El grupo de Blackie Lawless está de actualidad debido a la gira que conmemora el 25 aniversario de la publicación de su emblemático disco “The Crimson Idol”. Bajo la denominación de “Re Idolized: The 25th Anniversary of the Crimson Idol” vuelven a visitar el que posiblemente sea el mejor disco del Lawless -solo posiblemente- y, de paso, nos regalan una gira mundial en la que han avanzado que tienen la sana intención de presentar dicha obra en directo en su totalidad. Casi na. Y resulta que ahora nos toca a nosotros, visitando los escenarios españoles con esta gira. WASP van a actuar durante esta semana en las localidades de Navarra, Murcia, Madrid y Barcelona. Ahora no hay excusa para todo aquel ha sentido algo en algún momento de su vida con la obra conceptual que el grupo de Lawless publicó en 1992. Un álbum que marcó un antes y un después en la discografía de WASP, así como en la carrera artística y musical del propio Blackie. En su día parte de la prensa especializada no se tomó demasiado en serio este intento de Lawless por dotar de madurez y sustancia a la música del grupo -imagino que muchos pensaban que solo daban para el escándalo y la provocación-. Algún que otro plumilla escocido de esos de renombre internacional no dudó en etiquetar esta obra como una especie de "Tommy" de segundas, negandóle reconocimiento y poniéndolo como una copia barata del clásico de los Who; resulta obvio que está inspirado en esta colosal obra, pero de ahí a negarle su calidad artística media un abismo. El tiempo, sabio y que pone siempre a todo el muno en su sitio, ha otorgado a esta obra tan especial de Blackie Lawless el empaque y reconocimiento que atesora. Ahora, veinticino años después, han decidido homenajearla como se merece y de paso nos bridan a todos los que no pudimos presenciar esa dichosa gira en directo la posibilidad de disfrutar en vivo con ese puñado de estupendas canciones que en su conjunto cobran vida por sí solas.
La figura de Blackie Lawless siempre ha resultado
muy controvertida. Un tipo tan excesivo como él puso en marcha a su criatura
bajo el nombre de WASP allá por 1982
y su carrera ha transcurrido paralela al escándalo y a la provocación durante
casi todo su recorrido, al menos durante el siglo pasado. WASP se ha caracterizado por buscar la provocación y la
controversia, el uso de un lenguaje crudo y desgarrado, sus explícitas referencias
sexuales, la violencia y otros excesos les hicieron ganarse una publicidad y
notoriedad extras. Su puesta en escena te dejaba de todo menos indiferente:
bebían sangre, arrojaban trazos de carne cruda al público, decapitaban cerdos
de mentira, acuchillaban bebés de juguete, llevaban bailarinas ligeras de ropa
a las que les hacían todo tipo de perrerías y, en definitiva, jugaban con la
provocación llevándola hasta el extremo. La PRMC (Parents Music Resource Center), que era un comité que perseguía
a los grupos de Rock en Norteamérica
porque aseguraban que su mensaje inducía a la violencia, las drogas, el
suicidio, las actividades criminales y toda una sarta de estupideces parecidas,
se entretuvo mucho con la banda de Blackie.
En realidad esta asociación no hacía más que representar sin proponérselo un
dibujo de la hipocresía y puritanismo más rancio de algunos sectores de la
sociedad americana. Perseguían sin pudor cuál inquisición a cualquier
manifestación artística dentro del Rock
que se saliese de sus patrones bienpensantes.
Esa deliciosamente amorfa y retorcida sociedad de Norteamérica en la que se
persiguen esos supuestos mensajes nefastos para los chavales mientras permiten
adquirir pornografía en cualquier kiosko del país. En fin. Lo cierto es que la PRMC lo único que consiguió es que
muchos de nosotros abrazásemos con más fuerza todo el legado artístico que la
música de nuestros artistas preferidos nos proporcionaba sin prestar atención a
las superficialidades que tanto irritaban a ese atajo de mojigatos. Pero este
es otro tema. En lo que respecta a WASP,
consiguió sin proponérselo que lograsen una publicidad extra que le vino de
perlas para promocionarse. De cualquier modo Blackie Lawless era la carnaza perfecta, un tipo que ofrecía
titulares sensacionalistas cada vez que abría la boca; la de estupideces que
habré podido leerle en algunas de las entrevistas que ha ofrecido este tipo a
lo largo de los años. Recientemente se ha convertido al cristianismo y ha
decidido no volver a interpretar en directo algunas de sus canciones con
temática más explícita.
Blackie Lawless.
De todos modos,
aquí no importa lo que te hayas dado a conocer. Lo importante, de lo que va
esto que tanto nos apasiona, es la música; sin canciones no hay nada y WASP puede presumir de tener un
ramillete de temas que, te pueden gustar o no, pero son imperecederos. Su
propuesta musical y artística resulta directa y llena de intensidad. Temas
pegadizos y que entran a la primera, estribillos grandilocuentes y pasión por
los cuatro costados. Herederos directos de los Kiss, en cuanto a música y estética, pero dando una vuelta de rosca
audaz y llevando la idea hasta el extremo; jugando con fuego. Canciones como “LOVE machine”, “I wanna be somebody”,
“Hellion”, “On your knees” o
“Sleeping (in the fire)” firmaban un disco de arranque que hoy en día es un
clásico.
Blackie Lawless.
Lo cierto es que
WASP han sido bastante cafres
durante una gran parte de su recorrido artístico. Por sus filas han pasado
músicos y personajes tan atómicos e irreverentes como el guitarrista Chris Holmes. Este tipo hacía que Blackie Lawless pareciese una hermana
de la caridad, desde luego. El carácter salvaje e indómito de Holmes ha dado lugar a una ristra
interminable de anécdotas y situaciones entre penosas y cachondas no solo por
el imposible momento que protagonizó borracho en una piscina mientras se
vanagloriaba de su alcoholismo bajo la mirada de su propia madre y que apareció
en la peli “Decline Of Western
Civilization II”, sino por todo un sinfín de situaciones que ponen a
relucir el talante impredecible de nuestro querido angelito. El propio Lawless nos contaba cómo no aparecía
para ensayar cuando se hizo novio de Lita
Ford –otro alma salvaje, pero sin el toque cafre de Chris y con bastante más estilo–, parece ser que llegaba la hora
del ensayo y el amigo Chris no
asistía porque se pasaba el día haciendo calceta con Lita. Este tipo ha sido famoso, se ha hecho rico, se ha arruinado,
ha subido y ha bajado varias veces por la vida. Hubo una época en la que tuvo
que deambular por pensiones de mala muerte sin un duro en su bolsillo. Otra que
cuenta Blackie es que la letra de la
canción “Don’t cry (just suck)” –“No
llores, chupa” al castellano; un título para que os hagáis una idea de qué va esto
de WASP– parece ser que está basada
en hechos reales de la parte de atrás de la furgoneta del grupo y con Holmes como protagonista. Poco más que
añadir. Las historias de Chris
darían no solo para otra entrada por aquí, sino para un libro entero. Lamentablemente,
este estilo de vida tan genuinamente arriesgado no se correspondía con ningún
talento musical; nuestro hombre toca la guitarra de manera mediocre y su
aportación compositiva a WASP no
deja de ser anecdótica.
Chris Holmes y Lita Ford. Chris Holmes.
Con todos estos antecedentes resultó sorprendente que WASP se sacasen de la manga un disco como este. La verdad es que el grupo ya había dado muestras de buscar una mayor profundidad musical desde el anterior álbum titulado “The Headless children”, pero desde luego el salto cualitativo que ofreció su nueva obra musical fue grande. El disco “The Crimson Idol” es un álbum especial por varios motivos. Es un disco conceptual que narra la vida de un chico que responde al nombre de Jonathan Steel y que acaba siendo una estrella del Rock. Marcado por una infancia dura, una vida con éxito y un final trágico, retrata los mil y un clichés del arquetípico estilo de vida del Rock n Roll. Desde luego que no inventó nada nuevo nuestro querido Blackie, este tema que tan bien llevaron al terreno musical los Who con “Tommy” está trillado hasta la saciedad dentro de este mundillo, y en algunos momentos puede pecar de excesivamente pretencioso por parte del propio Lawless. Sin embargo lo que está claro es que el disco atesora una calidad musical y compositiva incuestionable. En un principio álbum se planteó como un disco en solitario de Blackie y este se rodeó de músicos de la talla de Bob Kulick, Doug Aldrich o Frankie Banali. Finalmente acabó saliendo bajo el logo de WASP, imagino que por miedo a que tuviera una respuesta menor entre el público. El caso es que el sonido resulta espectacular, las guitarras de Kulick y Aldrich les otorgan a las canciones una calidad y recorrido más amplio. Y hablar de la batería de Frankie Banali ya son palabras mayores, el músico de Quiet Riot convierte en oro todo a lo que le añade sus baquetas y este disco no resultó una excepción. La base rítmica suena que atruena y le otorga una dimensión diferente y más poderosa con esos cambios, contratiempos, redobles, dobles bombos y todo el arsenal que despliega el amigo Banali. De hecho la interpretación de batería que hizo en la versión del tema “The real me” del anterior disco de WASP es una prueba clara de lo que puede hacer este tipo cuando una canción cae entre sus baquetas.
WASP: "The real me". Vídeo oficial.
“The Crimson idol” no tiene nada de relleno, desde el inicio con “The titanic overture” hasta el final de “The great misconceptions of me” el disco nos embarca en un viaje de alto octanaje musical. En la obertura de arranque aparecen fragmentos instrumentales de algunas de las diferentes melodías que luego suenan en el álbum, momentos musicales delicados y acertados que recorren toda la obra al más puro estilo de los musicales y discos conceptuales clásicos. Dos primeros temas rápidos y con una base rítmica que refrenda lo comentado anteriormente sobre la batería y que se puede percibir perfectamente en cortes como “Arena of pleasure” o “Chainsaw Charlie”. Curiosamente lo mejor del disco viene a partir de ese momento, desde la lenta pero intimidante “The gypsy meets the boy”, un tema semi acústico que pese a ser un medio tiempo desborda intensidad por los cuatro costados; recuerdo que estuve durante mucho tiempo muy pillado con esta canción en particular. “Doctor rocker” y “I’m the one” son dos temas de corte ampuloso y con estribillos grandilocuentes, de los que le gustan a Blackie. En especial “I’m the one” refleja a la perfección esa megalomanía que quiso otorgarle Lawless al protagonista de su obra, además de ser una gran canción con una batería exagerada y asesina una vez más.
Continúa el
disco con dos temas de corte más lento, “The
idol” y “Hold on to my heart”.
La segunda canción se desarrolla a lo largo de una bonita melodía que servía,
en palabras del propio Blackie, para
rebajar un poco la tensión del álbum. Realmente bella. Por lo que respecta a “The idol” no hay mucho que comentar,
puede que sea una de las mejores canciones que hayan salido de la cabeza de Blackie Lawless jamás. Un tema lleno de
sensibilidad que parece mentira que haya sido creado por un grupo como WASP. Todavía recuerdo cuando actuaron
en la tristemente desaparecida para conciertos sala Macumba –mira que sonaba bien esa sala– a principios del verano de
2004. Hacía un calor sofocante, debido a la época del año y a un sala llena a
rebosar de público. Durante el bis Blackie
comenzó a tocar este tema en acústico mientras todo el respetable que reventaba
la Macumba se rendía merecidamente a
sus pies en uno de esos momentos especiales que pocas veces se producen en los
conciertos y que por eso mismo los hacen tan genuinos.
WASP: "The idol". Vídeo oficial.
El disco se cierra con “The great misconceptions of me”, un tema épico de unos diez minutos de duración que resulta una especie de corolario en el que se resuelven la historia y el disco. Desde luego que estamos ante un disco que sorprendió y descolocó a los fans del grupo, pero que demostró que de la cabeza de Blackie Lawless podían cosas más complejas y elaboradas que las que aparecían en sus primeros discos. Para apoyar a este álbum se rodó una película alusiva a la historia, que a su vez se escribió en el propio libreto del disco y de la que el propio Blackie grabó una narración con su propia voz bajo el título de “The story of Jonathan” que apareció en uno de los singles promocionales. Durante la gira de presentación tocaron temas del álbum junto con los de sus otras obras en lo que viene a ser un set list habitual, hubo que esperar hasta la celebración del decimoquinto aniversario en 2007 para presenciar en vivo la interpretación del disco en su totalidad.
WASP: Gira 2017.
Y veinticinco años después aquí nos encontramos, con una nueva posibilidad de presenciar todo esto en vivo y en directo. Es cierto que habría mucho que comentar y discutir sobre esta fiebre revival de hacer aniversarios de las cosas más insospechadas, incluso habrá que esperar para ver cómo suena el grupo y la voz de Lawless –que, dicho sea de paso, tiene un tono poderoso y perfecto para el Rock duro–, pero, qué queréis que os diga, yo esto no me lo pierdo por nada del mundo. ¿Somos heavies o no somos heavies?
WASP: "The gypsy meets the boy".
"Be careful what you wish for
Cause it may come true".