Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

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sábado, 28 de junio de 2014

¿Para qué va la gente a los conciertos? I.




Asistí el otro día a la actuación de uno de mis grupos de siempre, dispuesto a disfrutar del espectáculo musical y de los espectáculos adyacentes, esos que conocemos los que nos gusta ir a ver este tipo de eventos. Un concierto en directo es una experiencia única e intensa en sí misma, no exenta de un buen número de situaciones paralelas que conviven con mejor o peor fortuna junto con la propia música, generando una amalgama de sensaciones que perfectamente puede proporcionarle a cualquier sociólogo horas de placer y entretenimiento.

Casi siempre que salgo de un concierto me ronda la idea de escribir unas líneas acotando los distintos tipos de personas y caracteres que pululan por esas profundas e insondables aguas del océano de la música en directo, porque hay que reconocer que la flora y fauna que se mueve por esos lares resulta de muy variado pelaje. Y por fin ha llegado el momento, quiero compartir con vosotros una pequeña clasificación abordando alguno de los perfiles que seguro que todos habréis podido observar o incluso formar parte. He seleccionado veinticuatro perfiles que responden a la pregunta del encabezamiento, pero seguro que cada uno podría hacer su propia selección. Ahí van:


1.- Para hablar con los amigos…o con quién sea.

Es todo un clásico. Un concierto siempre es un evento social y, como tal, la interacción humana es inevitable; muchas veces resulta gratificante, sobre todo cuando todos los interlocutores tienen claro que el fin último es atender al espectáculo en sí. Desgraciadamente hay sujetos que encumbran el diálogo con sus semejantes hasta la primera posición de su escala de prioridades, lo que desemboca en situaciones rocambolescas donde, como no tengas cuidado, puedes encontrarte con que has pasado el concierto preso de un maremagnum de comentarios que pueden ir desde lo peregrino hasta lo irritante, pasando por lo banal y lo estúpido.

2.- Para mandar mensajes con el teléfono móvil.

Esto no pasaba hace quince años. Uno ya es viejo. Recuerdo esas historias de abuelo cebolleta en las que te cacheaban en la entrada de los conciertos para evitar que accedieras al recinto con cámara de fotos, amén de otra serie de objetos. Incluso en el conocido rastro madrileño había gente que ¡vendía esas fotos!... ¡y otra gente las compraba! Eran otros tiempos.
Hoy día todo es más complejo. Pasada la fiebre de hacer cutre-fotos y de intentar impedir la realización de las mismas por parte de los organizadores, hemos llegado hasta extremos, cuanto menos, sorprendentes. La gente no solo realiza y manda fotos con sus celulares, sino que se puede pasar practicamente toda la actuación escribiendo guasaps a vaya usted a saber quién, seguro que comentando lo bien que está el concierto al que no está prestando la atención que se merece.


3.- Para dar paseos por las instalaciones.

Cuando voy a un espectáculo, sea cual sea su naturaleza, siempre procuro buscar un lugar cómodo desde el que disfrutar lo que he pagado por ver y no suelo abandonar ese lugar si no es por causa mayor. No os podéis imaginar la cantidad de gente que puede pasar por mi lado ni la cantidad de veces que pueden llegar a hacerlo, y eso que no soy nada observador. Hacia la mitad de la actuación estoy seguro de que controlan la ubicación exacta de cada espectador, aunque puede que no sepan si el grupo que toca lleva un guitarrista o dos.

4.- Para ir al baño (variante del apartado anterior).

Procuro que mi sitio no esté cerca del lavabo porque si no aquello puede ser el acabose. Si hay gente que pasa ochenta veces por el mismo sitio, la frecuencia de paso se puede multiplicar en caso de tener la desgracia de colocarte cerca del baño. Qué sucede dentro de esos habitáculos sigue constituyendo un verdadero misterio. En los años ochenta sabías por qué un tío podía tardar varios minutos en salir de un servicio…pero ¿hoy?

5.- Como relaciones públicas.

El amigo que, no importa si el concierto se celebra al lado de su casa o en Katmandú, siempre va a conocer a todo el personal; y al que no conozca, no te preocupes, que le acabará conociendo. No falla.

6.- Para ligar, lucir modelito, lucir pareja…

Otro clásico. Todo el mundo sabe que un concierto, pese a las condiciones físicas y de espacios en el que se desarrolla, es el lugar idóneo para promocionarse o dejarse ver. He llegado a conocer a personas que asistían al evento de un determinado artista según el potencial tipo de público que podría congregar. Seamos realistas, que levante la mano quien no haya intentado ligar en un concierto. Qué tiempos aquellos, llenos de inocencia y desbordante juventud.

7.- Para empujar, saltar o invadir el espacio personal ajeno. Con o sin camiseta.

Todos aquellos descendientes directos de los primates que se entregan físicamente a la causa, hasta la extenuación si es preciso. Se les distingue perfectamente, no importa lo abarrotada que esté la sala, siempre disfrutan de un privilegiado espacio vital vacío alrededor suyo; asunto, por otro lado, comprensible, puesto que no hay Dios que se atreva a acercarse a ellos y a su “peculiar” manera de disfrutar del concierto. Los únicos que se atreven a hacerles sombra son sus semejantes, que disfrutan de ese extraño ritual de empujones parecido a la lucha por el territorio que se produce en otras especies animales.
Los que lo hacen sin camiseta suelen poblar las primeras filas del evento, siempre dispuestos a saltar e impregnar con su sudor a todo aquel valiente que decida acercarse a esos hábitats desconocidos y llenos de peligros que constituyen las primeras filas de los conciertos.


8.- Porque asiste con sus colegas.

Empresa de noble esencia. Puede que no le guste mucho el grupo que toca, o que ni siquiera los conozca, pero por un amigo se hace lo que sea. La de pobres almas en pena a las que he arrastrado a la salvaje vorágine musical… y la de veces que he sido arrastrado por idéntico motivo hacia las fauces de cualquier cantautor del tres al cuarto con ínfulas de grandeza y que consigue matarte de aburrimiento en cuanto abre el pico y rasga las cuerdas de su instrumento pobremente afinado la mayoría de las veces. ¡Ah! los amigos; que sigamos ahí muchos años. Lo mejor de todo es que, aunque el evento haya sido un tostón, siempre queda el post concierto; lugar ideal para redimirte de todos los pecados.

9.- Para salir de fiesta.

Aquí ni siquiera buscamos excusas, se trata de pasar un rato agradable con los amigos. Bueno, puede servir como excusa para que las parejas que se quedan en casa te dejen ir de fiesta con los amigotes.

10.- Porque tocan sus colegas (variante de los dos apartados anteriores).

Asunto espinoso donde los haya. Derivado de los apartados ocho y nueve pero aumentando el nivel de dificultad. Si antes solo tenías que disfrutar o soportar el concierto, según la pericia del artista que actuara, ahora estás obligado al posterior juicio del mismo; y cuidado con el juicio que emites, que puede traer consecuencias. No es esta una cuestión baladí, hay que escoger con tacto, prudencia y mesura las palabras que saldrán por nuestra boca porque, desde ese mismo instante, seremos esclavos de ellas de por vida.
Encontramos dos vertientes en este apartado: Que nos guste la actuación, en cuyo caso estará todo correcto, o que no nos guste, asunto más espinoso. En el caso de que no nos guste el concierto hay, a su vez, otros dos subapartados: Por un lado tenemos al amigo músico de toda la vida, al que nos une una fuerte y sincera amistad. En este caso no pasa nada si somos casi sinceros y le comentamos que no estamos preparados para degustar ese néctar fabuloso con el que ha regalado a nuestros inexpertos oídos. Asunto más delicado acontece cuando el músico es conocido o es amigo de otro amigo, en este caso no hay receta válida, solo nuestro verbo inspirado nos puede sacar ilesos de semejante atolladero. La realidad es difícil, si no te ha gustado y eres sincero el resultado será malo, pero si eres políticamente correcto corres el riesgo de que te invite a otro concierto. Lo mejor en estos casos es no opinar y pasar directamente al post concierto.


11.- Porque va obligado, generalmente con cualquier excusa peregrina.

Puede ser el germen de alguno de los perfiles comentados en este escrito, lo que llevaría a la industria discográfica a la difícil reflexión sobre el interés real de un elevado porcentaje de gente que consume música (que no paga) y que asiste a espectáculos (a los que suelen ir invitados por los que les obligan).

12.- Porque me lleva mi pareja (variante del apartado anterior).

Aquí no hay reflexión posible. El amor mueve montañas.

13.- Para consumar cualquier historia de amor.

Desde los que se dan su primer beso hasta la gente que se pide matrimonio. Tampoco hay reflexión. El amor mueve montañas. Otra vez la bendita e inocente añorada juventud.

14.- Para escuchar la única canción que le gusta del artista en cuestión.

Especie especialmente peculiar. Hay muchos estudios hechos pero las conclusiones resultan confusas. Está claro que les gusta la música – debemos pensar que pagan por escuchar una canción – pero resulta inquietante que se pasen el concierto esperando a que el artista interprete según qué canción que para ellos resulta importante. Esta rara avis tiene su propia variante, que desarrollaremos en el siguiente apartado.

15.- Solo y siempre al mismo músico.

Nos encontramos con gente que solo va a los conciertos de un artista en particular. Mira que hay música ahí fuera, no hay problema, nuestro protagonista no desfallecerá traicionando a su músico o grupo fetiche con cualquier otro artista que le desbanque de ese trono en el que reposa. En este apartado conviene comentar que uno de los artistas que está a la cabeza a la hora de provocar semejantes sentimientos entre algunos de sus oyentes es Yngwie Malmsteen. No importa lo bueno que sea Yngwie - que lo es, no hay duda al respecto - siempre será capaz de despertar las pasiones de algún fan fanático que le  encumbre a ese pedestal único y excluyente. Misterios de este arte sublime.



16.- Solo si va invitado. Prensa y similares.

Si el anterior perfil corresponde a la gente de noble corazón, en este aparecen otras cualidades humanas menos deseables, desde luego. Muchos artistas son tan buenos como la cantidad de pasta que sus mecenas puedan pagar a la prensa especializada (gracias a Dios no toda) para que hablen bien de ellos, aunque no se hayan escuchado el disco completo. Aquí tenemos todo un catálogo de las miserias humanas, desde comentarios pactados hasta crónicas de conciertos que no han visto completos o a los que, directamente, ni siquiera han asistido.
Lo triste es que, solo a veces, el artista es bueno y no necesita de semejantes artimañas. En fin, el mundo es un lugar difícil e injusto a veces.

17.- Para criticar. Nunca le va a gustar.

Da igual que el mejor, más inspirado y técnico músico haya ofrecido el concierto más insultantemente perfecto de toda su carrera, siempre nos vamos a encontrar a alguien que le pondrá alguna pega, por estúpida que pueda llegar a ser. A veces estas críticas las hacen sujetos que se encuadran en los siete primeros perfiles… o la prensa que no ha recibido su diezmo pertinente.

18.- Para verlo / escucharlo de manera perfecta.

Le puede molestar cualquier cosa, que la gente hable, se mueva o respire. Puede pasar parte del concierto ubicado en distintas zonas seleccionadas con exactitud milimétrica buscando el lugar con la acústica perfecta. Ni que decir tiene que ningún concierto le suena bien, siempre va a saturar el bajo, no se va a escuchar la voz en la primera mitad del concierto o la sección de viento no se ha podido disfrutar completamente. Serían perfectos violinistas, si es que no lo son ya.

19.- Porque “hay que ir”. Esos grandes grupos que todos debemos ver en directo.

Una auténtica plaga. El barómetro perfecto para medir el nivel de popularidad de cualquier grupo musical. Un artista solo consigue alcanzar el verdadero estrellato cuando consigue que a sus conciertos acuda una ingente cantidad de público que no tiene ni idea de su producción artística ni le interesa, sino que asiste porque el músico en cuestión es famoso y puede que nunca más vuelva a actuar en directo en su zona. Exacto, todos estamos pensado en los Rolling Stones. Estoy seguro de que más del setenta por ciento del público que va  a sus conciertos no posee más de cinco discos de la banda; qué coño, seguro que más del cincuenta por ciento solo conoce el tema “Satisfaction” y porque lo habrá escuchado en un anuncio de coches o de detergentes.


20.- Para conseguir algo de los músicos que actúan.

Una púa, una firma, un setlist de la actuación, una mirada, un instrumento, acceder al camerino, un polvo…cualquier cosa es válida para justificar su presencia en el evento de turno. Como decía nuestro encantador forajido Ian “Lemmy” Kilmister, icono musical donde los haya y líder del grupo Motorhead, que decidió aprender a tocar la guitarra porque comprobó que si tenías ese instrumento en tus manos las mujeres deseaban intimar contigo… y si sabías tocarlo se desnudaban más rápido. Genio y figura.


21.- Porque lo organiza o forma parte del comité organizador.

Todo estará perfecto y fenomenal. Da lo mismo que se lo preguntemos antes, durante o después de la actuación, la contestación será idéntica. Desde aquí quiero agradecer enormemente a la gente que se dedica a esta tarea, sin ellos no habría música en vivo. Curiosamente encontramos una relación inversamente proporcional entre la importancia y prestigio del promotor respecto a la veracidad de sus valoraciones sobre los conciertos que programa, normalmente suele acercarse más a la valoración real el tío que está empezando en esto.

22.- Para olvidar.

La naturaleza humana siempre tan desconcertante. Válvula de escape para su propia frustración. Generalmente suele ir ligado a connotaciones negativas y de mal rollo, perfectamente el desenlace puede ser violento.

23.- Para ejercer la intransigencia o la violencia.

Perfil directamente ligado al anterior. Gente que tiene un problema o que, simplemente, está mal de la cabeza. En este sentido hay que reconocer que, dentro de los conciertos de Rock, nos hemos civilizado bastante. En los años ochenta un gran número de eventos rockeros acababan en batalla campal; cualquier pretexto bastaba, un mal gesto, un empujón, una mirada furtiva a la novia de otro – o que ella te mirara a tí – podía desembocar en el desastre. No se salvaban ni los propios músicos. Recuerdo que un amigo me contó que en un famoso festival rockero que se celebraba en suelo inglés durante los años ochenta, una de las prácticas favoritas del personal consistía en lanzar botellas llenas de meado al escenario. Imagínate que eres todo un artistazo, estas interpretando tu música en un momento de inspiración genial y, de pronto, impacta con tu cuerpo un artefacto lleno de pis. Delirante. En defensa del sufrido y peculiar seguidor rockero hay que decir que desde todos los estamentos sociales eran tratados como chusma de la peor calaña, había una falta total de organización para los conciertos, no había la más mínima infraestructura, los horarios no se cumplían, el seguidor rockero era una especie de competidor entrenado para superar toda una suerte de obstáculos hasta conseguir el preciado objetivo de disfrutar de un concierto en directo; y al final eran esperados por los gentiles agentes policiales, siempre dispuestos a colaborar con el ciudadano.
Mucho de esto ha cambiado hoy en día y los amantes del Rock somos tratados casi como seres humanos con derechos. Bueno, el ente de seguridad pública aún continúa velando por nuestro bienestar y seguridad.


24.- Para experimentar algo único y vital.

Algo tiene este universo de las actuaciones en directo, que no podemos vivir sin experimentar sus sensaciones. Es una cuestión recíproca, tanto el que se sube al escenario como el que lo contempla experimentan una especie de simbiosis vital que retroalimentan cuerpo, alma y espíritu. No importa que el ser humano se autodestruya poco a poco con sus estúpidas leyes, engaños  y convicciones; mientras haya alguien dispuesto a subirse a un cajón e interpretar una melodía con un instrumento musical alumbrado por una bombilla y otro lo vea, seguirá existiendo el arte.


20 comentarios:

  1. Jajaja. Que bueno. Cómo me he podido reir. Y todavía no lo he acabado. Mis sinceras felicitaciones por esta artículo, hacía mucho tiempo que no leia algo tan inspirado y con tanta chispa.

    Luis. Madrid.

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  2. Seguro que todos nos hemos incluido más de una vez en alguno de esos apartados. Estupendo artículo y feliz verano a todos.

    Lidia.

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  3. Interesantísima selección. Aunque he picado de algunos, desde luego mi motivación siempre ha sido y será la número 24.

    Salud al Rock en directo.

    Juanjo.

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  4. Añado un perfil normalmente ignorado en los conciertos.

    Le ha faltado un perfil, que puede hacer que no te guste ir a conciertos. Porque estás en protección civil, eres policía, miembro de una empresa de seguridad, camarero/a@, taquillero/a@, ... y te toca currar allí, pero no tienes puñeteras ganas de estar en semejante sarao ( máxime si es de un estilo musical contario al de tus gustos).

    Y nada comento de esas grabaciones piratas llenas de sabios comentarios del colega de quien grababa: "este solo de guitarra es el mismo de la gira del '77...).

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    1. Tomamos nota para la segunda entrega. Un abrazo.

      Paulino.

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  5. Genial Paulino, com siempre. Y que cierto todo!!!
    Un abrazo enorme!

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  6. Vaya repaso que nos has dado. Lo has clavado, como de costumbre...y que veamos muchos más.

    Fuerte abrazo.

    Ginés.

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  7. Un perfecto repaso de todas las actitudes del personal que asiste a los conciertos.

    Saludos.

    Jorge.

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  8. Jajaja, buenísimo. Yo añadiría el que lo encuentra como la mejor excusa para pillarse un pedo descomunal, cosa que no pasa solo en festivales veraniegos, sino en conciertazos de entradas de 40 euros para arriba.

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  9. Excelente!!!! Jajajajaja!!!!
    Creo que éste artículo nunca será atemporal (varían sólo los puntos de la electrónica personal). Menos mal que no eres observador.....jajajajja!!!
    Pol.-

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Mucha suerte con vuestro bolo de Córdaba de Julio... y con los que vengan después.

      Paulino.

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  10. Has dado en el clavo totalmente. Qué bueno, lo que me he podido reir mientras lo leía, jajaja. Felicidades y desear un estupendo verano al personal.

    Sonia.

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  11. Acabas de sentar cátedra con este pequeño catálogo en el que todos los que vamos a conciertos hemos pensado alguna vez, pero nadie se había decidido a escribirlo. Felicidades por el rato tan cachondo que me has hecho pasar. Esperando la siguiente reflexión...jaja.
    Jorge.

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  12. Me ha encantado tu categorización. Has abarcado casi todos los tipos de personas que se acercan a los conciertos. Vengo del mundo de la cláscia, así que incluiría otra categoría más: la de los estirados que van mirando por encima del hombro al artista, casi perdonándole la vida.

    Un saludo...y enhorabuena por tan estupendo artículo. Pablo.

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  13. Muchas gracias a Luís, Pablo, Lidia, Morrison, Pol, Velkar, Jorge, Sonia, Juanjo y Ginés por vuestros comentarios. Me alegro de que hayáis pasado un rato divertido leyendo, era la idea.

    Ahora, como charlaba el otro día con un amigo, a pensar en la segunda parte jaja. Un saludo...nos leemos.

    Paulino.

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  14. Pues una segunda parte estaría muy bien también. Seguro que siguen apareciendo nuevos perfiles de sujetos que van a los conciertos con fines que se nos escapan a loa demás. Ya sabes, Paulino, ponte a la faena. Saludos.

    Lidia.

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  15. Ja,ja,ja, cojonudo como siempre.
    A lo que comenta el compañero de la seguridad, una vez monté un concierto de Café Quijano e hice de seguridad en el frente del escenario, arriesgando mi vida ante madres con sus hijos y señoras que intentaban volcar los antiavalanchas, que tensión!!!
    Eso si las miraditas que te dedicaba alguna señorita de buen ver te hacían creer el machaca de Axl Rose!!! Que poder otorga la camiseta de Security...
    Saludos.
    Alberto.

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  16. Y los de seguridad que van a los conciertos, muchas veces a generar más inseguridad. Desde los que no conocen u odian al grupo que toca hasta los que son fans de ellos.

    Excelente recopilación de esas gentes que van a los conciertos. Saludos.

    Fran.

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  17. Que bueno, como me he reído y cuanta razón tienen. Seguro que todos conocemos a gente o nos retratamos nosotros en cualquiera de los apartados, jejejjj. Segunda parte please. PLH.

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