera estrofa del tema, por lo que ya solo el inicio del jugueteo del batería seguido por el resto del grupo casi constituye la misma duración que algunas canciones convencionales. Tras las primeras estrofas y estribillo el teclista nos llevó a su terreno con un bonito solo de teclado que, sin pretender calzarse las imposibles botas de Jon Lord, adornó la canción de una manera muy digna y demostró que era del todo capaz de emular el sonido clásico de Deep Purple sin necesidad de intentar copiar a ningún músico de la formación clásica. Un diez y todo mi reconocimiento para Jesper Bo Hansen. Le contestó Soren Andersen a la guitarra, siguiendo con un pequeño solo que derivó nada más y nada menos que el en clásico “The mule”, el corte que usaban los Purple de los setenta en directo para introducir el solo de batería de Ian Paice y que comenzaba a sonar a los seis minutos de canción. Está claro que Glenn les ha debido poner unas cuantas grabaciones piratas a los músicos de su grupo, puesto que se notaba a la perfección que dominaban el particular lenguaje del universo purple setentas. Una manera de entender cada canción en directo como algo vivo y sujeto a continuo cambio; por desgracia esto ya no se lleva hace demasiados años, por eso la mayoría de grupos suenan en directo muy predecibles y, si los has visto una vez en directo, como los vuelvas a ver otra vez en la misma gira seguro que no te van a sorprender. Dicho esto, también debo reconocer que, pese a que el teclista y el batería que acompañan a Hughes en esta gira me sorprendieron muy gratamente, el guitarra ya me dijo mucho menos. Andersen lleva colaborando con Glenn desde hace unos diez años, pero no me acaba de llegar. También hay que decir en su defensa que la guitarra fue lo que sonó más bajo en la mezcla del concierto madrileño, resultando un claro hándicap; tal vez fue el que más forzado se encontraba en su papel Blackmore. De cualquier manera, solvente aunque sin destacar. Tras arrancarse con el riff de “The mule”, el grupo paró y Andersen comenzó a interpretar las primeras notas del clásico “Blues” que Ritchie ha venido intercalando en sus actuaciones en directo; toda una delicia para nuestros oídos. Ya llevábamos ocho minutos de “You fool no one” y cuál fue mi sorpresa cuando Glenn Hughes empezó a improvisar una melodía cantada para dicho blues que duró apenas dos minutos más y en la que puso a todo el público en pie con sus ejercicios vocales. Con una naturalidad pasmosa se dedicó a mantener un sostenido en agudo, imposible para el resto de mortales, mientras jugaba con los distintos matices de su voz y la llevaba a los impensables límites que su propia improvisación le conducía. Un cantante único, tocado con el dedo divino. Tras esta demostración, que vale por sí sola el precio de la entrada y que nos tenía a todos metidos en la particular burbuja en la que se había convertido la canción, Glenn vuelve a parar y nos presenta “High ball shooter”. Este temazo de Purple, que apareció en el disco “Stormbringer” y del que el propio Glenn llegó a realizar una versión en uno de sus mejores discos en solitario y que responde al título de “Building The Machine”, fue lo siguiente en sonar. Para todos aquellos que amamos esta canción que Deep Purple jamás interpretó en vivo, escuchar el estribillo de este tema en directo mientras atruena por el equipo de sonido resulta una experiencia extrasensorial. Esta deliciosa sorpresa nos condujo de lleno al solo de batería en el que el amigo Sheehan se lució a lo largo de los nueve minutos que duró su momento. Imponente pegada que me volvió a traer a la memoria al tristemente malogrado batería de Led Zeppelin a lo largo de un solo, una vez más, de esos que se hacían en los años setenta y que ahora están en desuso. Tras el solo volvieron a recuperar el propio “You fool no one” hasta el final apoteósico que llevó dicha canción a los veinticinco minutos de duración. Un agradable espejismo que trajo a mi retina aquellos medleys en directo de Purple, Rainbow o Dio que podían alargarse sin problemas hasta los veinte o treinta minutos de duración. Otra época.

                                                              Glenn Hughes.

Bromeó Glenn Hughes después del pedazo de interpretación que se acababan de marcar reconociendo que recordaba bien los años setenta, pero no se acordaba de nada de los ochenta; otro comentario simpático que aludía con total naturalidad a sus años oscuros, superados desde principios de los noventa y jalonados con una espléndida carrera, tanto en solitario como colaborando en otros proyectos. Lo siguiente que nos presentó Glenn fue otra de las joyas del catálogo de Deep Purple. Hablamos del tema “You keep on moving” o, lo que es lo mismo, el claro ejemplo de la capacidad compositiva del grupo sin la presencia de Blackmore. Esta canción apareció en el disco “Come Taste The Band” y, según nos comentó el propio Hughes al presentarla, la compusieron Coverdale y él pensando en sus fans y en lo necesarios que éramos para ellos. La canción sonó con personalidad propia y en ella Glenn se permitió el lujo de acomodar su voz para subir la intensidad y forzarla en determinados momentos; sabedor de su portentosa capacidad, jugó más que nunca con las subidas y bajadas a lo largo de un tema que se presta a ello. Siguió con otra canción del “Come Taste The Band”, el conocido “Getting tighter” y su groove salvaje. Comenzó el tema distorsionando su bajo y liderando una de las canciones en las que más remarcado queda el toque Funk que introdujo en Purple y que tanto detestaba Blackmore. La interpretación también contó con el clásico interludio que solían tocar los Purple cuando la llevaban al directo. Al acabar el tema recordó que con esos discos los Deep Purple contribuyeron a formar parte de la historia de esa década, junto a grupos como Zeppelin, Génesis o Sabbath, y compartió con todos nosotros una reflexión bendiciendo su longevidad pudiendo actuar en vivo manteniendo un nivel elevado. Ni que decir tiene que no solo comparto sus palabras, sino que las llevo más allá del lugar en el que el propio Glenn las dejó por prudencia y humildad. No es ni siquiera discutible que el nivel y capacidad vocal que mantiene en la actualidad Glenn Hughes está a años luz del resto, independientemente de la edad. En su pequeño discurso agradeció a Dios la posibilidad de mantenerse en activo y en buena forma, sin hacer ningún tipo de alarde en sus comentarios aún siendo sabedor de su poderío vocal más propio de alguien de otro planeta.

                                                              Glenn Hughes.

Acto seguido Soren Andersen comenzó a tocar lo que esta vez sí era la introducción de “Mistreated”. Tal vez el clásico más importante del MARK III de Deep Purple y que sonó tan poderoso como el resto de la actuación que todos los allí congregados estábamos teniendo la suerte de experimentar. El concierto nos tenía a todos donde quería Glenn, se había creando una atmósfera ideal para ir desgranando uno tras otro estos pedacitos de la Historia de la Música y “Mistreated” no hizo más que ahondar en este presupuesto. Tras el solo de guitarra tan ambiental que contiene la canción -no deja de ser un Blues, salvaje y poderoso, pero un Blues-, Hughes se acordó de Blackmore mientras se iba adentrando en la parte medio/final que suele dejar para improvisar con su voz. Lo que nos ofreció entonces fue algo mágico, uno de esos momentos que solo pueden interpretar unos pocos genios y que le hace merecedor de todos mis reconocimientos. Allí nos tenía a todo el público, desarmados ante su impresionante capacidad vocal y su increíble gusto para detener la canción, volverla a recuperar y hacerla explosionar en un final de órdago. Todo el teatro en pie rendido a sus pies, aplaudiendo durante unos dos minutos y parando puesto que el propio Hughes empezó a agradecer al público quitándose importancia; igual sí es cierto que Glenn lleva Madrid en su corazón y que somos especiales para él. Bello y brutal.

                                                                  Glenn Hughes.

Ya quedaba el final, que vino de la mano del archiconocido “Smoke on the wáter”, intro de “Lazy” incluida, y en el que Glenn nos deleitó interpretando el interludio de “Georgia on my mind”, igual que en los setenta. Ya que esta crónica está hecha sin miedo a las extensiones, como los shows de Purple de los años setenta, se hace necesario detenerse en la interpretación de dicho “Georgia”. Ni que decir tiene que no me he perdido ni una sola de las actuaciones de Glenn Hughes en Madrid desde que tuvimos la fortuna de recibir su presencia en directo aquel lejano 2001 en el que presentaba el disco “Return Of Crystal Karma” y que ofreció un concierto soberbio en la sala Revólver en el que incluyó un “You kill me” salvaje que no había tocado en otros show de la gira. Por supuesto asistí al concierto que ofreció el pasado año en el auditorio de Rivas-Vaciamadrid presentando esta gira de los Deep Purple Clásicos. Allí quedé alucinado con la actuación que nos ofreció, pero me marcó de manera especial la interpretación de “Georgia on my mind”. Este clásico que inmortalizó Ray Charles sirvió de cobertura a Glenn para el interludio del “Smoke on the water” de los setenta y para el de esta gira actual. Ya en Rivas nos dejó a todos sin habla cuando afrontó esas primeras estrofas con su espectacular voz, con la emoción a flor de piel me dije que al día siguiente debía escribir sobre lo que estaba sintiendo en esos momentos. No lo hice y es ahora cuando siento la imperiosa necesidad de plasmar torpemente en palabras lo que nos hizo vivir Glenn Hughes cuando de sus labios salieron esas primeras líneas vocales de otro planeta que hacen merecida justicia a este clásico inmortal del Soul. Un Glenn pletórico de pasión entonaba esas estrofas jugando con su voz, forzando unos agudos exquisitos hasta límites inhumanos, aturdiéndonos mientras nos mostraba su alma y haciendo aflorar las lágrimas ante semejante exhibición de talento, inspiración, gusto y estilo. Con la misma majestuosidad y simpleza que había aparecido ante nosotros, esta expresión artística y vital nos abandonó, recreándose en un apoteósico final que puede que sea una de las cosas más impactantes que recuerde haber presenciado en lo que llevo de vida. Pero esto es marginal.
Otra cerrada ovación, el grupo que abandona el escenario y Glenn que se va mientras se toca el corazón con la mano. La gente quiere más, puestos en pie pedimos más Glenn Hughes esa noche. Y el grupo vuelve a salir. Tocan “Burn” a toda pastilla y cierran una actuación que hace merecida justicia a toda una época y a todo un legado musical, comandado por el que con toda seguridad sea el músico en activo en mejor estado que exista en la actualidad.

                                                              Glenn Hughes.

Lamentablemente no pudimos presenciar en directo la interpretación de canciones como “This time around” o “Holy man”. Estos dos temas los llevaban en el setlist al iniciar la gira, pero los sacaron del repertorio incomprensiblemente a las pocas actuaciones. En Rivas pudimos presenciar un show más corto, pero que contó con un soberbio “Highway star” en el que la voz de Glenn se mostró imbatible y dejó en evidencia a cualquiera que le se hubiese pasado por la cabeza la mera idea de tan siquiera toserle al lado. Respecto a “Holy man”, fue una agradable sorpresa saber de su inclusión en los primeros repertorios de la gira. Es una bonita canción que tiene su propia historia, parece ser que no le gustaba nada a Ritchie Blackmore y a regañadientes acabó aceptando que formase parte del disco “Stormbringer”; otro ladrillo más que cimentó su idea de abandonar al grupo. Recuerdo que mi querido amigo y también miembro del CADP Luis Delgado, con el que tuve el placer de compartir la actuación de Hughes en Rivas, me comentó que le hacía especial ilusión escuchar este tema en vivo cantado por Glenn. Y si hablamos de “This time around”, su caída del set también es una lástima. Es una de las canciones más personales que Glenn haya interpretado nunca, otra joya escondida de Deep Purple. En el homenaje póstumo a Jon Lord el propio Hughes rememoró una bonita historia sobre su composición junto al añorado Lord, cómo siguieron trabajando en el estudio mientras el resto del grupo se iba hasta acabar de darle forma a la idea del pianista por excelencia. Un sentido homenaje con otra interpretación en dicho concierto que sienta cátedra y eriza la piel.

                                      Glenn Hughes con el CADP y el HUSH que le lleva en la portada.



Set list Madrid. Teatro Nuevo Apolo:

“Stormbringer”  5.01
“Might just take your life”  5.23
“Sail away”  8.07
“You fool no one” (“The Mule”/”Blues”/”High ball shooter”/Batería)  24.40
“You keep on moving”  9.02
“Getting tighter”  14.21
“Mistreated”  14.20
“Smoke on the water” (“Georgia on my mind”)  12.28
          ---
“Burn”  9.05






                       Glenn Hughes: "This time around". "Celebrating Jon Lord". Royal Albert Hall. Londres' 14.




miércoles, 3 de abril de 2019

REFLEXIONES METÁLICAS


Una sección de nuestro colaborador “Metálico”.

Portadas. Un valor añadido.



Es evidente que los nuevos modos de consumo de música han restado casi toda la importancia a las portadas de los diferentes trabajos de cada banda. Ya con el uso del CD frente al vinilo perdieron algo de su valor, pues es incuestionable que el gran formato de la carpeta que guardaba el disco permitía lucir en su máximo esplendor los diseños de las distintas cubiertas.
Sin embargo, sigue habiendo vinilos y portadas. Muchos afirmarán que ésta es un mero envoltorio, que lo trascendente es la música contenida en el vinilo. En efecto, pero la portada es un elemento más, igual que las letras, los créditos u otros añadidos que se observan con detenimiento mientras el vinilo gira en nuestro reproductor y que sirven para elevar, o no, el valor de lo que se escucha.
Y como en todo, hay para todos los gustos. Los que aprovechan la portada para expresar varias ideas, para presentar el trabajo contenido en su interior o simplemente tienen un objetivo meramente estético. Sin olvidarnos de para aquellos para los que significa algo engorroso que no aporta nada y que solucionan con una foto del grupo en actitud más o menos chulesca.


También es verdad que muchas portadas están dentro de un estereotipo que permitía que con un vistazo a la misma se supiera el tipo de música que envolvían, algo de gran ayuda para descubrir grupos nuevos en las tiendas que acumulaban discos y más discos.
Hablando de portadas como estamos no quiero perder la ocasión de destacar las de Iron Maiden, con Eddie como protagonista, verdaderas obras de arte que se han convertido en una seña fundamental del grupo inglés a través de sus discos y singles.
Posiblemente escogiera la del “Live after death”, pero varias  de ellas podrían ser; tampoco puedo olvidarme del “Nevermind” de Nirvana, del “Master of Puppets” de Metallica, del “Directo” de Barricada, del “Ram It Down” o del “British Steel” de Judas, del “Orgasmatrom” de Motörhead del “Heaven And Hell” de Black Sabbath, del “Holy diver” de Dio, el “No More Hell To Pay” de Stryper, del “Come Out And Play” con la alcantarilla desplegable de Twisted Sister, del “Retrospective” de Def Leppard o de tantas y tantas otras.


Metálico