Una sección de nuestro colaborador “Metálico”.
Portadas. Un valor añadido.
Es
evidente que los nuevos modos de consumo de música
han restado casi toda la importancia a las portadas de los diferentes trabajos
de cada banda. Ya con el uso del CD frente al vinilo perdieron algo de su
valor, pues es incuestionable que el gran formato de la carpeta que guardaba el
disco permitía lucir en su máximo esplendor los diseños de las distintas
cubiertas.
Sin embargo, sigue habiendo vinilos y portadas.
Muchos afirmarán que ésta es un mero envoltorio, que lo trascendente es la
música contenida en el vinilo. En efecto, pero la portada es un elemento más,
igual que las letras, los créditos u otros añadidos que se observan con
detenimiento mientras el vinilo gira en nuestro reproductor y que sirven para
elevar, o no, el valor de lo que se escucha.
Y como en todo, hay para todos los gustos. Los
que aprovechan la portada para expresar varias ideas, para presentar el trabajo
contenido en su interior o simplemente tienen un objetivo meramente estético.
Sin olvidarnos de para aquellos para los que significa algo engorroso que no
aporta nada y que solucionan con una foto del grupo en actitud más o menos
chulesca.
También es verdad que muchas portadas están dentro
de un estereotipo que permitía que con un vistazo a la misma se supiera el tipo
de música que envolvían, algo de gran ayuda para descubrir grupos nuevos en las
tiendas que acumulaban discos y más discos.
Hablando de portadas como estamos no quiero perder
la ocasión de destacar las de Iron
Maiden, con Eddie como protagonista, verdaderas obras de arte que se han
convertido en una seña fundamental del grupo inglés a través de sus discos y
singles.
Posiblemente escogiera la del “Live after death”, pero varias de ellas podrían ser; tampoco puedo olvidarme
del “Nevermind” de Nirvana, del “Master of Puppets” de Metallica,
del “Directo” de Barricada, del “Ram It Down” o del “British
Steel” de Judas, del “Orgasmatrom” de Motörhead del “Heaven And
Hell” de Black Sabbath, del “Holy diver” de Dio, el “No More Hell To
Pay” de Stryper, del “Come Out And Play” con la alcantarilla
desplegable de Twisted Sister, del “Retrospective” de Def Leppard o de tantas y tantas otras.
Metálico
Lo de las portadas es algo importante sobre todo cuando eres joven, no cabe duda de que es la primera manera de llegarte algo, cuando entra por los ojos. En mi caso recuerdo que me pillé el No sleep till Hammersmith de Motorhead por la gran portada que tenía... y luego me gustó regular, jaja. Pero si opino que suma la portada al producto final del disco.
ResponderEliminarLo importante es la música, todo lo demás es accesorio. XXX
ResponderEliminarLa música es lo más importante, es cierto. Pero si además tienes una imagen y una presentación cuidadas, también suma, no?
EliminarSaludos de Jorge
Las nuevas generaciones pasan totalmente del tema portadas, creo yo, pero en mi opinión es una cuestión que ayuda a convertir una obra maestra en algo mítico. Ahora, si la música no acompaña, de nada vale una cubierta maravillosa.
ResponderEliminarLas nuevas generaciones pasan de las portadas, de los discos y, si me apuras, hasta de la música... salvo honrosas excepciones que te hacen seguir teniendo esperanza en la raza humana. Y no deja de ser curioso, porque vivimos en un mundo totalmente inmediato y visual. Puede que ya no solo no sepas lo que es un vinilo o un cassette, sino que igual desconozcas hasta que los cds son redondos; pero, sin embargo, seguro que te machacas vídeos de youtube o estás al día de lo último que es tendencia en las dichosas redes sociales que más seguimiento tienen hoy en día. En fin, signos de nuestro tiempo.
ResponderEliminarY sin duda estoy de acuerdo en que sin buena música no hay nada, pero que una gran portada convierte a un gran disco en algo mágico. Por poner un ejemplo: "Ritchie Blackmore's Rainbow". El primer disco de Rainbow es sublime, uno de los discos de la imbatible trilogía que firmó Ronnie Dio junto con "Heaven & Hell" y "Holy Diver". Si escuchas esta obra de Rainbow te quedas desarmado ante tal belleza, pero, si además tienes entre tus manos la portada, la relees y la manoseas mientras suenan cosas como "Catch the rainbow" o "The temple of the king", se abre una puerta desconocida. Obviamente experimentar esta entrada en la otra dimensión es algo que está fuera del alcance de las nuevas generaciones que han crecido entre una forma de consumo muscial diametralmente opuesta a estos presupuestos.